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  • 10 julio, 2024

Detalles del momento: Los Rojos y Negros


Por: Moisés Absalón Pastora

Nos separan muy pocos días para el más vistoso asueto nacional y de histórica y masiva movilización humana en Nicaragua. Me atrevo a decir que somos uno de los muy pocos países, seguramente del mundo, que en su calendario tienen una fecha de tan altísima connotación que es capaz de hacerse escuchar más allá de sus fronteras por la revalidación de los compromisos que asume con una visión profundamente social y transformadora, pero vivida con un sello indiscutiblemente místico y religioso que impone a tener del fenómeno una lectura científicamente sociológica.

Me refiero por su puesto a lo que sucedió un 19 de julio de 1979, hace ya casi 45 años, que marcó la victoria sobre la dictadura dinástica más asesina de América Latina, aquella encabezada por Anastasio Somoza Debayle, que no solo fue un dictador vencido, sino el último marine del ejército de los Estados Unidos en nuestra patria.

Esa fecha año, tras año, es vivida bajo el efecto de sentimientos encontrados porque para llegar al gran acontecimiento explosivo de la revolución precedieron historias legendarias de prohombres, que, ciertos del peso de sus ideales siempre supieron que iban a morir y en consecuencia dejaron muy claro el significado de aquella frase de “ir hasta las últimas consecuencias”.

Como dije yo encuentro en el universo de todo lo que significa el sandinismo la razón mítica y religiosa de su filosofía porque desde el hay una voluntad de ofrecer la vida por los demás y eso es una virtud profundamente cristiana porque es la elevación más alta del amor y fíjense que es también un enorme contrasentido para aquellos que desde su abismal y oscura ignorancia creen que revolución es sinónimo de comunismo cuando el más grande revolucionario que la humanidad nos refiere es Jesús de Nazaret que vino para predicar la igualdad, la justicia, el amor, la paz para todos desde una prédica y vida consagrada totalmente a la humildad y es por lo que precisamente murieron más de 50 mil compatriotas que fueron hasta las últimas consecuencias por vernos libres.

Hoy nuestra Nicaragua y las generaciones que siguieron al 19 de julio de 1979 celebran con notoria algarabía y conmemoran la historia desde cualquier tipo de modalidades que culminarán el propio 45/19 con el siempre esperado mensaje del máximo líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional el Comandante y Presidente Daniel Ortega Saavedra del que siempre se espera la orientación jubilosa que mantenga izados los nunca caídos ánimos de una membresía política que gústele a quien no le guste se cuenta por millones y en proceso de inalterable de crecimiento.

La particularidad de estos tiempos es que en la previa a toda celebración del 19 de Julio siempre vemos a una multitud roja y nagra desplazándose por todo el territorio nacional desde las barriadas, comarcas, plazas, municipios y cabeceras no para asistir a un mitin político sino para marchar en medio de su ya característica música testimonial, bailar al ritmo de los acordes de la nueva trova y mostrar a una briosa juventud cada vez más visible que va de la mano con una militancia histórica que con camuflaje o verde olivo recuerda las batallas contra la extinta Guardia Nacional.

Por efectos de la pandemia aquella plaza pública que se llenaba con cienes de miles de sandinistas cada 19 de julio tuvo que extrañar las multitudes que se extendían desde el Malecón, a lo largo de la Avenida Bolívar, hasta el Monumento a Hugo Chávez, pero hoy por hoy eso se suple con las más diversas actividades hasta en las comarcas o barrios más pequeños del país haciendo desde el ejercicio social una fiesta de júbilo que se realiza ayudando al próximo pero desprendido de la idea de que ello no es un trabajo sino un compromiso moral profundamente cristiano y devocional. Ese nivel es realmente la normalidad del sandinismo, que dueño de las calles, porque se las toma no solo en sus conmemoraciones sino que todos los días para ejercer la solidaridad con el hermano y fiscalizar la construcción diaria que de la paz y la estabilidad hace, asume con su acción un compromiso revolucionario por el bienestar del país que es estimulado por el resultado de una voluntad política que se palpa a través de más de 40 proyectos sociales que aplastan la pobreza extrema y la pobreza devolviendo así al más postergado la dignidad que se le había arrebatado por tiranías y gobiernos deshumanizados.

Hace un poco más de seis años el país involucionó, fue marcando por la pesadilla de abril de 2018 que liberó el odio encapsulado que cohabitaba con la venganza del fracasado y que hizo del crimen organizado la herramienta fundamental para implantar el terror y así someter al país, a nombre de la “democracia y la libertad” a sufrir un estado de muerte y miedo francamente inédito en nuestra historia, que nunca tuvo razón, ni sentido.

Este desenfreno diabólico bendecido por de algún sector religioso, que además parió la idea del golpe, no fue una expresión libertaria ni nada que se le parezca, pero sí un nazismo que pretendió el exterminio, antes y después de la toma del poder del sandinismo y de todo lo que este representara a partir de sus líderes, de su institución partidaria y de los éxitos de su revolución, que realizada en paz, logró más que todos los gobiernos juntos que le antecedieron desde que somos una nación independiente, porque otra vez lo repito, a pesar de la agresión imperial, del fallido golpe de estado, de la pandemia, de los fenómenos de la naturaleza, la Nicaragua de hoy es la mejor de todos los tiempos.

Tal como veo las cosas el tsunami rojo y negro que hemos visto por estos días y seguiremos viendo siempre lo que confirma es que el sandinismo es un ideario inmortal porque cuando en 1990 ascendió al poder Violeta Barrios de Chamorro, tras la primera derrota electoral sufrida por el FSLN, la entonces Unión Nacional Opositora a la que yo también pertenecía, como parte de su estructura mediática, pretendimos acabar con el Frente Sandinista, que debilitado por el daño que le hizo el MRS de Sergio Ramírez M, lo asediamos de tal forma que lo victimizamos y Daniel Ortega, que apostó por mantener vivo a su partido, aglutinó a la base sobreviviente para ponerla en modo de defensa y entonces proclamó gobernar desde abajo y por mucho que se intentó, después con Arnoldo Alemán y más tarde con el ingrato y tristemente célebre Enrique Bolaños, de fastidiosa recordación, no se pudo, por el contrario el sandinismo fue ganando terreno y fue creciendo hasta que ganó las elecciones del 2006 como producto de la división liberal sí, pero también como la porción contendiente más votada y en las que Daniel Ortega tras reconocer sus errores pidió una oportunidad para hacer esta revolución en paz.

Que absurda fue aquella persecución. Tamaño error nos condujo a enfrentarnos innecesariamente en un momento que requeríamos estabilidad para echar a andar un país destruido por la guerra y así el odio anti sandinista obligó al sandinista a defenderse como fiera herida, lanzando zarpazos a sus agresores y demostrando ser una oposición poderosa en todos los terrenos.

Si por aquel entonces hubiésemos entendido que el diálogo era y es el mecanismo más civilizado para dirimir las contradicciones políticas Nicaragua hubiera estado mejor de lo fue antes de abril de 2018 donde la irresponsabilidad prendió mecha a una locura criminal que ya está conjurada y que desespera a los autores intelectuales y a los asesores “espirituales” del pretendido golpe de estado porque no pudieron en ese momento asaltar el poder, ni lo podrán hacer en el futuro.

En lo personal nunca imaginé cómo pudiera existir tanto odio oculto. Son inenarrables las faltas a la dignidad humana de parte de los llamados “demócratas” si el que caía en sus garras era un sandinista. Los que tenían las hachas y cuchillos de tal carnicería eran unos cinco mil individuos que intelectual y ejecutivamente manejaban toda esta venganza, con el multimillonario patrocinio y financiamiento de intereses políticos exógenos y del crimen organizado.

Quienes lo hicieron respondieron como marionetas a los titiriteros del MRS que hay que reconocer lograron en algún momento, permear la mente hasta de sandinistas que rápidamente abrieron sus ojos y que volvieron a su casa luego de entender que estaban poniendo en bandeja de oro la sondaleza con la que los ahorcarían después de triunfar la ilusa “Revolución civil” a la que un alto clero, Abelardo Mata, hizo referencia cuando arrebató el micrófono en la instalación del fracasado diálogo nacional del Seminario de Fátima para evidenciar su lejano compromiso espiritual y bendecir la violencia, pero a la vez su cercano interés para marcarse, bajo la protección de su investidura, como figura política y así como él hay tres más con la misma postura.

En ese contexto me llamó la atención que un joven imberbe y ofensivo, apenas una ficha útil del interés político que al final lo terminó moliendo y desechando como bagazo, después de practicar en las habitaciones del hotel Holiday In su discurso, se atrevió a gritar, nada más y nada menos que al presidente de la república, que aquel plenario, no era una mesa de diálogo sino una mesa de rendición que estaba para imponer las reglas de su salida del poder.

Nunca dejará de ser cierto que la violencia engendra más violencia y en consecuencia el sandinismo vilipendiado, humillado, escarmentado, torturado y asesinado se replegó a los quehaceres de la oficina o al hogar, sacrificando hasta el derecho de defender su propia vida, como una respuesta disciplinada a la recomendación del presidente de Nicaragua y Secretario General del FSLN, para que las tristes estadísticas que nos enlutaron no fueran mayores.

Esto sin embargo tuvo una lectura equivocada entre los golpistas que triunfalistas apostaron a que el FSLN estaba vencido y entonces la idea de una tercera “Revolución” alimentó su sedición y los estridentes gritos ensoberbecidos de sus promotores mediáticos empezaron a perfilar la profundización de la crisis, a proclamarse desde falsos territorios liberados, a vender la ofensiva final y hasta conjeturar sobre nombres para una junta de gobierno provisional y en consecuencia la conformación del gabinete de gobierno, cómo no acordarnos de eso.

Los que así lo pensaron, indiferentes a cualquier interés nacional pero entusiastas por el personal, al comenzar a repartirse la Res-Pública y viéndose llenos de poder, comenzaron a debilitarse entre sí y mientras ello pasaba las marchas de ellos comenzaron a ser menos concurridas, los tranques a ser desmontados, las barricadas a ser derribadas, los pandilleros mareros a ser detectados y detenidos, el financiamiento del golpe a exponerse y toda la verdad de esta canallada a salir de los maletines que la financiaron.

Toda esta involución golpista se debió al imperio de la inteligencia sobre la fuerza bruta. Se debió a que en el FSLN hay un liderazgo político que sabe medir los tiempos y cómo avanzar en silencio frente al retroceso de los intransigentes que ahora más que nunca saben que este es un gobierno sustentado en una base gigantescamente multitudinaria, que no va a ser vencido por el pretendido del quítate vos para ponerme yo y que se encuentra en la fase de ir a la celebración del 45 aniversario de un nuevo 19 de Julio que no ha perdido el espíritu místico de un sandinismo que está potenciado porque lo que hizo el nazismo criollo fue unir y despertar a un gigante que estaba dormido.

El frente sandinista ejecutó un proyecto que nadie en el pasado ni siquiera fue capaz de ofrecer y es tanto lo que hizo, desde condiciones estables y de seguridad que se acomodó a un estado de confort que descansaba en la paz y fue tan agradable que se olvidó que los enemigos estaban ahí y que frente a la incapacidad de acceder al poder electoralmente esos enemigos del Frente Sandinista se aliaron con los enemigos externos de Nicaragua para estimular según ellos una contra revolución claramente fuera de todo cálculo porque esa condición política no existe ni está dada para una Nicaragua donde una gran parte de sus ciudadanos es sandinista y esa base, contada en millones, es un punto de partida que las miserias humanas jamás llegarán a tener.

El FSLN ni en tiempos de pandemia se achicó. Por el contrario a pesar de los riesgos que representa exponerse su inmensa base militante recorrió el país casa por casa no solo para hacer conciencia de la nueva realidad que vivimos, sino para llevar medicinas, alimentos, hacer censos que determinaran la ubicación de los nicaragüenses de la tercera era edad y de los enfermos crónicos y eso es algo realmente admirable que convence más que cualquier discurso proselitista en campaña porque lo que nos refiere es el alto interés de un partido disciplinado y organizado que asume tareas en beneficio de su prójimo, independientemente de cómo piense este y eso marca una gran diferencia entre la revolución y el fascismo.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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