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  • 19 diciembre, 2019

El espécimen oligárquico que le tocó a Nicaragua


“La maldad no necesita razones, le basta con un pretexto”. Goethe

Por: Edwin Sánchez

Si Mario Vargas Llosa en vez de ocupar los fake news para referirse a Nicaragua respetara el artículo 20.1d, de la Constitución Española, que protege el derecho “A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión”, lo primero que debería preguntarse es: ¿En qué momento se jodió Nicaragua?

El autor bien haría si reconociera los estragos de los 16 años de neoliberalismo en el país –resumen ejecutivo de la prosapia del  siglo XIX– e informarse con rigor de su abominable adenda (addéndum) ultraderechista 2018.

Líderes de papel periódico, falsa democracia con arrogantes demócratas postizos; Estado de Derecha en vez de Estado de Derecho; “liberales” que avergonzarían al General José Santos Zelaya; mediocridades proyectadas como pozos de sabiduría solo por su rancio abolengo y cuya especialidad, en la mala hora de su irresponsable papel de tecnócratas, fue la de garantizar el descalabro nicaragüense; formidables oportunidades para el éxodo masivo; meritocracia sin méritos ni almas beneméritas, encargada del vigoroso desarrollo del subdesarrollo para colocar, como si  falta hiciera, los pilares más profundos de postergación nacional… tal es el lastimoso expediente de la élite.

El Informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, Evaluación de los Resultados de Desarrollo (1998-2005), publicado al tercer mes de asumir la presidencia el comandante Daniel Ortega, expone la sistemática ineptitud de la sangre azul para gobernar Nicaragua.

Gracias a esta derecha paleolítica que ocupa la palabra democracia de enjuague bucal para escupirlo ruidosamente en el lavamanos de la pseudoprensa, el 80% de la ciudadanía no vio los huevos de oro de la cacareada forma de gobierno por ningún lado. Solo miró la gallinita del Estado poniéndolos fuera del nido de los intereses nacionales.

Al término del mandato de Enrique Bolaños, apenas el 18% estaba satisfecho con el “sistema político democrático realmente existente”, mientras se aceleraba “la continua pérdida de confianza en los partidos políticos y sus líderes y las instituciones públicas”.

El documento que hizo énfasis en el periodo 2002-2007, confirmaba que la derecha conservadora es la responsable de la penuria nacional y la diáspora, y eso que la nación ocupaba el sitio 112: “Nicaragua continúa siendo un país empobrecido, con una desigual distribución del ingreso, con crecientes flujos de migración”.

El Producto Interno Bruto en el último año de Bolaños y su anodina corte de “sabios blancos” fue de 3.7% (Cepal: 2007). El penoso ingreso per cápita, con financiamiento externo, fue de 850 dólares.

En suma, los paladines de la “democracia”, los doctos y calificados hijos de la casta,  dejaron al país más que jodido y, para variar, descarrilado y sin tren, degradado en una triste fábrica de miseria.

La verdad que desprecia don MVLl comprueba que el espécimen oligárquico a lo largo de la historia se ha constituido en un lastre para la patria. De retroceso congénito, sus gamonales además de empequeñecer el mapa de Nicaragua, convirtieron el país en la cola de Centroamérica, y si ya no pudieron entregar el Golfo de Fonseca a El Salvador y Honduras, más Rivas y Río San Juan a Costa Rica, fue por falta de tiempo.

La apuesta histórica de esta clase es disolver el Estado Nacional.

No basta ser blanco, incaísta o con doctorado en el extranjero para demostrar algún grado de talento. Obvio que habrá su excepción, pero el hundimiento de Nicaragua es el corolario de la alcurnia cuando dirige los destinos del país, hasta el punto que bien pudo inspirar la célebre sentencia de don Miguel Unamuno: “Lo que natura non da, Salamanca non presta”.

II

Con la llegada del sandinismo al poder, el país comenzó a caminar en su propio rumbo nacional.

El presidente del Consejo Superior de la Empresa Privada, José Adán Aguerri, cuando todavía en 2016 andaba en Modo No Mentirás, dijo con entusiasmo: “Es la primera vez, desde 1990, que tenemos cinco años consecutivos (el periodo del Comandante Daniel Ortega 2011-2016) de crecimiento por encima del 4%”.

Pero los vástagos del privilegio  no podían permitirse, carcomidos por la envidia y el celo, que los hijos del trabajo y de lo que natura da, les dieran cátedra de eficiencia, profesionalismo y humanismo. Y perpetraron su golpe de Estado fallido.

A pesar de la barbarie provocada por la extrema derecha que agregó en 2018 nuevas páginas fatales a la Historia –más una premeditada devastación del Producto Interno Bruto–, nuestro país se mantuvo en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) Medio.

No bastándole los graves daños infligidos a la nación, la derecha colonialista reforzó sus vilezas en el exterior para arrasar Nicaragua y recuperar de facto el poder. Mas he aquí, un milagro de Dios en toda la línea frenó la caída en picada: la República solamente perdió dos peldaños en el IDH 2019, presentado recientemente por las Naciones Unidas. Pasó de 124 en 2017 al 126.

El PNUD divide en cuatro bloques el IDH: Muy Alto, Alto, Medio y Bajo. De acuerdo al  organismo, “Las capacidades más esenciales para el desarrollo humano son disfrutar de una vida larga y saludable, haber sido educado, acceder a los recursos necesarios para lograr un nivel de vida digno y poder participar en la vida de la comunidad”.

Nicaragua iba en camino a mejorar su posición en la tabla mundial.

Guatemala, por ejemplo, subió del 127 en 2017 al 126 y Honduras del 133 al 132. Ninguno sufrió los arteros ataques padecidos por Nicaragua.

El Salvador, sin ser víctima de ninguna oligarquía cavernaria, retrocedió tres renglones para reubicarse en el puesto donde estábamos antes del fracaso golpista: el 124.

El ruido ultraderechista de que Nicaragua es la más empobrecida después de Haití, es una muestra de las habituales falacias para atribuir su incapacidad administrativa al sandinismo.

La nación caribeña pertenece al IDH Bajo, puesto número 169 junto a Togo, Senegal y Afganistán.

Fue la derecha conservadora la que heredó un desastre al Gobierno Sandinista. El Informe del PNUD afirmó en mayo 2007: “Nicaragua es, después de Haití, el país más pobre de América Latina”.

Hoy, Nicaragua ha dado muestras de una resiliencia elogiable, estimulada por una sensata dirección económica. Desde los trabajadores y cuentapropista hasta emprendedores, pequeña y mediana empresa e industria, pasando por finqueros, productores medianos y grandes; comerciantes y artesanos, unánimes enriquecen la paz.

Esta es la Nicaragua real,  no la inventada por los titulares de la prensa tendenciosa, los tóxicos discursos alquilados que empobrecen la OEA, y las invectivas de una deleznable Primera Magistratura del Tercer Mundo, surgidas de la dádiva negociada de que hay vida de altos estándares en el Primer Mundo después del poder.

La vasta agenda de la infamia de unos cuantos ególatras encierra un fin demoníaco con tal de tomar el tablero de mando: provocar una calamidad nacional para tirar a Nicaragua al rango de las naciones paupérrimas.

III

El Informe 2019 señala que un niño nacido en el 2000 en Noruega, líder del IDH Muy Alto, cuenta con una esperanza de vida de 82 años; una probabilidad por encima del “50% de estar matriculado en la educación superior, aparte de que más de la mitad de los jóvenes de 20 años se encuentran cursando estudios superiores”.

Por el contrario, un niño de un país con IDH Bajo, “tiene una probabilidad muy inferior de estar vivo: alrededor del 17% de los niños habrán muerto antes de cumplir los 20. También es poco probable que el muchacho esté realizando estudios superiores: tan solo el 3% de los jóvenes de esta generación lo logra”.

En el IDH Bajo, la frase “esperanza de vida” de las sociedades con IDH Muy Alto, Alto y Medio, apenas es un adorno estadístico con que los técnicos quizás quieran mitigar el infortunio de millones de almas.

Los prepotentes cabecillas con magna cum laude en miseria humana quieren arrojar el país a los socavones del mundo, ahí donde las inmensas muchedumbres no cuentan con nada más que una Incertidumbre de Sobrevivencia.

Desear semejante mal para Nicaragua no es la voluntad del Altísimo, pero sí la misión de los altaneros operarios del Bajísimo.

Y a propósito del nombre infernal, sus alcances etimológicos describen con exactitud tanto lo que ejecuta la derecha de pedigrí como su elocuente Plan de Gobierno presentado en las calles de Managua.

Diablo, precisa el portal etimologías.dechile.net, viene del griego διάβολος (diábolos), Calumniador. “Está formada de διά (dia = a través de) y βάλλειν (ballein = tirar, arrojar), y expresa la idea de ‘tirar mentiras’, ‘tirar unas personas, contra otra’, etc.”.

Ahí, en las inmediaciones de Metrocentro, lo más parecido a un alto oficial de civil, de la extinta Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (la EEBI de Anastasio Somoza Portocarrero), maltrató a un trabajador: no portaba el Galil ni el Garand del pasado, ni los AK ni los M16 de los tranques 2018. Eso es para sus pobres reclutas. No más le bastó el lenguaje escatológico y el odio de reglamento de la Estirpe Sangrienta.

El culatazo mediático hiperderechista completó la escena que ingenuamente creíamos yacía para siempre en las amarillentas fotos de la Hemeroteca Nacional.

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