Del infierno de los pobres a la democracia de la vida
Por: Edwin Sánchez/ Escritor
I
Poner en pie a Nicaragua en esta centuria, y no dejar que le impongan más las pesadas botas del siglo sin corazón que nos tocó del XX, si no es un acto heroico, LEGENDARIO e HISTÓRICO tendrá que ser.
Empero, coronar esta formidable hazaña del tamaño que merece la nación, no es de la noche a la mañana.
Difícil borrar en pocos años el fúnebre legado del establishment de la mediocridad y la rapiña oligárquica, cuando sus “democráticos” títeres titulares trituraron al país con muertes prematuras, y los tesoros de sus juventudes liquidadas en la flor de su oro.
Largo camino.
Su génesis fue el Perdón y la Reconciliación. Empezar de cero, en superior nivel, con el país entero: más que reconstruirlo, volverlo hacer todo de nuevo.
Y no es hipérbole.
Para pedir perdón hace falta ser hombre y mujer de buena voluntad, con la sinceridad en su puesto.
Por algo Rubén Darío dijo que ser sincero es ser potente.
No es que hayan alcanzado la “adusta perfección” que subraya el liróforo, pero por la víspera de la franqueza se saca la grandeza de un espíritu.
En Nicaragua vimos desfilar ciertos presidentes que jamás se inmutaron por el reguero de tropelías descomunales, provocadas por sus pisadas de ANIMAL EMPODERADO.
También en los partidos, movimientos y las otrora siglas inconclusas de humanismo no gubernamentales, escasean los que enfrentan el costo de su fiasco.
Nunca se escuchó del clero caído en lo contrario a su credo romano en 2018, el “Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa”.
Salvo excepciones de los que aborrecieron la carnicería importada, los agriocultores de la cizaña más bien sextuplicaron las recargas de sus abominables desafueros, sin antecedentes en los anales de la criminalidad de Nicaragua.
Para la prelatura de las tinieblas —y resto de demonios que incendiaron recintos con gente en su interior, torturaron, quemaron vivo al joven Gabriel de Jesús Vado y despedazaron hasta matar ciudadanos indefensos como Bismark Martínez— “los malos” fueron sus víctimas.
Mientras ellos, los victimarios, son “angelicales opositores y críticos”, que así fueron mistificados y glorificados por el órgano hemisférico de la posverdad, Corte Interamericana de “Derechos Humanos”, la prensa venal y otras armas de destrucción masiva de la verdad.
De esa condición inhumana es el poder del ayer que el pueblo padeció, y pagando el último centavo de los tributos, (a propósito de los odios sin pasteurizar, alquilados, gratuitos o de segunda mano, que por no reconocer el florecimiento nacional salen con la dundera de “mis impuestos”).
II
Presidentes de la muerte:
Ningún presidente del dilatado despotismo de los Somoza pidió perdón por haber tenido al nicaragüense con un promedio de vida por debajo de los 55 años de edad. Compatriotas acribillados de hambre, marginación, desempleo y enfermedades curables…
O por un balazo de M1 Garand.
No pidieron perdón por convertir el país en una inexpugnable mazmorra del analfabetismo. Por los raquíticos presupuestos a la Educación. Por el impedimento oficial a la Educación Superior de los hijos de los pobres.
No pidieron perdón, desde Somoza hasta Enrique Bolaños, por la evitable mortalidad materno-infantil.
No pidieron perdón por la falta de viviendas. El déficit habitacional, que para cualquier gobierno responsable sería vergonzoso, debía aplaudirse: los tugurios eran un invaluable “aporte” a la cultura naif.
Entrado los años 70 se miraban todavía chozas precolombinas en las ciudades, y se “admiraba” el emotivo “estilo” del “nativo paisaje pintoresco” de tantas familias en vilo.
No pidieron perdón por el precario sistema de salud, los infernales hospitales, la falta de cobertura médica a la población, que no eran los casi 7 millones actuales.
Los Somozas nunca gobernaron a más de 3 millones de habitantes, y los primeros ni siquiera millón y medio, y con el injustificable respaldo de Estados Unidos para haber pensado en Nicaragua.
Ni se preocuparon por las carreteras que, de tan pésimas y estrechas, ensanchaban el peligro si transitaban dos furgones a la vez en sentido contrario.
Solamente fueron útiles a sus familias y allegados, pero inútiles, lastre y desastre para la nación.
Y a pesar de poseer el país más despoblado de Centroamérica, la incompetencia de la tiranía sumió a las mayorías en la miseria. Si no creen, allí están las viejas tumbas de muertos jóvenes.
O el libro El Infierno de los Pobres (1974), de Reynaldo Antonio Téfel.
O el testimonio de Carlos Fonseca, fundador del FSLN:
“Los campesinos la mayor parte del año matan el hambre con maíz con sal; la grasa no la conocen. Si tienen algún centavo lo gastan en comer frijoles cocidos y, si alguna vez compran un poco de carne, hacen sopa… En Matagalpa, más de cien personas han muerto de hambre en pocos días. Allí es frecuente conocer niños inflamados por el hambre, con el rostro amarillo e inflamado el cuerpo, las carnes”.
No muy distante de Managua, Carlos dice: “Se da también ceguera nocturna por falta de proteínas en el municipio de Darío… El bocio es una enfermedad endémica, allí abunda. En otras regiones de la misma zona se han dado casos de demencia colectiva causada por el hambre; poblaciones enteras que se alimentan sólo de maíz viejo porque es más barato, pero ha perdido todo su poder alimenticio, se vuelven locas de hambre y se matan entre sí. Esto ocurrió en la comarca Malacahuás”.
El Comandante Carlos relató tales horrores en una entrevista en noviembre de 1970. Nicaragua contaba con 2 millones y algo de habitantes, y una pálida esperanza de vida de 53 años.
¿Alguien ha mirado en el panorama de hoy semejantes desdichas que delatan a una auténtica dictadura?
Presidentes de la “Democracia” sin Alma
Menos que la prosapia Chamorro rinda cuentas (su mantra favorita) “a la plebe” por descarrilar el Ferrocarril del Pacífico de Nicaragua, derribar la Línea Aérea Nacional, hundir la Naviera, apearse los helicópteros del Ejército y querer silenciar las radios La Primerísima, Ya y Sandino, más El Nuevo Diario.
Esto sin contar la venta de patio de telefonía y energía, entre otros “prodigios” del respeto al “Estado de Derecho”, la “libertad de expresión” y la “Independencia de Poderes” bla-bla.
Así fue el preámbulo de su más insigne desguace de sangre azul: la Soberanía a precio de guate mojado.
Tampoco Alemán y Bolaños pidieron perdón por tener al país en la oscurana literal y neoliberal, con una inexcusable cobertura eléctrica inferior al 54%.
La galería de inmisericordes Jefes de Estado en descomposición heredó al presidente electo, Daniel Ortega, una farsa de República, un territorio desarticulado en 2006 y la desgracia de estar desconectado del siglo XXI.
Para el 10 de enero de 2007, la mayor parte de la División Político Administrativa de Nicaragua iba a la deriva. Más de 86 municipios, de los 153, estaban aislados de las vías troncales de comunicación, incluyendo tres Cabeceras Departamentales y Regionales.
Lo peor es que los gobiernos de derecha, pintarrajeados de “democráticos”, entregaron al Comandante UN PAÍS CARIBEÑO sin su GRAN CARIBE.
Nicaragua llegaba con penuria hasta Acoyapa, unos 170 kilómetros al sureste de Managua.
Lo demás solo estaba pintado en el mapa.
Una enfermedad o una picadura de culebra sufrida por un CIUDADANO ORIUNDO DEL OLVIDO, constituía, en aquella “democracia” sin alma, una sentencia firme de muerte, sin apelación ante la megaprevaricadora CIDH.
III
No contento aún, el chacuatol del anacronismo en pleno, en su deriva fascista, intentó restaurar el Infierno de los Pobres en 2018.
Apertrechados de odio, armamento, insidias y soberbia, ni las “Madre Teresa de Calcuta” de 2018 ni los “Inmaculados” de los 80 quisieron “aprender, reflexionar” ni asumir “la responsabilidad del fracaso”, como se sinceró Rishi Sunak, primer ministro saliente del Reino Unido.
Recordemos que los segundos se declararon, tras la derrota electoral del FSLN en 1990, “disidentes”, “demócratas”, “puros” y “cultos”. Y se lavaron las manos, tanto de lo que perpetraron en esa década como del infame “ipegüe” de mandar incendiar Nicaragua 28 años después.
Cuando gozaron del poder, “la culpa” se la cargaban al “imperialismo yanqui”, a “la contra”, al “pájaro negro”, al Tío Coyote…
Cuando cayeron de la nube, “toda la culpa” había sido del expresidente Ortega.
Eran días de deslealtad, cobardía, acomodamiento, y en especial de lo que constituyó su entrada en alfombra roja a la “izquierda” vedette de alta costura derechista: declararse “damnificados” de “La Revolución traicionada”.
John F. Kennedy describió esta espantosa MISERIA HUMANA INCESANTE con una bella frase napoleónica: “La victoria tiene muchos padres, pero la derrota es huérfana”.
Solo dos Comandantes de la Revolución, Daniel Ortega y Tomás Borge, admitieron los errores, la arrogancia y la mística perdida en los laberintos de la burocracia.
Por eso llegaron a solicitar otra oportunidad, que no se repetirían los eventos que afectaron al pueblo…, y se esforzaron en promover la paz y la reconciliación; los votos y no las balas.
No es para cualquiera, confesando los saldos propios, echarse las fallas, mezquindades, endiosamientos, ineptitudes, incurias…, de los demás.
En esas condiciones, CUANDO EL DERRUMBE NO ES COLEGIADO, ciertamente la pérdida es aplastante. Máxime cuando hay la suficiente SABIDURÍA para comprender que no era un gobierno más, desaprobado en los comicios: se trataba de la REVOLUCIÓN.
Si levantarse implica un desafío, empezar desde el principio, pueblo por pueblo, perdón por perdón, a tiempo y a destiempo, y todavía contender con candidatos presidenciales ungidos por las embajadas, las cúpulas clericales y empresariales, la prensa…, eso ya es don de Dios.
Cuando se llega a este punto es que el líder ha cambiado.
La Revolución está en su espíritu.
Ha visto no una casilla, una sola jugada y un partido único, sino columbrar inéditas partidas: que los triunfos vivos solo vendrían con lo más esencialísimo de la indetenible obra dariana de los espíritus fraternos:
El AGGIORNAMENTO con el impulso de la escritora Rosario Murillo, que abrió las puertas y ventanas del FSLN para zarandear los verticales ídolos de barro que se creían superiores al mortal horizonte; el sectarismo y las veneraciones perpetuas que rechazaba la sociedad y anquilosaban al sandinismo.
Eran los aires frescos de los nuevos tiempos y los nuevos rostros de victorias, una imprescindible mancomunidad de generaciones para pasar de gobernar desde abajo, a GOBERNAR COMO DIOS MANDA: desde arriba y con el de ARRIBA.
Y archivar las Páginas Fatales de la Historia, sembrar Paz, Educación, Ciencia, Tecnologías, y cosechar la Patria profetizada por Rubén en el presente, y lauros de porvenires…
Porque en el Ajedrez de la Historia, Comandante Daniel, el pueblo debe ser dueño del tablero completo de la Vida y la Gloria de Nicaragua…
Que significa que al fin un Presidente dio jaque mate al abandono de siglos de la Costa Caribe. Y, además, recobrar su mar arrebatado.
Que significa el boom de la infraestructura social y económica; ambientes escolares optimizados, merienda escolar…
Que significa el nuevo Granero de Centroamérica…
Que significa recuperar hasta el alma de las palabras…
Pues por “progreso” se “entendían” los 2 mil 44 kilómetros de red vial que no se extendían al país, de los cuales solo 613 estaban en buen estado. Tal fue el “avance” en casi dos siglos de Independencia onírica que la Insensibilidad Organizada transfirió al presidente Ortega en 2007.
Algo debe indicar que en apenas 17 años el país aumentó a 5 mil 361 kilómetro de amplias autopistas de calidad, con una expansión del 874%.
Y puentes que simbolizan unión, encuentro, concordia, más el buen gusto de una nueva estética nacional.
¿Acaso hubo alguna vez tanto respeto a los Derechos Humanos en Nicaragua como ahora?
El transformado Sistema de Salud está consagrado a ser el Ministerio del Sagrado Derecho a la Vida, sin cobrar nada.
Se erigen hospitales modernísimos y centros de salud en zonas remotas con equipamiento tecnológicos de punta.
Improbable que en los malhadados calendarios de los rastreros regímenes arbitrarios se realizaran las cirugías fetales intrauterinas de hoy, para salvar al ser desde el mero vientre materno.
O dispusieran 357 equipos de ultrasonido en todo el país para la detección temprana del cáncer de mama.
O la proliferación bendita de puertos de bienvenidas a las nuevas generaciones: las casas maternas.
Esto y más, imposible de abarcar aquí, urgía Nicaragua: una verdadera República, de relaciones simétricas con el mundo. Y aun con aquellas que no toleran la Autodeterminación. Porque Managua se ha adelantado al civilizado pensamiento del premier inglés, Keir Starmer:
“Convertir el desacuerdo en cooperación”.
Es la Visión de Nación que desde el General José Santos Zelaya se adolecía: remontarse de las esperpénticas magistraturas sin entrañas del Estado de Derecha al Estado Democrático y Social de Derecho de Daniel y Rosario Murillo:
Presidente y Vicepresidenta del Desarrollo y la Integración.
Porque el Coraje y la Honestidad son virtudes de los que trascienden.
Es Amor a la Casa de Nicaragua en Mandato de Patria Grande.
Este es el “régimen” Sandinista: el Régimen de la Ternura.
Es lo que el General Augusto César Sandino llamó, con el verbo y con la sangre, Dignidad Nacional.
¡Al Señor Yahvé sea la gloria! En el nombre de Jesús.