Detalles del momento: Exorcicemos al mal
Por: Moisés Absalón Pastora
Inequívocamente habitamos una sociedad polarizada e independientemente de que lado esté el grueso mayor, entre los que hacen bien o de los que hacen mal, la verdad es que hay dos puntos de vista sobre la realidad del país que se expresan de polo a polo y que son como el agua y el aceite, no se pueden juntar.
Por los errores suicidas del oposicionismo, muchas cosas se nos facilitaron para potenciar aún más lo mucho de bueno que veníamos haciendo desde el 2007 y aunque el 2018 obligó a una desaceleración porque el odio oculto sacó sus garras, más cierto que eso es que el pueblo de Nicaragua despertó y se unió para demostrar al terror que cuando hay conciencia e historia no hay horror que valga y que ahora no solo somos vencedores de una tragedia que nunca más permitiremos se vuelva a repetir, sino que somos más que generosos porque nos hemos propuesto conquistar, enamorar, convencer y ser diferentes a la maldad.
Hay indudablemente gente que bajo la idea de las “armas tomar” escucharan como una locura lo que ya estoy tratando de perfilar, pero es a estos sectores precisamente a los que quiero llegar. Hay una generación, muy amplia todavía, aunque avanzada en edad, que venimos de la guerra. Durante más de medio siglo, solo para citar la historia más contemporánea, nos la pasamos hablando por la boca del fusil y esos en algún momento llegamos a creer, de uno y otro lado, que las cosas aquí solo a balazos las podíamos resolver y qué equivocados estábamos.
Hablo en pasado porque la misma experiencia de los años nos hizo tener de la vida y de nuestro actuar la madurez suficiente para realizar que el mejor presente que podemos construir es la paz del futuro y eso se logra domando a nuestras propias bestias a las que solo seremos capaces de domesticar con sabiduría.
Debemos tener claro dónde está la civilización y dónde el reino animal y eso me trae a la mente el mensaje que tiene esa pieza exquisita de Rubén Dario “Los motivos del lobo” que nos ofrece una lección de vida que establece un paralelismo entre la vida de los lobos y los seres humanos relatando la historia de un lobo que llegó a volverse sumiso y leal, sin embargo, el humano al cual le mostró su lealtad se muestra como un ser cruel sin mostrar ningún tipo de compasión hacia los animales, hacia el lobo. Así lo dicho Los Motivos del Lobo de nuestro gran Rubén es una lectura que te lleva a reflexionar acerca de cómo el ser humano en ocasiones puede mostrar características que son mucho más bestiales que las de cualquier animal salvaje.
Una lectora y televidente me comentaba que nuestra misión como seres humanos, como ciudadanos, debía ser que el bien conquistase al mal. En la práctica de todos los días es lo que hemos tratado de hacer con nuestros editoriales consientes que lo que en gran medida atraviesa Nicaragua no es una lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes donde las gentes de bien queremos cambiar la historia de Nicaragua para aterrizarla en la paz de Dios, no la de los cementerios.
Así lo refiere la Santa Palabra en la Biblia y así nos lo dicta la conciencia limpia de quienes creemos en la nobleza como fuente de bien y sin pretender ponerme una toga para determinar quién es bueno y quien es malo, sí quiero invitar a que desde los hechos y no de los decires nos dispongamos a que el bien conquiste el mal para que la luz ilumine la oscuridad.
El bien y el mal son polos relativos al sentido, al valor o a las consecuencias de la actuación humana por cuánto derivan de nuestras propias acciones y en esa línea lo que acertemos o no será la suma de nuestros errores sin que medie ningún otro factor y menos Dios porque para eso nos creó con libre albedrio para que de acuerdo a nuestras propias decisiones nosotros cosechemos el fruto de la semilla que sembramos.
Dios sin embargo nos dejó a través de los libros que componen la Biblia expresamente sus deseos y nos dice en su palabra cuales son los fundamentos del bien y que no debemos hacer para incurrir en el mal. Por supuesto que cada quien siempre querrá decir que está al lado del bien para no pasar de malo, pero al final los resultados cuentan y las mentiras, que tienen patas cortas siempre terminan delatando a quien está del lado oscuro.
El bien es la síntesis de altos valores que nutren la conciencia humana entre ellos la verdad, la justicia, el orden, la armonía, el equilibrio, la paz, la libertad o todo lo que favorece el bienestar, ya sea en el ámbito individual o colectivo.
El mal, por su parte, es todo lo contrario, es el área oscura de una conducta que niega la esperanza, es un lastre o una obsesión por alterar el equilibrio razonable de la convivencia cuando la sinrazón no puede con el peso de la verdad, cuando la oscuridad no puede con la luz, cuando el odio no puede con el amor y cuando la muerte no puede contra la vida.
Pudiera decir algún dislocado que la muerte sí vence a la vida, pero eso solo sucede cuando lo que se lleva al otro mundo es el mal que se hizo aquí y solo así desaparecemos porque al malo solo por sus maldades se recuerda, mientras que el bueno, que se va obedeciendo el llamado de Dios, se va dejando una historia de bien para la comunidad, para la sociedad, para su país. Por eso es importante que tengamos en cuenta, ubicándose cada quien en el polo que le corresponda, en el del bien o en el del mal, que los buenos deben proponerse conquistar al mal y es nuestra misión que exorcicemos al mal.
Hay que rescatar de la maldad a quien anda equivocadamente por los caminos espinados y oscuros del mal. Esta lucha no es fácil, desgasta y debilita y para emprenderla debemos blindarnos con una gran coraza espiritual porque el demonio tiene poder y su respuesta es intimidante y muchas veces hace del miedo, de la mentira, la calumnia y la difamación sus armas más poderosas.
Los nicaragüenses no tenemos otro país, este es nuestro país y por razones que ya conocemos hay una evidente guerra entre el bien y el mal. Hay gente que desde su propia visión piensa que el imperio del bien solo se logrará erradicando el mal, pero ¿se podrá lograr erradicar el mal?
El mal existe desde los primeros días de la Creación y esa guerra entre el bien y el mal siempre ha estado ahí por lo que sabiendo que no podemos acabarlo o erradicarlo, lo que debemos hacer es conquistar al mal, convencerlo de que el único y verdadero camino es el de la verdad y la vida y que este nos conduce a Jesús de Nazaret que es el interlocutor válido para llegar a quien es el principio del bien, Dios, el que nos creó a su imagen y semejanza.
El mal nunca será vencido por mal como de la misma manera la violencia no la vamos a poder combatir con violencia. Para enfrentar esta inoculación diabólica debe encontrarse en la tolerancia, la paciencia y en la sabiduría las armas fundamentales para poder convencer y no imponer, para poder ganar la guerra al espíritu destructor que representa la maldad.
Existe la condición humana de reaccionar con indignación a lo que el mal es capaz de hacer, pero tenemos que serenarnos porque el lado oscuro nos quiere conducir al estado de exasperación en el que nos ceguemos y sea la ira la que hable por nosotros y eso no puede suceder porque no nos hace pensar, nos hace reaccionar, pero no reflexionar y si equivocadamente nuestras vísceras asumen el rol que corresponde a la mente entonces perdimos porque vamos a entrar al territorio donde habita la maldad y donde mejor se desenvuelve, donde todo es pantanoso y donde solo alimañas habitan.
La gente buena es mansa, pero no mensa y no significa tampoco que debamos estar poniendo solo la mejía en el proceso de lucha contra el mal, pero sí estar claros de la serenidad que debemos observar porque la maldad es astuta, calculadora e inteligente y tiene una labia engañosa, sinuosa, seductora y provocativa.
El mal no ha podido ni podrá en nuestro país porque como si se tratara de una gota de agua cayendo todos los días, con disciplina y perseverancia, sobre una roca sólida el bien al fin logrará abrir fisuras en la maldad de modo que por mucho que grite o patalee el lado oscuro lo que terminará evidenciando serán únicamente lamentos de derrota. La maldad es un fardo muy pesado y por sí solos no vamos a poder moverla de donde está. Para lograrlo necesitamos de vehículos, lo suficientemente poderosos para aguantarla, traerla donde está la luz y convertirla.
Ahí en su hogar donde hay familiares que están confundidos, en el barrio con sus vecinos, en la oficina donde trabaja con sus compañeros, en el transporte colectivo donde viaja cualquier cantidad de gente, usted puede hacer la diferencia para que cuando alguien diga maldiciones usted hable de bendiciones.
Fíjense cómo en Nicaragua el mal ha sido víctima de sus propias maldades; Aquella pesadilla que vivimos en el 2018, cinco años atrás, pudo haberse resuelto en un dos por tres, pero aquellos tranques de la muerte solo fueron derribados cuando la sabiduría había puesto al desnudo todo lo que había detrás de ellos.
Aquí la maldad mató, torturó, saqueó, violó, quemó instituciones públicas, le pegó fuego a ciudadanos que estaban vivos y la respuesta fue amnistiar a los terroristas y a los asesinos y además hasta darles tratamiento sicológico y hasta mandados generosamente a su patria junto con todas sus maldades.
Aquí los empresarios del gran capital en lo que fue el tal COSEP, hundieron la economía tras decidir un papel politiquero y la respuesta fue ir al rescate de lo bien que íbamos tomados de la mano con las pequeñas y medianas empresas.
Aquí desde algunos medios de comunicación se dicen barbaridades, vulgaridades y ofensas que la grita general es que los cierren o los demanden, pero la respuesta de la tolerancia, que busca el bien común, fue dejar que se intoxicaran en su propio veneno para que el mismo pueblo determinara ignorarlos.
Aquí algunos seminaristas, curas, sacerdotes, monseñores, obispos y un cardenal asumieron mezquinamente bendecir la maldad desde sus púlpitos y la respuesta del cristianismo fue abandonar los templos católicos y migrar a otras opciones religiosas.
Esa actitud de no consumar aquella métrica de Ojo por ojo y diente por diente es lo que nos tiene donde estamos y en esa ruta debemos seguir porque es la garantía de que el bien continúe proyectándose en Nicaragua como un plan de nación que enfrente sus problemas con hechos no con discursos.
En ese sentido los dados ya están tirados y las cartas están sobre la mesa y es tan cierto lo que afirmo que la maldad está sin discurso, no tiene ni siquiera diablo y menos murciélago que los conduzca ni al despeñadero. La maldad se quedó sola, sin argumentos, sin razón y sin propuesta porque el nicaragüense, que viene de la guerra no quiere otra y porque quiere la paz es que está del lado del bien.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.