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  • 16 julio, 2024

Detalles del momento: La vida es dura


Por: Moisés Absalón Pastora.

Esto de que la vida es dura es matemático porque no venimos al mundo, incluidos los que nacieron en cuna de oro, para habitar espacios donde todo es happy o color rosa porque no es cierto que el dinero o todo lo material te pone al alcance la felicidad que tienen tantos estados emocionales que casi se vuelve imposible tenerlos en un mismo momento todos juntos.

La felicidad puede ser minúsculamente comer lo que nos gusta, tener hijos, familia, relacionarnos de manera positiva con las personas que nos rodean, gozar de un techo propio, tener trabajo para compartir mis frutos con quien vivo o simplemente para entretenerme, viajar, dar a quien lo necesita, coronar un éxito, sacarme un premio y esto apenas pueden ser sólo algunos elementos, tal vez muy pequeños, de los muchos que contribuyen a lograr ese estado grato de satisfacción que es la felicidad.

Generalmente creemos que la felicidad es algo que debemos perseguir insistentemente como si fuera tarea y es lógico porque nadie quiere ser parte de la otra cara de la felicidad que es el lado oscuro de la vida de la que de todas formas no escapamos porque todos hemos sido infelices porque nos tocó o porque decidimos serlo. La verdad sin embargo desde mi punto de vista la “felicidad” es más el puerto dónde estamos o dónde llegamos que la forma de caminar por la vida porque la “felicidad” no es solo el momento es llegar a la cima de una montaña que nos parecía inalcanzable y desde ella ver toda la escarpada que tuvimos que vencer para llegar a lo que puede ser el clímax y fíjense que aun así no basta porque lo importante, para todo aplica, lo determinante no es llegar sino mantenerse.

Yo pienso que cada ser humano de la misma manera que construye su felicidad igualmente la destruye porque las leyes de Dios están escritas como un manual para el éxito a través de la obediencia o como un manual para el fracaso de acuerdo a la desobediencia de manera que nosotros mismos seamos la suma de nuestros aciertos y de nuestros errores.

Lo triste de la felicidad es la infelicidad que el bienestar de una persona causa en otra y entonces te ven alegre, contento, realizado y aparece la frustración y la envidia de aquel que por no estar en tus zapatos te dice que llegaste a dónde estás por cualquier cochinada y te ofende y te denigra porque no eres como él, porque sonríes, porque la gente te acepta, te concede el espacio no porque te lo hayan regalado o te pusieron en él, sino porque lo alcanzaste viniendo de atrás sufriendo mil cosas inimaginables que se llevan por dentro y que aunque al final sean un verdadero testimonio de vida y una extensa hoja de sacrificio que generalmente solo Dios conoce porque fue el proveedor a través de su Ley de la coraza con la que te vistió para ser un guerrero vencedor.

Hay personas que te dicen y con mucha frecuencia “es que la vida es dura”, por supuesto que es dura, nos representa una cruz que cargar y hay que echársela a tuto, pero la vida de quienes don infelices no depende para nada de quien sí es feliz, de quien construyó su estado de confort espiritual o material a lo largo de su existencia.

Trato siempre de opinar no para quedar o bien o mal con nadie simplemente expreso lo que siento de acuerdo a lo que veo y no significa necesariamente que se tenga que coincidir en mi visión, pero generalmente hablo o escribo fundamentado en la cotidianidad porque lo único efectivo que tenemos es hoy porque cada segundo que transcurrió es pasado y el futuro no existe, no lo conocemos, no sabemos cómo será, pero sí podemos desde este día preparar condiciones para que a lo mejor lo que viene nos sea más amable, generoso, sonriente y feliz.

Hoy indudablemente en Nicaragua estamos mucho mejor que ayer a pesar del fierro de la amargura con el que la maldad nos ha querido marcar, no a partir del 2018, sino desde siempre por ese apetito de venganza de un imperio que aquí fue vencido y no cesa en su maligno empeño y seguramente pudiéramos estar mucho mejor, pero hay que ver de dónde venimos, hay que ver el sacrificio que nos ha tocado ofrecer, hay que entender la capacidad y madures que hemos tenido para aprender de nuestros errores, porque esa es la ruta para llegar al puerto de la felicidad.

Que la vida es dura, sí es durísima, nos pega con toda su fuerza, pero es una fuerza noble porque nos sacude, nos da tan de frente, que levanta a la gran mayoría de su frustración y para conectarla con una energía que empodera a quien jamás se da por vencido a diseñar con el sueño, a erigir con la voluntad y a satisfacerse por construir lo que le corresponde desde la libertad que tiene para ir por lo suyo sin esperar que le den el vehículo para llegar al destino que quiere.

Que la vida es dura y quien dijo que no, pero los que venimos desde muy abajo, enfrentando pobrezas que nadie sospecha, desprecios y maltratos, incertidumbres, etapas de rebeldías incomprendidas en tu propia familia, riesgos altísimos que tomaste, traiciones, vicios, quiebras, amores que nunca fueron, fracasos, estafas y muchas cosas más y ver hacia atrás y tocar y palpar, a pesar de todo eso, que eres feliz, entonces uno dice sí valió la pena, pasar por todo eso, porque es lo que hizo lo que soy y me siento orgulloso de esa experiencia porque eso sí valió una fortuna para reencontrarme con el presente que tengo y que vivo.

¿Que la vida es dura cuando crees estar solo y los que están a tu alrededor te quieren hacer ver como cucaracha con sus enjuiciamientos para que te veas mal y en consecuencia te introducen a un mundo en el que no hay nadie en el que puedas confiar?

Muchas veces teniendo la llave en las manos permites que la puerta de tu vida se mantenga cerrada porque en primer lugar si tienes a Dios o buscas a Dios jamás vas a estar solo y si te asomas por el agujero de la cerradura vas a ver que afuera hay una luz tan intensa que puede eclipsar a los que quieren que te veas mal, a los que no tienen la más mínima autoridad moral para criticar tus aciertos porque esos nunca hicieron nada y son esos mismos que tal vez en algún momento fueron parte de algo y creen que ese algo, tal vez de hace 45 años, porque muchos fueron 19 de julio, se estiró como un chicle hasta sus días y se quedaron congelados en el tiempo viviendo de su pasado, negando a los que desde toda una vida sí hicimos, hacemos y seguiremos haciendo, no importa cómo, desde dónde y con quien, pero seguiremos sumando y no restando, multiplicando, no dividiendo.

¿Que la vida es dura y a veces la cosa más pequeña nos hace tambalear y nos lanza al suelo? Nuestra existencia no es rosa, las cargas que hemos llevado encima, pesares y dolores, debemos tenerlas como activos y nunca como facturas lanzadas a pérdidas. No son nuestros éxitos los que nos hacen fuertes o guerreros son nuestras derrotas, nuestros fracasos, los sopapos que pegamos cuando la vida nos da en la punta de la nariz o en la quijada. Esta imagen me calza en lo personal a la perfección, pero le calza más a este país y a los pro hombres y mujeres que tienen a Nicaragua dónde está, como vencedora de grandes batallas perdidas que se transformaron en gigantescas victorias y las vamos a celebrar en este 45 aniversario del 19 de julio y su gran revolución para darle en la frente y entre ceja y ceja a los zombis que en vida están muertos.

¿Que la vida es dura muchos lo dicen de la boca al labio, pero saben realmente cuan dura la vida? Hablemos claro hay quienes vinieron en cunas de oro, que bien por ellos que fueron privilegiados, lástima sin embargo que nacieron tullidos.

Me refiero a los que igualmente postrados por conformarse con ser pobres, hay muchos que de ese estado mental no salen y a pesar de ser ricos se negaron la oportunidad de construir porque ambos, cada quien en sus polos, en uno pobre y el otro rico, se acostumbraron a que les llevaran el pan a la boca en vez de ir a buscarlo y saben qué esos polos son los que hacen dura realmente a la vida porque cuando uno va al encuentro de lo que uno quiere, abriendo uno mismo la ruta hacia ese destino, es cuando la vida se vuelve realmente dulce.

La vida es dura cuando no la gozas valorando el gran misterio que como milagro nos representa la creación que nos da el respiro de la existencia, cuando no entendemos que estar vivo es tan maravilloso, pero tan fugaz, que no vale la pena perder el tiempo concediéndole segundos inmerecidos a la amargura, a la envidia, a cualquier cosa que represente el confort donde habita esa maldad que al final termina aislando a quien le da espacio porque el sentido común lo esquiva por naturaleza en la ruta que tiene fijada para ir hacia el éxito.

Muchas veces también oímos el lamento de algunas personas que hacen más duro el momento por el que pasan cuando se declaran fracasados y se dejan hundir en ese tremendismo cuando a lo mejor aquello fue solo un error. La diferencia entre error y fracaso es que este último implica una derrota o destrucción completa. El error en cambio significa que se está intentando lograr algo, sin lograr los resultados esperados; pero viviendo también un proceso de aprendizaje y mejora. Nosotros los que construimos la Nicaragua del presente claro que hemos cometido errores, pero los fracasados son los que la intentaron destruir y son perdedores y están fuera sin nacionalidad, sin patria y cargados del desprecio de quienes no los queremos aquí porque nadie los necesita.

Yo pienso que cada ser humano construye con sus propios sabores, dinámicas y perspectivas el mundo que decidió para sí y son sus hechos y los resultados que obtiene, desprendidos de sus acciones, los que hablan de cada persona sobre el bien o mal que hicieron y de acuerdo a la medida de sus actos es que van a ser recompensados o castigados.

Hay personas que endurecen la vida envidiando la riqueza material de otros y se enredan porque creen que los ricos no sufren. Se del testimonio de gente con mucha plata que llora y te dice que es infeliz y que con sus muchos recursos no ha logrado salir adelante porque se dedicó a construir su imperio económico y se olvidó del hogar, de su familia que es la fuente de inspiración y la motivación para seguir y salir delante y también hay muchísimas gentes que sí son felices aún bajo cualquier mamarracho, con las mil limitaciones imaginables y el esfuerzo del amor y la unidad los hace enfrentar con serenidad los retos de la vida porque lo que te hace crecer es la gana de ser tú mismo, los propósitos, las metas, lo que quieres hacer. No busquemos depender de nadie, pensemos en que lo podemos hacer para lograrlo por nosotros mismos.

La vida para todo ser humano nunca será fácil, pero en hay en cada persona, miradas, palabras, sonrisas, un hola, un adiós, que negamos o nos niegan, que no cuesta nada darlo, pero que por negarlo hace que nos perciban como rencorosos, como gente mala y eso sí endurece la vida.

Yo soy como cualquier otro ser humano que sufrió dolores, que tiene problemas, pero la diferencia entre este servidor y los que se viven lamentando de todo es que yo le encontré sentido a la vida y en vez de buscar mi mal preferí buscar mi bien y no le pedí permiso a nadie para ir tras él porque siempre supe que las llaves de la felicidad o de la amargura las tenía en mis manos y que mi éxito es haber sabido qué puerta tenía que abrir y eso me permite asegurar que soy feliz porque tengo un gran hogar que se llama Nicaragua y bajo su techo tengo sombra.

Gracias a Dios y a la vida soy la persona que soy, y le agradezco a los que más me han hecho daño, a los que más mal me desean, a los que todos los días me acechan con sus odios, a los que creen que sus estupideces son más grandes que mi razón y mi verdad, porque esos fracasados, esos derrotados, esos traidores, esos desnacionalizados, esos terroristas, esos bichos del estercolero son los que me han hecho más fuerte.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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