• Por admin
  • 13 junio, 2022

Militarización, OTAN y la Lucha por la Paz


Mensaje del Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional
de la República de Nicaragua 

Canciller Denis Moncada Colindres

“7º Seminario Europa, América Latina y el Caribe – Foro Sao Paulo y Partido de la Izquierda Europea (PIE) – Visiones Compartidas de la Izquierda, con el Tema: Militarización, OTAN y la Lucha por la Paz”, 11 de Junio 2022

MILITARIZACIÓN, OTAN, Y LUCHA POR LA PAZ

Desde Managua, Nicaragua Patria del General Sandino enviamos cordial saludo a las Compañeras y Compañeros del Foro de Sao Paulo y del Partido de la Izquierda Europea que participan en este Seminario sobre Militarización, OTAN y la Lucha por la Paz y les transmitimos los saludos fraternos de nuestro Presidente, Comandante Daniel Ortega y nuestra Vicepresidenta Compañera Rosario Murillo y la Militancia del FSLN.

La guerra en Ucrania ha vuelto a poner en el punto de mira internacional a la OTAN, que al proporcionar sistemas de armas, entrenamiento militar y paramilitar, mercenarios, suministros logísticos y al dirigir al ejército ucraniano desde la retaguardia, se pone a todos los efectos como una organización beligerante. Pero a pesar de los esfuerzos por derrotar a Rusia en el terreno, el panorama militar prefigura una nueva derrota occidental.

Tras la amarga derrota sufrida en Siria y Afganistán, que se suma a las victorias fallidas en Irak y a la huida de Somalia, el presidente francés Macron llegó a calificar a la OTAN de “muerte cerebral”. En efecto, los reveses militares sufridos en Oriente Medio y Asia Menor han preparado el terreno para una seria reconsideración de la Alianza Atlántica, la redefinición parcial de su papel y sus perspectivas.

Su ampliación hacia el Este, la función provocadora que asume frente a los países emergentes y el desafío abierto a Rusia y China, así como el refuerzo de la dimensión ofensiva de sus acciones, representan también una modificación genética parcial de la misma.

La nueva doctrina militar prevé guerras asimétricas, también conocidas como guerras híbridas. Se trata de intervenciones militares con fuerzas especiales, fuerzas regulares, unidades paramilitares y ciberataques a infraestructuras enemigas. Que siguen o flanquean levantamientos o sanciones económicas y comerciales, insurrecciones populares debida y previamente orquestadas, y se apoyan en campañas globales de desinformación para distraer y dividir a la opinión pública internacional y debilitar a los gobiernos legítimos desde dentro.

El dominio absoluto de Estados Unidos sobre la alianza se acentuó aún más con la guerra de Ucrania, que ve entre las principales víctimas a Europa, que es parte fundamental de la OTAN y que, sin embargo, determina cada vez menos pautas y decisiones.

En fin, hoy en día, la Organización Atlántica puede describirse como una extensión de la fuerza militar estadounidense y no como una coalición internacional, habiendo restringido severamente la atención a los intereses generales de sus miembros en favor del dominio de los intereses estadounidenses. Por eso, cada derrota es una derrota de Estados Unidos, de un modelo de doctrina de seguridad nacional que en realidad significa la conquista de territorios y recursos ajenos.

La próxima entrada de Suecia y Finlandia no implicará particulares trastornos en los dispositivos militares. A pesar de ser dos países cuyas fuerzas armadas gozan de crédito, Suecia y Finlandia ya eran socios estratégicos y operativos de la Alianza y su neutralidad era sólo aparente, quizá el último resto de lo que fue la coexistencia pacífica entre los dos bloques. Su entrada no dará lugar a nuevas bases militares cerca de Rusia; por lo tanto, sólo asistiremos a la fijación en derecho de lo que ya existía de hecho. En cambio, lo que queda sobre el terreno es una demostración más de la impotencia de una organización que no resuelve ninguno de los problemas de la gobernanza mundial, sino que los crea.

Hacia una OTAN política

A finales de junio está prevista la cumbre de la OTAN en Madrid. Esta cumbre dará forma al nuevo Concepto Estratégico de la organización atlántica, es decir, al documento político que perfila los nuevos escenarios de seguridad global.

Hasta ahora, la OTAN había considerado los ataques armados, convencionales o de otro tipo, como amenazas a la seguridad; ahora la OTAN cree que las nuevas guerras híbridas son el terreno en el que comprometer mayores recursos y atención.

La información, la economía y el cambio climático serán el nuevo foco de atención, la nueva actividad principal de la alianza, y sobre esto llamará a todos sus miembros a la unidad política.

Por mucho que digan que se trata de la modernización operativa de una estructura que no cambia en sus cometidos ni en su papel, es evidente que estamos ante un peligroso punto de inflexión, que transformará una organización militar anacrónica y amenazante en un centro de coagulación política internacional destinado a dar a Occidente un rostro político unificado.

Ya no será sólo una organización militar para defender a Occidente, destinada a garantizar su gobierno planetario. La OTAN representará políticamente – y ya no sólo militarmente – a todo el Occidente.

Más que la configuración militar, que sólo se altera en función de la ampliación, en esta fase prevalecerá el aspecto político de la Alianza. El modelo actual que encarna la OTAN será cada día más el de una comunidad de estados unificados por un único objetivo político: la reducción de Rusia y China a potencias regionales, su reducción económica y política, y el establecimiento del mando unipolar de la OTAN sobre el mundo y de EEUU sobre la OTAN.

Y si Occidente aparece a menudo dividido en sus valoraciones del escenario internacional, con intereses diferentes y a veces incluso con objetivos dicotómicos, la síntesis política se confía a la alianza atlántica. Que se propone, así como un lugar de síntesis política, de reorganización jerárquica occidental para proteger su interés general.

En esta nueva dimensión de la OTAN está ciertamente la consideración de cómo las Naciones Unidas son ahora escasamente gobernables en términos de número y cómo las organizaciones regionales juegan un papel marginal por definición. Se considera que China y Rusia representan desafíos globales para Occidente y que la respuesta política no puede confiarse a miembros individuales.

Es fácilmente predecible cómo la nueva plataforma de injerencia en la vida de los países considerados hostiles verá reforzada la estrategia de desestabilización permanente. Somos testigos en Nicaragua de lo que esto significa en términos de dolor y luto, de ataques a la vida pacífica del pueblo. No parece haber mucho espacio para la discusión o la negociación entre un imperio en decadencia decidido a reafirmar su mando global por la fuerza y la comunidad internacional en su conjunto.

La crisis económica internacional, debido a la incapacidad de crear respuestas aceptables y viables por parte de un capitalismo omnívoro y depredador que exacerba las desigualdades económicas y sociales que dividen el planeta, ha sufrido una nueva profundización de la crisis con la pandemia. Se defiende el mantenimiento por la fuerza de un modelo unipolar de mando sobre el planeta, la guerra decisiva contra el multilateralismo, contra cualquier reparto de la gobernanza mundial con países que, por tamaño, peso político, económico y militar, influencia regional y papel en los organismos internacionales, reclaman el derecho y el deber de participar en

la gobernanza mundial. Piden abordar conjuntamente los tremendos retos hacia los que se dirige el mundo, determinar un modelo de comunidad mundial basado en el respeto al Derecho Internacional, la participación de los organismos y la convivencia internacional.

Este es el nuevo eje del enfrentamiento: unilateralismo frente a multilateralismo, reafirmación del feudalismo atómico o democracia internacional.

Las inversiones en armamentos y las políticas destructivas ya no tienen cabida en el frágil sistema económico internacional. El mundo reclama otro tipo de compromiso. Aspira a la paz, hace un llamamiento a la cooperación y a los esfuerzos conjuntos contra las verdaderas amenazas a la estabilidad del planeta. Que son principalmente sociales, económicas y medioambientales.

Se tienen que lidiar con enormes problemas como la malnutrición, las migraciones masivas, la desertificación, el acceso al agua potable, el saneamiento de los territorios. No se puede seguir tolerando la ausencia de apoyo a la agricultura, se debe pensar en el desarrollo de zonas enteras del planeta y en la reconversión ecológica del modelo productivo. Estos son los verdaderos retos que se vislumbran en el horizonte y es en ellos en los que el mundo debe centrarse, invertir recursos, energía y tomar decisiones políticas unificadas.

Creemos que entre la concepción unipolar del mundo moderno y la multilateral es difícil sentir incertidumbre. Los que se quedan en medio de la barricada ya están en el lado equivocado de la misma.

Necesitamos un mundo en paz, no pacificado. Nos encontramos entre los que no piensan seguir soportando las espantosas inversiones en la guerra, y que exigen enérgicamente la conversión de los gastos en armamento en programas de asistencia socioeconómica que aborden las cuestiones que acabamos de mencionar. Construir el progreso en todos los rincones del mundo significa erradicar las razones del conflicto, significa proponer un camino hacia la paz. En definitiva, se trata de cumplir un compromiso que debería preocupar a todos: dejar el mundo en mejores condiciones de las que lo encontramos.


Message from the Government of Reconciliation and National Unity of the Republic of Nicaragua

Minister of Foreign Affairs

Denis Moncada Colindres

“7th Europe, Latin America and the Caribbean Seminar – Sao Paulo Forum and the Party of the European Left (PIE) – Shared Visions of the Left, with the Theme: Militarization, NATO and the Struggle for Peace”, 11th June, 2022

MILITARIZATION, NATO, AND THE STRUGGLE FOR PEACE

From Managua, Nicaragua, homeland of General Sandino, we send cordial greetings to the Comrades of the Sao Paulo Forum and the Party of the European Left who are participating in this Seminar on Militarization, NATO and the Struggle for Peace, and we convey the fraternal greetings of our President, Comandante Daniel Ortega and our Comrade Vice President, Rosario Murillo and the FSLN Militancy.

The war in Ukraine has once again put NATO in the international spotlight, which by providing weapon systems, military and paramilitary training, mercenaries, and logistical supplies, as well as directing the Ukrainian army from the rear, places itself, to all intents and purposes, as a belligerent organization. But despite efforts to defeat Russia on the ground, the military picture heralds a new Western defeat.

After the bitter defeat suffered in Syria and Afghanistan, added to the failed victories in Iraq and the flight from Somalia, French President Macron went so far as to describe NATO as “brain dead”. Indeed, military setbacks in the Middle East and Asia Minor have paved the way for a serious reconsideration of the Atlantic Alliance, a partial redefinition of its role and prospects.

Its expansion toward the East, the provocative role it assumes against emerging countries and the open challenge against Russia and China, as well as the reinforcement of the offensive dimension of its actions, also represent its partial genetic modification.

The new military doctrine foresees asymmetric wars, also known as hybrid wars. These are military interventions with Special Forces, regular forces, paramilitary units and cyber attacks on enemy infrastructure. All of which are follow or flank economic and trade sanctions, and previously orchestrated popular insurrections, and rely on global disinformation campaigns to distract and divide international public opinion and weaken legitimate governments from within.

The absolute dominance of the United States over the alliance was further accentuated by the war in Ukraine, which sees Europe among the main victims, which is a fundamental part of NATO and which, however, determines fewer and fewer guidelines and decisions.

In short, today the Atlantic Organization can be described as an extension of US military force and not as an international coalition, having severely restricted attention to the general interests of its members, in favor of the dominance of US interests. For this reason, each defeat is a defeat for the United States and of its model of national security doctrine that in reality, means the conquest of foreign territories and resources.

The next entrance of Sweden and Finland will not imply particular upheavals in the military devices. Despite being two countries whose armed forces enjoy credit, Sweden and Finland were already strategic and operational partners of the Alliance and their neutrality was only apparent, perhaps the last remnant of what was the peaceful coexistence between the two blocs. Its entry will not lead to new military bases near Russia; therefore, we will only witness the fixation in law of what already existed in fact. Instead, what remains on the ground is yet another demonstration of the impotence of an organization that does not solve any of the problems of global governance, but rather creates them.

Towards a political NATO

The NATO summit in Madrid is scheduled for the end of June. This summit will shape the new Strategic Concept of the Atlantic organization, that is, the political document that outlines the new global security scenarios.

Until now, NATO has considered armed attacks, both conventional and otherwise, as security threats; now NATO believes that the new hybrid wars are the terrain in which to commit greater resources and attention.

Information, the economy and climate change will be the new focus of attention, the new main activity of the alliance, and on this, it will call all of its members to political unity.

As much as they say that it is about the operational modernization of a structure that does not change its tasks or its role, it is clear that we are facing a dangerous turning point, which will transform an anachronistic and threatening military organization into a center of political coagulation intended to give the West a unified political face.

It will no longer be just a military organization to defend the West, destined to guarantee its planetary government. NATO will represent politically – and no longer only militarily – the entire West.

More than the military configuration, which only changes as a result of enlargement, in this phase, the political aspect of the Alliance will prevail. The current model that NATO embodies will increasingly be that of a community of states unified by a single political objective: the reduction of Russia and China to regional powers, their economic and political reduction, and the establishment of NATO’s unipolar command over the world and the US over NATO.

And if the West often appears divided in its assessments of the international scene, with different interests and sometimes even with dichotomous objectives, the political synthesis is entrusted to the Atlantic alliance. That is what is being proposed, a place of political synthesis of Western hierarchical reorganization, to protect its general interest.

In this new dimension of NATO there is certainly the consideration of how the United Nations is now barely governable in terms of numbers and how regional organizations play a marginal role by definition. China and Russia are seen as global challengers to the West and the political response cannot be entrusted to individual members.

It is easily predictable how the new platform for interference in the lives of countries considered hostile will see the strategy of permanent destabilization reinforced. We are witnesses in Nicaragua of what this means in terms of pain and mourning, of attacks on the peaceful life of our people. There doesn’t seem to be much room for discussion or negotiation between a declining empire determined to reassert its global rule by force and the international community as a whole.

The international economic crisis, due to the inability to create acceptable and viable responses by an omnivorous and predatory capitalism that exacerbates the economic and social inequalities that divide the planet, has suffered a new deepening of the crisis with the pandemic. The maintenance by force of a unipolar model of command over the planet is defended, the decisive war against multilateralism, against any division of world governance with countries that, due to their size, political, economic and military weight, regional influence and role in international organizations, claim the right and duty to participate in world governance. They ask to jointly address the tremendous challenges towards which the world is heading, to determine a model of world community based on respect for International Law, the participation of organizations and international coexistence.

This is the new axis of confrontation: unilateralism versus multilateralism, reaffirmation of atomic feudalism or international democracy.

Investments in weapons and destructive policies no longer have a place in the fragile international economic system. The world demands another type of commitment. It aspires to peace, calls for cooperation and joint efforts against the real threats to the stability of the planet. Which are mainly social, economic and environmental.

They have to deal with enormous problems such as malnutrition, massive migrations, desertification, access to drinking water, sanitation of the territories. The absence of support for agriculture cannot continue to be tolerated, we must think about the development of entire areas of the planet and the ecological reconversion of the productive model. These are the real challenges that loom on the horizon and it is on them that the world must focus, invest resources, energy and make unified political decisions.

We believe that between the unipolar conception of the modern world and the multilateral one it is difficult to feel uncertainty. Those who stay in the middle of the barricade are already on the wrong side of it.

We need a world in peace, not pacified. We are among those who do not intend to continue to support the appalling investments in war, and who strongly demand the conversion of spending on weapons into socio-economic assistance programs that address the aforementioned issues. Building progress in all corners of the world means eradicating the reasons for the conflict, it means proposing a path to peace. In short, it is about fulfilling a commitment that should concern everyone: leaving the world in a better conditions than we found it.

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