Detalles del Momento: Honestidad
| Moisés Absalón Pastora.
Yo estoy consciente que de la misma manera que hay quienes comparten mis enfoques editoriales sobre lo que yo creo pasa en mi patria, también sé que hay otros que los detestan. Sería atorrante de mi parte creer que soy monedita de oro, pero sería deshonesto también callar lo que pienso solo porque hay pichurrias o miserias humanas que se revuelcan de cólera defendiendo lo que para mí son causas perdidas, pero ese es su derecho y lo respeto.
Por eso quiero hablar de honestidad con sentido de patria y decir que por la falta de ella los nicaragüenses nos enredamos y tensamos innecesariamente la atmósfera que de un mismo país nos permite respirar a todos. Este valor es indispensable para que las relaciones humanas se desenvuelvan en un ambiente de confianza y armonía, pues garantiza el respaldo, la seguridad y la credibilidad en las personas para construir la nación la nación que ahora tenemos y es la mejor nación de todos los tiempos.
La honestidad es una forma de vivir congruente entre lo que se piensa y la conducta que asumimos hacia el prójimo qué junto a la justicia, exige en dar a cada quién lo que le es debido. Para ser honestos debemos conocernos a nosotros mismos. No es posible predicar sobre ese tema si no somos el testimonio que otros desean ver en nosotros cuando lo abordamos y hay quienes desde la dimensión del ejercicio político pierden de vista que no es solo lo que digamos, sino que también hay quienes nos observan y conocen, sobre todo en un país tan pequeño como el nuestro en el que todos sabemos quién es quién, y al que todos soñamos grande.
Ser honestos es cumplir promesas. Tristemente en nuestra patria azul y blanca hay quienes ante un reclamo del peso específico de la verdad o de la palabra te responden “y es que además de que te prometo quieres que te cumpla”. La persona honesta debe cumplir sus promesas porque cuando las asume juega con ilusiones prestadas que al no ser cumplidas originan frustraciones que independientemente del tamaño que tengan, a quien en realidad reducen es al que las ofreció.
Solo imaginen un niño esperando ansioso el retorno del padre porque este dijo llevar el caramelo, el sorbete, el regalo y no lo hizo o estar temprano en la casa para salir a algún lado y no llegó. Imaginen al padre o a la madre triste porque el hijo que había prometido no volver a las drogas recayó. Imagínate al político que abrazándose a la teoría de que el fin justifica los medios ofrece lo inimaginable y después de haber obtenido lo que quería no solo no cumplió, sino que se olvidó de las personas que usó para alcanzar el poder o su cuota de poder.
A veces la mejor forma de cumplir con la palabra empeñada es no darla jamás. Te sale más barato ser franco y sincero y decir que por ahora no tienes, que tal vez más adelante o que harás el esfuerzo de satisfacer las esperanzas ajenas en el primer momento que se pueda, pero nunca alentar ilusiones solo para matarlas más adelante.
Ser honestos es jugar limpio. La vida es un juego permanente. Nos manejamos entre riesgos y posibilidades que nos conducen al éxito o al fracaso, pero esos retos son más fáciles de alcanzar con honestidad. Cuando alguien miente, roba, engaña o hace trampa, su espíritu entra en conflicto, la paz interior desaparece y esto es algo que los demás perciben porque no es fácil de ocultar.
Las personas deshonestas se pueden reconocer fácilmente porque engañan a los otros para conseguir de manera abusiva un beneficio. Es muy probable que alguien logre engañarla primera, la segunda y la tercera vez, pero no siempre y al ser descubierto será evitado por sus semejantes o tratado con precaución y desconfianza.
Hay que ser genuinos, auténticos y objetivos para no ser instrumentos de los que en vez de convencer imponen. Hay que tomar la honestidad en serio, estar conscientes de cómo nos afecta cualquier falta que cometamos por pequeña que sea. Hay que reconocer que es una condición fundamental para las relaciones humanas, para la amistad y la auténtica vida comunitaria. Ser deshonesto es ser falso, injusto, impostado, ficticio. Ser deshonesto es lanzarse contra la patria y en la práctica atentar contra ella y decir en la más extrema de las mentiras que lo que hacen es por su libertad.
Hay quienes me critican porque regresé a mi origen político, el Frente Sandinista de Liberación Nacional y por más que les explico lo mucho que este gran movimiento social, que va más allá de un partido político, sobre lo que ha hecho por el país, llevando el progreso por todos los rincones de la nación que es lo por lo que luché toda mi vida, pero el odio quiere oír de mí una línea de ataque contra el FSLN, así como lo hacía antes cuando consideré que aquel no era el camino de la revolución por la que yo había luchado y quienes se incomodan por eso son los que creen, sin representar ni a sus asistentes del hogar, que desde un planteamiento visceral se puede vencer a este proyecto social al que trataron de derrocar en el 2018 través de un plan que fallo porque les faltó un elemento vital, un pueblo que lo permitiera y que no se hizo eco del anti patria que el terrorista lleva por dentro.
A mí me resultaría deshonesto decir que el oposicionismo aquí es un piso virtudes donde se concentra la crema y nata de los mejores propósitos de Nicaragua y créanme desearía que así fuera porque entonces esta patria, que la gran mayoría queremos grande y próspera, no sufriría el vilipendio al que la someten bárbaros que después de todo los daños causados siguen levantando la mano contra ella.
No puedo vender ante la opinión pública que estas pichurrias y miserias humanas tengan una propuesta coherente y atractiva que genere emociones o esperanzas, por el contrario hoy son el sinónimo de la muerte y del dolor; No puedo decir que entre los enemigos del actual gobierno haya un líder que capitalice las energías negativas que dicen existen, es más, lo cercano a eso es que ni todos juntos hacen un remedo de líder porque todos son rostros viejos machacados por el tiempo que insisten en hablarnos de cosas nuevas que no conocen y que no tienen como dar.
La honestidad me impone ser coherente entre lo que siempre quise con lo que ahora tengo, no hablo de mi patrimonio personal, para los que se revientan de cólera por eso les digo que gracias a las bendiciones de Dios estoy muy bien, tengo hogar, hogar propio, tengo esposa que es un gran amor, tengo trabajo, varios trabajos y la mayoría de la gente que me conoce me quiera y me respeta, pero no yo no soy el tema, el tema es que el país en el que vivo el que siempre quise y soy parte de el, no solo como un ciudadano, sino como uno de sus constructores, porque de alguna forma decido sobre lo que más le conviene desde los espacios que ocupo.
Yo no luche para ser opositor ni enemigo de nadie,-que vida más triste seria esa- no lo hice para que me vieran como líder de quienes no me siguen ni a la puerta de la casa donde le dan posada a esos que se creen sangre azul o para aparentar ridículas elegancias porque ando de saco y corbata en un país que nos calcina con sus calores solo para me entrevisten en la televisión y salir bonito en los programas vandálicos en los que dicen cualquier brutalidad y cuando nadie los ve andan de chinelas de gancho y patas correadas en la pulpería de la cuadra fiando una cerveza o una tortilla porque no son capaces de cumplir con las obligaciones de la casa.
Mi honestidad, mi lealtad a los principios y valores por los que he luchado casi toda una vida, porque comencé cipotito en esto, no me permite atacar, ser enemigo, de quien o quienes me han permitido hoy no solo ver, sino ser constructor de los hospitales, las escuelas, ser garante de la educación y salud gratuita, ver la electrificación nacional, las carreteras de primer mundo que tenemos, las comunicaciones, los nuevos puertos, las instalaciones deportivas, los parques, malecones, la expansión turística, los más de 40 proyectos sociales, las casas maternas, la merienda escolar, el bono para los bachilleres, el apoyo a los emprendedores, la integración del atlántico con el pacífico, el avance científico medicinal, los modelos que nos acercan estrechamente al pueblo, la seguridad, el orden, la estabilidad y la paz, son el efecto conjunto de la revolución que siempre quise y es absurdo resistir porque así como yo hay millones de sandinistas más que estamos sembrando riquezas para el futuro de esta Nicaragua que está en la ruta de la grandeza.
Honestamente todo esto debería ser materia de reflexión para aquellos que pretendenseguir haciendo daño a nuestro país, porque esa actitud es lo más anti nacionalista que nuestra historia hasta hoy ha conocido. A cambio de 4 monedas, los que así lo hacen, regalan a la patria y la sirven a sus enemigos para que estos los coloquen en el poder ante la imposibilidad de que las miserias humanas lo hagan por ellas mismas a través de esas elecciones libres, de las que una y otra vez han salido apabullantemente vencidos, algo que no cambiara por muchísimo tiempo porque la inmensa mayoría de los nicaragüenses somos honestos y reconocemos que el pueblo nunca antes en su historia había visto retribuido su esfuerzo como ahora que además valora haber recuperado para su nación otros factores profundamente patrióticos y estos son la libertad, la soberanía, la autodeterminación y por encima de todo la paz.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.