Detalles del momento: “2025 hacia el gran salto”
Por: Moisés Absalón Pastora
La normalidad y la estabilidad la vamos reencontrando, es un hecho. Se percibe en la población el deseo y la voluntad de ir al encuentro de sus esperanzas para a dejar atrás el tramo de desasosiego que nos impuso la maldad externa e interna y contra esa perversidad quedó expuesto el deseo de paz de la inmensa mayoría de esta nación.
Estoy convencido que los nicaragüenses en su sabia madurez política, caracterizada por la habilidad de controlar y equilibrar pensamientos, voluntades y sentimientos, desean acelerar el encuentro con la estabilidad que teníamos antes que el odio osara imponernos su agenda y hacer de la racionalidad el mecanismo civilizado que resuelva nuestras controversias a pesar que está visible la brutalidad de quienes desde su miseria humana no dejan de perturbar ni en tiempos navideños como el actual donde todos queremos gozar de ambientes llenos de paz y estabilidad con la familia, los amigos y compañeros de trabajo.
No se puede caer en la trampa de quienes politiqueramente plantean imposibles, para que desde una exigencia temeraria, sacrifiquemos el beneficio acumulado de todo un pueblo que desde la democracia que venimos perfeccionando, desde el 19 de julio de 1979, caigamos en un proceso involutivo y destructivo del país al que ya pusimos freno porque no es justo para nadie y porque no es cristiano insistir en caprichos de niños infantiles que al nadar contra corriente se auto aíslan para atrincherarse en una mentira que al final se los engulló irremisiblemente.
La habilidad de haber cumplido metas, de sacar adelante proyectos o situaciones, a pesar de las dificultades, dificultades de siempre, como producto de nuestro empobrecimiento, ahondadas solo por la situación que ya conocemos, gracias a esa clase politiquera y oligárquica que contra todo sentido común molesta más que la mosca, nos representa la capacidad de tomar decisiones y sostenerlas para no ser como esos inmaduros que se pasan la vida inventando brutalidades para terminar como siempre haciendo el ridículo solo para congraciarse con el amo extranjero.
En los últimos tiempos el nicaragüense ha tenido la capacidad de encarar circunstancias muy estresantes que a cualquier otro pueblo hubieran abatido, pero el nicaragüense que sabe de dónde viene, que conoce su historia, en coyunturas como estas, se hace grande cuando se sabe en lo correcto y además muy dueño de lo que ha tenido y cierto de lo que le quieren arrebatar.
El Nica, orgulloso de su nacionalismo, ha sabido responder a la esperanza de un deseo colectivo de confiabilidad para superar la crisis como una respuesta al odio de aquellos que se nos vendieron como “salvadores”, pero resultaron ser los maestros del caos y hoy van de retro viendo cómo el telón de sus mentiras cae sobre el escenario de la estafa porque se les ocurrió que aquí se rendía la nación para dar paso a un absurdo muy bien tejido desde afuera, pero finalmente estrellado contra el muro de la dignidad de quienes celebraron la liberación de los tranques, el detente de los secuestros, de los asesinatos, del mal trato a la dignidad humana y cualquier otra aberración contra la paz y la decencia que se nos quiso arrebatar.
No hemos recobrado totalmente la paz, pero vamos hacia su encuentro y la reconquistaremos plenamente más temprano que tarde porque ella encierra un mundo de significados que atañen directamente al alma y al bienestar de la sociedad porque la PAZ es una virtud que pone sosiego en los ánimos.
Si viviésemos en PAZ, si nos amaramos y respetáramos los unos a otros, evitando que los desórdenes del mal o la turbación de las pasiones alteren la armonía de nuestras vidas, lograríamos avanzar más en el propósito de reconstruir las heridas que nos han causado y así levantar la nación y demostrar otra vez al mundo de qué estamos hechos. Muchas veces en política, en la familia y hasta vecinalmente, los cruces de ideas nos enfrentan y nuestra conciencia se deprime cuando no actuamos bien con nuestros semejantes y aún con nosotros mismos. Pasa cuando no respetamos la honra y la dignidad de nuestros semejantes al tratar de imponer caprichos que no se corresponden con la realidad y que parten de un interés muy personal contra el interés de la inmensa mayoría y es peor cuando el mecanismo de imposición es el odio.
En los últimos años hemos sido testigos de enormes contra sentidos que tienen que ver con nuestros valores de fe que como nicaragüenses nos distinguen pues somos profundamente cristianos y nos molesta hasta la indignación absoluta que, algunos, enfundados en ropajes donde no calzan, irrespeten nuestra espiritualidad.
Ahora hemos de ser constructores de puentes para que través de ellos los nicaragüenses podamos salvar las diferencias que nos separan; tú puedes realizar un acto bondadoso, una palabra alentadora, un pequeño esfuerzo para reconciliar a dos hermanos, para llevar la paz a un Hogar y eso lo lograremos dialogando, convenciendo y no imponiendo ni haciendo locuras teatrales de poca monta, para acercarnos al perfeccionamiento de nuestra democracia para retomar aquello de que de toda crisis siempre surge una oportunidad.
Nosotros hemos logrado siempre salir adelante porque somos sobrevivientes. Ningún país como el nuestro ha sufrido tanto por efecto de los fenómenos naturales y de nuestras propias contradicciones. Tuvimos un Presidente norteamericano que nos impuso la esclavitud y nos quemó Granada; fuimos invadidos militarmente por el imperio norteamericano que preño una dinastía y una guardia pretoriana que nos tomó 45 años en derrocar; hemos vivido terremotos como el de 1931 y 1972 que dejaron a la médula del país, su capital, en escombros; desde nuestra independencia hemos vivido en guerras siendo las más pavorosas de ellas la de los 70s y la de los 80s y siempre salimos adelante, siempre entendimos que solo nosotros podíamos ser la solución y hoy vivimos en un contexto que no es tan dramático como otros episodios ya idos y que no deben tener retorno, y contra todo eso debemos convertirnos en una pared granítica, impenetrable, inexpugnable para que ese cucarachero que nos infecta la convivencia que quiere malear lo muchísimo que hemos avanzado no tenga un solo milímetro de espacio para seguir jochando y eso lo debemos enfrentar con serenidad nicaraguana y patriótica.
Existe actualmente una voluntad ampliamente perceptible de que el nicaragüense quiere y desea salir adelante. Cuando yo veo la indiferencia del pueblo ante las estupideces del oposicionismo me doy cuenta que la inteligencia popular los dejó correr y aunque pudo ponerlos en su lugar dejó la rienda suelta al animal para que la miseria humana se desbocara y se exhibiera al desnudo, así como lo hicieron algunos carroñeros que planeaban como zopilotes sobre los muertos que produjeron en la embestida criminal que les orientó el imperio contra ésta Nicaragua que va para adelante, que en éste 2025 que se nos viene cosechara los frutos de la madurez, tacto y sabiduría con que enfrentó toda esta amenaza criminal que nos golpeó económicamente sí, pero que nunca nos convirtió en estatuas de sal.
En lo personal me sumo al esfuerzo de todo aquel que se vislumbre como pacificador porque de eso es que tenemos que llenarnos. Aquellos que contradigan todo espíritu de paz para alcanzar la reconciliación son lastres o carnes muertas que corrompen los ambientes con su pestilencia.
En la medida que pasa el tiempo es fácil entender que los que proclaman el odio como propuesta política para hacer más daño al país, nos damos cuenta que son menos, que son puchos inadaptados, atrapados en el coladero de su propia intransigencia donde queda solo lo que la gente tira a la basura.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.