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  • 15 julio, 2024

Los mosquitos seguirán lo que importa es su control


Por: Jorge Jenkins Molieri*

Hace algún tiempo los ministerios de salud de los países hablaban de la erradicación de los mosquitos vectores de enfermedades como la malaria (Anopheles), la fiebre amarilla y el dengue (Aedes), y, al mismo tiempo de las enfermedades que provocan. Se pensaba entonces que, debido al irreductible apostolado de los brigadistas de salud y por la existencia de insecticidas con alto poder residual, como el DDT, se podía acabar con los mosquitos transmisores. Al pasar de los años se vio que no era posible matar a todos los mosquitos, y que muchos plaguicidas utilizados para reducir sus poblaciones eran más dañinos para la salud humana que mortales para los zancudos. Además, muchos plaguicidas resultaron tóxicos para los ecosistemas, la flora y la fauna, y, por el mal uso -y abuso- de estas herramientas químicas, los mosquitos desarrollaron resistencia a los mismos. La experiencia sanitaria enseñó entonces que lo correcto era enfocarse en el control integral de esos insectos, de manera principal por medio de la estratificación de los sitios críticos donde había poblaciones humanas en riesgo. Esto de la estratificación es importante, porque en la vida real ningún ministerio puede reducir las poblaciones de mosquitos de una vez en todos los espacios de un territorio nacional.

Los tres pilares fundamentales sobre los que se funda la estrategia preventiva del combate y control de estas enfermedades, son: la vigilancia entomológica (de los insectos), la vigilancia epidemiológica (de los enfermos) y la promoción y educación de salud en las comunidades. De estas tres fuentes principales, pero no únicas, se derivan varias acciones, entre ellas: las encuestas de la densidad de los mosquitos por localidad, y los índices de infestación de las viviendas. Hay que recordar que en el caso del dengue basta una sola casa infectada para que se disperse la enfermedad en toda una manzana y en una comunidad. También están los programas de control químico de adultos por fumigaciones con máquinas nebulizadoras y usando insecticidas adecuados y poco tóxicos; la eliminación de los sitios de criaderos y la aplicación de larvicidas, y el cambio de conducta de las personas para evitar ser picados por estos pequeños agentes de la enfermedad, así como su acción coordinada para la eliminación de los sitios de su reproducción. Como no es posible eliminar a todos los zancudos en todos los lugares del país, lo correcto es enfocarse en los sitios con mayores posibilidades de transmisión de estas enfermedades, como el dengue, el zica y chicungunya. Por eso, los datos centralizados que permiten la estratificación del riego de enfermar, son los que orientan las estrategias de combate.

La aplicación de estas estrategias es responsabilidad del Ministerio de Salud, MINSA. Es la institución que maneja todos los datos, tanto de los mosquitos Aedes como del número de casos de enfermos y decesos en cada sitio del territorio nacional.

Estas que hemos mencionado, son las estrategias y acciones de tipo preventivo. Hay que añadir, sin restarle importancia, todas las medidas concernientes al tratamiento adecuado de los enfermos, tanto en el nivel primario, por medio de los Centros de Salud del MINSA, como en nivel secundario en los hospitales; y en caso requerido, el nivel terciario de atención, en las UCI.

Recordemos siempre que no hay éxito posible en el control de estas enfermedades transmitidas por vectores sin la participación activa de la comunidad organizada.


*El autor ha sido Asesor en Salud y Ambiente de la Organización Panamericana de la Salud y Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) durante 25 años.

 

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