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  • 27 noviembre, 2024

Detalles del momento: “Lo mismito del año pasado”


Por: Moisés Absalón Pastora.

La Casa Blanca, la del emperador de turno, decidió extender por un año la declaración de Nicaragua como una “amenaza inusual y extraordinaria” a la seguridad nacional y política exterior de Estados Unidos.

La declaración fue originalmente emitida en 2018 durante la primera administración del hoy presidente electo Donald Trump, y seguirá vigente un año más después del 27 de noviembre de 2024 por decisión de Joe Biden, indica el comunicado difundido por la Casa Blanca.

La pretendida sentencia, otra más del taller Cajina, trata justifica la postura de la soberbia imperial porque aquí decidimos defendernos con la verdad y la razón del terror que Estados Unidos radicalizó contra Nicaragua a partir del 2018 cuando financió a un grupejo de terroristas para desmantelar y acabar con nuestra democracia y nuestra revolución con un golpe de estado que fracasó.

La decisión de Washington se conoció después que nuestra Asamblea Nacional aprobara la reforma parcial a la Constitución de Nicaragua, que adecua al país a la modernidad de sus nuevas circunstancias para encausar todos sus esfuerzos y de una manera más coherente a la guerra que tiene declarada contra la pobreza y además para garantizar la paz que demanda en país.

Esta nueva agresión tambien se produce en el contexto de que la Asamblea Nacional de Nicaragua aprobara la“Ley de Protección de los nicaragüenses ante Sanciones y Agresiones Externas” en un derecho legítimo del ejercicio de nuestra soberanía que obliga a los prestatarios de servicios en el país a no discriminar a ningún nacional ante cualquier sanción venga de dónde venga y tambien a declararlas nulas, inválidas y sin efectos en nuestra patria.

La ratificación absurda de que Nicaragua es una amenaza a la seguridad de los Estados Unidos solo demuestra el nivel de cinismo y perversidad de un monstruo que como el imperio no termina de aterrizar para entender que sigue cavando su tumba.

Al margen de las simpatías o no que los ajenos y extraños puedan tener con Nicaragua o con los nicaragüenses, con el gobierno o con el oposicionismo, nuestros asuntos internos, nuestras diferencias deben ser resueltas por nosotros los ciudadanos paridos por éste país y no por los criterios absurdos y destructivos, fundamentados en inventos y las mentiras del imperio y sus satélites que no tienen ni vela en este entierro ni nada que perder y que con su actitud interventora e invasiva alientan circunstancias que no tiene razón y que solo están en la cabeza descerebrada de vividores de la politiquería cuya única y exclusiva actividad se concentra en sembrar el odio que solo crece hacia las profundidades del infierno donde habitan los demonios a los que sirven.

Nicaragua es un país que ya tuvo suficiente con las angustias marcadas en su historia por la arrogancia de un imperio que no se encarga de sus propios problemas, pero sí que se ocupa desayuno, almuerzo y cena para tramar cualquier cosa que conduzca al cobarde bloqueo contra un país fundado sobre una dignidad y nacionalismo que hoy más que nunca son una coraza impenetrable de honor y que más alza su frente orgullosa en la medida que la locura imperial dicta que la Nicaragua de paz que tenemos y que construimos todos los días con hechos y no promesas, es absurdamente una amenaza para su seguridad.

Qué ridículo el imperio al considerar que Nicaragua es una amenaza para su seguridad. Lo dice desde la oficina oval un viejo senil que no sabe que se llama Joe Biden y quien es mandado a dictar locuras por los mismos que lo pusieron en el poder para enfermar al mundo con guerras porque ese siempre será el escenario deseado por el enemigo más peligroso que tiene la humanidad, Estados Unidos; lo dice el policía del mundo que mete sus nariz donde se lo permiten para incendiar los estados de convivencia pacífica; lo expresa el que como cualquier vulgar y ordinario ladrón se introduce a cualquier país del planeta sin avisar y sin ser invitado, pero a través de terceros porque el cobarde no pelea los conflictos que provoca y cuando alguna vez lo hizo como en Nicaragua y Vietnam salió totalmente derrotado, como el perro con la cola entre las patas; lo dice el que invade nuestros hogares y pretende decirnos cómo gobernar nuestras familias; el que arrogantemente se proclama paradigma de la libertad y la democracia y lanza bombas, como expresión de sus excretas, sobre pueblos asesinados por sus “conquistas” que no son otras que los tesoros que como piratas nos robaron.

“¿Estados Unidos por qué miras la paja que hay en el ojo de tu víctima y no ves la viga que está en el tuyo como victimario?

¿Cómo puedes señalar a un David que le danza a la paz y tu Filisteo imperial que mata con hacha criminal no ves que sobre tu acero gotea la sangre del inocente?

Es hipócrita y cobarde Estados Unidos porque siendo la amenaza de un planeta herido por la espada de la Casa Blanca, que hoy reclama su derrumbe imperial, se luce con los pequeños, pero calla ante los grandes porque no veo como declare a Rusia, a China, a Irán, Corea del Norte u otros con poder militar decir que son una amenaza contra su seguridad a no, a esos se les hace agüita y desde largo solo se limita a ladrar y a pelarles los dientes, pero desde cerca les sonríe y les da la mano y hasta los abraza.

Las palabras de Jesús de ver la paja en el ojo ajeno sin ver que en el tuyo tienes una viga tiene una especial resonancia para nosotros. Todos, sin excepción, tenemos mucho que aprender de ellas. Todos, sin excepción, tenemos que escucharlas, meditarlas en nuestro corazón, y ponerlas en práctica en nuestra vida de cada día como habitantes, que con poder o sin él, habitamos este planeta.

Los seres humanos, de toda clase y condición, tenemos una inclinación malsana y persistente, a criticar a los otros. Vemos con mucha facilidad los defectos y las malas acciones de quienes están a nuestro alrededor y ello nos lleva a criticarlos destructivamente en nuestro corazón y de viva voz, por una razón u otra, la mayoría de las veces con dureza, con odio y sin razón, sin atender la causa y el origen del problema porque el nuestro no es que seamos una amenaza para el imperio, sino que el imperio es una amenaza para el mundo.

Los soberbios, los engrandecidos, los poderosos olvidan por completo sus defectos, sus fallas y aberraciones que son monumentalmente grandes porque convierten sus agresiones interventoras e invasivas contra los que creen que somos débiles, en reacciones desproporcionadas que buscan cómo ensañarse odiosamente en aquel o aquellos que dignamente buscan la paz, el trabajo, la estabilidad para prosperar, pero que no piensan igual al dictador del mundo o igual a aquel que se cree presidente del mundo y por tal asume que nos puede imponer desde la majestad de su trono criminal la voluntad imperial.

Estados Unidos decidió ser el juez del mundo, es quien juzga y condena sin piedad a todo el que no dobla sus rodillas ante él, pero cuando el mundo le da la espalda, porque se avergüenza de sus tropelías se hace el sordo, el ciego y el mudo con su propia conducta y busca entonces, en vez de rectificar, hundir más el acelerador de su prepotencia como para decir,, sí ustedes piensan de otra manera, y qué si yo soy de todas formas quien manda.

El imperio debería revisar lo que hace y  corregir con prontitud porque ya no es solo el mundo quien lo ve como asesino sino que en sus entrañas sus ciudadanos saben que su país dejó de ser el referente y el paradigma, de la libertad y que ahora es una infernal pesadilla donde el odio y la violencia mata masivamente todos los días haciendo de Estados Unidos una dictadura planetaria que perdió la paz desde que se granjeó todo el odio del mundo y por eso vive una cotidianidad mentalmente desequilibrada porque sabe que es tanto el daño que hizo, hace y sigue haciendo que no sabe por dónde le vendrá el medio vuelco y por eso es que ahora cierran la Casa Blanca hasta por ver a un zopilote sobre ella creyendo que es un dron.

El primero que tiene que ver la viga que tiene en el ojo es Estados Unidos, gobernado por viejo senil ahora y pronto por un loco que retorna el 20 de enero próximo independientemente que haya sido enjuiciado y condenado, el que revivió el racismo, la política del gran garrote, el que continuará levantando su propio muro de Berlín contra Latino América, el que ya antes uso la Casa Blanca para el tráfico de influencias para su beneficio y que continuará lanzándose  contra Nicaragua, Cuba y Venezuela pero no porque seamos una amenaza sino porque somos los globos distractores de la profunda crisis que vive Estados Unidos.

El imperio además de la cobardía que le caracteriza no quiere ser solista en su cobarde campaña contra nuestro país y por eso ha creado su propia orquesta para que otros como él ejecuten piezas estridentes y diabólicas que nos describan como los malos y hoy son una caterva de hipócritas que tienen una enorme viga en sus ojos, pero viven encima de Nicaragua y lo hacen a nombre de libertades que no aplican en sus países y que creen que otros que también habitamos el mundo ignoramos o no conocemos en un planeta donde todo es inmediato y donde la mentira tiene patas muy cortas.

Hipócritas quienes hablan de democracia y avalan la autoproclamación de un imberbe como Juan Guaidó ayer y ahora un dundo como Edmundo en Venezuela; a una mujerzuela y actriz porno en Bolivia que ahora está presa y donde se materializó un criminal golpe de estado que nunca vio la tristemente célebre O.E.A.

Al final sin embargo que interesante que nuestro país desde el ojo del Águila Imperial  resulte ser una amenaza y yo creo que sí tienen razón, pero no porque nuestras lanchitas les vayan a hundir sus portaaviones, no porque nuestros helicópteros, los que usamos para faenas de rescate en tragedias de orden natural, vayan a derribar a sus apaches acorazados o porque nuestro pequeño ejército vaya invadirlos y a caerle a la Casa Blanca para sacar en calzoncillo y llevar a un asilo o un Home al viejito senil de Joe Biden, sino que nos temen porque le tienen horror al fantasma de Zeledón y de Sandino, porque saben que aquí la dignidad nacionalista que nos estampó como fierro el General de Hombres Libres es un ideal, es una visión aguerrida de no temer a la sinrazón de la fuerza, sino en fundamentar los principios y valores que nos distinguen en la fuerza de la razón. Eso a nosotros nos hace grandes, y a ellos, fracasados constantes de una soberbia que por descerebrada ignora que América Latina está llena de leyendas estoicas de aquellos hijos que siguen siendo los vencedores de la muerte a través de todos los tiempos.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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