Detalles del Momento: La Traición
Por: Moisés Absalón Pastora
Vivimos indudablemente en un contexto político caliente y no cualquier contexto porque tampoco es uno más de los tantos que recoge la historia o que vivencialmente nos haya tocado testificar, sino que estamos en uno tan determinante y tan fulminante que de lo que vamos a hablar es un parte aguas para la Nicaragua del pasado y la Nicaragua del presente y del futuro.
Desde la firma del acta de independencia, el 15 de septiembre de 1821 hasta el pasado 9 de febrero de 2023, los nicaragüenses vivimos crisis políticas tan explosivas, tan vergonzantes, que además de las intervenciones en nuestros asuntos internos, los imperialistas, los enemigos de la humanidad, los Estados Unidos, nos impusieron a uno de sus ciudadanos como presidente de Nicaragua, nos invadieron y ocuparon militarmente y por más de un siglo nos desgobernaron desde su embajada.
Tristemente todas esas desagradables realidades las hicieron posible, a ruegos directos de quienes mal nacieron aquí, traidores que por amor al poder y al dinero siempre fueron capaces de vender hasta sus propias madres. Es doloroso admitir que la traición, desde que quisimos ser país, nos acostumbró a que ella fuese una moneda de uso corriente y que los que padecieron y padecimos, tuviéramos que acostumbrarnos a ver la impunidad de aquellos que apuñaleaban a la nación y luego del crimen contra la patria pretendieron saturar la herida abierta con hacha a través de pactos y componendas que se disfrazaban como diálogos en beneficio de la paz.
Cuando hablo de traidores a la patria hablo de las mentes maquiavélicas que con premeditación, alevosía y ventaja armaron los contextos para propiciar desde el caos las condiciones que debilitaran y dividieran a la sociedad en cada momento de manera tal que no hubiese capacidad de reaccionar ante los depredadores extranjeros que con cuchara grande siempre se llevaron lo mejor de nuestras riquezas.
Nosotros no somos una nación pobre, nosotros somos una nación empobrecida que desde el 2007 decidió no serlo más y para hacerlo posible comenzó desde una segunda etapa revolucionaria a construir la Nicaragua del presente que hoy por hoy es la mejor que conoce nuestra historia y en esa ruta andábamos tan correctamente que la odiosa oligarquía que siempre lo quiso todo exclusivamente para ella comenzó a invocar a la Chamorrada del pasado para enchufarla con los apetitos de poder de la Chamorrada del presente y de la misma manera a los Adolfo Díaz, al Moncada del Espino Negro, a la estirpe sangrienta de los Somoza, a la Violeta Barrios y al tristemente célebre de Enrique Bolaños, que son sin duda alguna, los catedráticos de la traición en nuestro país.
Hablamos mucho de traición por estos días y hay quienes la repiten como palabra, sin duda alguna sabiendo lo que quiere decir, pero no dimensionando lo que realmente representa porque mientras en nuestro país la pena es solo la pérdida de la nacionalidad y de los bienes materiales de los traidores, en otros se paga hasta con la pérdida de la vida.
La traición existe porque existimos los seres humanos y aunque pueda representar un sabor más amargo que la hiel es imposible evitarla y tanto así que hasta aquellos que la propinan la han sufrido porque al final el karma te dice que todo lo que sube baja y que de la misma manera que das también recibes.
Decía Niccolo Di Bernardo Dei Machiavelli, Nicolas Maquiavelo, que la traición es el único acto de los hombres que no se justifica, pero eso no ha evitado que esté presente en la historia desde Judas, que traicionó a Jesús por 30 monedas de plata, hasta hoy.
Entre las diferentes formas de traición conocidas lo más habitual suele ser la infidelidad amorosa, la gran generalidad la hemos padecido, y cómo duele, y qué difícil perdonarla cuando te das cuenta que todo con quien aparentemente viviste fue una monumental mentira, pero la traición va más allá de las consecuencias en una relación de pareja, porque la falta de lealtad también destruye amistades, familias y negocios y ya no digamos en política donde los campos están ampliamente minados.
Para que haya traición debe haber un vínculo de confianza y por eso la traición es dolorosísima, porque siempre viene de personas cercanas que de un solo golpe acaban con todo aquello en lo que creíamos y eso te produce un desequilibrio emocional profundo porque entonces el impacto que genera en la persona traicionada es como que perdiste algo valioso, algo importante, algo que celosamente se protege y se da como un tesoro y esa es la confianza.
La confianza es la seguridad en nosotros mismos; es la esperanza de que algo se materialice de acuerdo a nuestras expectativas; es la continuidad ininterrumpida que tenemos en el trato con alguien a cerca de muchos temas; es un altísimo valor en cualquier espacio de convivencia humana y de ahí que sea fundamental en el hogar, en la familia, en la empresa, en el trabajo y en todas partes porque es la brújula que marca el norte de nuestros propósitos y no importa si en la búsqueda de estos caemos y nos volvemos a caer, porque si tenemos confianza en que nos podremos volver a poner de pie lo vamos a hacer porque la confianza es energía.
La confianza a nivel social es más que vital y esencial en la relación reciproca con los padres, abuelos, hermanos, tíos, primos, profesores, compañeros de clases o con otros aspectos más institucionales y políticos como el Estado, el gobierno, la policía, el ejército, el sistema de salud o de educación, todos son determinantes en la forma en que nos relacionamos con nuestro entorno y el grado de bienestar que esta relación nos proporciona.
Refiero lo de la confianza porque está se quiebra cuando en la vida incursiona la traición y la principal lealtad después de Dios es con uno mismo porque si no soy fiel a mi mismo no podré ser fiel a los demás y esto desgraciadamente desde que somos nación supuestamente independiente se viene repitiendo tanto que de pronto se volvió costumbre poner a comer en el mismo plato antagonismos tales como la vida con el odio, la paz con la violencia, la luz con las tinieblas, la verdad con la mentira, el orden con el caos, el convencimiento con la imposición, la tolerancia con el irrespeto, la verdad con la mentira.
Basados en los anteriores contra sentidos, algunos dislocados mentales quisieron seguir imponiendo como moneda de uso corriente en Nicaragua y que no son otra cosa que vulgares y ordinarios traidores, que pensando en ingles y actuando en inglés, se fueron a Estados Unidos a pedir la continuación de las agresiones contra nuestro país, presumieron que la democracia para ellos era lanzarnos a sus odiosas turbas para que tirasen piedras contra nuestra casa, nos insultaran y ofendieran, la quemaran con nuestras familias dentro y que una vez nuestros seres queridos, al salir huyendo de las llamas, pudieran ser linchados y asesinados sin ejercer el más mínimo derecho a defenderse porque entonces se estaría agrediendo a los asesinos.
Eso exactamente y muchísimo más se hizo en el 2018 con el apoyo del odioso imperio norteamericano contra nuestra más grande casa, Nicaragua y contra los nicaragüenses que pagamos un altísimo costo en vidas humanas, en repercusiones morales y daños económicos y aun así tuvimos que tragarnos en inmenso sapo de ver a los traidores amnistiados.
Entonces ellos, los traidores, no entendieron y la brutalidad que les es tan característica no les hizo comprender aquel concepto de la no repetición y siguieron en las mismas, joche que joche, ignorando aquella frase presidencial de que “todo tenía un límite” y como el imperio y sus lacayos se llegaron a creer el cuento de que nuestro amado país estaba efectivamente cerca de convertirse en una estrella colocada en su bandera no se percataron, tal era el odio que los cegaba, que entonces en legítima defensa, se legisló contra el lavado de dinero, contra los agentes extranjeros, contra el ciberdelito y pasaron meses después que estas leyes entraron en vigor y los traidores siguieron pensando que solo se trataba solo de un chamarraso porque aseguraron que aquí todo el mundo temblaría ante el enfado imperial por ver a uno de sus bastardos puestos en su lugar.
Actualmente hay 222 agentes deportados que en su calidad de peleles nunca fueron nicaragüenses, hay otros 94 prófugos que tampoco lo son y otros en lista que como los anteriores simple y llanamente son menos que parias que ni pudieron ni volverán.
Esos existirán solo en el registro de la historia que ya les describe por tramar, armar y ejecutar una guerra que fue financiada por el enemigo de nuestro país y de la humanidad; se les mencionará por realizar operaciones de espionaje y sabotaje sumamente dañinas al servicio de una potencia extranjera; mencionaremos sus nombres cada vez y cuando tengamos que aplicar un sinónimo que tenga que ver con la muerte, el dolor, el espanto, la tortura, la violación, la difamación y la negación misma de Dios por la alta dosis de responsabilidad que tuvieron visibles y connotados sotanudos que actuaron como capellanes del averno.
Todos esos traidores continuaran en los medios cibernéticos tratando de disipar los hedores a carnes muertas que expiden con cuentos fraudulentos que pretenden atraer piedades ajenas, pero es tal la fetides de sus falsedades que ni los más emplumados buitres se animaran a devorarlos porque en ellos habita la materia maldita de la podredumbre animal y que solo puede digerir el canibalismo coprófago de aquella sociedad a la que llaman “el sueño americano”.
La traición a la patria dejó de ser una costumbre en Nicaragua y se convirtió en el delito que siempre debió ser y el más elemental castigo para todo aquel bastardo que haya levantado su mano contra el país, nuestro país, es la pérdida de la nacionalidad y tras eso las consecuencias posteriores.
Hoy el show ya no acentúa tanto la bravuconada de aquel discurso con que se pintaban de “libertadores”, ahora la modalidad es poner cara de perros apaliados, como la del delincuente que agarrado con las manos en la masa te dice que lo cogieron por puro aire, hoy es que lo perdieron todo y que urgen sentir un abrazo, que humanos, que apariencia de humanos quieren asumir cuando fresco está en nuestras mentes los crímenes y canalladas del 2018.
Esos que hoy hacen rodar lágrimas de cocodrilos sobre sus mejillas que son los que lloran cuando mascan y trituran a sus víctimas, dicen que no entienden porque ocurre lo que les pasa, como si eso va a conmover a aquella madre que vio ardiendo a su hijo vivo, a las esposas e hijos de aquellos 22 policías asesinados, a los miles de trabajadores que aún no recuperan el empleo o a la que fue violada en un tranque, al que fue desnudado, torturado, pintado y después liberado como Dios lo trajo al mundo en medio de una lluvia criminal de morteros.
A esos traidores nadie los perseguía, decían como se dice siempre cualquier barbaridad en los medios contra las autoridades de gobierno, hicieron negocios como nunca con el sandinismo, hacían protestas, se movilizaban, se ufanaban de las relaciones que tenían con el ejército y la policía, tenían una relación hasta más cercana con las más altas autoridades del país que la que un ministro podía tener, pero eso no fue suficiente querían el poder por la fuerza, porque por elecciones no podían y entonces aceptaron la propuesta de sus jefes en el imperio para bar de sangre en país y derrocar por la vía de un golpe de estado al gobierno constitucional de Nicaragua solo porque querían seguir robando de la misma manera que muchos de ellos ya lo habían hecho en tiempos de Violeta Barrios, Arnoldo Alemán y el tristemente célebre Enrique Bolaños Gueyer.
Nicaragua ha dado un enorme paso hacia la paz. Nicaragua ha puesto la basura que la ensuciaba en su lugar. Nicaragua deportó a su verdadera patria a los agentes extranjeros que se metieron en nuestros asuntos internos. Nicaragua quitó la nacionalidad a otros 94 y los que faltan porque son prófugos que desconocieron nuestras leyes y Nicaragua continuará haciendo lo que soberanamente le corresponda, en beneficio de sus ciudadanos, para seguir creciendo, desarrollando y soñando.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.