Detalles del Momento: La Estrella de la Esperanza
Por | Moisés Absalón Pastora
Para las generaciones, más viejas o más recientes, que recordamos las diferentes características de cada aniversario de la Revolución Popular Sandinista, acostumbrados al desplazamiento multitudinario de los municipios y departamentos hacia la ciudad capital, siempre vamos a tener que recordar lo que fue el 41 aniversario porque fue contextual, muy diferente, pero eso sí, no menos jubiloso, significativo, colorido y sobre todo creativo.
Cada 19 de julio es una efemérides nacional y solo los que no se apropian de la fecha y de todo lo que representa niegan lo que sucedió en 1979 cuando la casi unanimidad de los nicaragüenses hicimos posible el derrocamiento de la dictadura más brutal y sangrienta que haya conocido América Latina en su historia y solo los que fueron derrocados y expulsados del poder, los somocistas, es a quienes puede causar dolor.
Para el militante del FSLN el 41 aniversario del 19 de julio demostró que la fecha más icónica de su lucha histórica por no ser en esta ocasión multitudinaria, aunque de hecho lo fue de muchas formas, pero no de plaza llena, de ninguna manera cambió la esencia y el espíritu de la celebración porque siempre hubo fiesta y en ningún momento dejó de percibirse el éxtasis místico que fue un desbordamiento creativo que sustituyó a las 700 mil personas que en los últimos tiempos siempre terminaron ahogando en un mar de gente a la avenida de Bolívar a Chávez.
Este 19 de julio fue absolutamente virtual. Las redes sociales en sus diferentes plataformas hicieron de plaza pública y los concurrentes no solo éramos los nicaragüenses de aquí sino de todo el mundo porque permitió pormenorizar más historia y mostrar en detalle la verdadera insignia del gobierno presidido por José Daniel Ortega Saavedra como son los más de 40 proyectos sociales que le vivieron a devolver la dignidad arrebatada a todo un pueblo que ahora sí es parte de la sociedad en la que antes solo las castas económicas pertenecían.
Este 19 de julio cada barrio tuvo su propia vigilia y mucho más que en años anteriores porque ya se sabía que este año no habría Plaza la Fe para las multitudes humanas, aunque sí hubo en ella una concentración automovilística para recibir la fecha a las doce de la noche con una extensa explosión de juegos artificiales que cienes de familias disfrutaron a plenitud mientras otras desde el mismo perímetro se tomaban a todo lo largo y ancho nuestro bello malecón y sobre todo el Puerto Salvador Allende.
En esa misma vigilia no faltaron las inmensas caravanas vehiculares por los departamentos y municipios saludando la fecha y por supuesto tampoco faltó el sonoro álbum musical y testimonial del canto revolucionario que tuvo su máxima explosión con ese espectacular concierto que nos presentó, como siempre, Canal 6 y que logró cautivar al país por más de dos horas con artistas y músicos de alto nivel que desde el Teatro Nacional Rubén Darío puso la mística y la conciencia del porqué estamos aquí transformando una Nicaragua que cansada de violencia hoy centra su demanda en la paz.
Yo quiero felicitar a los arquitectos y diseñadores que construyeron ese majestuoso escenario circular con una gigantesca estrella verde en el centro de la Plaza de la Revolución, desde la cual el presidente Daniel Ortega se dirigió a la nación. Qué imaginación la de quienes concibieron algo así porque la vista que nos proporcionaron los drones, donde hicieron arquitectónicamente lo suyo el Palacio Nacional, la vieja Catedral, La Casa de los Pueblos, el Parque Central, el Teatro Nacional, el Monumento a Rubén y en el fondo La Plaza la Fe, fue algo tan mágico y tan espectacular que las mejores portadas, de los periódicos más reputados del planeta, ilustraban los reportajes de este 41 aniversario, totalmente diferente a todos los que le precedieron.
Las redes sociales estaban llenas de fotos de ese círculo perfecto y esa hermosa estrella verde en el centro y no fueron pocos los coterráneos que me comentaron desde el exterior, entre ellos familiares queridos por supuesto, sobre lo bella que está pintando nuestra capital y sobre la magia que se construyen en sus espacios.
Pero bien tenía que describir todo este previo para llegar al mensaje del presidente Daniel Ortega que fue profundamente contextual porque estuvo centrado en la pandemia y tanto que su ingreso, junto a todos quienes le acompañaban, lo hizo con una mascarilla, dando el ejemplo de la responsabilidad que debemos asumir frente a esta amenaza que mata y contagia en gran medida porque hay quienes creen que son inmortales, creen que son de hierro y absurdamente se les ocurre no protegerse y andar por todos lados sin mascarilla porque se les ocurrió, según ellos, que hay que dar el ejemplo y demostrar a los demás que no hay que temer como si con eso la que va a tener miedo es la pandemia y se les va a correr.
Ojalá que esos irresponsables que andan sin mascarilla entiendan el mensaje que les envió el presidente Ortega porque se olvidan que tienen familias y si ellos por brutos andan dándoselas de valientes, sus familiares y las personas con las que tratan no, porque, aunque no faltan esos inmaduros, la verdad es que la gran mayoría estamos claros que tenemos que cuidarnos todos.
Lo importante sin embargo es que el presidente Ortega habló de lo que tenía que hablar. Estuvo consecuente con el contexto temático y por ello se dedicó por entero a abordar sobre lo que se está haciendo, cómo se está haciendo, con que recursos se está haciendo, a través de qué medios se está logrando y cuales son los resultados de esta lucha contra una pandemia mundial que a pesar de nuestras limitaciones la estamos enfrentando con la conclusión de que Nicaragua es un verdadero milagro de Dios porque en el planeta somos una de las naciones con uno de los menores niveles de afectación y una de las más grandes en la capacidad de recuperación de sus afectados.
Cuando uno pasa vista a la situación pandémica de nuestros vecinos en la región centroamericana y la comparamos con la nuestra nos damos cuenta que ellos tienen mejores economías, pero en relación a la de Nicaragua pésimamente administradas porque ellos privilegian su crecimiento por lo que atesoran y nosotros por lo que distribuimos y esas son razones de peso que indican que aquí con muy poco hemos hecho mucho.
El presidente Daniel Ortega argumentó en la inmensa estructura y recursos médicos y hospitalarios del país el éxito hasta ahora alcanzado sobre la pandemia. Habló de la visión de la salubridad pública que se tiene presentando una radiografía tomada con los instrumentos más avanzados de la tecnología moderna y del cómo estábamos antes del 2007 y cómo nos recibe este 41 aniversario sobre el cual se jura un compromiso de seguir andando y mejorando en todos los rubros que el país demanda para levantarnos cualitativa y cuantitativamente, pero con firmeza desde los cimientos de cada necesidad.
Yo creo que las palabras del presidente Ortega y el escenario desde el cual se dirigió se basa fundamentalmente en la esperanza y de ahí esa inmensa estrella verde en el centro de una circunferencia perfecta que creo yo quiso representar la unidad del pueblo alrededor de sus verdaderos intereses. Todas las cosas cuando son hermosas tienen un significado profundo más haya del ornamento y por eso quiero hablar de una estrella en el horizonte que vino del cielo permisada por Dios para quedarse en Nicaragua.
Quiero parafrasear sobre un escrito que me encontré en las redes sociales y que me vino a la mente a propósito de esa inmensa estrella verde en el centro de la plaza de la revolución en el acto central del 41 aniversario del 19 de julio de 1979.
Existen billones de estrellas en el cielo de todos los colores: blancas, plateadas, verdes, doradas, rojas, azules, estrellas nacientes de navidad que un día se acercaron a Dios y le propusieron venirse a conocer y vivir a Nicaragua y convivir con nosotros para mostrarnos su luz. Una vez que el Creador las autorizó hubo una fantástica lluvia de estrellas que se hizo ver en una preciosa noche llegando a nuestro país. Algunas se acurrucaron en las torres de las iglesias, otras fueron a jugar y a correr junto con las luciérnagas por los campos, otras se mezclaron con los juguetes de los niños y así Nicaragua quedó entonces, maravillosamente iluminada y escarchada, pero con el correr del tiempo, las estrellas decidieron abandonarnos y volver al cielo, dejándonos nuestra tierra desmotivada, oscura y triste porque había perdido su brillo.
De vuelta en el cielo Dios preguntó, a medida que fueron llegando, porque se habían regresado y estas respondieron que les había sido imposible permanecer en Nicaragua, existe allí mucha miseria, mucha violencia, hay demasiadas injusticias.
El Señor les contestó: ¡Claro! Ustedes pertenecen aquí, al Cielo. La tierra, donde está Nicaragua, es el lugar de lo transitorio, de aquello que cae, de aquel que yerra, de aquel que muere. Nada es perfecto. El Cielo es el lugar de lo inmutable, de lo eterno, de la perfección.
Después de haber llegado al cielo una gran cantidad de estrellas, Dios verificó la cantidad de las que se habían ido y las que habían vuelto y habló de nuevo: Nos está faltando una estrella, ¿dónde estará? Entonces un ángel que estaba cerca dijo: Señor hay una estrella que resolvió quedarse entre los nicaragüenses. Ella descubrió que su lugar es exactamente donde existe la imperfección, donde hay límites, donde muchas cosas no andaban bien, donde hubo mucho dolor, angustia, violencia y odio.
¿Qué estrella es esa?, volvió a preguntar.
-Es la Esperanza, Señor, la estrella verde. La única estrella de ese color.
Y cuando miraron para Nicaragua, la estrella no estaba sola: la Tierra estaba nuevamente iluminada porque había una estrella verde en el corazón de cada persona. Porque el único sentimiento que el hombre tiene y Dios no necesita retener, es la Esperanza.
Dios ya conoce el futuro y la Esperanza es propia de la persona humana, propia de aquel que yerra, de aquel que no es perfecto, de aquel que no sabe cómo puede conocer el porvenir.
Por eso el significado del maravilloso escenario construido en la Plaza de la Revolución con esa inmensa estrella verde colocada en esta fecha y para siempre en el corazón de Nicaragua y de cada nicaragüense. No dejemos que la estrella verde de la esperanza huya, no permitas que se aparte de Tí. Ten certeza que ella iluminará tu camino, sé positivo y agradece todo a Dios. Se siempre feliz y contagia a otras personas con tu felicidad.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.