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  • 18 marzo, 2024

Detalles del momento: El exilio dorado y el exilio de cobre


Por: Moisés Absalón Pastora.

Hay individuos que ya eran famosos antes de aquellos eventos trágicos de 2018 por su conocida capacidad de negación sobre cualquier tema que representara seguridad, estabilidad, desarrollo, paz, reconciliación, democracia, derechos civiles y otros que fueran propios de la atmósfera política que también respiramos otros y que siendo una inmensa mayoría siempre saludamos positivamente porque así crece el país y con él los ciudadanos.

Los que en el otro polo llamaban represión al orden, desorden a la estabilidad, pobreza al desarrollo, violencia a la paz, hipocresía a la reconciliación, dictadura a la democracia, esclavitud a los derechos civiles y muerte a la vida, lo hicieron siempre por cualquier medio sintonizado en la línea de su misma negatividad y no solo se expresaban, sino que hacían actos, manifestaciones en muchas modalidades y nunca se les reprimió por eso y jamás cayeron presos por eso porque aquí damos cátedra de tolerancia.

Después de aplacado y sometido el odio de aquel 2018 ellos, los terroristas, siguieron haciendo lo mismo, pero ya no como políticos, desde diferentes siglas, sino como cabecillas de un golpe contra el estado, en el que ya sabemos qué pasó y qué hicieron y algunos de esos, muy connotados, que aún están por acá, andan tranquilos por las calles gozando de la “anormalidad” del país, en restaurantes, en cantinas, en centros comerciales o en otros lugares sin que nadie les haga nada.

Hay otros, sin embargo, que sí estuvieron presos, que sí tuvieron procesos penales y la gran mayoría fueron pobres personas que empujadas por la mentira tomaron decisión irracionales y equivocadas, animados por la paga que recibieron para ejecutar actos criminales y delictivos por los cuales pagaron, mientras algunos gamalotes, viéndola venir emprendieron la huida.

Todos debemos tener claro que cualquier estado de derecho en salvaguardo del interés nacional y de sus ciudadanos tiene una guía que se llama marco jurídico que tipifica y castiga los delitos en los que consientes o inconscientemente podemos incurrir sin que exista espacio para argumentar desconocimiento de la ley y en consecuencia si las hice debo ser penalizado porque la ley es dura, pero es la ley.

Lo manifiesto porque hay quienes después de venderse, como los John Rambo, los que, en la parte más tenebrosa del golpe terrorista contra el estado, salían “coordinando” acciones como si fuesen “comandantes” de una pretendida insurrección, que duró lo que una mazorca de maíz en las tapas de un chancho, pero que después que todo aterrizó y se liberó al país del secuestro que le impusieron, entonces decidieron huir, con todos los delitos que tienen encima, a vivir de un dorado autoexilio, de un exilio de oro, mientras aquí quedaron los tontos útiles lamentando haber creído mentiras y de los que solo se acuerdan para mencionarlos en sus ruedas de prensa en el exterior donde viven una vida palaciega que los que la disfrutan esperan que nunca se acabe.

Yo sé lo que es estar en un país que no es el tuyo, donde te das cuenta que para unos el exilio es dorado y para otros negro, donde hay dirigentes que están en la misma condición tuya solo porque están en el mismo país, pero los “dirigentes” tienen buenas casas, tienen un estatus legal y migratorio de asilado político, tienen buenas asignaciones, viajes a otros países para conspirar desde la suntuosa comodidad de grandes hoteles, gastos de representación, vehículos con choferes y hasta guardaespaldas, de estos conocí a muchos, unos ya muertos y otros todavía vivos, que se daban la gran vida a nombre de los combatientes de la “contra” y era tan buena aquella vida, que ni la que hoy viven es mejor que aquella.

Yo viví el autoexilio de la otra cara, la del refugiado, la del clandestino, la del que tenía que vivir hacinado en una casa de seguridad pequeña en las afueras de San José donde habíamos hasta 40 combatientes que íbamos y veníamos del Río San Juan y qué como delincuentes entrabamos y salíamos por las madrugadas o sino en las pensiones de octava de donde al menos cinco veces fui llevado preso por la OIJ para escuchar de los carceleros tiquillos frases tan lacerantes que reducían tu dignidad a la condición de cucarachas. Muchas veces tuvimos que pasar días en aquellas ergástulas porque los que estaban cómodos en su exilio dorado, en sus oficinas alfombradas con aire acondicionado, no tenían tiempo para tramitar nuestra excarcelación porque de los restaurantes y bares más exclusivos no salían y cómo si los maletines que portaban iban hasta el copete cargados de dólares únicamente para gastos de representación.

Traigo esto a colación, que es parte de historia recorrida por mí y de la lucha que por la libertad hicimos muchos, sin más interés que el de tener la patria de hoy, porque hay un buen grupo de forajidos, que huyeron al imperio o hacia Costa Rica, que les dieron las con dulces a algunos individuos a cambio de mentir y hacer líderes de barro y hoy están probando las amargas porque a muchos les quitaron de la boca las asignaciones y ahora no saben qué hacer.

Esos prófugos de la justicia que salieron en desmandada tras el desmantelamiento del golpe de estado, ya no ladran con la misma intensidad desde afuera, apenas se hacen notar. Ahora se quejan de estar abandonados no solo por los cabecillas que se quedaron con lo grueso del botín, sino que ahora se sienten ignorados por aquella prensa de la gusanera de Miami o de San José, Costa Rica, que pronto se dio cuenta que lo de ellos, los golpistas tranqueros, siempre fue puro aire.

Entre esos afortunados “lideres” del terrorismo golpista que se dieron el lujo de recorrer el mundo, acompañados hasta de esposas, se encuentra el mitómano de Félix Maradiaga, quien también  estuvo guardadito en el Chipote Resort y fue tanta la vanidad ególatra de hacerse notar y de venderse mediáticamente como “paladín y salvador” que el actor de la saga me están persiguiendo y me ataca Firulay, con el alma desgarrada se fotografiaba al pie de la Torre Eiffel, anunciando desde ahí un periplo por Italia, España, Inglaterra, Portugal y otros países sobre lo que mostraba una intensa preocupación  porque decía que nunca conciliaba el sueño en esos fastuosos hoteles de siete estrellas donde a su mente venía el dolor de una Nicaragua que ahora sí es libre, pero que en su momento sufrió por la mano criminal de este vago de profesión que para ser reconocido se hacía para el mismo un montón de títulos universitarios, Doctorados Filosóficos, maestrías y PHD a través de Publischer, lo que dice mucho del nivel de estafador que le caracteriza y a ese mismo nivel también está Juancho Chamorro, el valiente que le dijo a aquel vende sorbetes en la Rotonda de Metrocentro las barbaridades que el eskimero con toda dignidad se las devolvió.

A ese Juancho Chamorro, “Sebastiansito” se le ocurrió un día ser presidente solo porque los de su mismo apellido, expertos desde el poder en robarle al país, llegaron a pensar que Nicaragua era su finca y hacienda donde los nicaragüenses éramos sus peones. Entonces, como a la patria de Sandino llegó el orden, a “Sebastiansito” se le acabó el fraude y quedó expuesto como evasor de impuestos los que acumulados desde los desgobiernos neoliberales que lo dispensaban por el apellido, solo en uno de los casos de las muchas propiedades que tuvo, llegaron a alcanzar la cifra de 9 millones de córdobas en lo que se conoce como el “Intermezzo del Bosque” y que debía a la Alcaldía de Managua, pero claro este “Sebastiansito” no es de los que sufre en la cucarachera de Miami, este es de los blindados que no se acuerdan de los 94 prófugos de San Jose o de los otros que junto a él son del grupo de los 222 que hoy están mordiendo el leño, dándose cuenta todos de lo que verdaderamente es el “sueño americano”.

Mientras todos estos disfrutan de la dulce vita, acomodados en buenas casas, gozando de su ciudadanía gringa, derrochando junto a sus conyugues la plata que atesoraron gracias al golpe que quisieron propinar y que ahora disfrutan en la Venecia italiana, en el restaurante giratorio en la cúspide la Torre Eiffel, en un partido en vivo del Real Madrid en el Santiago Bernabéu, los terroristas del montón que eran la carne de cañón, a cambio de cuatro centavos que ya dejaron de recibir hace muchísimo tiempo, son los que duermen o bajo un puente en Miami o debajo de una lámina de cartón en el parque de San José y ahí es donde se diferencia lo que es el exilio dorado del exilio de cobre.

El oposicionismo amigos es un inframundo y hasta ahora se están dando cuenta de ello muchos que se decían “líderes”, una condición que no saben cómo comer, por mucho que la quieran construir desde afuera falsos periodistas independientes que por ahora y solo por ahora, en algunos casos, aun reciben su tajada desde la fundación Oscar Arias Sánchez y solo en tanto también reciba lo suyo el inmerecido Nobel de la paz y ex presidente de la vecina del sur.

Pobres de alma esos voceros bufones y escribanos que falsamente se hacen llamar independientes porque la verdad es que creen influenciar desde un espacio totalmente reducido en las llamadas redes sociales desde donde lo que dicen no tiene ni sustento ni razón alguna por falta de contenido, donde la medición anda por una o dos vistas incluyendo la de ellos, pero sobre todo porque actúan como una barca sin vela y sin brújula porque no tienen más propósito que llevar la contraria para justificar las pocas migajas que reciben de su gran líder, el Tío Sam. Pasa eso porque seguramente no tienen idea de lo que significa ser un líder y si es así aquí los muestro:

Un líder debe generar confianza para saber dónde va y hacia donde nos lleva y estos son traficantes de la mentira en medio de un mercado persa.

Un líder hace que los demás se sientan importantes y valorados, pero estos degradaron el desarrollo del país y del ciudadano con lo que hicieron.

Un líder tiene que lograr que todos y cada uno estén fuertemente comprometidos con el mismo objetivo y los puchos lo que hicieron fue coludirse con el interés extranjero para tratar de hundirnos y eso nunca pudo ser un objetivo del nicaragüense.

Un líder tiene que ser cercano, ser uno más, no estar por encima del resto sino a su lado y las miserias humanas lo que hicieron fue dispersar a la gente porque nadie que tenga sentido común quiere estar cerca de ellos.

Un líder fomenta la unión de todos los integrantes y les hace ver que juntos son mucho más fuertes, pero el oposicionismo terrorista fue un monstruo de varias cabezas que se mordió entre sí en un afán eminentemente protagónico.

Un líder debe dar ejemplo y ser el primero en exigirse a sí mismo, pero estas charbascas solo lanzaron a otros a morir por ellos y cuando la vieron venir huyeron y se desbandaron cobardemente a cualquier parte.

Un líder debe tener la capacidad de tomar decisiones complicadas en los momentos difíciles o claves, pero estas chachalacas no cómo se llaman y solo hacen lo que les dice Washington.

El líder deberá hacerse responsable de las consecuencias que provoquen sus decisiones y sus actos y si se equivoca asumirá el error, pero estas sabandijas querían matarnos, despellejarnos, someternos, robarnos y con todo eso encima andar libre predicando más odio y violencia porque esa práctica para ellos es la democracia.

Un líder debe saber cómo motivar a los demás, pero estos traidores, vende patria y desnacionalizados lo único que inspiran es lástima y pena ajena porque además de que no saben cómo se llaman, lo que generan es vergüenza porque desgraciadamente nacieron aquí.

Finalmente, un líder es Daniel Ortega, el político más consagrado de toda la historia que hace de la Nicaragua de hoy la mejor patria de todos los tiempos, que puesto donde está por el pueblo que lo eligió, hizo posible materializar el ideal de una nación auténticamente libre y que viniendo de la guerra supo institucionalizar la paz como único medio para crecer, desarrollarnos, vivir mejor y tener esperanzas porque esto apenas empieza.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

 

 

 

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