Fuera las malas vibras
Por | Moisés Absalón Pastora
Muchas veces nos enredamos la vida porque queremos y nos metemos a enredos que bien pudimos haber evitado. Cuando esto ocurre terminamos preguntándonos y por qué me sucede esto a mí y para colmo le echamos la culpa a Dios de errores en nuestras vidas que generalmente tienen un factor común; la mala sombra a la que nos acercamos o simplemente las malas amistades que tenemos cerca y que para colmo son tan negativas y pesimistas que si se llegaran a desmayar en vez de volver en sí vuelven en no.
Tanto las actitudes como los estados de ánimo resultan ser contagiosos, y más aún cuando permanecemos expuestos a ellos durante mucho tiempo y eso tiene un impacto negativo, porque podemos propagar fácilmente la negatividad de quienes nos rodean creando un efecto de nube piroclástica arrasadora y criminalmente tan envolvente que puede acabar con una sociedad si consideramos que el proyectil es la negatividad, el rumor, la infamia, la calumnia y el odio.
Aunque no siempre estamos dispuestos a admitirlo las opiniones de los demás nos afectan e influyen en nuestro comportamiento y las opiniones negativas tienen un mayor impacto y generan un cambio de actitud en comparación con las opiniones positivas.
En nuestro país, en la Nicaragua que tanto amamos, hay una gentecita, identifíquela como oposicionista, que desde que amanece no tiene ningún otro propósito que amargarle la vida a gente contenta, positiva, alegre y entusiasmada para deprimirlas. Estos tipos de los que hablo son en realidad anticipadores de desgracias y se lucen en medios como la Corporación, Canal 10, el 12, el 14, La Prensa y otros. Todas estas cosas de las que hablo ponen una pata en el suelo cuando se levantan y en lo primero que piensan es en churretearse en la vida de al menos cinco personas y tengan la plena seguridad que si lo hacen con solo cuatro se sienten más amargados de lo que son porque entonces concluyen en que no lograron su propósito negativo de volcar contra el prójimo el inmenso camión de basura que cargan sobre esas espaldas marcadas por la venganza y el resentimiento.
Estos generadores de desgracias en la inmensa mayoría de los casos, hablando de Nicaragua por supuesto, lo hacen todo por encargo, ellos por naturaleza son individuos que viven en la inmensidad de la oscuridad de sus propios fracasos, pero a fin de obstinarle la vida a los demás, lo hacen a cambio de la generosa paga que reciben qué es lo único que por satisfacción extienden las manos. Así las cosas, ellos se imponen todos los días una misión y el mecanismo que usan para su devastador propósito es hacerle sentir a la gente que está contenta, positiva y entusiasmada, por la razón que sea, que eso que está viviendo le va a durar poco, que no sirve, que no vale la pena, que es malo, que es irreal, aunque su utilidad sea tan sana y visible como el Momotombo mismo.
No crean que esos que pertenecen al reducido mundo de puchilandia se imponen obstinarnos solo en el ámbito político, no. Ellos tienen un espectro mucho más universal para deprimir a quienes están a su alrededor y a su alcance, si es que lo permitimos, porque su objetivo es desencantarnos, imponernos sus mentiras y que sucumbamos ante la repetición de tanto embuste.
Esos tipos o tipejas si se dan cuenta que estás enamorado te dicen que no porque llevas poco tiempo de estar jalando y además quieren ser percibidos como generosos porque de colilla te dicen que lo disfrutes mientras termine lo poco que va a durar y es que además pretenden saber de todo porque son expertos en política, en economía, en clima, alimentación saludable y en consecuencia tienen una respuesta para cualquier cosa que digamos aunque el abecedario que medio cancanean lo hayan escuchado de refilón en un establo donde los burros lo saben de corrido.
Estos puchitos de los que hablo ante los medios de desinformación que les hacen la comparsa, obviamente porque son de su misma condición, dicen que ellos ni son ni negativos ni positivos, sino que hiperbólicamente se manifiestan “realistas”, es decir están más allá de la verdad. Es decir, en su “realismo” no ven los 18 hospitales nuevos, tampoco las carreteras que duplicaron todas las que existieron en las últimas cinco décadas antes del 2007, que constitucionalmente tenemos salud y educación gratuita y muchísimas cosas más que por ahora no son el tema.
Con esa gran mentira del “realismo” se impusieron poder joderle la vida a todo aquel que es feliz por lo que hoy tenemos y que nunca antes creyó que un día llegara a ser posible y entre esos me incluyo por supuesto. Por ejemplo aquí la OPS, la Organización Panamericana de la Salud, calificó con excelentes notas la atención a nuestras mujeres y puso un 100 a la reducción de la muerte por maternidad o de infantes por parto, sin embargo los agoreros de la fatalidad, expertos en comentar tragedias de partos malos y de bebes enfermos, cuando una mujer está embarazada y la ven con su pancita le comentan que una vecina perdió a su bebe porque venía con el cordón umbilical enrollado o cualquier otra cosa para que la mujer -que además puede ser primeriza- tenga que lidiar con el trauma que los puchos le quieren inducir y si estos mismos puchos saben que el embarazo se desarrolla con normalidad entonces lo que le dicen a la embarazada es que tiene que aprovechar ahora para dormir porque después del parto, con la venida del hijo, nunca más lo volverá a hacer, en vez de animarla y darle fuerzas para cuidar de esa gran bendición de vida que solo Dios puede dar.
Es decir, estos puchos, son maestros en anticipar tragedias que tienen como fin afectar el estado anímico de los nicaragüenses y utilizo el ejemplo de la embarazada solo para que tengamos una idea de la perversidad de estas miserias humanas, pero en realidad pudiera poner muchísimos más. Por ejemplo, si estas picachas se dan cuenta de que alguien se va a casar, lo primero que le dicen es, para qué vas hacer esa locura si estas también así; si alguien comenta alegremente que el calor va a menguar porque va a llover, la charbasca entonces le riposta sí, pero mañana vuelve otro frente de calor según dijo INETER y así se churreteó otra vez en mi ánimo y de esa manera no hay nada de positivo que uno pueda decir porque siempre aparece una gárgola que nos quiere ponchar las llantas y las menciono en plural porque si se tratara de una ellos piensan que siempre está la de repuesto.
Estos profetas de la fatalidad no solo se satisfacen por inocularnos sus vandálicas visiones de tragedia, sino que además quieren hacernos sentir culpables por la felicidad que defendemos y queremos vivir la mayoría de los nicaragüenses.
Estas pírricas expresiones de la maldad quieren que nos sintamos culpables por estar bien y entonces a los que queremos estarlo, nos llaman sapos, para militares, mercenarios, vendidos, camaleones, orteguistas y cualquier otra cosa que le represente a ellos molestia por la paz interna que otros sí tenemos en nuestro corazón.
Ellos, repitiendo lo mismo que desde los púlpitos recomiendan algunos obispos ya muy conocidos aquí, junto a otros de sus sacerdotes y que en esencia personifican la fatalidad, quieren que vivamos en un valle de lágrimas y ser felices únicamente después de la muerte. Es decir, según ellos, lo que vivimos hoy es una cuita, pero después, léase con un gobierno encabezados por ellos, vendrá el descanso eterno, la paz interior, el túnel como vía al más allá será increíble, la luz que nos recibirá al otro lado será resplandecientemente espiritual porque creen que el nicaragüense a estas alturas se tragó sus mentiras y que es de esos que calzan en la descripción que de los pendejos hizo en vida Facundo Cabral que sin duda debió haberse inspirado en la versión de los miserables del oposicionismo nicaragüense.
Así las cosas, ellos te pintan únicamente que el parto es con dolor, el trabajo se hace con el sudor de la frente, la letra entra con sangre, que el amor duele y así, toda frase o descripción que pueda haber, ellos solo usan solo terminologías fatales y apocalípticas para derrumbarnos como personas y como sociedad.
Esta gente nos quiere meter que el único camino para la felicidad es el dolor y aunque francamente no sé a qué felicidad se refieren, sí está claro que nos han producido dolor, que las consecuencias de su infamia las palpamos y que por eso mismo la Nicaragua que hoy tenemos no es mejor, de ninguna manera, que la que habitábamos antes del 18 de abril de 2018.
Por aquel tiempo que ya no tiene retorno, todo estaba happy, todos estábamos bien, incluso aquellos que hacían grandes negocios gracias a las facilidades que les brindaba el gobierno y caminábamos tan bien que todas esas malas vibras se asustaron por lo que se construía desde el 2007 bajo el gobierno de Daniel Ortega y en vez de alegrarse por una efectiva revolución en marcha se preguntaron; ¿Y esto cuando se acaba?
Esto se lo fueron a preguntar a Washington porque si nos lo hacían a los nicaragüenses la respuesta siempre hubiese sido un nunca porque para ellos entre más happy estuviéramos para ellos la cosa que se les venía encima era mucho más grande como por ejemplo el ignoro, la derrota, la llanura y la auto exclusión y no porque esa fuese una política gubernamental sino por el peso de sus propias fatalidades.
Esas minucias a las que con propiedad llamamos miserias humanas debemos ponerlas en su lugar y saben cómo lo haremos mejor gritando a los cuatro vientos que en este 2020, pase lo que pase, independientemente de la adversidad, nosotros, cada uno de los nicaragüenses de bien, nos vamos a convertir en una respuesta, en una solución. A esos pesimistas los acabamos diciéndoles que amamos la paz, que lucharemos vehementemente por ella, que somos felices, que somos los constructores de una patria donde habita la alegría de soñar, donde la esperanza es el impulso de cada día, donde la prosperidad bien habida está en el horizonte naciente del día y donde nos brilla un sol que nos ilumina a todos.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.