Acuérdense de Acapulco
Por Moisés Absalón Pastora, Detalles del Momento
“Acuérdate de Acapulco, de aquellas noches, María Bonita, María del alma. Acuérdate que en la playa con tus manitas las estrellitas las enjuagabas. Tu cuerpo del mar juguete, nave al garete, venían las olas la columpiaban mientras yo te miraba. Lo digo con sentimiento, mi pensamiento me traicionaba”.
Es parte de la letra con la que Agustín Lara puso en el mapa del mundo la bahía de Acapulco. La dedicó a María Félix con la que contrajo matrimonio en 1945, trayendo hacia sí burlas por las dudas que surgieron respecto a la razón por la cual una estrella de cine, María Félix, se casaría con un hombre 20 años mayor que ella. Tras un pleito de pareja Agustín Lara la escribió y la eternizó como una muestra de reconciliación para con la “Doña” con quien estuvo solo casado hasta 1948.
Esta canción fue una especie de himno para Acapulco, una pincelada divina en la geografía mexicana que turísticamente hizo de aquel escenario una convergencia de las estrellas más lumínicas que en los 50, 60, 70 y 80 brillaron con luz propia no solo como aztecas sino de otras nacionalidades que atrapadas por la belleza y encanto de la bahía adquirieron propiedades extravagantemente caras y que conferían al adquiriente un lugar prominente en el club de los famosos.
El Puerto de Acapulco, a pesar de tener una historia envejecida y de las múltiples alternativas turísticas que ahora ofrece el mundo, nunca dejó de ser una opción de primer nivel para referirlo en la bitácora de aquel fachento que quisiera ostentarlo como destino de sus privilegiadas vacaciones, pero hoy tristemente aquel “Acuérdate de Acapulco María Bonita, María del alma” es otra cosa porque la naturaleza el pasado 25 de octubre, dispuso que su mejor recuerdo se congelara en el pasado, porque su presente se apagó, su alegría se ahogó y hoy no es más que una referencia sepultada bajo escombros de una ciudad que fue un naipe para Eolo y Poseidón.
Desde el 25 de octubre la ciudad está destrozada y aún incomunicada. El huracán Otis que la impactó fuera de todo cálculo desconcertó a los expertos; pasó de categoría 1 a categoría 5 en menos de 24 horas, lo que responde a un fenómeno meteorológico denominado “intensificación rápida” y en ese lapso de tiempo, el huracán aumentó su velocidad en 185 km/h. El impacto en la infraestructura de la ciudad ha sido devastador y sin precedentes: “No se tiene constancia de ningún huracán de esta intensidad en esta parte de México.
Había certeza que llegaría un huracán, había seguridad que alcanzaría la categoría uno y supuso entonces que por ese nivel no era tan necesario encender las alarmas y cuando llegó, seguramente como Caballo de Troya, las verdadera furia fue liberada y ya nada se pudo hacer y la gente quedó donde estaba, atrapada y sin salida viendo cómo tras cuatro horas de terror el final fue dantesco, arrollador, inenarrable porque uno ve las imágenes frescas y aunque no lo hayamos vivido en persona lo lamentamos y sentimos como si hubiésemos estado.
Mientras eso sucedía en Acapulco aquí en Nicaragua nosotros bajo la amenaza de una depresión tropical estábamos en alerta amarilla en la zona de posible impacto y de alerta verde en la proyección de cualquier consecuencia periférica que pudiésemos tener a nivel nacional y que bien que así sea porque en la primer misión que nos imponemos, la de salvar vidas, desde que tenemos un Sistema Nacional para la Prevención, Mitigación y Atención de Desastres, concentrado en el SINAPRED, nosotros, conscientes de cómo hemos sido golpeados por la naturaleza, no nos damos el lujo de ignorar o menospreciar el inmenso poder de esos fenómenos planetarios que ahora tienen y dejan marcas apocas apocalípticas.
En Acapulco Otis apagó todas las luces la gran mayoría de sus habitantes sobrevive entre tinieblas. De noche aprenden a vivir a tientas y de día se enjuagan con sus propias lágrimas. No hay nada que saquear, todo fue saqueado. No hay techo que proteja todo cuelga. No hay que comprar, no hay farmacias, apenas unas pocas gasolineras comienzan a recuperar el suministro.
El ejército mexicano, 12 días después de la tragedia ciclónica y apocalípticamente devastadora, custodia ahora con modernos fusiles los establecimientos que fueron asaltados, pero protegen solo paredes y estantes vacíos. En los barrios hay miedo de los ciudadanos a perder por robo lo poco que les quedó. De noche hacen fogatas para calentarse con las toneladas de escombros que sobran y mientras no se determina la cantidad de muertos, heridos o desaparecidos, una firma de análisis de riesgo, especialista en desastres naturales, calcula que los daños a la infraestructura, negocios y hogares sumarían quince mil millones de dólares.
La naturaleza amigos está reaccionando contra la especie humana con todo su furor. Los fenómenos que azotan son tantos y con características tan diversas que debe ponernos a pensar sobre lo que estamos haciendo y qué tanto estamos exponiendo nuestra especie a la extinción. No lo queremos aceptar, pero actuamos aberrantemente contra nuestro mundo. Los animales son más sabios que los humanos que utilizamos la inteligencia para degradar la vida y contaminar todo lo hermoso y bello que Dios nos dio para que lo cuidáramos.
Hemos perdido de vista la conducta correcta. No queremos identificar el origen del desorden, el caos, el crimen, la falsedad, la aberración y la violencia que prevalecen hoy en el mundo. Esos efectos devastadores que son la causa del mal causado están en la conducta de la gente que es opuesta a la dignidad que reclama la naturaleza.
La educación que recibimos no está relacionada necesariamente con los valores humanos y por eso todo lo que nos concierne, tanto en la esfera de la política o de la conducta social, en la actividad económica o en la búsqueda espiritual, todas las acciones están basadas en los movimientos de la mente. No es posible ningún cambio de acciones a menos que la mente, nuestra mente, sea cambiada.
Los hombres hemos cambiado al mundo. Nos hemos olvidado de quien lo hizo para nosotros y en nombre de la modernidad y la tecnología hacemos cosas divorciadas del sentido común como si El Creador no nos observara. Dios está presente entre nosotros y mira con miles de ojos todo lo que hacemos porque es Omnipotente, Omnipresente y Omnisciente.
Por eso cuando sucede cada cosa en el planeta; terremotos, tsunamis, huracanes, tornados, erupciones, grandes heladas, calores infernales, inundaciones, quemas de bosques, sequias, crisis económica, etcétera lo que realmente está pasando es el anuncio de nuestro destino final como producto de lo que nuestra propia mano ha hecho en línea de acción con la perversión de la mente humana.
Hemos cubierto nuestra mente con un manto de ignorancia, hemos tapado nuestros ojos con el egoísmo y cerrado el corazón con el orgullo. Despreciamos la decencia y no nos queremos dar cuenta que la vida y todo aquello que tanto decimos cuidar puede irse de un momento para otro. Estamos sumergidos en la brutalidad de la ignorancia, malgastando la vida en la búsqueda de cosas transitorias y guardando silencio ante tanta inmoralidad.
El mundo amigos está padeciendo innumerables problemas porque la gente no pone límites a sus deseos. Las guerras, los conflictos ideológicos, las distancias entre las naciones ricas y las naciones pobres, la demencia por el poder por el poder mismo, la sed de figuración, el terrorismo, las dictaduras, la depravación en algunos religiosos, el lesbianismo y el homosexualismo, los crímenes atroces, el incesto, la pedofilia, la infidelidad, la traición, el narcotráfico, la prepotencia, el fraude y la corrupción son elementos que en su conjunto han hecho desaparecer los valores morales y lo peor es que hay quienes los patrocinan y los promueven.
Hay quienes matan en nombre de Dios y proclaman sus guerras como santas. Van contra la naturaleza y las leyes del Creador y gobiernos que se prestan para realizar matrimonios, supuestamente legales, entre homosexuales o entre lesbianas. Ahora los “predicadores” de la modernidad nos ven como trogloditas porque hay quienes rechazamos la idea de que nuestros menores realicen el sexo en las etapas tiernas de su vida, por negarnos a darles permiso para ir a una fiesta para que regresen “temprano” a las cuatro de la mañana. Es decir, vivimos al revés. Dañamos lo que debemos amar. Traicionamos lo que más nos vale y en el andar dejamos una huella diabólica rumbo al abismo.
La humanidad va en retroceso porque hay quienes te hablan de paz con el garrote en la mano. Se dicen honorables, decentes y honrados, pero te arrancan el calcetín sin quitarte el zapato. Por eso el mundo está padeciendo innumerables problemas y no entendemos que, aunque se aspire a la riqueza, uno debe procurar sólo lo que le corresponde, pero desgraciadamente somos depredadores de nuestra propia especie y tristemente no estamos haciendo nada por cambiar nuestras actitudes.
Qué haremos cuando no tengamos mundo, qué haremos cuando no tengamos patria. Para entonces estaremos prefiriendo morir porque la purga de nuestros errores, el dolor de los que aún puedan ser purificados, será tan terrible como los daños que nuestra mano ha causado a la naturaleza y a nuestra propia humanidad.
En lo que respecta propiamente a los nicaragüenses hay entre nosotros gente realmente malvada que nos quiere conducir a la destrucción del país porque esas son las órdenes que reciben de quienes les pagan. En ellos no hay valores, no hay principios, no hay decencia. La ley la tienen para violarla y mientras tanto los canales de televisión transmiten abiertamente pornografía sin control para los hijos; Noticias rojas todos los días donde la muerte te cobra la vida por un pinche trago de guaro; Pleitos de cuartería donde las familias se sacan las tripas o simplemente llaman a la sedición porque se creen intocables. La vulgaridad ahora es tan frecuente que los mismos periodistas o presentadores de programas la usan como si estuviesen hablando con un pandillero fuera de micrófono.
Ojalá que, en nuestro medio, donde abunda cada ignorante que cree que en la televisión o la radio se puede decir todo tipo de cochinada, de palabrotas y hasta de obscenidades, se comprenda que el sentido común es decente, que aún existe y que te pasa facturas tarde o temprano, porque ese sentido común del que hablo no gusta ni de odios ni de violencia y hoy se expresa abiertamente contra aquellos que después de todo lo hecho insisten en desbaratar el país pretendiendo además que lo agradezcamos.
Habrá quienes piensen, sobre estos conceptos, que estoy desvariando, pero la verdad es que requerimos una contra marcha para no estrellarnos con una ignorancia que nos está matando, que nos está extinguiendo y que nos plantea la inmensa interrogante de que si al paso que vamos seremos capaces de llegar al 2050 como planeta o especie porque llevamos un ritmo súper acelerado de destrucción.
Debemos reflexionar sobre estos temas por las generaciones que siguen. Sería doloroso heredar la cultura depredadora de la bestialidad humana que está acabando con la humanidad animal. Hasta hoy que nos encontramos con un planeta que está dando muestras de insuficiencia para sostenerse porque nos lo estamos hartando, no hemos hecho otra cosa que dar ejemplos nefastos de nuestros hábitos contra la naturaleza al extremo de atentar contra ella por diversión y eso va más allá del delito porque es un acto aborrecible ante los ojos de Dios.
Pareciera absurdo concluir que la especie animal es más noble que la especie humana. Nosotros matamos por diversión, lo hacemos a ultranza y cuando digo matamos es que asesinamos nuestros bosques, extinguimos la flora y la fauna y mientras esta parte hermosa de la naturaleza es asesinada por nuestras manos solo nuestra especie crece y se multiplica como una amenaza latente contra el planeta porque también hoy se traen hijos al mundo a los que después se mal crían o se abandonan a su suerte para que la supuesta tecnología los consuma y los haga indolentes o delincuentes.