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  • 7 diciembre, 2023

Detalles del Momento: La bestialidad de los Poderosos


| Moisés Absalón Pastora

Saludo los tiempos profundamente espirituales que comenzamos a vivir en esta Navidad teniendo como antesala la devoción Mariana que como país no solo nos caracteriza, sino que además nos distingue por encima de todos los demás y eso lo vemos en el corolario del 7 de diciembre, Día de la Gritería, dónde Nicaragua entera se lanza a las calles a cantar a la Madre del Hijo de Dios, lo que representa la fiesta más popular de todo el país; lo vemos en el respeto tan profundo que hacemos del 8 de Diciembre con un feriado nacional de recogimiento para trasladar nuestro respeto a María Inmaculada, la patrona de Nicaragua cuya invocatoria comienza con un grito salido del alma de sus devoto: “¿Quién causa tanta alegría?” y a una sola voz contestamos “La Concepción de María”. En quien ponemos siempre, como Madre de Jesús de Nazaret la intercesión por el bienestar de la familia, el propio y por supuesto de la tierra dónde nacimos.

Partiendo de lo anterior y en lo macro de la atención que siempre debemos tener con nuestra propia tierra hagamos causa efectiva por ella, porque la tenemos como un tesoro, como un bien con el que nacimos en calidad de regalo que además es invaluable, no tiene precio, es imposible medirlo en pesos y centavos y sin embargo vivir en esa tierra, crecer en ella, fundar desde sus cimientos un hogar, nunca nos costó un centavo y sin embargo no hemos sido lo suficientemente agradecidos con ella, nuestra tierra y por ella tenemos que pedir a la Madre de Dios que interceda ante El Padre, El Hijo y el Espíritu Santo para que nos de raciocinio, para que nos haga comprender que el planeta entero está en peligro.

Traigo este tema a la mesa para crear conciencia de la profundidad que tiene la posición de Nicaragua ante el COP-28, la cumbre mundial ambiental de las naciones unidas que se realiza del 30 de noviembre al 12 de diciembre en Dubái donde nuestra voz ha retumbado llamando a la situación por su nombre porque no estamos ante un cambio climático sino una crisis climática.

Hay muchos fenómenos que vemos en nuestro presente que desde el séptimo arte, la industria cinematográfica, ya habíamos visto y que siempre nos llamaron la atención por los niveles apocalípticos de proyección que tuvieron esas películas que proféticamente, desde décadas atrás, desde la ficción hasta la seriedad, advertían a la humanidad sobre lo que nos podía pasar y que no son otra cosa que las tragedias, calamidades y desastres que recurrentemente se hacen oír y ver, en tiempo real, desde todas las partes del mundo.

La naturaleza está reaccionando contra la especie humana con todo su furor. Los fenómenos que azotan son tantos y con características tan diversas que debe ponernos a pensar sobre lo que estamos haciendo y qué tanto estamos exponiendo nuestra especie a la extinción. No lo queremos aceptar, pero actuamos aberrantemente contra nuestro mundo. Los animales son más sabios que nosotros los hombres que utilizamos la inteligencia para degradar la vida y contaminar todo lo hermoso y bello que Dios nos dio para que lo cuidáramos.

Hemos perdido de vista la conducta correcta. No queremos identificar el origen del desorden, el caos, el crimen, la falsedad, la aberración y la violencia que prevalecen hoy en el mundo. Esos efectos devastadores que son la causa del mal causado están en la conducta de la gente que es opuesta a la dignidad de la naturaleza del hombre.

La educación que recibimos desde el hogar, que es fundamental no está relacionada necesariamente con los valores humanos, es algo que fácilmente perdemos de vista, y por eso todo lo que nos concierne, tanto en la esfera de la política o de la conducta social, en la actividad económica o en la búsqueda espiritual, son acciones basadas en los movimientos de la mente, pero las ignoramos. No es posible ningún cambio de acciones a menos que la mente, nuestra mente, sea cambiada y eso únicamente será posible por la concientización que debemos hacer masivamente para respetar la tierra y en ese sentido la delegación de Nicaragua en la Cumbre COP-28 en Dubái es un paradigma, un líder que se está haciendo escuchar ante la bestialidad de los poderosos.

Los hombres hemos cambiado al mundo. Nos hemos olvidado de quien lo hizo para nosotros y en nombre de la modernidad y la tecnología hacemos cosas divorciadas del sentido común como si El Creador no nos observara. Dios está presente entre nosotros y mira con miles de ojos todo lo que hacemos. Por eso cuando sucede cada cosa en el planeta; terremotos, tsunamis, huracanes, tornados, erupciones, grandes heladas, calores infernales, inundaciones, quemas de bosques, sequias, crisis económica, etcétera lo que realmente está pasando es el anuncio de nuestro destino final como producto de lo que nuestra propia mano ha hecho en línea de acción con la perversión de la mente humana.

Hemos cubierto nuestra mente con un manto de ignorancia, hemos tapado nuestros ojos con el egoísmo y cerrado el corazón con el orgullo. Despreciamos la decencia y no nos queremos dar cuenta que la vida y todo aquello que tanto decimos cuidar puede irse de un momento para otro. Estamos sumergidos en la brutalidad de la ignorancia, malgastando la vida en la búsqueda de cosas transitorias y guardando silencio ante tanta inmoralidad.

El mundo amigos está padeciendo innumerables problemas porque la gente no pone límites a sus deseos. Las guerras, los conflictos ideológicos, las distancias entre las naciones ricas y las naciones pobres, que definen a los que están del lado de la bestialidad de los poderosos, contra naciones que como Nicaragua no es emisor de la crisis ambiental, sino receptor de los impactos que esta causa; la demencia por el poder por el poder mismo, la sed de figuración, el terrorismo, las dictaduras, la depravación en algunos religiosos, el lesbianismo y el homosexualismo, los crímenes atroces, el incesto, la pedofilia, la infidelidad, la traición, el narcotráfico, la prepotencia, el fraude y la corrupción son elementos que en su conjunto han hecho desaparecer los valores morales y lo peor es que hay quienes los patrocinan y los promueven y eso es parte del cúmulo de atrocidades que como costra va formando todas estas irregularidades ambientales que desconfiguran a la naturaleza y que la vemos de una manera muy distinta a la conocíamos 50 años atrás cuando todavía el planeta respiraba porque gozaba de una humanidad más pura y noble capaz de pensar en los demás.

Veamos algunos contra sentidos promovidos como normales por minorías que no representan más que a grupitos, pero que nos quieren partir con un hacha la cabeza para meternos temas dislocados para que la cordura los vea como parte de una modernidad que sí o sí se debe aceptar, porque lo contrario es pintarnos de dinosaurios: Hay quienes matan en nombre de Dios y proclaman sus guerras como santas. Van contra la naturaleza y las leyes del Creador y hay gobiernos que se prestan para realizar matrimonios, supuestamente “legales”, entre homosexuales o entre lesbianas. Ahora los “predicadores” de la modernidad nos ven como trogloditas porque hay quienes rechazamos la idea de que nuestros menores realicen el sexo en las etapas tiernas de su vida, por negarnos a darles permiso para ir a una fiesta para que regresen “temprano” a las cuatro de la mañana. Es decir, vivimos al revés. Dañamos lo que debemos amar. Traicionamos lo que más nos vale y vivimos bajo la ley de la selva donde solo sobrevive el más fuerte, el más poderoso, y es de ahí, de esa ensoberbecida arrogancia y prepotencia, dónde está el origen de un mundo ofendido y agredido.

La humanidad va en retroceso porque hay quienes te hablan de paz con el garrote en la mano. Se dicen honorables, decentes y honrados, pero te arrancan el calcetín sin quitarte el zapato. Por eso el mundo está padeciendo innumerables problemas y no entendemos que, aunque se aspire a la riqueza, uno debe procurar sólo lo que le corresponde, pero desgraciadamente somos depredadores de nuestra propia especie y tristemente no estamos haciendo nada por cambiar nuestras actitudes.

Qué haremos cuando no tengamos mundo, qué haremos cuando no tengamos patria. Para entonces estaremos prefiriendo morir porque la purga de nuestros errores, el dolor de los que aún puedan ser purificados, será tan terrible como los daños que nuestra mano ha causado a la naturaleza y a nuestra propia humanidad porque no tenemos más que lo que tenemos. Hemos ido a la Luna, hemos llegado con sondas a Marte, poderosos telescopios tratan de penetrar las diversas galaxias del universo y aunque dicen que hay planetas parecidos al nuestro son inalcanzables, aunque a lo mejor de ahí procedan los OVNIS.

En lo que respecta propiamente a los nicaragüenses hay entre nosotros gente realmente malvada que nos quiere conducir a la destrucción del país porque esas son las órdenes que reciben de quienes les pagan. En ellos no hay valores, no hay principios, no hay decencia. La ley la tienen para violarla y la vulgaridad en ellos ahora es tan frecuente que los mercenarios mediáticos la usan como si estuviesen hablando con un pandillero fuera de micrófono.

Ojalá que en esos espacios, reducidos a canales Yutuberos, donde abunda cada ignorante que cree que en esas plataformas se puede decir todo tipo de cochinada, de palabrotas y hasta de obscenidades y pasar inadvertido como lo obsceno que es, comprenda que el sentido común es decente, que aún existe y que te pasa facturas tarde o temprano, porque ese sentido común del que hablo no gusta ni de odios ni de violencia y hoy se expresa abiertamente contra aquellos que después de todo lo hecho insisten en desbaratar el país, la tierra que aquí gracias a Dios, tiene cienes de miles de hijos, a millones de nicaragüenses que la defienden.

Habrá quienes piensen sobre estos conceptos, que estoy desvariando, pero la verdad es que requerimos una contra marcha para no estrellarnos con una ignorancia que nos está matando, que nos está extinguiendo y que nos plantea la inmensa interrogante de que si al paso que vamos seremos capaces de llegar al 2050 como planeta o especie porque llevamos un ritmo súper acelerado de destrucción y tanto que ya nos alertan que estamos en el nivel seis de nueve que los expertos, reunidos allá en Dubái, consideran el límite para que se consume la extinción humana.

Debemos reflexionar sobre estos temas por las generaciones que siguen. Sería doloroso heredar como válida la irracionalidad de las naciones poderosas que están acabando con la humanidad. Hasta hoy que nos encontramos con un planeta que está dando muestras de insuficiencia para sostenerse, porque nos lo estamos hartando, no hemos hecho otra cosa que dar ejemplos nefastos de nuestros hábitos contra la naturaleza al extremo de atentar contra ella por diversión y eso va más allá del delito porque es un acto aborrecible ante los ojos del Altísimo.

Pareciera absurdo concluir que la especie animal es más noble que la especie humana. Nosotros matamos por diversión, lo hacemos a ultranza y cuando digo matamos es que asesinamos nuestros bosques, extinguimos la flora y la fauna y mientras esta parte hermosa de la naturaleza es asesinada por nuestras manos solo nuestra especie crece y se multiplica como una amenaza latente contra el planeta porque también hoy se traen hijos al mundo a los que después se mal crían o se abandonan a su suerte para que la supuesta tecnología los consuma y los haga indolentes. Debemos dar cabida a estos temas que tienen que ser, pienso yo, puntos de agenda para nuestra conciencia, porque si estos aspectos íntimos que atañen a los valores humanos y la sobrevivencia de la especie humana son vitales para todo lo que representa vida, humanidad, fauna y flora, pues entonces pensemos más allá de hoy, pensemos en el futuro, tal vez ya no tanto para los que ya pintamos canas, pero sí por aquellos a quienes le vamos a heredar un mundo que esperemos pueda ser mejor en el mañana que está siempre un paso más adelante que nosotros, pero seriamente amenazado.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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