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  • 14 mayo, 2019

LaTercera.com
Autor: Fernanda Rojas A.

El 19 de julio de 1979, cuando la Revolución Sandinista venció a la dictadura de Anastasio Somoza, el guerrillero Omar Cabezas estaba en León, su ciudad natal, donde conoció por primera vez a Daniel Ortega -entonces líder sandinista y actual Presidente de Nicaragua– y además se reencontró con Tomás Borge, uno de los fundadores del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

En esa época, Cabezas había pasado de ser un estudiante universitario, de apenas 24 años, a vestir el uniforme sandinista, con el que pasó cinco años combatiendo en las montañas y que inspiró su primer libro: La montaña es algo más que una inmensa estepa verde. Tras la victoria de Ortega y sus hombres, este exguerrillero de 69 años se convirtió en diputado y luego en procurador de DD.HH., cargo al que renunció en 2016 para pasar más tiempo con sus siete hijos.

En conversación telefónica con La Tercera desde Managua, Cabezas sostiene que la crisis en su país, desatada hace un año por una reforma social, es “una gran manipulación”, pero “no nos da pena reconocer que fue un error y pagamos los costos políticos”.

¿Cómo ha vivido este aparente retiro de la política en Nicaragua?

Me retiré de procurador de DD.HH., pero no del FSLN, ni de la revolución, ni de la lucha, porque si lo hiciera no seríamos revolucionarios. Quería reencontrarme con mi familia, pero si dejo de luchar no tendría sentido estar respirando.

El 18 de abril de 2018 en Nicaragua se desataron protestas contra una reforma social que dejó decenas de muertos, exiliados, presos. ¿Qué ha pasado desde entonces?

Un año triste. La revolución no ponderó bien la capacidad de la derecha de tomar el error de tiempo del sandinismo al enviar una reforma al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) sin explicar lo suficiente. Esto sirvió para que los norteamericanos, que siempre nos monitorean, orientaran a la derecha para confrontarnos. América Latina tiene que entender que fue una gran manipulación. Con las redes sociales y los medios de comunicación es fácil crear una realidad virtual y paralela. Los medios son las tropas. Subestimamos la capacidad virtual y se aprovecharon.

¿Los nicaragüenses están desencantados de Daniel Ortega?

Sí. Muchos nicaragüenses piensan que el Presidente Ortega debió haber hecho uso de la fuerza como respuesta. Muchos querían que el sandinismo respondiera a esta idea que tiene a los gringos a la cabeza con un genocidio. No nos da pena reconocer que fue un error y pagamos los costos políticos. Los sandinistas ya con experiencia también cometen errores tácticos, pero no estratégicos.

Entonces, ¿usted está de acuerdo con la postura del gobierno?

Por supuesto, con todo y errores.

¿Qué piensa de Ortega?

Daniel y yo somos la misma cosa, pensamos igual. Él es un poco más inteligente y experimentado, pero estamos de acuerdo en los aspectos más importantes de la revolución. Ortega es uno de los ideólogos y genios contemporáneos de los revolucionarios de América Latina que hizo navegar y sobrevivir un proyecto político, no en la teoría, sino en concreto, con gringos queriéndonos destruir.

En su primer libro usted agradece a Rosario Murillo ¿qué opina de la vicepresidenta y primera dama?

En lenguaje militar, Rosario Murillo es como tener un batallón de combate. Como familia nosotros no nos juntamos, no creo que ellos tengan mucho tiempo, pero cuando la historia se escriba, en unos 30 o 40 años más verán las maravillas del sandinismo, de cómo sobrevivimos a los trucos de los gringos y europeos.

¿Qué le parecen las comparaciones de Ortega con Anastasio Somoza?

(Risas) Eso es una infamia. Es algo muy burdo, porque es una mentira muy grande que si las personas no están informadas posiblemente lo creen. ¡Todavía no nos han podido joder los gringos! Hemos sobrevivido a los Presidentes de EE.UU. que nos han hecho la guerra a balazos. Vinieron y destruyeron fábricas, terrorismo.

¿Cómo recuerda la dictadura de Anastasio Somoza?

Primero, como cuadro estudiantil de la UNAN, nos tocó hablar con campesinos, obreros y gente de barrios humildes para insurreccionarlos y reclutarlos. Después la dirección política de la revolución me pidió subir a la montaña. Fueron los años más duros de mi vida desde el punto físico y porque nos estaban matando ¿Te imaginas a un muchacho flaco, joven, acostumbrado a andar en vehículos o en la calle, pasar a la selva? Una vez dije que había tomado la decisión equivocada, pero era el sentimiento de un citadino con ilusiones que no tenía ninguna característica del icono guerrillero como El Che o de otro revolucionario de América Latina.

¿Qué opina de la percepción de que Nicaragua es la nueva Venezuela de Centroamérica?

¡Eso es lo que ellos quisieran! Los fascistas vestidos de quien sabe qué, quisieran que aquí faltara comida para arrasarnos como lo están haciendo con Venezuela. ¿Dónde está la ONU y la OEA? Cuando están matando a ese pueblo.

¿Qué salida le ve a la crisis nicaragüense?

¡Es que aquí no hay crisis! Hay dos situaciones: una real y una virtual.

En una entrevista en enero usted dijo que “faltan episodios por venir”…

La lucha apenas está empezando. No es fácil estar confrontados con los dueños de la tierra que defienden con armas atómicas.

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