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  • 4 mayo, 2021

Virus de la traición


Por: Francisco Javier Bautista Lara 

A quienes con dignidad prevalecen en todo tiempo

Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, se dirigió a los sumos sacerdotes y les propuso:

– ¿Qué me dan si lo entrego a ustedes? -. Ellos se pusieron de acuerdo en treinta monedas de plata.

Desde aquel momento buscaba una ocasión para entregarlo . ( Evangelio de Mateo , 16: 14-16).

El germen de la traición deambula en la historia y la fragilidad humana pero solo se desarrolla y manifiesta en aquellos que alimentan la deslealtad y la ambición, en quienes carecen de principios fundamentales como el patriotismo y la dignidad, ellos se ofrecen y se venden en el mercado del oportunismo sinvergüenza …

La “traición” viene del latín traditio, traditionis , que significa entrega o transmisión , es el mismo origen etimológico de “tradición”, aunque esta última significa “lo que se entrega o transmite de una generación a otra”, y traición desig “ la entrega de algo o alguien al otro bando, al enemigo ”.El traidor entrega la patria, la soberanía, la autodeterminación, el bienestar común, el derecho a la prosperidad y la explotación de los recursos y capacidades nacionales para el desarrollo colectivo y solidario. El traidor se sumerge en su naturaleza inferior, embarga el futuro, promueve desconfianza, destrucción y violencia, pretende ahogar la esperanza, alimenta la especulación, la mentira y el fracaso, excluye a los más vulnerables, que es una ineludible obligación humana, social y política. El Papa Francisco (IV Jornada Mundial de los Pobres, noviembre 2020) dijo: “Tiende tu mano al pobre”. Debe ser no un acto de caridad, sino un sistema de solidaridad con equidad, dignidad y respeto.

El poeta romano Virgilio (70 aC – 19 aC) y el florentino Dante Alighieri (1265-1321), en sus obras clásicas la Eneida y la Divina Comedia respectivamente, han ubicado en los lugares más terribles del infierno a los traidores que se consumen en el gélido tormento eterno del olvido y del desprecio … Aquellos que fueron infectados por el maligno virus de la traición yacen en la condena imperecedera del Averno o del Infierno ( infènum o inferus : lo que está por debajo de, inferior o subterráneo) … “En este lugar se lloran las maldades” (canto XII).

En la Divina comedia (1321-2021), obra precursora del italiano hace setecientos años, Dante viaja al Infierno, al Purgatorio y al Paraíso, en los primeros dos estados, es guiado por Virgilio y en el último, por Beatriz, su amor platónico que le muestra la intensa luz del Amor inmortal…

El poema comienza con la entrada al inframundo: “A mitad del andar de nuestra vida me extravié y me encontré sumido en una oscura selva…”, en donde: “¡Oh, los que entráis, dejad toda esperanza!”. Allí está la horrible visión de las interminables torturas, la angustia sin fin de múltiples penas y delitos, en el lugar más profundo y espantoso del infierno, yacen, los traidores.  “El último círculo está desalojado de todo amor; es el más pequeño y en él se asienta el centro del Universo y el trono de Lucifer, y lo ocupan los traidores que se consumen eternamente”, junto a Judas Iscariote, el que traicionó a Jesús, “gimen los traidores, en consunción, perdida la esperanza” (canto XI); “Los traidores sumergidos en el hielo eterno…” (canto XXXIV). Virgilio, en la Eneida, mostró también los crueles castigos de quienes, “siguiendo armas impías no temieron traicionar las diestras de sus señores” y el repudiable delito de quien “vendió por dinero a su patria” (Libro VI). Rubén Darío escribió en La locura de la guerra (1914): “Pues el diablo existe y en algunos casos se llama Traición, Cobardía, Deserción”.

¿Hay alguna vacuna efectiva contra el virus de la traición? ¡Claro! Existe una que es infalible: los principios. Solamente aquellos que, más allá de la cobardía, la amenaza, la corrupción, el oportunismo y la ambición, se cimienten en la solidez de fundamentos inamovibles, prevalecen quienes sean patriotas sinceros, no se doblegarán frente a la adversidad de las circunstancias, ni los halagos o privilegios de los sobornos o prebendas de quienes ofrezca comprarle, ni se venden al mejor postor, no se dejen atrapar por la amenaza, la calumnia, las sanciones, el bloqueo ni ante cualquier otro mecanismo para derrumbarle… En el conjunto de valores y creencias que orientan el comportamiento personal y social, frente a la traición a la patria, dos son esenciales: el patriotismo y la dignidad.

Sandino dijo en el Manifiesto de San Albino el 1ro. de julio de 1927: “Soy nicaragüense y me siento orgulloso de que en mis venas circule, más que cualquiera, la sangre india americana que por atavismo encierra el misterio de ser patriota, leal y sincero”.

Sobre el contexto de la caída de Zelaya, época de entrega de la soberanía, de intervención yanqui, al deceso de Rubén Darío, el escritor y político liberal Rosendo Arguello escribió: La muerte de Darío y la muerte de la patria, (febrero,1916): “El alma del poeta, tierna y sensible, al ver la soberanía nacional envilecida por la Traición y pisoteada por la Conquista y al oír allá en ultramar el rugido de los cañones anunciando la Barbarie, sintió un estremecimiento de horror y desconsuelo y prefirió huir de la tierra sobre la cual parece que sopla el aliento de Satanás!”

Los traidores se extinguirán en el infierno eterno del remordimiento, en la tortura de la descomposición que carcome su alma, en el gélido desprecio de la historia, en la indiferencia de la penosa y triste insignificancia… El poeta francés Laurent Tailhade, pudo decir con aguda sátira, en una de sus colecciones poéticas: “Idiotas y sin vergüenzas” (1900). El traidor a la patria no tiene nombre, solo lo representa el olvido, se hunde en el fango.

Frente a los traidores en cualquier tiempo y circunstancia, se levantará y prevalecerá siempre la dignidad que merece ser exaltada y recordada. Ante la tragedia, la amenaza y el riesgo, surgirán los actos de heroísmo, valentía, compromiso y servicio. Ante la traición de entrega y sumisión al poder extranjero de José María Moncada, Anastasio Somoza García y sus adeptos de antes y ahora, surgió Sandino y durante casi un siglo se ha levantado una multitud inagotable e insobornable de heroicos patriotas y sandinistas…

Entre los traidores la historia menciona a Marco Junio Brutos quien fue parte del complot para matar a su padre el emperador Julio César (44 a.C.) y Judas Iscariote quien entregó al Maestro para que fuera crucificado… Esos son, junto con los locales de hoy, con los mismos vicios y motivaciones de antes, los referentes vergonzosos de los nuevos. Tiemblan y se debilitan (como Superman) ante la ficticia kriptonita (verde como los dólares que les ofrecen), llaman y rinden pleitesía al invasor, piden permiso, se ofrecen sin escrúpulos, exigen sanciones, figuran y se muestran esperando su complacencia, dicen y hacen según lo manden, responden al interés externo y pretenden someter los intereses nacionales al propósito imperial acaparador, expansionista y arbitrario. Lloran, piden, ruegan, se arrastran ante ellos, buscan sus migajas, pretenden preservar sus privilegios por la exclusión, subordinación y dependencia…

Con dignidad y orgullo patriótico, junto a la multitud que avanza con la vista al futuro, con esperanza y compromiso por el bien común, como dijo A. C. Sandino: ¡Aquí estamos y seguimos adelante! “acepto el reto del cobarde coloso invasor y de los traidores a la Patria”.

Repudiemos la traición sin contemplaciones; pero ¿el traidor? …, a fin de cuentas ¡es un pobre diablo!

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