• Por admin
  • 1 noviembre, 2022

De Nicaragua solo vida y paz a Estados Unidos


“Porque nada podemos contra
la verdad, sino por la verdad”.
II Corintios 13:8

Edwin Sánchez

I

El escenario de la protesta fue una calle de Washington.

Y allí no quedó ni la huella derretida de una sola llanta de triciclo infantil en el pavimento.

No fueron a desafiar a las autoridades.

Se trataba de una manifestación sin asalto a la policía, sin vandalismo y sin terrorismo.

Sus organizadores no pretendían paralizar a Estados Unidos con tranques armados.

No eran activistas del odio.

Una concentración demasiada cívica para el peculiar gusto de John Bolton y congéneres.

Los participantes llegaron a sentarse con sus pequeños carteles en las inmediaciones de la Corte Suprema de Justicia, el 20 de julio de 2022.

El dato podría ser irrelevante, pero nadie bien equipado de saña, que supure rencores incurables y planifique perversidades pródigamente financiadas desde el exterior, con el objetivo de precipitar la caída de un gobierno, sale únicamente de su casa a tomar asiento en la vía pública, en pleno sol de verano, para dejar bien “sentada” su protesta.

Obvio, no iban en pie de guerra.

Reclamaban, desde su manera de ver, un derecho.

Y dieron un buen testimonio de civismo, no de cinismo como otros demonios en Nicaragua, donde confirmaron que su Diccionario de Valores Patas Arriba no es el vocabulario de la tierra de Rubén Darío, porque para ellos:

Incitar a la violencia es “paz”.

Torturar y ultrajar ciudadanos en los tranques es promover los Derechos Humanos.

Matar, “justicia”.

Destrozar la nación, “amor a la patria”.

Intentar demoler el orden jurídico, “libertad”.

Obstaculizar y sabotear el desarrollo económico y social inclusivo para que la calamidad devaste a la nación, “proteger al pueblo”.

Obedecer los dictados de algunas metrópolis, “democracia”

Demandar la intervención foránea, “defensa de la soberanía nacional”.

Las damas, y otros que se sumaron en esa arteria de Washington, expresaban así su rechazo a una decisión judicial.

Y por los resultados de esa demostración, no había un solo sicópata a la redonda, ni entre sus convocantes andaban sociópatas de cuello blanco o clerical.

No rasguñaron a ningún agente, ni azuzaron a la gente lanzarse sobre la Casa Blanca para linchar a sus ocupantes, como lo quisieron hacer los “pacíficos autoconvocados” en Nicaragua. Es que en su afán de alcanzar el poder sin un solo voto, hace cuatro años, los extremistas de ultraderecha vociferaron sus inhumanos cálculos.

Como si se tratara de un maratón olímpico, los azuzadores trazaron una meta tan horrenda como sus averiadas almas: aunque “perezcan 300-400, pero están acabados”.

Los convocantes a esa suspirada jornada de horror, por supuesto, no hablaron en primera persona.

El pueblo nicaragüense no hizo caso a estos “líderes” demenciales que ni el somocismo alardeó en sus filas, y eso ya es mucho decir.

En Nicaragua las multitudes no prestaron atención a los endemoniados. Y en vez de caer el Gobierno Sandinista, más bien todo su montaje se desmarimbó junto con ellos.

Al caer de la nube en que andaban, diría el filósofo Cornelio Reyna, desorientados de siglo y con el corazón extraviado en los meandros de la ruindad, solicitaron sin ningún sonrojo que jóvenes estadounidenses vertieran su sangre por ellos en suelo nicaragüense.

Sí, los “demócratas” que nunca fueron capaces de contar con boletas electorales a su favor, querían que otros pagaran, con sus tempranas vidas, sus boletos inmorales al poder.

Apremiaron “una salida a la Noriega”.

“Una masiva invasión de marines”.

Que llegaran “portaviones US”.

Y cualquier otro tipo de barbaridad que se les ocurriera en grado de atrocidad.

Tal era “la protesta pacífica” invocada rabiosamente desde emisoras radiales y televisivas, más redes sociales, en un país “sin libertad de expresión”.

En Washington, durante la referida manifestación, no arrasaron con la propiedad pública ni privada.

Ni por la mente se les pasó saquear ni incendiar el edificio neoclásico del Templo de la Justicia.

Nadie levantó una barricada.

Nadie se parapetó armado, mucho menos que ahí sometieran a algún policía o civil, a un brutal suplicio para después quemarlos vivos con la venia, “bendición” y complicidad de los implacables báculos del Lucero de la Mañana.

En los alrededores de la Corte no había pirómanos, ni “divinos” ni mundanos.

No encubrieron oportunistamente su protesta con la bandera de las barras y las estrellas, sino con una modesta pañoleta verde.

No se tomaron ni una sola manzana del Distrito de Columbia.

No fueron a buscar, perseguir y agredir salvajemente a los jardineros, personal de limpieza, empleados y funcionarios de la Corte, mucho menos acosar a familiares, esposos o esposas, hijos y nietos de los magistrados.

No mataron a 22 policías (hay que recordar el dato de Nicaragua), ni hirieron de gravedad y con lesiones permanentes a más de 300 agentes.

No estaba ningún obispo envalentonado afilando, a diestra y siniestra, asperezas diabólicas.

Los manifestantes no lastimaron a nadie. 

Pero fueron capturados.

Ninguna potencia los declaró “reos políticos”.

La prensa venal no los elevó al barroso pedestal mediático de “perseguidos políticos”.

Hasta la ficción tiene sus límites honorables.

La Ley es la Ley.

II

“Detuvimos a 35 personas por obstruir el tráfico”, comunicó la policía.

La Policía expuso sus motivos, previamente a los arrestos: “Es contra la ley bloquear el tráfico…”. Y dieron las advertencias de rigor.

Si solamente impedir el fluido vehicular por un rato en Washington es penado y obliga a la policía a mantener el orden, ¿qué tal si hubieran repetido la barbarie de 2018 en Nicaragua?

¿Cómo hubieran actuado las autoridades de Estados Unidos si “reclamantes” saturados de infierno prenden en llamas edificios estatales y privados con empleados adentro, y por si fuera poco, obispos descarriados exigen la rendición del Gobierno Constitucional?

¿Y cómo reaccionarían el FBI y la CIA si algún gobierno extranjero estuviera detrás de los “pacíficos manifestantes”?

En Nicaragua, durante tres meses, se articuló un Golpe de Estado en toda la línea. Nada que ver con lo que pasó cerca de la Corte Suprema de EEUU.

No en balde un asesor del expresidente Donald Trump, presumió ante CNN: “Puedo decir que (un Golpe de Estado) requiere de mucho trabajo”.

III

Nicaragua jamás le ha provocado a Estados Unidos ni un segundo partido por la mitad de lo que le ha tocado padecer “a través de las páginas fatales de la historia”: casi un infinito 6 de enero, pero colmado de abominaciones mayores y caudales de sangre.

El Viacrucis de EEUU en 2021 fue de apenas 180 minutos, pero inéditos a lo largo de sus 245 años de Libertad.

Y una Independencia a todo dar. De lujo y para la exportación: el modelo de las soberanías intocables.

Mas Nicaragua, y sus mejores hijos e hijas, desde los tiempos de José Dolores Estrada, Benjamín Zeledón y Augusto César Sandino, también han luchado por mantener la Independencia con la dignidad que se merece.

Esta labor territorial no significa ninguna declaración de guerra a nadie.

No se trata de una soberanía del tipo ensanchable que ponga en peligro la seguridad nacional de ningún país.

Es la condición del más alto nivel del nicaragüense frente a la bajeza de vender la patria. Una deleznable felonía premiada en el bajo mundo de los antivalores con aplausos presupuestados y salivales títulos de “demócratas”, “líderes del pueblo”, “voces independientes”…, que nunca podrán pegarse a la realidad nacional. 

Miserias que no se encuentran, vale decirlo, entre los buenos compatriotas de Emerson.

Y desde su fundación, en el siglo XVIII, la Unión Americana es…

País virgen de filibusteros y de las arrogancias de Nicaragua.

País que no conoció usurpadores procedentes del sur de Nicaragua que la asolaran en 1856, y llegaran a nombrar de “Presidente” al jefe de la expedición mercenaria, para ser inmediatamente reconocido por Managua.

País donde ningún Carlos Potosme, de Nicaragua, incendió nada, mucho menos que se imaginara escribir sobre las ruinas humeantes de la Gran Manzana, el sulfúrico rótulo: “Here was New York”.

País sin invasiones de los marines de Nicaragua.

País sin ocupaciones de tropas de élite nicaragüenses.

País sin golpes de Estado respaldados por Nicaragua.

País sin una Nota Zelaya para expulsar al Presidente William H. Taft.

País al que nunca la Loma de Tiscapa le inventó ningún pretexto para que su jauría de presa, o la mal llamada “prensa”, prologaran con sus textos deshonestos que Nicaragua prolongara su desmedido poder extraterritorial al norte del Río Bravo.

País que nunca vio a un tal Francisco Calero, Brigadier General del Ejército de Nicaragua, como Presidente de la Junta Nacional de Elecciones, para garantizar unos “comicios justos, libres y transparentes” en 1928, y en ninguna otra época.

País sin ningún embajador nicaragüense convertido en procónsul de facto, dictando órdenes a Washington de lo que debía o no hacer.

País que nunca experimentó un bloqueo militar y económico por parte de Nicaragua. País al que nunca Nicaragua le inventó un General de Cinco Estrellas para ungirlo como Presidente For Ever.

País que nunca recibió de Nicaragua el trágico regalo de una Guardia Nacional y todo el chunchero de “caricias” para Garandtizar los derechos del Hombre y la búsqueda de la felicidad de su familia.

País sin una dictadura militar de 45 años, desovada, protegida y armada por Nicaragua.

País al cual ningún Jefe de Estado, por sus servicios prestado a Nicaragua, “alabó” al Presidente Franklin Delano Roosevelt con la trágica frase:

“He may be a son of a bitch, but he’s our son of a bitch”.

País que nunca registró en su historia ni las sospechas de un derrocamiento fraguado, respaldado, financiado y bendecido por la Agencia de Desarrollo Mundial de Nicaragua.

País que no conoció qué eran, qué significaban, que arrebataban, que causaban y qué desgracias pudieran acarrear al pueblo norteamericano las sanciones de Nicaragua.

País al que Nicaragua nunca le minó con explosivos plásticos C-4 una sola de sus importantes instalaciones portuarias de Long Beach, Seattle, Georgia, Miami o Los Ángeles.

País que nunca tuvo en la mira de la Central de Inteligencia Nicaragüense.

País libre de las patrañas y calumnias de partidos disfrazados de oenegés, “paladines democráticos” y “prensa independiente”, financiados por Nicaragua.

País que solo ha obtenido amistad e invitación para establecer relaciones de mutuo respeto y cooperación con Nicaragua.

País que en vez de sufrir el primer bombardeo aéreo en la historia de la humanidad, en julio de 1927, por parte de cinco aviones de combate Airco DH.4, de la súper poderosa Fuerza Aérea de Nicaragua, fue “invadido” y “atacado” una y otra vez…

Por miles de trabajadores nicaragüenses que aportan a la gran nación del norte, desde los años 60-70.

Por uno de los mejores cafés de América.

Por las carnes de tierra y mar de la más alta calidad que se puedan degustar.

Por la panela y el azúcar.

Por un ron de los más finos del mundo.

Por aceite, frutas, frijoles y arroz.

Por oro, tabaco, productos textiles…

Además de cobijado, vestido o uniformado con algodón en vez de poliéster en los años 50, 60 y 70 del siglo XX.

Y ni un solo disparo. Ni un complot. Ni un cachiflín.

Solo Vida y Paz.

Bendito sea Dios, que así fue, así es y será mejor.

En el nombre de Jesucristo.

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