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  • 5 octubre, 2023

Cambio de Era exclama Cristo: Ego sum lux et veritas et vita!


| Edwin Sánchez (*)

El olvido anula o

modifica el pasado.

Jorge Luis Borge

Edwin Sánchez

Escritor

I

Escasean los Esculapios, los Eustaquios y los Hipólitos.

¿Con cuántos Severinos cuenta el país?

¿Pasarán de 15 los Anacletos? ¿Habrá un nuevo Cupertino? ¿Tendremos nacidos en 2023 que recuerden a San Simplicio y San Aniceto?

Ya no encontramos con frecuencia a una Encarnación, un Gregorio o un Eusebio. Sus hipocorísticos, Chona, de eco chorotega, Goyo, de reminiscente sonoridad náhuatl así como Chevo —italianos los dos últimos, el poderoso papa San Gregorio y el desterrado Eusebio—, se han ido perdiendo.

¿Alguien se ha topado con un Caralampio López el día de hoy?

No hay ningún Melchor en la palestra.

Los Dámasos ya no se encuentran como antes y últimamente a los Ciprianos no se les ve mucho.

Tal parece que los Jeremías no le harían sombra a los Jeremys ni los Oliverios competirían con los Olivers.

Ya no digamos las Juanas y las Julianas con las Joannas y las Julies.

Está definido, además, que el número de las Tomasas no podrá compararse con la reciente generación de Alisson, y que los padres en el siglo XXI prefieren a una Emily en casa que a una sencilla Emilia.

Las Hazels y las Scarletts predominan.

De Grace, ni hablar.

¿Qué puede hacer una Dorotea ante una Dorothy?

¡Oh!, el peso de las Sebastianas ya no impide que la báscula se incline a favor de las Rebbecas, Darlings y Marjories.

Se cuentan con los dedos de la mano las Elenas, no así las Helens…

Cada vez son más las Paolas que las Paulas.

Cuando uno ve que no hay un Pancracio a la redonda, pero sí más Kevins por kilómetro cuadrado que Ceferinos, llegamos a un punto y aparte de nuestra historia.

Sí, son nombres en vías de extinción.

Siglo pasado.

Lo que fue.

Allí están ahora Yaoska, Yolaina, Xochitl, Xilonem y Arlen; Joel, David, Lenin, Gerson, Samuel y Josué…

¿Qué está aconteciendo?

Bien se ve que las familias nicaragüenses, por sí mismas, se liberaron del Santoral.

Mas no solo se trata de una irrevocable canícula de nombres sacramentales.

Hay algo más que apunta el designio nacional hacia otras latitudes del espíritu: el coraje de ser nicaragüenses.

En principio, se ha alcanzado la primera de las libertades como nunca antes: El Gusto, que es una forma de elegir desde el zócalo de los sentimientos.

La Real Academia lo precisa con dos acepciones que parecieran definir a los nicas de esta centuria: “Propia voluntad, determinación o arbitrio”. Y “Facultad de sentir o apreciar lo bello o lo feo”.

Si la oligarquía y los mediopelos sacaban pecho por las horrorosas rotondas, fuentes, monumentos y otros “democráticos esperpentos de los 90-2006, la actual sociedad —que tiene muy afinado el buen gusto— quiere que las construcciones y resto de cosas se hagan con estilo.

De hecho, lo espléndido ya tiene el sello del hábito, según se aprecia en los Hospitales, Malecones, Parques, Miradores, Polideportivos, Estadios de Béisbol y Fútbol; Carreteras y Puentes a Desnivel.

La Patria de Benjamín Zeledón es una prueba del irrefutable aserto de Jorge Luis Borges, a quien no se le podría acusar de “populista”: “La belleza no es privilegio de unos cuantos nombres ilustres”.

Aunque algunos persistan con su fascista odio contra la soberanía de Nicaragua, lo verídico es que no hay ningún Tribunal del Sanguinario Oficio para darle a la Iglesia Católica una cucharada de su propia medicina medieval.

Los duchos en perseguir y exterminar credos y creyentes son otros de dilatado historial en la artesanía sofisticada de la agonía dosificada.

La Iglesia de las Siete Colinas se desacredita a sí misma, y no solo aquí, como bien dice Nicolas Betticher, sacerdote de la parroquia Bruder Klaus (Hermano Nicolás), en Berna. Hay miembros de la Conferencia Episcopal de Suiza que son agresores sexuales, aparte de seis obispos a los que acusó de encubrir casos de abusos contra niños.

“Desacredita completamente a la Iglesia. Y eso es lo que me preocupa, porque en esencia, las personas nos dicen: ‘Ya no queremos venir, nos vamos de la Iglesia’”, lamentó el honrado clérigo.

Hoy estamos ante una implosión de la tradición y de las coloniales verdades nada ciertas para los subyugados.

La partida de nacimiento, sin pila bautismal, de todo esto es la rebelión del silencio contra el estruendo de la pólvora que se oye al fondo del ruin método que aún perdura, 531 años después de la llegada de Cristóbal Colón: enredo, superstición y miedo.

Rebelión que acabó con el sibilino mandato del Código de Derecho Canónico 855, que facultaba la intromisión eclesiástica en el hogar: “Procuren los padres, los padrinos y el párroco que no se imponga un nombre ajeno al sentir cristiano”.

Nos estaremos, pues, despidiendo de los Toribios y de los Agapitos.

Hoy quedan solamente vestigios onomásticos.

Recuerdos…

No son pocos y pocas quienes decidieron recurrir a las leyes de los hombres para dejar sin efecto las “decisiones celestiales” de Roma.

Y escogieron su gracia, como otros que se bautizan jóvenes o adultos, por conciencia, no por obligación, cuando tiernitos no podían decidir, ni decir, ni incidir.

Volvemos a la mayor de las libertades: estar a gusto con su nombre, optar por su iglesia, filosofía o pensamiento. Y que el país elija SU PROPIO CAMINO, si es que salió del ominoso elenco de los destinos impuestos que representan —en el grotesco teatro de la “democracia”— el papel mojado de “república”.

En vez de pensar en un terrible plan para acabar con el catolicismo (el que las usa las imagina), bien sabido es que si algunas devociones no son tan decisivas en el ámbito individual de sus mismos profesantes —no confundir con practicantes—, menos que lo sean a escala social.

Por eso, la única manera de mantener la decadencia que personificaron con extrema fidelidad durante el fracasado Golpe de Estado de 2018 (lo que sea, de cada quien), era a través de la mentira y la violencia, hasta sumir al país en una forma desconocida de barbarie, como diría el finado Tomás Eloy Martínez.

Recordemos.

Desde hace cinco años no se conoce que alguna vez en la Historia hubiera una exagerada preferencia profana y beatona de tantos Caínes por autonombrarse Johny (estaba allí), y de Atilas por llamarse Benigno.

Y mientras los Pedrarias, los Contreras y las Vivianas de la colisión “cívica” y los “derechos humanos” —tras el genocidio al alimón con los “estudiantes” y “catedráticos” de la Facultad de Tranques— se hacían los Inocencio, Pilato y Cándida, el Episcopado de los Nerones, Torquemadas y Hitlers llameantes culpaban del Holocausto a los atormentados y asesinados, declarándose Gaspar, Melchor y Baltazar.

De remate, los Judas forever y las Bárbaras de toda la vida se apresuraban a disputarse, en los feudos desestabilizadores del oenegismo, los nombres de Justo Pastor y Angelita.

II

Puede que haya algún fiel descafeinado.

O devoto descremado.

Pero los que más abundan son los católicos defraudados.

Los “años de expresiones fingidas de aflicción” del clero, como dice el papa Francisco, pasaron la cuenta.

En mala hora, porque ya no hay prosélitos por decreto o dictados por la última reliquia del Imperio Romano.

La fe es asunto de cada quien, como ya bien lo entendía el General José Santos Zelaya, líder de la primera Gran Revolución de Nicaragua que terminó con el despótico Estado Parroquial.

Lo abominable aquí es que haya obispos y sacerdotes que negociaron su doctrina por 30 monedas a precio de sangre, traicionaron el ministerio confiado y perpetraron actos nefandos con la alevosía de los dados cargados, y la ventaja sin corazón de no renunciar a los símbolos, al anillo, la cruz pectoral, las mitras, las estolas, los báculos, y mucho menos al Alma Mater en su poder.

El Apóstol Pablo los describe perfectamente, al exhortar que el pueblo no de deje sorprender por semejantes santulones, “porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras” (2 Corintios 11:14-15).

Es que no es para cualquiera en este mundo…

Convertir un pequeño rebaño de aparentes ovejas en una rabiosa manada de lobos…

Inflarla con los anabolizantes de las patrañas, el terrorismo y las cizañas, porque solo así podía mostrar su “musculatura” la mayoría postiza, inventada directa y fascistamente por tres obispos y una sola Universidad.

Elevar a sacrificio —Dios sabe a quién— la carnicería pastoreada por el MALEDICTO CAMPUS y los “profetas” de la teología de la destrucción.

Que el Doble Goebbels de “la resistencia” jesuita exigiera, para una sola tarde, lo que ni siquiera se imaginó ni se propuso perpetrar la Dinastía de los Somoza a lo largo de sus 45 años en el poder: tres millones de muertos —la mitad de la población total de Nicaragua—, “y no importan cuántos muertos más hayan”.

Sabemos que hay perversas maquinaciones humanas, pero lo de 2018 era de otra manufactura.

Muy claro fue Jesús cuando enseñó que “por sus frutos los conoceréis”.

Y aquí, el aire puro y libre de Nicaragua quedó impregnado de una fetidez inmoral y mortal, emanada de los frutos podridos, cuyo penetrante hedor confidencial ya no pudieron atenuar más ni la verde marmaja del exterior ni el incienso del interior.

Arrasaron con furia los 10 Mandamientos, sobre todo el V y el VIII.

Embelesados por los crímenes de lesa humanidad cometidos, les añadieron más capítulos infames a los anales demoníacos de la Santa Inquisición, con hogueras y mártires incluidos: Francisco Arauz Pineda, Gabriel de Jesús Vado y Cristian Emilio Cadena, quien defendió la casa del Centro Universitario de la UNAN-León, CUUN, el 20 de abril de 2018.

Quisieron descarrilar la Convivencia Ciudadana y exhibieron un imperial irrespeto a la Constitución.

Atropellaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos y hundieron la economía.

Por algo Napoleón les dejó este identikit para la posteridad:

Los jesuitas son una organización militar, no una orden religiosa. Su jefe es el general de un ejército, no el mero abad de un monasterio. Y el objetivo de esta organización es Poder, Poder en su más despótico ejercicio, Poder absoluto, universal, Poder para controlar al mundo bajo la voluntad de un solo hombre (El Superior General de los Jesuitas). El Jesuitismo es el más absoluto de los despotismos y, a la vez, es el más grandioso y enorme de los abusos”.

No es raro su avasallante participación en 2018, cuando por todos los medios ansiaron recuperar la subordinación servil de Nicaragua al colonialismo.

El estudioso Jonathan Wright dijo que los jesuitas “intervinieron en la creación de los imperios coloniales”, y “Durante casi cinco siglos mantuvieron una presencia turbulenta e influyente en la historia mundial” (Andina Agencia peruana de noticias).

En Bolivia, cerca de 20 exalumnos acaban de denunciar la aberración de no pocos jesuitas. Solo uno de ellos agredió sexualmente a 85 menores en los años 70.

La Iglesia Católica tomó larguísima distancia: los “delitos que pudieran haber cometido algunos jesuitas son de íntegra responsabilidad de ellos mismos”.

Por supuesto, la Compañía ocultó los crímenes, protegió por cincuenta años a los victimarios y le valió la tragedia de los bolivianitos, algo ya común de un comportamiento que data del siglo XVI, el cual mostraron en nuestro país, tras la intentona del Golpe: hacerse “las víctimas”.

Sin embargo, la Ley es la Ley en Washington, Bruselas, La Paz o Managua.

Y en Nicaragua ningún cristiano fue capturado, llevado a juicio y sentenciado por cumplir con el amarás al prójimo como a vos mismo.

III

El colofón del monopolio religioso es anterior a 2018.

Tal vez, por la desesperación de algunas “inmaculadas” soberbias, los tranques terminaron siendo su “más genial” epitafio.

Hoy estamos ante un cambio de paradigmas.

Porque no solo se trata de dejar el calendario católico, de abandonar una iglesia por otra: es también eliminar del alma nacional el conformismo, la subestimación y el malinchismo inoculados en el transcurso de los siglos.

Es cerrar el ciclo del enaltecimiento de la abyección que abolió el desarrollo de Nicaragua: que para llegar a mandar en cualquier lugar, había que vender la patria o el alma al diablo, o los dos al mismo tiempo, como procedieron, literalmente, los que por años incubaron el fracasado Golpe de Estado.

Es pasar de la ausencia moral de la Banana Republic al Decoro Patrio de tener presencia en el mapamundi a como Dios manda.

De un país reducido por las oligarquías a “paisito” —conforme a la medida de su mediocre conducción que cercenó la Geografía y arruinó la Historia— a la Patria Grande de agregarle 75 mil kilómetros cuadrados de Mar Caribe al Mapa…

Y eso sin contar la histórica integración de la Costa con el Pacífico, y Río San Juan y Sapoá con todo lo que se llama Nicaragua.

De un lago degradado a cloaca desde los años 20 del siglo XX, y una capital sin ciudad, ni centro ni rumbo —provocado más por los desastres muy naturales del fallamiento oligárquico libero-conservador que por excusas telúricas— a repristinar la otrora Leal Villa de Santiago, con el esmero creativo del Comandante Daniel Ortega y la escritora Rosario Murillo: devolverle toda su Gloria Lacustre a la Managua del Xolotlán.

De trochas, caminos intransitables y callejones sin salida a los pobres, a rutas educativas en el campo y vías de circulación de primer mundo.

De latifundistas infructíferos a eficientes productores y trabajadores rurales —campesinos, inversores, cooperados, ganaderos, tabacaleros, porcinocultores, avicultores, apicultores…— que con sus propiedades y labores garantizados por las leyes, son protagonistas de la seguridad económica y agroalimentaria del país, pues como bien se leía en una pegatina, sin finqueros no hay gallopinto.

De los insalubres nosocomios a Megahospitales.

De los años del candil y del 66% de la nación apagada en cuerpo y alma —por influencias negativas de la Flor y Nata del Atraso— a casi el 100% de pura energía de la positiva en todo el territorio.

Visión y Misión Histórica.

Nicaragua ya dejó de pertenecer a la uniformidad dogmática de la élite gazmoña y todo lo que nos deparó el 12 de Octubre: el Paquete España (aparte de los aviones mortíferos, tanques, vehículos militares, bombas, ametralladoras y municiones enviados a Somoza por el régimen de La Moncloa a través de Motor Ibérica en 1977-78): cultura de resignación y desintegración; subdesarrollo, exclusión, racismo, oscurantismo, miseria…

La subalternidad, pues…

Eso que señalan como “la voluntad de Dios” para Nicaragua, y que debemos obedecer por los siglos de los siglos amén, so pena de guerras, castigos, bloqueos, calumnias, embargos, Golpes de Estado, envenenadas campañas mediáticas, sanciones…

“Voluntad” que a partir de 1522 se impuso a sangre y fuego con la cruz y con la espada, cuando Gil González llegó a “bautizar” al pueblo del Cacique cuyo nombre reivindicó el recordado escritor Fernando Silva: Macuil Miquiztli.

El teyte de la primera población nativa “descubierta”, conocido en la historia como Nicarao, sospechó de una religión que llegaba a caballo, con el azufre de sus bombardas por delante y con la avidez sin límite de los bienes terrenales de invasores y frailes por detrás.

Coincidencia o no, lo cierto es que el legítimo nombre del líder filósofo, por cuya región se designó Nicaragua a la Patria de Augusto César Sandino, presagiaba aquel desencuentro total.

Al no ser bautizado como “cristiano debidamente” y rebelarse, tampoco le fue reconocida su identidad náhuatl: Macuil equivale a Cinco y Miquiztli, Muerte.

En la cosmogonía azteca significa Cinco Muertes o Quinto Sol.

Cinco Eras con la venida de los españoles.

Como ahora, una nueva época columbrada por los nombres, por lo inédito, por valores, por la monumental y expansiva transformación de toda la infraestructura nacional, pero sin expedicionarios de la crueldad ni agrisados prelados de la atrocidad.

Un Cambio de Era, en clave de Sol que no declina: Cristo.

Jamás el sanedrín del pasado estará de acuerdo con el presente de todos.

Peor que tolere la instalación del Porvenir más humano que ya vive Nicaragua

No soportan que desde 2007 esté en marcha la mayor Revolución de la Dignidad desde la constitución del país, cuyo liderazgo se entregó al descomunal trabajo de emplazar los cimientos de lo que ninguna vez los invertebrados de la Calle Atravesada en la Historia, la oligarquía y sus gamonales del Ejecutivo hicieron en sus casi dos siglos de ineptitud hegemónica: construir el prestigio del Nicaragüense.

Era de Luz, Vida y Verdad….

El Señor que concedió a Nicaragua el privilegio de que Rubén lo proclamara hace 109 años: el Arte Puro de la Humanidad para llegar a Dios.

Jesús, que exclama: Ego sum lux et veritas et vita!

¡Yo soy la Luz, la Verdad y la Vida!

 

 

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