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  • 17 junio, 2024

Detalles del momento: “Envidia canalla”


Por: Moisés Absalón Pastora.

Conversaba con unos amigos sobre la necia postura de individuos que desde afuera insisten en dar patadas contra el aguijón contra cualquier circunstancia que involucre al gobierno, a los gobernantes, a quienes sostienen a esos gobernantes desde el punto de vista ideológico y partidario y también contra los que siendo sandinistas o solo independientes nos enamoramos de las cosas que suceden y se hacen aquí porque al final fue por lo que miles y miles luchamos desde el punto de vista político para materializar nuestros sueños en la sociedad deseada.

Antes de entrar al tema que quiero abordar hoy “La Envidia” quiero poner en relieve un concepto que con mucha frecuencia invoco en mis enfoques y es eso de dar “coces contra el aguijón o patadas contra el aguijón” porque además de tener un origen cristiano tiene un profundo significado que creo debemos tomar como reflexión y ponerla en práctica de vida.

La Biblia cuenta la historia de Saulo de Tarso, que por pertenecer a la religión judía no conocía de cerca al Mesías y estaba empeñado en apresar, castigar y destruir a los primeros cristianos. En una ocasión que Saulo de Tarso iba hacia Damasco, llevando cartas que le permitieran apresar a cualquiera que se constituyera en seguidor de Jesucristo y profesante del evangelio, una luz del cielo lo rodeó y cayendo en tierra oyó la voz de Jesús.

Tarso dijo: ¿Quién eres, Señor? Y la voz le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón», Hechos 9:5. La palabra coces significa «patadas», esta frase constituía una expresión proverbial de aquel entonces, donde se tenía la imagen de un buey que da patadas al mismo aguijón con el cual su amo lo punza para que siga arando. Saulo en su rebeldía insistía constantemente en hacer oposición a la verdad del evangelio y esta rebeldía lo llevó a agraviar a muchos cristianos; Jesús hace este comparativo para enseñarle a Pablo que lo que él estaba haciéndole al evangelio terminaría por dañarlo a él mismo.

Cuántas veces al igual que Pablo hemos insistido en cosas que no nos convienen y que a fin de cuentas terminan por dañarnos; cuántas veces hemos hecho cosas a nuestra manera sin mirar las consecuencias que tras nuestros actos acarreamos. Lamentablemente muchas veces no vemos que hay cosas que nos hacen daño y seguimos luchando; seguimos insistiendo; seguimos empujando hacia eso que sabemos que no traerá provecho para nuestras vidas.

Imagina golpearte varias veces con una pared y aun así seguir insistiendo en ello, crees que será doloroso; por supuesto que lo será, pero hasta que no decidas abandonar las insistentes acciones que te hieren simplemente no dejarás de sufrir.

No seamos necios, la Palabra de Dios nos llama a dejar de persistir en aquellas cosas que definitivamente no son buenas para nosotros y la reflexión en tal sentido es alejarse de la maldad y hacer siempre lo bueno para sentirnos satisfechos porque lo contrario, al no alcanzar los propósitos de la nobleza, es siempre caer en la maldad.

No comprender algo tan simple es caer en la necedad y es cuando uno se pregunta: ¿porque individuos que se quieren pintar de genios o sabios, que apuestan siempre a tener la razón, terminan mal, acabados y excluidos y en vez de reaccionar ante el fracaso insisten en dar y dar coces o patadas contra el aguijón?

Puede haber muchas respuestas y si decimos que es por soberbia, por orgullos mal entendidos, por protagonismo, por vender liderazgos, por ambiciones políticas o porque se quiere atraer la atención de alguien que les haga fácil la vida financiándoles para no trabajar, sin duda, no nos equivocaríamos. Sin embargo, creo que hay algo que perturba y daña más poderosamente a quien se propuso hacer el mal tratando de amargar la vida a quien es feliz, a quien vive del otro lado de la oscuridad, a quien considera sabiamente que el tiempo no es para perderlo sino para aprovecharlo, a quien desea construir espacios de reconciliación verdadera para que no volvamos a andar sobre los errores que nos condujeron a desenlaces fatales que al final nos hicieron perder a todos.

Yo estoy seguro que esos que se hunden sobre arena movediza porque la maldad no los deja quietos y los impulsa a seguir dando y dando patadas o coces sobre el aguijón es porque hay un germen y bacteria que se los está comiendo vivos y es “LA ENVIDIA”.

LA ENVIDIA es un cáncer y produce metástasis en quienes la padecen y lo que la provoca no es el dinero que uno pueda tener, mi carro, mi casa o cuantas cosas materiales haya logrado, porque el envidioso puede tener eso y muchísimo más, sino que reacciona y se revuelca ante mi esencia, mi energía, por lo que hago bien y el o la envidiosa no puede.

LA ENVIDIA se retuerce por el éxito en mi familia, mis talentos, mi aura, mis relaciones con las personas, en cómo trato a los demás, en cómo me tratan los demás, en cómo me manejo ante los valores de la vida, que soy capaz de dar, porque recibo tantas bendiciones, porque tengo tantos amigos, porque me respetan, porque me creen, porque me siento tan seguro, porque tengo éxito, porque nunca me doy por vencido, porque tengo tanta fuerza.

Cuando LA ENVIDIA es cegada por la luz, porque su habitad común es la oscuridad, se convierte en una de las emociones menos toleradas en la sociedad, en una expresión profundamente rechazada porque es motor de comportamientos destructivos que desembocan en la venganza contra todos aquellos a los que termina odiando.

LA ENVIDIA es un sentimiento doloroso que daña a quien lo padece por el deseo de tener algo que no tiene y que otro si tiene y esto hace sentir tremendamente vulnerable a quien sufre este cáncer. Es frecuente que la envidia incite sentimientos de ira, destrucción, celos, y venganza como una forma de satisfacer o calmar la angustia y frustración de no puedo conseguir algo; pero la ira y la venganza son un pobre manejo de este sentimiento porque se basa en destruir lo que otro tiene y eso que hace LA ENVIDIA,  es inaceptable porque es contrario a los sentimientos placenteros de amor, protección, alegría y bienestar de la mayoría, por lo hay que decir gracias a Dios que los envidiosos son pocos, aunque indudablemente sus frustraciones siempre hagan ruido.

Ahora cuando hablo de ruido no es que tengan éxito en sus tristes frustraciones que los empuja a LA ENVIDIA sino a la toxicidad del veneno que lanzan para descalificar y deslegitimar lo que ellos ni pueden tener, ni pueden alcanzar y entonces es cuando se imponen validar aquello de que, si no es para mí, no es para nadie.

LA ENVIDIA es una atracción fatal para la oscuridad y un distintivo monumental por la mediocridad. Es la que charchalea de felicidad cuando patea la gloria y el éxito de los demás. Es el rastrar serpentero de los perdedores. Es la venenosa burla que brota hiel de las entrañas abiertas en aquellos que se saben insignificantes bichos que únicamente pueden hacer gala de su propia fealdad y como son tan monstruos por dentro y por fuera entonces tratan de corromperlo todo, de tergiversar, manipular, contrariar, calumniar, difamar, no importa que el fin les justifique el medio, pero lo determinante para estas guabinas bocateras, es hacerse lucir como el maldoso o la maldosa, cuando lo que en realidad muestran es la validación del porqué les llamamos miserias humanas.

¿Cómo los apátridas nos envidian a los nicaragüenses que vivimos aquí, cómo individuos y gobiernos peleles y cómo hasta el mismo imperio dan patadas o coces contra el aguijón por lo que hacemos y seguiremos haciendo en nuestra amada Nicaragua?

Quise tocar el tema de “LA ENVIDIA” porque por ella mueren lentamente los que habiendo nacido, equivocadamente aquí, mientras pudieron, nunca hicieron absolutamente nada por el país, pero cómo lo sí hacen Daniel Ortega y Rosario Murillo y de la misma manera el FSLN y el sandinismo y también los independientes y todo aquel que entendió que la reconciliación es el camino, entonces rebuznan mercenariamente atacando a la verdad, nadan contra corriente, se exponen como lo que son perros rabiosos al servicio de quien les paga no para hacer periodismo o hacer política sino para continuar, ahora desde afuera, insistiendo en el mismo terrorismo por el cual fueron condenados como delincuentes, por lo que más tarde, y muy generosamente, fueron enviados, muy lejos de aquí, a comer machigüe, pero por primera vez con el sudor de su frente.

Esos terroristas envidian nuestra capacidad de ir defensivamente diez pasos delante de cada agresión que piden contra Nicaragua; envidian la dignidad y resistencia mística con que respondemos a cada una de sus bajas agresiones; envidian los cojones y ovarios de cada hombre y mujer de este pueblo que vigorosamente hace suyo el pensamiento Dariano de que si la patria es pequeña uno grande la sueña; envidian que el talento comunicador de los medios del poder ciudadano sea una pared infranqueable contra la mentira que es la carta de presentación de los perdedores; envidian que el mundo nos reconozca los modelos sociales que el sandinismo creo para el pueblo en diferentes esferas revolucionarias que hoy nos dan predominio y liderazgo en el planeta y en nuestro hemisferio, mientras LA ENVIDIA CANALLA, que no sabe lo que es la democracia lo único que hizo fue llenarse los bolsillos con los tesoros de la Res-Pública y de ahí que hayan querido recuperar aquella vida palaciega, que además no tiene retorno, con el fallido golpe de estado de 2018, que se estrelló contra la voluntad de un pueblo que es libre, soberano e independiente.

Pero no solo nos envidian las pichurrias, las miserias humanas, las chachalacas, el cucarachero de miami, los enanos mentales que un día y muy equivocadamente nacieron aquí, sino también aquellos que nunca dejaron de ser esclavos del colonialismo, que habiendo sido presidentes en sus naciones después de haber ordeñado para sí lo que arrebataron a los pueblos que creyeron en ellos, hoy pretenden empinarse como preocupados por lo que pasa aquí, y se olvidan por ejemplo del sicariato y la corrupción en sus propias naciones como lo que vive Costa Rica; se olvidan que en Chile hay cienes de cienes de tuertos y ciegos que sufrieron los disparos irracionales de los carabineros; se olvidan de los 44 mil millones de dólares que el mago de Macri desapareció en Argentina, del paraíso fiscal que aflora en Panamá y el paulatino deterioro de un canal que muere todos los días; se olvidan que la popularidad del presidente salvadoreño es solo por el encarcelamiento de más de 50 mil pandilleros y pare de contar; que en México el actual presidente descubre todos los días diviesos de pus por doquier y masacres colectivas a la orden del día.

Puedo seguir hablando de lo que se olvida en Latinoamérica y el mundo que, por supuesto y gracias a Dios no olvidamos aquí, pero el que más olvida es el propio imperio norteamericano, el menos indicado de señalar a otros, el menos indicado de hablar de democracia porque paga a determinados perros rabiosos y de pelea para que acaben con la democracia que sí tenemos otros.

¿Algunos podrán decir y qué puede envidiar Estados Unidos de Nicaragua? Pues que somos una nación pequeña en territorio y población, que estamos a miles de años luz de ser una potencia militar imperial, pero con una dignidad legada por sus héroes y sus mártires que hicieron posible, ser la primera nación en el mundo dónde el Águila Real fue vencida por el Guardabarranco y eso está marcado por la historia.

La ENVIDIA CANALLA imperial se perturba porque en el mundo tenemos, por nuestra resistencia y razón, mucho más respeto que el propio Estados Unidos a quien el planeta entero con mucha certeza lo ubica como el verdadero enemigo de la humanidad.

LA ENVIDIA CANALLA se retuerce porque nuestros valores han logrado hacer de nuestra sociedad una fortaleza de paz, seguridad y orden que Estados Unidos está lejos de tener y que ahoga tanto al mismo pueblo norteamericano que este se sabe claramente gobernado por una hipocresía que alienta y financia guerras en otras partes del mundo que hacen descender a la condición de indigentes a todos los estadounidenses condenados a vivir para pagar en una sociedad depravada y sin ley: Que mientras al imperio le tiran las puertas en la cara a Nicaragua se nos abren de par en par porque muy por encima, pero muy por encima, hemos demostrado que somos soberanos, que aquí el poder lo tiene un pueblo presidente que elige directamente y nunca un colegio por el y menos aún que quien decida sea el capitalismo salvaje, el pentágono, la CIA, el Servicio Secreto y todo eso que conocemos como el conjunto de personas, instituciones y entidades influyentes en la sociedad o en un campo determinado, que procuran mantener y controlar el orden establecido y que pretenden representar la democracia que quieren imponer para otros.

Dejemos que el envidioso muera por efecto de su propia espada. Nosotros los que compartimos socializando nuestra felicidad y encontramos en la solidaridad del verbo lo predicado por Jesús de Nazaret lo que nos corresponde es seguir siendo la luz del camino porque en la medida que nos encendamos con más intensidad es que vamos a ser capaces de acabar con la oscuridad de LA ENVIDIA CANALLA.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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