Detalles del momento: La oxcidación de occidente
Por| Moisés Absalón Pastora
En la geopolítica mundial los analistas internacionales gustaron de acuñar las luchas entre oriente y occidente para enfrentar en el campo dialéctico los antagonismos ideológicos entre el capitalismo y el marxismo o interpretado de otra forma entre la democracia y el comunismo.
Esa retórica es lo que impuso la guerra fría entre las potencias representadas por Washington y Moscú a partir de fin de la segunda guerra mundial en 1945 y aunque la caída del Muro de Berlín, precisamente un día como hoy 9 de noviembre, pero hace 32 años, lo cierto es que a la vuelta de todo ese tiempo la guerra fría está retornó, pero con roles invertidos pues todo indica que hoy estamos frente a la oxidación de occidente y la democratización del socialismo que ha sido satanizado por un capitalismo salvaje que sabe que el mundo está plenamente convencido que el esquema unipolar se quebró.
Hago esta introducción al tema que deseo abordar porque Nicaragua -no de hoy- ha sido un territorio apetecido por su posición geográfica por ser un punto de enlace estratégico entre el mundo pacífico y el atlántico a través de sus océanos de manera que no nos extrañe que el capitalismo interventor e invasivo, aterrorizado por perdernos definitivamente, en el contexto electoral que vivimos, esté reviviendo el concepto de la democracia occidental para lanzarla desde una plataforma de acoso y desprestigio contra nuestro país porque los nicaragüenses desde una voluntad muy cívica y ciudadana nos estamos defendiendo de quienes desde el fascismo nos quieren imponer cómo gobernar nuestro país, quienes deben gobernarnos, cuales deben ser nuestros líderes y qué modelo debemos adoptar para que sí y solamente sí podamos ser parte de esa sociedad “democrática” encabezada por Estados Unidos que en realidad es la expresión más hipócrita concebida por un imperio que llámese gringo o yanque al final no es otra cosa que un enemigo dañino y pernicioso para la humanidad por ser ellos la expresión más perversa del terrorismo.
Que el amo imperial desconoce nuestras elecciones; que España hace lo mismo, que el payaso e impopular gobernante de Costa Rica también, que el narco-genocida estado colombiano brinque en el mismo petate y que todos esos países que afligen a sus pueblos invoquen la democracia que no practican para amenazarnos y agredirnos, de ninguna manera cambiará la voluntad de la inmensa mayoría de los nicaragüenses expresada en las urnas este 7 de noviembre porque la manifiesta actitud de quienes aquí votamos por la paz, estabilidad, progreso y dignidad humana fue la ansiada venganza cívica contra el odio y la muerte que precisamente el oxidado occidente financió para asesinarnos y otra vez tratar de conducirnos a la miseria que es el estado que siempre han querido para nosotros porque así nos consideran débiles presas de sus malignos deseos y que por supuesto disfrazan de interés por nuestra libertad lo que es falso de toda falsedad porque son ellos, esos impostados líderes de la democracia mundial, los que esclavizan al planeta y no permiten el desarrollo humano de los pueblos, pero sí las riquezas personales de los magnates y millonarios que roban a manos llenas.
El occidente oxidado del que hablo es un pensamiento agotado de conquista que pueblos con historias muy vividas como la del nicaragüense rechaza con la altivez que solo una dignidad nacionalista como la nuestra puede. Hoy los valores de la “democracia occidental” están trasroscados porque no responden al espíritu liberador y progresista que supuso la revolución francesa sino a una campaña invasiva, que devora el espacio vital de otras naciones, donde el imperio norteamericano reclama la mejor parte y deja a sus socios las sobras a cambio de que le acompañen en sus agresiones contra el mundo, pero solo para generar el efecto de un contingente multinacional que decidió unirse para liberar a naciones que son libres y a las que les inventaron fantasmas dictatoriales que jamás existieron, aunque sí líderes que transformaron a sus países sin la venia del señor de la Casa Blanca y que si decidieron dictar sobre algo fue para construir hospitales, escuelas, carreteras, instalaciones deportivas, energización por doquier, caminos de penetración, centros turísticos y por encima de todo un trato humano hasta para el más humilde ciudadano.
De todo eso entonces trató la elección del 7 de noviembre cuyos resultados son apabullantes, estremecedores, apocalípticos e indudablemente con todas las características de una extinción total para ese oposicionismo fracasado que no puede sorprenderse por los impresionantes porcentajes de victoria de la Alianza Unida Nicaragua Triunfa porque siempre supieron el Tsunami que se les venía y que además en tiempo y forma les advertíamos de que aquel gigantesco oleaje no dejaría en ellos piedra sobre piedra.
Hoy tenemos con casi todas los votos escrutados nacionalmente hablando, como producto de una elección ejemplar, ágil, ordenada, transparente y participativa de un pueblo que decidió libremente por un presidente y una vicepresidente electos con el 75.92% del voto inmensamente mayoritario de los nicaragüenses, que confirió a la Alianza Unida Nicaragua Triunfa, que encabeza el FSLN, 75 de los 91 escaños que se eligieron y que son más más del tercio requerido constitucionalmente para seguir profundizando con total agilidad las transformaciones que la dinámica de desarrollo del país demanda.
Este resultado amigo es una respuesta contundente a esa oxidación de occidente que cavernariamente, a pesar de la cultura y educación que presume, se lanzó como enemigo contra esta Nicaragua que nunca antes en su historia, como lo hizo a partir del 2007 con Daniel Ortega al frente, había logrado hasta el 2018 que los demonios emergieron del infierno, un paso tan agigantado en la lucha que se propuso contra su verdadero enemigo; La pobreza.
Lo que de ese golpe de estado derivó y del que tanto hemos hablado fue, solo para resumirlo, un crimen de lesa humanidad, financiado, estimulado y ordenado por esos que hoy nos anuncian, como si no lo hubiesen hecho antes, como si sus agresiones fueran nuevas, que no reconocen nuestras elecciones y que por tal nos vienen más sanciones porque no fuimos capaces de satisfacer sus caprichos.
Toda esta canallada tiene su origen en ese maldito imperio norteamericano, en esos enemigos de la humanidad que no terminan de entender que se metieron con quienes no debían y que Nicaragua en respuesta a la brutalidad conspicua de los Estados Unidos otra vez derrotó a sus agresores y que la victoria de la Alianza Unida Triunfa es una nueva hazaña de la dignidad y espíritu nacionalista heredado desde la pedrada de Andres Castro contra el filibustero hasta nuestros días.
Disfrutamos de esta venganza consumada el 7 de noviembre. Nos comimos como plato frio todo ese odio financiado y estimulado por los Estados Unidos lo que implica el renacimiento de una patria que crecerá de la mano de quienes la aman y que la conduciremos de lo mejor a lo bueno y de lo bueno a la excelencia y lo haremos con el mismo espíritu que nos condujo a la urna electoral que es el espíritu de la razón y de la verdad por el cual vencimos ayer, vencimos hoy y venceremos siempre.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.