De enigma a modelo – El desarrollo euroasiático
Por: Stephen Sefton, 20 de octubre 2024
Todas las variedades del pensamiento supremacista norteamericano y europeo, sea fascista, socialdemócrata o progresista neocolonial, comparten el prejuicio que son moral y culturalmente superiores a los pueblos del mundo mayoritario. Es una visión perniciosa que ha perdurado durante los siglos del genocida dominio mundial del Occidente, pero ahora se desmorona ante la realidad del declive del poder norteamericano, más que todo, relativo a un mundo mayoritario que ahora tiene suficiente poder para insistir en su independencia y soberanía. Ante esta realidad, los habituales prejuicios occidentales tienen matices diferentes con respecto a las regiones de África, América Latina y Asia. En el caso del continente eurasiático, el desdeño racista de las élites gobernantes occidentales se mezcla con su profundo temor del inigualable potencial productivo de la región y su insuperable ventaja poblacional y territorial.
Al inicio de los tiempos coloniales hace quinientos años, un pequeño país insignificante como Portugal, por medio de su superior tecnología marítima y militar y su astucia política en la región del Océano Indico, podía infligir derrotas humillantes contra los grandes imperios musulmanes al inicio del Siglo 16. La superioridad tecnológica era la base del desarrollo del dominio mundial de los extensos imperios de países relativamente pequeños, como los de Europa y, más tarde, Japón, hasta las grandes guerras mundiales del siglo pasado. Luego, el poder financiero y económico norteamericano y europeo permitió establecer el andamiaje del dominio neocolonial de que la Organización de las Naciones Unidas ha sido la principal institución..
El pecado original y la falla fundamental de la Organización de las Naciones Unidas es que se fundó con la forma superficial de una entidad multilateral, cuando en verdad su esencial razón de ser fue de legitimar el nuevo orden neocolonial dominado por las élites norteamericanas y sus socios europeos. Esta realidad, la cual no ha cambiado en más de 75 años, es el perverso fondo siniestro del genocidio sionista en Palestina y el Líbano, facilitado plenamente con armas, ayuda económica y apoyo diplomático por los gobiernos occidentales. Es una realidad que significa que las nuevas estructuras multipolares como el grupo de países BRICS+ y la Organización de Cooperación de Shanghai de hecho y con una lógica implacable asumirán el liderazgo del desarrollo de una nueva gobernanza mundial.
Lo más probable es que, a pesar de la voluntad de reformarla y las buenas intenciones de los líderes del mundo mayoritario, la ONU seguirá siendo meramente un espacio para la discusión quizás con algunas facultades para formular recomendaciones. Y puede ser que seguirá actuando como una fuente del desarrollo del derecho internacional, lo cual nunca ha sido capaz de hacer cumplir. Es muy probable que su desplazamiento hacia todavía mayor irrelevancia va a ocurrir durante los próximos cuatro o cinco años, cuando los Estados Unidos norteamericanos y sus países satélites enfrentarán las secuelas socio-económicas y políticas de la categórica derrota estratégica militar y económica que les espera en Ucrania y en Asia Oeste. Suponiendo que se evita la destrucción mundial en una guerra nuclear, serán los países del mundo mayoritario con suficiente poder militar y económico para hacerlo, que harán cumplir las normas internacionales de la no agresión y la no intervención que la ONU ha sido totalmente incapaz de defender.
Mientras la cumbre de los países del BRICS+ enfoca la atención del mundo en esta semana, la columna vertebral de su estructura inherentemente antiimperialista ha sido el trabajo durante más de veinte años de los países eurasiáticos en la Organización de Cooperación de Shanghai. El pasado 15 y 16 de octubre, la OCS tuvo una cumbre de sus jefes de gobierno en Islamabad, ciudad capital de Pakistán. Antes, en el pasado mes de julio, hubo la cumbre de sus jefes de Estado, durante la cual Bielorrusia se incorporó a la organización. Con su nueva configuración, la OCS tiene 10 países miembros, 2 países observadores y catorce países contrapartes en diálogo, incluyendo casi todos los países del mundo árabe.
El poder militar y la capacidad productiva de la Federación Rusa y la República Popular China ha permitido a la OCS desarrollar los ejes de una nueva era de relaciones internacionales que son centrales para el futuro desarrollo exitoso de los países BRICS+. Desde la perspectiva occidental, se trata de un evolución incómoda e inesperada de la región eurasiática después de haber sido siempre una región enigmática que la cultura europea y norteamericana jamás ha podido valorar correctamente en todas sus dimensiones. La OCS ha sido de central importancia para impulsar un modelo innovador de las relaciones internacionales de respeto mutuo y buena fe que desplaza el sistema de relaciones internacionales dominadas por la fuerza bruta, la mala fe y la extorsión mafiosa de las sádicas, hipócritas élites norteamericanas y europeas y sus criminales gobiernos.
En 2018 el Presidente Xi Jinping de la República Popular China dijo de la OCS “hemos forjado una asociación constructiva caracterizada por el no alineamiento, la no confrontación y el no planeamiento contra terceros. De esta forma hemos sentado un importante hito en las teorías y prácticas de las relaciones internacionales, creado un nuevo modelo para la cooperación regional y hecho nuevas contribuciones a la paz y el desarrollo en nuestra región… La gran vitalidad y enorme fuerza de cooperación que posee la OCS se debe fundamentalmente a que esta Organización ha planteado de manera creativa y practicado consecuentemente “El Espíritu de Shanghai” y ha propugnado la confianza mutua, el beneficio mutuo, la equidad, la consulta, el respeto por las diversas civilizaciones y la búsqueda del desarrollo común. Este espíritu que trasciende obsoletos conceptos como el choque de civilizaciones, la mentalidad de Guerra Fría y el juego de suma cero, ha abierto un capítulo completamente nuevo en la historia de las relaciones internacionales y ha obtenido un creciente reconocimiento por parte de la comunidad internacional.”
Aunque las y los dirigentes y funcionarios de los países del BRICS+ repiten reiteradamente que este grupo de países del mundo mayoritario no está dirigido contra los países del bloque occidental, por supuesto de manera inherente lo es. Cualquier iniciativa en el mundo fuera del control de Estados Unidos norteamericanos y sus principales satélites como Alemania, Australia, Francia, Japón o Reino Unido amenaza el dominio internacional del Occidente. En el caso de los países del BRICS+ las élites gobernantes occidentales pueden ejercer su influencia indirecta en los países susceptibles de este grupo por medio de su habitual extorsión, soborno y chantaje. Siempre hay facciones pro-occidentales en los centros del poder en países como Arabia Saudita, Brasil, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, la India, Pakistán o Sudáfrica.
En cambio, la razón de ser de la Organización de Cooperación de Shanghai tiene sus orígenes en la lucha contra la desestabilizacion deliberada y el terrorismo extremista fomentado en los años 1990s por Occidente contra Rusia en Chechenia, contra sus países vecinos de Asia Central y contra China en la región autónoma de Xinjiang. Ahora, la gama de cooperación entre los países de la OCS se ha extendido mucho más allá de la lucha anti-terrorista o contra el crimen organizado, especialmente en el ambiente económico y tecnológico. La declaración final de la reciente cumbre de jefes de gobierno en la ciudad capital de Pakistán enumeró decenas de puntos de cooperación que cubren todos los aspectos de la vida nacional de los países miembros.
Vale la pena revisar los puntos principales de la cumbre de la OCS en Islamabad, porque en efecto se trata de una plantilla para las decisiones a ser formalizadas en la cumbre del grupo de países BRICS+. Lo más fundamental de la declaración de la OCS es el imperativo de asegurar “el reforzamiento de los principios de el respeto mutuo por la soberanía, independencia e integridad territorial de los Estados, la igualdad, el beneficio mutuo, la no injerencia en los asuntos internos, el no uso de la fuerza o la amenaza del uso de la fuerza son la base para el desarrollo sostenible de las relaciones internacionales. Reafirman el compromiso con la solución pacífica de diferencias y disputas entre países a través del diálogo y las consultas”.
Los países de la OCS ven estos principios como la base de “una visión común de la idea de crear una comunidad de destino común de la humanidad y el desarrollo del diálogo sobre la idea de ‘Una Tierra. Una Familia. Un Futuro’ “. En términos de la consolidación de la región eurasiática, la declaración apoya mayor integración entre la Unión Económica Eurasiática y la iniciativa de la Franja y Ruta de la República Popular China. También nota de manera positiva el interés en promover mayor Asociación Euroasiática con la participación de la OCS, la Unión Económica Euroasiática, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático además de otros Estados interesados y asociaciones multilaterales.
La declaración rechaza de manera explícita y categórica el uso de las medidas coercitivas unilaterales y afirma la importancia de adherir a las normas de la Organización Mundial de Comercio. Confirma que se ve como un imperativo mejorar los mecanismos para aumentar el uso de monedas locales para cancelar transacciones comerciales transfronterizos. Afirma la importancia de “perseguir el crecimiento económico sostenible e inclusivo de los Estados Miembros optimizando el potencial de la región en áreas como desarrollo ecológico, economía digital, comercio, comercio electrónico, finanzas y banca, inversión, alta tecnología, nuevas empresas e innovación, alivio de la pobreza, atención médica, incluida la medicina tradicional y popular, agricultura, industria, transporte, conectividad logística, energía, incluidas las energías renovables, comunicaciones, ciencia y tecnología, medio ambiente y cambio climático.”
Específicamente, la declaración reporta la dinámica positiva en el desarrollo de la cooperación aduanera en el espacio de la OCS, el fortalecimiento de las cadenas logísticas y el combate al contrabando. Alienta mayor integración en las políticas de desarrollo industrial, tecnologías digitales y cooperación energética, especialmente en las energías renovables. En el aspecto de gobernanza y administración, la declaración promueve mejorar los procesos de cooperación en las políticas y práctica de auditoría, en los incentivos a la inversión y las políticas anti-monopólicas, de coordinación entre los sistemas bancarios de los países miembros y mayor armonización en la recopilación de estadísticas.
La cumbre de la OCS también enfatizó la necesidad de priorizar iniciativas de transporte para lograr mayor interconectividad entre los países miembros, especialmente las conexiones ferrocarriles. Se acordó implementar varias iniciativas prácticas para combatir los efectos del cambio climático y para mejorar la coordinación en temas de la salud publica, especialmente la epidemiología. La declaración de la cumbre también reportó acuerdos para priorizar la reducción de la pobreza; aumentar la soberanía y seguridad alimentaria; promover políticas y mecanismos para defender las culturas, valores y tradiciones de los pueblos de la región y para aumentar los intercambios deportivos. En relación a las políticas de educación, ciencia y tecnología, la cumbre acordó aumentar la cooperación regional en todos los niveles, especialmente al nivel universitario
China presidirá la OCS para el próximo período durante 2025. Las reiteradas declaraciones del Presidente Xi Jinping y de las y los voceros de la República Popular China hacen evidente que la visión de China, igual que la visión político cultural y espiritual de la Federación Rusa, ha aportado muchísimo a los preceptos y principios enunciados en las cumbres de la OCS para el desarrollo de la enorme región eurasiática. Pocos días antes de la cumbre de jefes de gobierno de la OCS, el presidente de la Federación Rusa Vladimir Putin asistió a la reunión plenaria del foro internacional “Interrelación de Tiempos y Civilizaciones – Base de la Paz y el Desarrollo” en la ciudad de Ashgabat en Turkmenistán .
Allí, el Presidente Putin dijo, “Está surgiendo un nuevo orden mundial que refleja la diversidad del mundo. Este proceso es inevitable e irreversible….Los poderosos centros emergentes de crecimiento económico, influencia financiera y política son cada vez más evidentes, particularmente en el Este Global y el Sur Global en general. Estos centros de reciente creación se comprometen a preservar y fortalecer su soberanía e identidad sociocultural, al tiempo que persiguen un desarrollo armonioso de acuerdo con sus tradiciones y basado en los intereses nacionales…Las naciones mayoritarias mundiales, de las que forman parte tanto Rusia como todos los demás países que participan en este foro, abogan por una distribución más equitativa de la riqueza y la democratización constante del panorama internacional. Creemos firmemente que la paz universal y el desarrollo integral solo pueden lograrse si se tienen en cuenta las opiniones de cada nación y se respeta el derecho de cada Estado a tener su propia política soberana, cosmovisión, tradiciones y creencias religiosas.”
Estas palabras reflejan prácticamente el mismo pensamiento expresado por el Presidente Xi Jinping quien dijo en su discurso a la cumbre de jefes de Estado de la OCS en 2018 “Ante la nueva situación mundial de gran desarrollo, reforma y reajuste, para seguir promoviendo el progreso de la civilización humana, hemos de mirar a lo lejos, desde gran altura y comprender y dominar correctamente la tendencia global y las corrientes de nuestra era. Aunque hoy en día siguen existiendo el hegemonismo y las políticas de fuerza, no se puede acallar las voces por promover un orden mundial más justo y razonable. La democratización de las relaciones internacionales se ha convertido en una imparable tendencia en nuestra época. A pesar de la constante aparición de amenazas convencionales y no convencionales a la seguridad, las fuerzas defensores de la paz vencerán finalmente a las perversas, puesto que la seguridad y la estabilidad corresponden a la aspiración de los pueblos”
El reto de la cumbre de los países del grupo BRICS+ es si puedan estar a la altura de realizar esta visión desarrollado durante más de veinte años por la Organziación de Cooperación de Shanghai y proyectarlo en una escala que cubre todo el mundo mayoritario. En estos días, en un intercambio con medios de los países BRICS+, el Presidente Vladimir Putin comentó “¿Qué diferencia a los BRICS de muchas otras organizaciones internacionales? Los BRICS nunca tuvieron la intención de ser creados en oposición a nadie. El Primer Ministro de la India lo expresó mejor. Dijo que los BRICS no son una alianza anti-Occidente; simplemente es no occidental. Esta distinción es muy importante y tiene un gran significado. Es decir, los BRICS no se oponen a nadie. Es un grupo de países que trabajan juntos, guiados por valores compartidos, una visión común para el desarrollo y, lo que es más importante, por la consideración de los intereses de los demás.”
Hay muchas expectativas de la cumbre esta semana de los jefes de Estado de los países BRICS+ en Kazan, Rusia. Las autoridades rusas han enfatizado que esperan poder facilitar la integración de los nuevos miembros en todos los mecanismos de cooperación bajo la lema del “Fortalecimiento del Multilateralismo para el Desarrollo y la Seguridad Global”. Se espera importantes avances en los aspectos de la seguridad común, la economía y las finanzas, además del desarrollo de los vínculos culturales y humanitarios. Y el gobierno ruso confirma que la cumbre se dirige a asegurar el crecimiento socio-económico y el desarrollo sostenible con el fin de mejorar el bienestar y la calidad de vida de los poblaciones de los países miembros de BRICS+.
En las palabras del Presidente Xi Jinping, “Los países BRICS deben defender con firmeza la equidad y la justicia internacionales, enarbolar la bandera del multilateralismo, defender los propósitos y principios de la Carta de la ONU… es necesario propugnar el concepto de la seguridad común, integral, cooperativa y sostenible, resolver las diferencias a través de negociaciones y consultas, oponerse a la interferencia en asuntos internos, así como a las sanciones unilaterales y a la jurisdicción de brazo largo, todo ello con el fin de formar un entorno de desarrollo de paz y estabilidad.”
Hay que esperar que las y los dirigentes del grupo de países BRICS+ pueden en su conjunto, hacer una realidad práctica y concreta de la clara visión elaborada por los presidentes de la Federación Rusa y la República Popular China. La integración de nuevos países con diferentes grados de compromiso con esa visión, necesariamente va a diluir y debilitar la implementación de diversos aspectos del trabajo por venir. Las experiencias del Nuevo Banco de Desarrollo y del Arreglo de Reserva Contingente sugieren que, especialmente en el área de las finanzas y la inversión , sera muy difícil llenar todas las expectativas de todos los países miembros y los países que quieren colaborar con el sistema de BRICS+. Además, por supuesto, los países occidentales no quieren el avance y consolidación de una esquema que no controlan.
Las élites occidentales esperan ver hasta que punto van a poder cooptar los diversos diferentes elementos dentro de las clases gobernantes de los países integrantes del BRICS+ para poder deformar su desarrollo exitoso. Su método preferido siempre ha sido promover la desestabilización y la guerra, como es evidente de su larga historia de intervención armada y su apoyo al terrorismo y extremismo alrededor del mundo. Quizás, antes de poder avanzar con pasos más firmes, el modelo de los países BRICS+ tendrá que esperar la categórica derrota estratégica del Occidente que probablemente va a ocurrir en los próximos cinco años en Ucrania y el Asia Oeste. Ciertamente, Occidente es demasiado tarde para debilitar la estrecha alianza entre la Federación Rusa y la República Popular China y el modelo de la OCS en la región eurasiática, lo cual el despiadado terrorismo y persistente agresión del mismo Occidente impulsó hace más de veinte años.