• Por admin
  • 22 junio, 2023

Comunicación en tiempos de desastres


Moisés Absalón Pastora.

Cuando hacemos la contabilidad a lo largo de nuestra existencia de todo lo enfrentado en materia de desastres naturales lo que pasa por nuestra memoria son hojas y hojas de gruesos expedientes donde terremotos,maremotos, huracanes, deslaves, erupciones volcánicas, depresiones tropicales, tormentas eléctricas, inundaciones, granizos, tornados y otros, que no han sido por una vez, sino que siempre han regresado con una modalidad cíclica, impone estar bajo un permanente estado de alerta que por encima de todo nos permita prever o adelantarnos a los hechos, en la medida que podamos hacerlo, porque también hay eventos que solo llegan y punto, que no se anuncian, porque en el caso de los terremotos, por ejemplo, podemos presumir algunas cosas, pero jamás imaginar por dónde sacudirá cualquier masa de tierra, como los muchos que hemos sufrido en el país a lo largo de la historia.

Nicaragua es una nación bendecida. Nos enorgullecemos por tener recursos naturales que otros países, a pesar de sus características económicas, desde el prisma de eso que se conoce como “primer mundo”, no solo no tienen, sino que lo poco que tienen, no saben cuidarlo porque adolecen de una cultura para hacerlo y por no tenerla cuando la naturaleza se releva por lo que nuestras manos han sido capaces de hacer contra ella, les pega de frente.

En Nicaragua gracias a Dios contamos con el Sistema Nacional para la Prevención, Mitigación y Atención de Desastres que tiene por función reducir la vulnerabilidad de la población en el aspecto cultural, social, económico, productivo, ambiental y tecnológico a través de programas, proyectos educativos y de información que permitan la superación de las circunstancias del desastre o la calamidad desde antes que suceda, todo de conformidad a la ley de la materia que no es nueva, que está en vigencia desde el 7 de abril del 2000, pero que hasta el 2007 solo estuvo colgada en la gaceta, porque es hasta hoy que realmente funciona.

Recientemente periodistas que somos parte del estratégico frente de los medios del poder ciudadano participamos en elforo nacional “Avances, Retos y Desafíos en la comunicación sobre riesgos para reducir desastres en el contexto del quinto aniversario del programa televisivo del SINAPRED, que por nombre lleva el de “NICARAGUA, LINDA Y SEGURA”.

Estuvimos ahí para aprender todos de todos y para realizar la importancia que tenemos los medios desde la trinchera que cada uno de nosotros ocupamos en la cadena del SINAPRED para amortiguar los profundos impactos de la naturaleza desde un rol vital, determinante y estratégico en el servicio y atención a los sectores más vulnerables y en los que también contamos porque esos mega fenómenos cuando llegan afectan indiscriminadamente y de nosotros, los que procesamos la información que se desprende de estos eventos, depende el éxito de asegurar la vida de quien está bajo amenaza.

En ese foro resaltó algo que a nosotros los periodistas nos viven recordando, porque a veces nos disparamos y afectamos a personas o instituciones directa o indirectamente, y es que nuestro deber, en el día a día, es desempeñarnos con ética, responsabilidad y credibilidad y esto es mayor durante lacobertura de catástrofes originadas por huracanes, terremotos o inundaciones o cualquier otro fenómeno que devaste amplias regiones y que alteran la vida de comunidades enteras.

Concluimos por supuesto que requerimos de periodistas capacitados, porque tenemos que reconocerlo, en el gremio no tenemos la suficiente sensibilidad ni el conocimiento para saber cómo reaccionar ante esta clase de eventos que, por efecto de diversos factores, entre ellos el cambio climático, cada vez son más frecuentes y destructivos particularmente en América Latina y el Caribe y pasa generalmente que nos quedamos con que los fenómenos naturales son los fenómenos naturales, es decir quien contra ellos, si son la expresión de la naturaleza misma, pero eso no es del todo cierto.

Si de algo estamos claros es que el poder de la naturaleza es el poder de la naturaleza. ¿Cuántas cosas hemos visto que por la magnitud desproporcionada de su fuerza nos dejan mudos?

Hoy basta ir a los motores de búsqueda de las plataformas internáuticas para ver hechos reales que parecen sacados del séptimo arte y en gran medida se debe a que esa naturaleza se descubre vengativa en contra de lo que la mano del hombre ha hecho contra ella. Talamos bosques enteros para explotar nuestros inventarios madereros sin regenerarlos; cambiamos las propiedades de la tierra quemando sus virtudes agrícolas para convertirlas en potreros que después terminan en desiertos que contribuyen únicamente al calentamiento global; Arrasamos con las riberas de acaudalados ríos que se convierten en lánguidas quebradas que terminan totalmente secas y llenas de piedras reventadas por el sol; contaminamos océanos enteros, podrimos lagos y lagunas y después de todo eso solo nos quedamos con que hubo un terremoto, un maremoto, una erupción volcánica un deslave o lo que sea, porque concluimos que así es la naturaleza.

Ahora bien, una idea más particular sobre la atención que como labor periodística nos demandan los fenómenos naturales es percatarnos primero que hemos evolucionado mucho en las herramientas con que contamos para realizar un trabajo más efectivo con propósitos más humanitarios que comerciales. 50 años atrás los medios era muy reducidos, estos decían lo que querían, el espíritu no era ni siquiera informar, sino hacer ver ante la población que tenían hegemonía, recursos, para vender una noticia, generalmente servida con mucha alarma para sobre dimensionar las desgracias, pero jamás para orientar a los damnificados, para defender a los damnificados o para hablar por los damnificados porque lo más importante era el amarillismo, los muertos y la destrucción, pero a dónde guarecer a los vivos, como darles de comer, cómo y en que parte curar a los heridos, cómo advertir dónde habían sobrevivientes soterrados para rescatarlos, eso no era tan importante.

¿Recuerdan el deslave del Casitas en el contexto del Huracán Mitch que azotó Centroamericana y principalmente a Honduras y Nicaragua entre el 28 y 31 octubre de 1998? 3500 personas murieron, ¿Pudieron haberse evitado esas muertes? rotundamente sí. El presidente era Arnoldo Alemán y hubo aquí una voz desesperada que clamaba casi a llanto partido se atendiera aquello que pudo no haber pasado, la alcaldesa de Posoltega, Felícita Zeledón y solo porque Radio Ya abrió micrófonos entonces ignoraron lo que fue la segunda gran tragedia después del terremoto de 1972. Más tarde vino Bill Clipton, presidente de Estados Unidos a depositar en aquella gran tumba una ofrenda acompañado del llamado “máximo líder” del liberalismo, pero hasta ahí no más porque los muertos, muertos estaban.

Hoy tenemos un gobierno que ante la advertencia de cualquier evento que se puede prever cuanta con un ejército, una policía, un cuerpo unificado de bomberos y todo un tendido militante de juventud para evacuar con personal calificado y los medios correspondientes las personas en riesgo.

Hoy tenemos un gobierno que es la otra cara de la indolencia, que ante la sola sospecha reacciona preventivamente convirtiéndose en la más segura fuente de información para que desde lo que somos, medios del poder ciudadano, sepamos de qué tamaño es la amenaza y qué hacer ante ella.

Hoy tenemos un gobierno que no mete a las bodegas de sus propios intereses ni el presupuesto ni las ayudas que se destinan a los damnificados, sino que por el contrario vacía sus depósitos para llevar a los innumerablescentros de albergue, colchones, frazadas, ropa, alimentos, atención médica y ayuda sicológica para todo el que lo requiera sin que medie ningún tipo de condición en la persona que está afectada.

No obstante, es de vital importancia que determinemos que podemos hacer desde lo macro porque no es suficiente tener el panorama claro, sino, qué sustancia ofrecer para que más allá del rigor de la información, a través de ello podamos contribuir eficazmente a la distención sicológica que los impactos de la naturaleza causan y además, desde este, fin como conducir a la salvaguarda de la vida.

En tal sentido, además de suavizantes de los traumas naturales que derivan de las catástrofes en sus distintas formas, debemos convertirnos en educadores antes que cualquier desenfreno de esa loca competencia por la llamada “primicia” que nunca mide, que ante circunstancias como las que hoy nos ocupa, el asunto no es velocidad sino de resistencia por todo lo que representan estos fenómenos.

Me parece que algo propicio, a fin de no reaccionar, sino de informar mejor, es crear un bolsón de mensajes, específicamente identificados con las particularidades del fenómeno a enfrentar para que cuando llegue el terremoto, el tsunami, la erupción, el deslave, la inundación, el huracán, enviemos el código correcto a la población que lo padezca o lo vaya a padecer.

Los medios de comunicación tenemos que aportar más y no es difícil porque entre nosotros existe sabia, que basada en la experiencia de lo que hemos vivido en carne propia, nos permite apropiarnos de la mejor disposición para crear atmósferas amortiguadas que más allá de la fiereza de cualquier evento de la naturaleza procure en primera línea salvar vidas.

Nunca perdamos de vista que Nicaragua es uno de los países en el mundo más castigados por desastres de origen natural; Que pese a los esfuerzos del gobierno sandinista, lo que tristemente no preocupó a otros que le antecedieron, por rescatar a familias de zonas de alta peligrosidad, persisten aun aquellas que se resisten a abandonar sitios altamente vulnerables y debemos hacer conciencia sobre este problema; Que las acciones humanas como la deforestación y prácticas agrícolas e industriales desordenadas han agravado nuestra vulnerabilidad frente a los fenómenos naturales; Que tenemos que seguir en guerra contra nuestro verdadero enemigo, la pobreza, porque es la que se ubica en sitios de alto riesgo.

Tengamos presente que las altas pérdidas económicas ocasionadas por los desastres naturales han frenado el crecimiento del país incrementándose así la pobreza; Que hay que estimular la conciencia del empresario para que invierta en la prevención de desastres; Que los daños humanos y materiales que provocan los fenómenos naturales pueden reducirse con acciones de prevención y fundamentalmente que los desastres no son solo naturales, sino en gran medida, consecuencia de nuestra falta de previsión y de nuestra irresponsabilidad.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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