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  • 13 noviembre, 2024

Detalles del Momento: “La Economía No es Juego”


Por: Moisés Absalón Pastora.

Nicaragua es un país extraordinariamente rico y no lo digo con el sentimiento del amor que siento por él, sino porque efectivamente somos una nación rica, pero andando con otra gran realidad que fuimos empobrecidos, fuimos saqueados, fuimos abusados por diferentes circunstancias en las que tuvieron que ver fenómenos naturales que siempre serán una amenaza, pero fundamentalmente por minorías, élites, oligarquías, argollas que para la justicia que reclama nuestra tierra y nuestra gente no lo volverán a hacer nunca más, al menos mientras exista la conciencia que hoy palpita en el corazón de los que construimos la patria del presente lanzada hacia el próximo medio siglo.

Economía es asignar eficientemente recursos para satisfacer las necesidades y deseos de la sociedad. Aplicar la economía es decidir sobre qué bienes y servicios producir, cómo producirlos y para quién producirlos como parte de un esquema y visión para desarrollarnos y crecer.

La economía no es cualquier cosa es maestría y habilidad científica para utilizar instrumentos que ubiquen, diseñen y accionen coherentemente con leyes matemáticas, de cálculos, posibilidades, riesgos y circunstancias pertinentes que hagan cuajar los objetivos delineados para un presupuesto y la factibilidad para ejecutarlo.

Debo decir, y muy francamente, que no soy bueno para los números, pero reconozco el arte de los economistas para plasmar en un proyecto, desde sesudos análisis, la asignación y contenido de un plan minucioso como el que en nuestro caso representa el Presupuesto General de la República donde se involucran instituciones y talentos que determinan en base a nuestros recursos, a lo que producimos y a quien los vamos a distribuir, una ley anual que sostenidamente, amén del bache que impuso el fallido golpe de estado de 2018, la pandemia y la naturaleza, nos tiene en crecimiento acelerado y de ahí que los organismos financieros internacionales y las agencias calificadoras, nos tengan en alto predicado por la extraordinaria gerencia que hemos hecho con nuestra economía.

No tengo el arte de los economistas que muchas veces nos aburren y nos dejan perdidos con sus explicaciones, pero sí se leer el resultado de la economía aplicada desde un modelo que como el nuestro integralmente nos está sacando de la pobreza extrema y que indudablemente ya rompió con esa odiosa comparación de ubicarnos al lado de Haití porque señores estamos muy por encima, porcentualmente, de muchas otras naciones no solo de Centroamérica, sino del Suramérica y del Caribe.

¿Cómo es que leo la economía sin ser economista? Es simple hay más empresas; más industrias; hay más inversión nacional y extranjera; hay más empleo formal; más emprendimiento; hay una gran masa tributante; por tener más tratados de libre comercio tenemos más exportaciones con China, Rusia, Irán, Centroamérica y otros países dónde también está Estados Unidos que ya no es el más importante de nuestros destinos; Atendemos de manera integral las estrategias en nuestra relación con el agro y la ganadería y mientras tanto creamos las condiciones a través de la inversión pública, para seguir creciendo.

Lo anterior es lo que leemos del resultado de nuestra economía, pero lo que tenemos por el modelo económico que hemos diseñado son nuestros hospitales, nuestras escuelas, nuestras universidades, nuestras carreteras, puentes, energización nacional, estructuras deportivas en todos los niveles, mejoramiento de puertos, perfil de nuevos puertos, puentes, nuevo aeropuerto y otro montón de aspectos más que nos hacen una nación en desarrollo.

Otro aspecto de la economía es el de generar y producir beneficios y ese renglón tan determinante es lo que la economía social traslada como derecho, no como privilegio a todo un pueblo cuando recibe salud y educación gratuita, subsidios a los combustibles, al transporte y a los alimentos y a estos sumar los bonos en diferentes aspectos para adicionar los caminos de penetración, las calles para el pueblo, los programas de vivienda, el apoyo a los emprendedores, la políticas de recreación a través de los parques, la ornamentación de las ciudades en todos los municipios, la dignificación de los medios de transporte públicos y otras realidades que nos hacen un pueblo mucho más feliz que otros.

Desde el derribo de aquellos tranques infames de abril de 2018 la inmensa mayoría de los nicaragüenses que los sufrimos quedamos activados para imponernos que nunca más nos los volverían a montar y desde entonces hemos trabajado para disuadir a quienes persisten en ellos y decirles que eso de la no repetición, que marcó la esencia de aquella amnistía que liberó de responsabilidades, aunque no de culpas a todos los terroristas que se complotaron contra el país y sus ciudadanos, que se hablaba en serio, que esa etapa nunca más volvería a repetirse y así ha sido y así será.

No obstante, aunque no lo han logrado y repito ni lo lograran, el terrorismo insiste en crear formas, métodos, circunstancias que generen y propicien situaciones que desemboquen en una refriega que permita intoxicar el ambiente para que los dispositivos que sirven de apoyo logístico manejados por el imperio disparen las alertas y se repita la infame campaña que nos ha querido ubicar ante la comunidad internacional como un país en guerra, como nicaragüenses en permanente choque y refriega.

Contra toda esa situación y desde una paciencia y tolerancia fundamentalista la mayoría de los nicaragüenses nos la hemos pasado luchando desde diferentes trincheras apaciguadoras en las que nos encontramos. Esto ha sido posible por la sabiduría de quien gobierna, por la responsabilidad de quienes le colaboran, por la disciplina de quienes le siguimos y por la madurez de un pueblo que está convencido que esa fue la ruta correcta en una determinada coyuntura que nos permitió estabilizar al país, reorientar con las pequeñas y medianas empresas la alianza público-privada, para recomenzar a reactivar la economía que los terroristas se trajeron al suelo y en términos más amplios estabilizar al país.

Esto fue una tarea titánica y heroica que tuvo por resultado ponernos donde hoy estamos, lo que para los anormales que no ven que aquí todo está normal es inaceptable, y en consecuencia siguen pensando que los cuatro esperpentos que son, además en constante enfrentamiento entre ellos mismos, harán posible someter a una inmensa mayoría de nicaragüenses que estamos hartos de sus payasadas.

Esos payasos de los que hablo son individuos no son capaces de modificar sus vidas porque no son dueños de su destino pues todo lo que hacen es para satisfacer el deseo de quien los convierte en mercenarios.

Luchamos contra ciegos que no quieren ver que el coterráneo, el connacional, el familiar o el vecino ya no muere de frío como antes, que su hambre es menor, que es menos paupérrimo de todo lo que fue en la historia que tuvimos desde la independencia hasta antes del 2007, pero que lamentablemente solo tienen ojos para sus míseros problemas y pequeños dolores.

Luchamos contra aquel que no tiene tiempo de oír el clamor de un pueblo que demanda paz, que les dice basta de tanto odio y resentimiento, pero no escucha porque está más ocupado en imponernos el dolor, el espanto y la zozobra con la que quisieron hacerse del poder.

Luchamos contra los mudos que no dicen nada de las grandes y maravillosas cosas que se están haciendo por el país, pero sí tienen boca y lengua para lanzar todos los días maldiciones contra esta nación.

Luchamos contra paralíticos cerebrales que por masa gris tienen estiércol y no son capaces de interpretar el significado de la responsabilidad, el patriotismo y el respeto a la nacionalidad y a todos los trascendentales valores que encierra, lo que nos les permite caminar en la dirección de aquellos que lo necesitan.

Luchamos contra amargados que no consiguen ser dulces, de llenarse de la felicidad de otros y por tal creen que sus frustraciones y amarguras obligadamente también debemos padecerlas quienes únicamente queremos tener por insignia común la armonía.

Luchamos contra enanos mentales que no saben dejar crecer el amor como energía de paz, la amistad como fuente fraterna, la lealtad como insignia de respeto o el nacionalismo como coraza contra toda agresión a nuestra nicaraguanidad.

Luchamos contra lo peor que puede tener un ser humano, contra ese que no tiene el menor sentido de Dios en sus vidas, pero que en su necedad insiste en jugar con fuego.

Estoy cierto que es de ilusos pensar que alguna vez podremos estar totalmente libres de problemas, pues siempre tendremos algo que nos incomode, nos robe el sueño o nos haga sentir insatisfechos con la vida. Tan pronto resolvamos un problema descubriremos otro nuevo, o lo que es peor, presenciaremos el retorno de un problema que creímos ya superado. Tanto así que es lógico que en ocasiones nos desanimemos, perdiendo la ilusión por vivir el día a día, pensando que la vida ya no podrá sorprendernos ni alegrarnos y eso es lo que quiere el terrorismo golpista. Las malas experiencias nos motivaron a crecer fuertes y más en los últimos años después del 2018.

La vida nos ha dado razones para llorar, pero somos fuertes y seguimos adelante y aquí estamos preparándonos para nuevas jornadas de lucha contra esas amenazas que viven del lado oscuro de la vida.

En conclusión, yo siento que hoy y por esas mismas razones nos encontramos en una etapa distinta. Logramos estabilizar al país, pero ahora debemos defender la paz que la inmensa mayoría de nicaragüenses hizo posible desde diferentes trincheras porque ahora tenemos que dejar muy claro que con la economía y la paz no se juega y mucho menos con fuego y si la paz es el resultado del respeto al derecho ajeno entonces vamos a defender ese derecho a vivir en paz porque hay vampiros envalentonados en seguir chupando sangre y a esos hay que cortarles las alas. Los que quieran seguir intentándolo se seguirán estrellando con la determinación de la mayoría de los nicaragüenses que profundizamos los mecanismos de organización defensa y por eso podemos decir al terrorismo ni se te ocurra intentarlo porque podremos ser mansos, pero no mensos y aquí para lo único que hay espacio es para la paz.

Para los descerebrados esto no es ni computable ni digerible, no porque el mensaje no sea claro, sino porque no tienen materia gris para entenderlo, porque creen que las estupideces que hacen son parte de la democracia y que a nombre de ella la tolerancia debe cruzarse de brazos y hacerse la Skakira mientras las hordas Atilianas, bendecidas y santoleadas por algunos obispos y sacerdotes siguen destruyendo el país para satisfacción de Estados Unidos, el enemigo de la humanidad.

El tiempo es como un río. No puedes tocar la misma agua dos veces, porque el flujo que pasó nunca pasará otra vez y eso ahora es más cierto porque hoy disfrutamos de las corrientes frescas que ayer el odio nos quiso empantanar para que se pudrieran. Recuerda esos momentos en los que nos parecía que Nicaragua se iba a acabar, que no había ninguna salida, que nunca encontraríamos la solución. Luchamos y hoy estamos de pie, como vencedores y en guardia para evitar el retorno del pasado.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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