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  • 15 septiembre, 2021

A Sergio Ramírez: Desenmascarando a un escribidor derechista


Por: Aníbal Garzón y Ramón Pedregal Casanova

Leyendo lo relacionado al proceso de investigación e imputación que la justicia nicaragüense le ha abierto al novelista Sergio Ramírez: sus propias declaraciones, ciertos comunicados salidos de algunas entumecidas instituciones, la cobertura mediática que se le ha brindado, entre otros, surgen un sinnúmero de ideas para refutar no solo las desgastadas, tergiversadas, infladas y vergonzosas palabras de Ramírez, sino lo que ha dicho la prensa corporativa y quienes dicen respaldarlo.

En primer lugar, debemos aplicar a este señor sus propias palabras: carece de imaginación y creatividad, pues, tiene la inmoralidad de tratar de hacer negocio, “escribiendo” o más bien hacer escarnio escritural, disfrazado de “narrativa” (nos referimos a la novela que anda promocionando) sobre una situación violenta en su propio país. Unos eventos que costaron muchísimo dolor a las familias nicaragüenses, destruyó la economía de la nación, tanto así que un informe del Ministerio de Hacienda y el Banco Central de Nicaragua determina que el intento fallido de desalojar al gobierno sandinista por la fuerza (Golpe de Estado) del 2018 costó más del 15% del PIB proyectado.

En este tenor, podemos decir que tuvo la desfachatez de empezar a ensayar esa novela, desde los primeros días de esos duros acontecimientos. Nada más ignominioso. Ahora bien, para nadie es un secreto (menos ahora que ha salido a luz toda la información del financiamiento) que esta fue una situación provocada, incitada por la oligarquía o por lo que Pierre Bourdieu llama “los distinguidos”, segmento social en el que, según sus propias palabras, se ubica este señor (según sus afirmaciones en una entrevista a Rtve). 

Cuando uno ve y escucha esta entrevista se pregunta si este señor, por el simple hecho de escribir novelas, considera que está por encima de la ley (se cree una vaca sagrada, un intocable, como le dicen en el país centroamericano), dice con total petulancia: “los que piensen que por su posición social o relevancia están a salvo, pues no lo están”.  E ahí el culmen del engreimiento, de la egolatría que la pretende sustentar en el denominado capital cultural (en este caso inflado) por medio del cual intenta despreciar al pueblo y se quiere colocar como sujeto privilegiado. ¿O acaso piensa que los premios son una licencia para hacer y deshacer?  Este asunto de las premiaciones hay que auscultarlo muy bien, pues son repartidos de forma sospechosa, dejando mucho que desear. Así el Nobel de Literatura lo recibió hasta Winston Churchill, u otros como el Nobel de la Paz lo han recibido desde el Secretario por la Guerra de Estados Unidos Elihu Root, Henry Kissinger con su Operación Condor, hasta Barack Obama con la Guerra de Liba o Siria que, si los juntamos no sabemos la cantidad de genocidios que han cometido.  Vergonzoso. De este modo, sabido es como se reparten y utilizan estos premios  de forma interesada. 

Esta posición nos remite a lo que algunos autores llaman la “prerrogativa del sujeto letrado” o del llamado intelectual que considera en primer lugar que puede hablar por los otros, por lo tanto, se cree inmune, por encima de las instituciones. En este orden de cosas, Nicaragua está demostrando que sus instituciones, su justicia si funcionan, no privilegian a nadie.  No como en otros países, España incluida, en los que las estructuras estatales se coluden para inmunizar a esos “sujetos privilegiados” y encarcelar a otros por una gallina o por una botella de aceite (esta última persona tiene cinco hijos). Son estas estructuras que le ofrecen apoyo a este señor e irónicamente pretenden brindar lecciones a Nicaragua. Nada más impúdico.

Ahora bien, es por ello que estos señores cobijados en su llamada posición social no tienen empacho (no lo tuvieron durante el fallido intento de golpe de Estado) de incitar la confrontación, de lanzar a la población a que choquen entre sí, pues, según ellos, su “posición social relevante” los faculta. 

Asimismo, Ramírez Mercado, ha llegado a la desvergüenza de decir que le tienen rencor, odio, cuando en realidad  odio y rencor es lo que destila él, no solo por lo que mal escribe, sino como individuo que se ha visto frustrado en sus intenciones políticas, después de 1990. Igualmente, dentro de su vanidad impostada por los medios occidentales que alimentan sin sustento a personas como él, afirma que el gobierno Sandinista es mediocre, lo cual es fácilmente rebatible con los datos que colocan ala Nicaragua de hoy en la cima de listas de países que han conseguido logros que, a otros, incluido muchos de los que llaman “primermundistas” les ha costado décadas. Señor Ramírez ¿Qué gobierno mediocre consigue, sin los recursos económicos que tienen otros, transformar radical y estructuralmente la matriz energética en menos de 10 años? Milagro nicaragüense, dicen los expertos. Más bien diríamos: capacidad de gestión y excelente proyección de estadista. ¿Qué gobierno ha sido capaz, en tan poco tiempo y con pocos recursos,  transformar profundamente la matriz productiva o ser el país de la región que más construye hospitales,  las mejores carreteras, sino es uno que esté conducido por dirigentes comprometidos, capaces, eficaces y que tienen luces largas? ¿Qué gobierno ha conseguido en tan poco tiempo que su país pase de ocupar el lugar 92 en la reducción de la brecha de desigualdad de género al número cinco en términos estructurales? Todo lo que estamos mencionando tiene la certificación del Foro Económico Mundial, la UNESCO, la FAO, entre tantos organismos.  Así que este novelista en su afán de descalificar y auto-congraciarse no atina en nada.

Igualmente ha sido capaz de decir que los cargos que la justicia nicaragüense le imputa son inventados, cuando las evidencias en torno  a la llamada Fundación Chamorro demuestran que la señora Cristiana Chamorro, si bien era la cabeza de la trama,  se valió de otras pantallas como la constituida por este señor, para llevar a cabo, mediante figuras inventadas (ahí si cabe la palabra) como cursos, capacitaciones que en realidad eran propagación de odio, entrenamiento en difusión de falsedades con el propósito de condicionar la opinión pública y desatar un clima de confrontación entre los nicaragüenses y en contra de las instituciones del país centroamericano.

Asimismo, algunos comunicados, como el del gobierno español, hablan en defensa de este señor de “cargos infundados”. De igual forma, estas mismas estructuras ministeriales niegan y afirman que son infundados, por ejemplo, una serie de hechos sucedidos en España durante la llamada Transición, los cuales son motivo de estudios, libros y verdaderas investigaciones como el de Sophie Baby, que demuestra y  constata operaciones tan brutales como las de los GAL que trajo consigo atrocidades recientes, heridas todavía abiertas en el cuerpo de la sociedad española, destrozando así el mito, de la llamada “Transición Pacífica”. A eso, también las estructuras ministeriales, le llaman infundadas, parece que tienen una proclividad a usar esta palabra.

En este sentido, ¿No era este señor el que decía en los años ochenta que el único diálogo que debía darse entre los nicaragüenses no podía ser otro que el salido de la boca de los fusiles? Obviamente, este historial, le ha facilitado hacer rápidamente los tránsitos necesarios y convertirse en un instigador a sueldo, financiado, valiéndose de su fachada escritural y de socialdemócrata zigzagueante que tiene un abanico de principios, según las circunstancias se lo demanden. Convirtiéndose en un atacante no solo de Nicaragua, sino de todos los procesos revolucionarios y soberanos de América Latina, como Cuba o Venezuela, entre otros.  La Cuba o Venezuela que bloquea el imperio norteamericano, el mismo imperio que financió y entrenó al terrorismo de la Contra llenando de sangre a Nicaragua en los 80 para crear el inicio del fracasado proyecto neoliberal en los años 90.

De igual manera, las investigaciones en el país centroamericano han demostrado que todo esto ha sido sufragado por las agencias estadounidenses que, sabido es, son apéndice del imperialismo e, igualmente, sabemos, utilizan esto con el propósito de desestabilizar a gobiernos incómodos para sus intereses, puesto que no se arrodillan ante sus imposiciones. 

Con el ánimo de no extendernos más, diremos que este señor es un producto de las cloacas mediáticas occidentales (siendo España y Estados Unidos sus principales sedes) que inflan a sujetos que rezuman pequeñez y no les queda más camino que ser un mercenario escribidor y atacar a los procesos revolucionarios en América Latina. Es parte de una especie de ramplón remake  de lo que Frances Stonor desenmascaró de la CIA y sus estrategias culturalistas en la Guerra Fría. Estas agencias los han ubicado geográficamente: los Llosa en el Sur, los Krause, Aguilar Camín y compañía en el norte del continente y este, entre otros, para Centroamérica. 

Ahora bien, hay un asunto que esta gente no toma en cuenta, ¡claro!, es imposible que lo hagan, ya lo decíamos, puesto      que se consideran privilegiados. Nos referimos al pueblo de Nicaragua, al pueblo Sandinista trabajador, que se identifica mayoritariamente con el FSLN de cara a las elecciones de noviembre  (las encuestas, los estudios lo reflejan, y por eso la oligarquía y el imperio utilizan su juego antidemocrático), ese que tiene en Rubén Darío, a un verdadero escritor universal y patriota, ese Poeta que expresaba refiriéndose a los imperialistas yanquis: “No, no puedo, no quiero estar de parte de esos búfalos de dientes de plata. Son enemigos míos, son los aborrecedores de la sangre latina, son los Bárbaros”.

Sobre el autor: *Aníbal Garzón
ensayista, latinoamericanista y analista político. 

Ramón Pedregal
Editor, escritor, Presidente de la Asociación Europea de Cooperación Internacional y Estudios Sociales.  Ambos miembros de la Red de Artistas, Intelectuales y Comunicadores solidarios con Nicaragua y el FSLN. 
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