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  • 4 julio, 2023

Detalles del Momento: 4 de Julio


Moisés Absalón Pastora

El 4 de Julio, es el Día de la Independencia de los Estados Unidos. En una fecha como esta de 1776 culminó una dura batalla por el derecho de los estadounidenses por gobernarse a sí mismos a través por un gobierno democrático. La Declaración de Independencia, redactada hace ya 247 años por Thomas Jefferson, quien se convirtió en presidente y curiosamente murió también un 4 de julio, es básicamente el certificado de nacimiento de Estados Unidos.

Desde entonces ese país, constituido fundamentalmente por inmigrantes, ha dicho apoyar a los pueblos de todo el mundo que luchan en la actualidad por libertades que solo ellos creen tener y que a la vuelta del tiempo impuso como un mecanismo de política exterior, que terminó por acabar con el respeto y admiración que hace mucho tiempo se le tuvo a Estados Unidos, a un país que ahora celebra en una profunda soledad su independencia porque desde ella lo que hizo fue esclavizar a otros pueblos.

Para los que creen que Estados Unidos es un adalid de la democracia y que se chupan el dedo creyendo en las libertades que dice defender miraba un programa de televisión español, “Go Talent”, cuya versión tiene una gran cantidad de países con un mismo propósito, en diferentes escenarios, con un mismo formato, en muchos idiomas, pero con un factor común, identificar talentos donde los competidores no necesariamente tienen por nacionalidad el país desde donde se origina el show. A mí en lo particular me atrapa el“Go Talent”, de la versión española cuyas temporadas se transmiten desde Telecinco y cuando tengo tiempo para verlo, me lleno de buenas vibras, me entretengo ampliamente y recargo mis energías.

Llegar al escenario de “Go Talent” requiere pasar por un casting riguroso que hace un filtro a través de un jurado que te califica, que de previo determina si efectivamente hay talento en el competidor y que si pasan la prueba previa, es porque demostraron que lo suyo vale la pena para enfrentar a unos jueces implacables, que saben de música, danza, arte, historia, cultura y de una infinidad de conocimientos que son los que determinan si se continua o no hacia la competencia subsiguiente y en la medida que vas pasando etapas sientes más difícil el camino a la final del programa y todo se torna más extenuante y exigente para los protagonistas del espectáculo qué, independientemente de la nacionalidad, raza, edad o condición física, todos son súper estrellas que aspiran tocar el cielo.

Para ver estas presentaciones en el desarrollo de la competencia hay que tener en muchos casos un corazón a prueba de bala para que a uno no se le rompan las cuerdas más íntimas del alma y desgraciadamente no me cuento entre esos porque soy sentimentalmente frágil y fácilmente permeable cuando de por medio hay historias que te mueven el piso por la alta carga de sufrimiento humano que contiene ante la injusticia marcada en la vida de esos seres humanos que llegan a esos programa para demostrar el talento que tienen y usarlo como una llave que les abra la puerta hacia un futuro con el que sueñan.

Debo pensar bien que son millones, así como yo, los que vemos estos programas de “Go Talent”. En lo personal no lo veo en vivo, pero sí con toda tranquilidad y en el momento que lo desee a través de YouTube donde están subidas temporadas por temporadas y capítulos por capítulos y este fin de semana me impactó en lo profundo lapresentación de una espectacular maga venezolana que me impresionó porque con una baraja hizo un recorrido de toda su vida, desde cuando nació, cómo creció, habló de su familia, de cómo perdió a su madre, posteriormente a su padre, las precariedades de su pubertad, de porque tuvo que irse de su país, qué la llevó a España, qué hace en España y así una seguidilla de eventos trascendentales que con la voz quebrada concluyó refiriendo que tuvo que tomar la decisión de marcharse porque en Venezuela no había esperanzas, ni futuro.

Esa conclusión proferida con sus ojos humedecidos me congeló el alma e igual sucedió con los que llenaban el auditorio y lo mismo pasó a los implacables jueces que unánimemente le dieron un sí y además un pase de oro que es un avance inmediato a la final del evento que es difícil de lograr y que solo es posible con una presentación fuera de serie.

Conozco Venezuela en dos momentos. La visité en 1993, para participar de un seminario dirigido a jóvenes latinoamericanos sobre la industria petroquímica y en representación del Círculo de Periodismo Científico de Nicaragua y a finales del 2019 como parte de una delegación de periodistas del poder ciudadano en el Primer Congreso Mundial de las comunicaciones celebrado en Caracas. La Venezuela de 1993 era un país sumergido en una crisis originada por el vencimiento de sus partidos tradicionales y testigo protagónico del liderazgo emergente de Hugo Chávez Frías que en aquel momento era un preso político.

La Venezuela de 2019 era la post Chávez, la representada por una revolución en marcha y defendida por la inmensa mayoría de su pueblo, pero indiscutiblemente empobrecida por la política injerencista e invasiva de un imperio criminal que es el causante de que muchos pueblos sufran y se vean empujados a emigrar a otros países como le pasó a esa maga venezolana, Diana Díaz, que estremeció el corazón de sus coterráneos con un acto impresionante, imposible de descifrar, pero comprensible desde todo punto de vista.

Es indignante e injusto conocer cómo Venezuela siendo un país tan rico atraviese por una situación económica que ha llevado a miles de sus ciudadanos a buscar vida en otros países y es más indignante que el imperio norteamericano sea el culpable de semejante crimen, porque no es Chávez, no es Maduro, no es la revolución bolivariana que tiene a Venezuela como está, aunque ahora emergiendo, sino que el responsable es Estados Unidos, el imperio, la soberbia de la Casa Blanca, el mismo que celebra hoy 4 de julio 247 años de independencia, el que quiere quebrar económica y moralmente a naciones que no piensan ni como Joe Biden ni como cualquiera de sus antecesores y que por tener un concepto equidistante de la democracia que quiere imponer el capitalismo salvaje, abraza la democracia social para sus pueblos.

Vean a la Bolivia bajo la administración de Evo Morales que hasta que fue víctima del golpe de estado financiado y propiciado por el imperio a través de su sicario en la O.E.A, Luis Almagro, venía creciendo a un ritmo del 8% anual, era la mejor economía de América Latina, sus estándares sociales iban al tope, nunca la sociedad étnica y plurinacional que es su gran componente, había sido tan incluida, hasta que apareció el más rancio fascismo y los servidores del imperio y hoy aquella próspera Bolivia que retomó su rumbo con un contra golpe de votos volvió por su autodeterminación y soberanía.

Vean la Argentina destruida por Mauricio Macri después de haberla recibido recuperada por su antecesora, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Bastaron cuatro años para que lo alcanzado por la peronista y lideresa del partido justicialista pasara a la oposición para que Macri desmantelara lo bien que iba aquella economía, sometiendo a Argentina a un endeudamiento inmisericorde con el Fondo Monetario Internacional y a un saqueo monstruoso de más de 50 mil millones de dólares que desaparecieron, que no se sabe dónde fueron a parar, que fueron despilfarrados y que tenían por fin no mejorar la vida de los argentinos, sino desmantelar toda posibilidad de que los gauchos volvieran a retomar el camino de la izquierda y en eso estaba metido el imperio que de todas formas no evitó la victoria de Alberto Fernández quien volvió a mirar a su país desde un lente profundamente social, hasta que otra vez Washington le apretó las tuercas.

Vean ustedes lo que sucedió en Brasil, Lula Da Silva había catapultado a su país, Dilma Rousseff, siguió la misma senda y cuando Lula manifestó su intención de retomar el proyecto social con el que los cariocas estaban fascinados, entonces el imperio profundizó su injerencia y promovió un golpe de estado contra Rousseff a fin de crear las condiciones para que asumiera Jair Bolsonaro, un hijo de Trump, un fascista, un enfermo que desmanteló y destruyó un Brasil que estaba a la altura del primer mundo y hoy no llega ni a la pinta de una caricatura mal hecha y que ahora nuevamente con Lula al frente quiere volver a sus mejores brillos, pero lamentablemente este Lula ya no es Lula porque el que está tiene que bajar la cabeza ante la Casa Blanca que ya trató de bajárselo.

Vean ustedes a la Cuba heroica, acosada a lo largo de sesenta y cuatro años, con un bloqueo criminal que no tiene nombre, sobreviviendo todos los días contra la voracidad genocida del imperio que la cataloga de terrorista, que la califica de amenaza, cuando en realidad es una Cuba que anda por el mundo haciendo lo mismo que siempre la ha distinguido como es compartir su medicina, como es curar enfermos lo que es un pésimo mal ejemplo para una Casa Blanca que padeció más muertes a causa del Covid-19 a pesar del imperio económico del que se jacta.

Vean ustedes El Salvador en las manos de Nayid Bukele que comprendió que Estados Unidos no es aliado ni amigo de nadie, que logró identificar en la O.E.A y al sicario de Luis Almagro al enemigo de los pueblos de Latinoamérica y en consecuencia al más grande traidor de nuestro hemisferio, que por donde asoma recibe los escupitajos de quienes hemos sido víctimas de sus puñales al extremo que su Secretaria General hoy nos luce pegada con chicle y en el ocaso de sus últimos días.

Vean ustedes México, presidido por primera vez en su historia por un político de izquierda, Andrés Manuel López Obrador, con altísimas calificaciones entre sus ciudadanos, que no las ha tenido fácil porque ha tenido que gobernar con la espada de Damocles encima, la de los mercenarios que no cesan en el objetivo de bajárselo del poder creándole condiciones para un golpe de estado suave o blando donde el imperio, metió dinero a través de las ONG para intervenir en los asuntos internos de los Aztecas lo que fue denunciado claramente por un AMLO que ya hizo historia porque está configurando poco a poco un país que nunca más volverá a ser el mismo porque está introduciendo temas sociales que a su vecino del norte no le gustan.

Finalmente veamos nosotros los nicaragüenses cómo estábamos antes del 2018 y cómo estamos ahora. Por supuesto nos estamos recuperando, vamos saliendo adelante, vamos venciendo, con paso firme y seguros, pero no estamos igual. El mismo imperio criminal que destruyó económicamente a Venezuela, Bolivia, Argentina, Cuba, El Salvador y lo quiere a hacer a México también nos empobreció y generó una migración de connacionales que creían que estarían mejor en el mismo imperio y en Ticolandia, pero la medicina ahora la saben peor que la enfermedad porque no hay nada más triste para un ser humano que estar fuera de su patria porque en otras partes, peor si estas indocumentado, eres menos que un paria y de todo de eso el culpable es el decadente imperio norteamericano que nos agrede, y desgraciadamente, con la complicidad de algunos vende patria de aquí que desnacionalizados se juntan ahora con los de la cucarachera de Miami para insistir en las mismas, aunque ahora hablando “miércoles” desde afuera como corresponde a los que se fuman el monte verde.

De realidades así están cargadas muchas naciones que han sido intervenidas o invadidas por esos que hoy celebran su Día de la Independencia esclavizando a pueblos que quieren ser libres, soberanos e independientes y que se ríen cuando Estados Unidos, pomposamente habla de democracia cuando en realidad representa al sistema más dictatorial, inmoral y pervertido del mundo y por el cual tiene bien ganado eso de ser el enemigo de la humanidad.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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