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  • 9 septiembre, 2024

Detalles del momento: Día Internacional del Periodista


Por: Moisés Absalón Pastora.

Para una gran parte del planeta, visto por supuesto desde el privilegio o la desventura de ser periodista, este 8 de septiembre pasado, Día Internacional del Periodismo, nos sumerge a los que somos parte de los medios de comunicación en el planteamiento vanidoso de auto agradecernos o lamentarnos por lo que estamos haciendo después de invocar por supuesto, ese manifiesto sacado de sílaba en sílaba por un condenado a muerte y que al pie de la horca narraba las torturas en un reportaje traducido a más de 80 idiomas dónde descarnadamente se estampaba lo mucho que fue capaz de hacer el nacismo.

Cada 8 de septiembre la gran mayoría de los comunicadores recordamos al periodista checo Julius Fucik, ejecutado en Berlín un día como hoy en 1943 y si digo que la mayoría lo recordamos es porque también hay en nuestro gremio individuos que piensan y actúan como sus ejecutores nazis, que hoy por hoy tienen su centro de pensamiento en la Casa Blanca desde donde el emperador, sea burro o elefante, es el enemigo de la humanidad.

Llama el protocolo a saludar y felicitar a mis colegas periodistas por ser este 8 de septiembre nuestro Día Internacional y lo hago consciente de que la gran mayoría de los que sobrevivimos en el contexto de la Nicaragua de hoy estamos ciertos que esta es nuestra casa, que ella es un espacio muy, pero muy pequeño, en el planeta, donde vivimos y respiramos paz y por ese invaluable tesoro, que pocas naciones tienen, estamos llamados a cuidar de ella todos los días desde una conducta ética que nadie dude está siempre bajo el escrutinio de la sociedad de la que por supuesto recibimos el aplauso, pero es la misma sociedad que tira la puerta en la cara a todos esos que errados sin ser equinos fomentaron con sus cascos y pezuñas que era legítimo que fuera el odio y la muerte los que ocuparan el espacio que solo el amor puede tener en una patria que como esta no quiere ser parte del mundo desequilibrado, enfrentado en permanentes guerras y arrebatado por la avaricia de aquellos que destinan presupuestos millonarios para la otra industria armamentista que es la de los medios de comunicación y sus escribanos.

El origen de la descomposición de las democracias en el mundo está en las grandes corporaciones mediáticas que se pusieron al servicio de las políticas invasivas de los Estados Unidos. A través de escuadrones ocultos bajo el disfraz de medios de comunicación hoy por hoy observamos una desestabilización dirigida por el imperio norteamericano para crear escenarios que derrumben la legitimidad de gobiernos progresistas electos soberanamente por esos pueblos que abrazaron una opción opuesta al deshumanizado capitalismo salvaje que alientan esos consorcios y emporios periodísticos que no son otra cosa que armas de destrucción masiva dirigidas desde la televisión o las plataformas internáuticas.

Hay muchas palabras que identifican al hombre o mujer de prensa; verdad, objetividad, criterio, humanidad, independencia, profesionalismo, pero los que tenemos algunas millas recorridas sabemos que no hacemos realmente méritos por lucir el traje porque todo eso termina cuando juzgamos a los demás a nombre de la libertad de expresión que al final termina siendo libertinaje.

Cuando empezamos en este oficio el principismo, la nobleza, el espíritu de la información, los valores que debe rescatar siempre una noticia era observado con celo, poniendo a la verdad por delante como debe ser, pero entonces nos estrellamos con otra realidad y resultó que la información que terminamos trasladando es la que le interesa al editor; que el principal tranque contra la verdad es el interés del dueño del medio; que la independencia no la tiene ni el propio dueño del medio y así podemos hablar hasta del profesionalismo que es lo primero que nos cuestionan, por muchas razones y la principal es que algunos se convirtieron en el muñeco del ventrílocuo, de aquel que los maneja a través de la paga para que se digan cosas que nada tienen que ver con la realidad, que no solo son la negación de la verdad, sino que empujaron a la creación de ambientes del que con mucho peso, nosotros los nicaragüenses podemos hablar, porque todavía está fresco lo del 2018, año marcado por la sangre de inocentes, año de espanto, de terror, de torturas, un 2018 que tendremos presente como lo más deshumanizado que hayamos vivido a lo largo de la historia.

Estoy claro que el periodismo por su naturaleza es crítico, por esa razón ha sido parte de los cambios y transformaciones en muchos países, partiendo por supuesto de corregir lo que está mal desde una posición de justicia, pero otra cosa es que el interés sea lanzarse contra los que son factores de cambio por encargo de patrones a los que sirven por un interés altamente económico.

El periodismo en Nicaragua ha sido afectado en su imagen y tanto que se escucha despectivamente en algunos sectores de la sociedad decir “ya vienen esos periodistas, es periodista o pareces periodista” entre otras cosas y aunque no todos somos iguales justos pagan por pecadores y eso es gravísimo porque nuestra naturaleza y razón de ser está en la credibilidad y sino la tienes hasta ahí llegaste porque entonces jamás vas a pasar de ser un agitador, un escalón para que otros suban utilizándote como peldaño a cambio de unos cuantos centavos como los que recibieron algunas chachalacas que ahora siguen hablando miércoles desde afuera, usando micrófonos claro, pero sin que eso los haga periodistas, pero sí mercenarios, aunque ahora con la mano extendida.

En el periodismo no hay espacio para la mentira porque entonces pasa a ser cualquier cosa menos periodismo. Desgraciadamente ahora, aunque menos recurrente en nuestro caso y desde adentro, a nombre de la modernidad el periodismo, desde las diferentes disciplinas en que lo han metido mundialmente, no informa ni analiza ni debate sino que quienes lo representan y lo ejercen en sus diferentes modalidades sea ésta escrita, radial, televisiva o digital, lo que hace es destruir a una persona que puede ser inocente, a una causa que puede ser justa o hasta derrocar si se lo permiten a gobiernos que representan cambios que afectan el estatus quo de la corrupción en el que algunos medios de comunicación erigieron sus imperios.  Estos medios de comunicación usan a individuos a los que conceden espacios que pueden ser columnas de opinión, reporteriles o programas de televisión desde los cuales con un maquillaje intelectual pueden llegar a convertirse en una plataforma que los lance al estrellato y desde ella comenzar a proyectar un dominio amplio de opinión que se vuelve malo cuando contra el sentido común se lanzan a desestabilizar sociedades enteras.

¿Este 8 de septiembre el planeta supuso celebrar a los periodistas nuestro día internacional, pero realmente lo hizo?

Tengo mis dudas porque creo que tenemos una deuda con el mundo porque muy seguramente se nos ha pasado la mano al abordar temas que descontextualizados han sido mechas encendidas que han iniciado guerras o han destruido la economía globalizada que ahora predomina en nuestra tierra.

El marketing se ha convertido en el mundo en un arma asesina contra los valores éticos que deberían predominar en esos medios de comunicación a los que ahora se incorporan las redes sociales, de las que muchos, son tan sujetos activos que se han convertido en el más grande enemigo de las democracias con el agregado de que son la matriz de las noticias falsas y en las que cualquiera puede ser un periodista que crea que está informando, pero en realidad lo que hace es contribuir a la deformación total y absoluta del sistema de convivencia planetario que cada día se calienta con amagos de guerra o con guerras donde el botón rojo es la amenaza real.

Yo leo mucho en las redes sociales temas que me asistan en mi línea de pensamiento y en ellas siempre encuentro materia prima para desarrollar mis temas, pero también debo decir que en esas mismas redes sociales hay muchas inconsistencias como por ejemplo cuando uno busca insumos para hablar de democracia uno generalmente se topa con recetas para tumbar democracias; cuando uno busca cómo hablar contra los incendios forestales lo que uno encuentra son recomendaciones de cómo encender un fuego y así otras cosas que muchas veces fueron escritas por periodistas que pueden colocar sus artículos, vía red social, en cualquier parte del mundo y eso es desequilibrante. Por supuesto que uno en su libre albedrío puede desechar lo que considere conveniente. Los adultos generalmente rechazamos llenarnos de basura, pero hay jóvenes que por su natural inmadurez son permeados por “periodistas” que terminan debiendo al mundo que habitamos porque te sirven temas con los que crean peligrosos ambientes que paulatinamente dañan al planeta y a la especie humana que perece por las guerras o las pestes que crea el periodista mercenario.

A nombre de la modernidad y la tecnología, herramientas que deberían utilizarse para unir, sumar y multiplicar, periodistas que en realidad son mercenarios, se han convertido en destructores que hoy disparan contra la paz de las naciones únicamente interesadas en su desarrollo y bienestar, pero a las que pretenden destruir con las mentiras y falacias que inventan si estos países no piensan igual que el amo imperial.

La reacción de naciones que se autodeterminaron y vencieron la mentira que los consorcios mediáticos quisieron imponer como verdad evidenció la nula credibilidad de hombres y mujeres de prensa, que comprometieron por un desbordado interese económico el apostolado que representa el periodismo para convertirse así en mercenarios de la información.

Frente al trastocamiento que Estados Unidos ha hecho de los espacios mediáticos y de los periodistas que trabajan en ellos lo que está a vista es el fusilamiento de la verdad, ejecutada por una mentira que quiere hacerse lucir común, legítima y creíble y que fundamentalmente nos quiere decir que la libertad y la democracia es la que efectivamente proclama y representa la Casa Blanca, que al final como capital del imperio del mal, reedita el retorno de la esclavitud en plena era moderna.

En Nicaragua la inmensa mayoría de los periodistas que celebramos el 8 de septiembre como nuestro día internacional nos sentimos realizados cuando proclamamos ser el otro lado del rostro de quienes hacen del odio, la mentira y la muerte factores de comercio por los cuales reciben millonarios presupuestos manchados con la sangre inocente de pueblos que como el nuestro decidieron romper con las cadenas de la esclavitud y la opresión.

En ese sentido nos apropiamos de un periodismo que desde la paz que construye en su propio territorio la desea igualmente para el planeta que está terriblemente afectado por las cañoneras mediáticas que Estados Unidos financia y que cuidado, si los pueblos no las ponen en su lugar, terminen llevándonos a otra prehistoria porque como un como un día dijo el presidente ruso, Vladimir Putin, después de una tercera guerra mundial, como esa que empuja el imperio, dilucidada a base de misiles nucleares, seguramente una cuarta seria con pedradas porque de ella ni hierro retorcido quedaría.

Al periodismo nacional o internacionalmente lo que lo hace libre es la verdad que defienda en el entendido que cada quien tiene una, pero lo que se impone es aquella que deriva del bien.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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