Detalles del momento: “Pierde quien desinforma”
Por: Moisés Absalón Pastora
Un elemento fundamental que en nuestra sociedad fue masacrado desde el fracasado golpe de estado fue la verdad. Esta fue asesinada por la desinformación panfletaria que algunos generaron desde el disfraz periodístico para finalmente envolverla en la mortaja de la mentira y tirarla como cualquier cosa y en cualquier lugar para tapar el crimen que cometieron contra Nicaragua.
Cuando uno busca una razón que justifique todo lo que hicieron, los muertos que generaron, la economía que destruyeron, el desempleo que dispararon y el daño moral que nos causaron para dividir desde la mentira que proyectaron a la familia nicaragüense, solo se encuentra un diseño perverso y malévolo que tiene su principal base en la desinformación. La desinformación es la ausencia de información verdadera, es chisme, es cuento, es rumor, es novela y al final un veneno mortal en la mente humana.
Una persona desinformada es un tóxico ambulante con una lengua dislocada que se mueve repitiendo mentiras, desfigurando realidades y sirviendo de agente, intencional o no, a quienes inventan las mentiras para causar daños que por su propia maldad no son capaces de calcular.
La desinformación puede producirse sin intención cuando la naturaleza de alguien es atrevida y afirma cosas que no son solo porque lo escuchó de otros, igualmente perdido sobre cualquier tema, pero cuando esta se genera desde un medio de comunicación, donde se supone que debe haber un periodista responsable y además de mentir a cada cosa le da una dimensión apocalíptica ahí las cosas cambian porque claramente hay una intención dolosa y hasta sediciosa en el caso de lo que pasó en Nicaragua después del 2018.
La desinformación es un concepto muy cercano a la propaganda y tiene en consecuencia un hermano que se llama manipulación y juntos son capaces de crear situaciones que han llevado a derramamientos de sangre de niveles oceánicos en otros países.
La desinformación, como la conocemos aquí, tiene la intención de desacreditar al gobierno y falsificar la realidad y lo grave es que no se miente sobre la propaganda de una marca comercial, sino que aquí se miente desde la plataforma que les representa la desinformación, pero alrededor de la vida o muerte de las personas, sobre quienes torturaron, sobre quienes secuestraron o hicieron cualquier barbaridad, pero que a través de la mentira endosan a quien en realidad fue víctima y no victimario.
La desinformación genera consecuencias serias que te pueden matar, que puede dañar irreversiblemente la honra de una persona o empezar simplemente una guerra que no tenemos idea cómo puede terminar y que para colmo no hará ganador a nadie, pero sí perdedores a todos y los primeros que salen corriendo al dimensionar lo que hacen, a través de sus mentiras, son los desinformadores que ya fuera del país se declararán cínicamente perseguidos políticos, cantata que nos sonará bastante familiar porque eso es lo que repiten todas las gárgolas o murcielaguitos que hicieron lo que hicieron a partir del 18 de abril de 2018 a base de mentiras.
Es tal el daño que causa la desinformación que en Europa ya se legisla sobre esta peste a pesar que antes decían de esta agua no beberé. Los que viven de la desinformación y reciben importantes presupuestos para lo que hacen no escucharan agradable que se comience a legislar sobre la desinformación porque no es necesario ser sabio para estar claro que lo primero que gritaran es “violación a la libertad de expresión”.
Óigase alto y claro nada tiene que ver la libertad de expresión con la desinformación. Aquí en este país, donde se goza de un gigantesco libertinaje todo el mundo dice cualquier cosa, cualquier bascosidad contra cualquier persona, pero eso no tiene que ver con la libertad de expresión, aunque sí mucho con la calumnia, la injuria y la difamación y todo eso está penado.
Libertad de expresión es decir todo lo que queramos, pero siempre y cuando tengamos certeza de tener soporte de lo que afirmamos y como en muchos casos eso no sucede, incluso pasa entre la misma gremialidad periodística, muchos países legislan sobre el tema de la desinformación porque es asesina.
Hoy las redes sociales y quienes son parte de ella han construido un mundo peligroso a su alrededor y desde ahí se cometen delitos y quienes los hacen o los estimulan se creen intocables. Menos mal esos criterios descerebrados ya las tienen claras ante la preocupación compartida de muchísimos gobiernos que están en la línea de la regulación del internet y todo lo que represente el ciber delito o la fake news.
No legislar, como nosotros ya lo hicimos en nuestro país, es conceder a la desinformación licencia para matar, para que nos enferme y puede convertir en asesinos a los que por tener una mente dúctil caigan en esas redes tenebrosas. La desinformación es el mal de los nuevos tiempos porque quienes lo hacen con más recurrencia son “periodistas” que no entiendo, menos que comprenda, cómo puedan ser capaces de llamar a baños de sangre cuando este apostolado siempre ha ido en el sentido contrario de la muerte.
Sin embargo, es importante recordar que la base de la credibilidad debería ser siempre la honestidad, dado que ninguna persona logra construir un círculo de amigos que dure toda la vida si intenta sustentarlo con mentiras y falsedad y eso aplica para todo componente social y político. No importa lo mucho que alguien haya conseguido influenciar a su entorno: si se descubre que no ha sido honesto, su estructura probablemente se desmoronará tal y como sucedió con las miserias humanas que por traidoras fueron desnacionalizadas y deportadas.
En cualquier parte la credibilidad es un valor imprescindible y por eso los políticos y los periodistas deben resultar creíbles, de lo contrario sus trabajos pierden importancia y peor cuando detrás de un micrófono te vistes descaradamente de mercenario para desinformar.
Un político sin credibilidad es una pieza de carne lanzada a un cardumen de pirañas y tengan la plena seguridad que recibirá pedradas y no votos, mientras que el periodista que se encuentra en la misma situación no tendrá buena recepción por parte del público por el contrario le tiraran la puerta en la cara.
La gran mayoría de los mercenarios de tinta y micrófono que en el 2018 promovieron y promocionaron el fallido golpe de estado de 2018 ya no están aquí. Algunos en Costa Rica y algunos en la cucarachera de Miami, desde afuera y muy largo, siguen hablando miércoles a través de canales youtuberos dónde se pegan únicamente culebras y alacranes que son los habitantes del desierto que por hogar tienen las miserias humanas y de ahí no pasan porque ante la desinformación que encarnan no tienen la menor credibilidad.
Los mercenarios de tinta y micrófono no tienen nada que decirnos ni tienen nada que decir. Les queda únicamente echar esas bilis amargas de saberse en el fracaso, vencidos, sin más destino que ser esclavos de la pesadilla americana que después de usarlos, mascarlos y escupirlos ahora piensa en vomitarlos y mandarlos deportados a cualquier parte, quizá a Costa Rica, Chile, Argentina, España, Colombia o cualquier otro satélite imperial que en algún momento los acogió hasta con nacionalidad incluida.
Desde cualquier parte donde estén sus bases de odio y mentiras que sigan diciendo lo que se les ocurra porque nos resbala y que relinchen sobre todo ahora que tenemos en puerta una amplia reforma constitucional que adecuará al país jurídicamente a los nuevos tiempos y además un mecanismo soberano de defensa para todo nicaragüense e institución de nuestro estado que resulte agredido por quienes precisamente viven pidiendo sanciones para ahogar en el atraso a un pueblo que construye su patria.
Mientras tanto los nicaragüenses nos seguimos informando de verdad con cosas grandes y nuevas que nos anuncian todos los días. Seguimos siendo materia prima de asombro y resiliencia por un mundo que nos admira porque vamos hacia adelante, con los escudos de nuestra razón y nuestra verdad y con ellos andamos con la frente en alto, con la dignidad incólume y el corazón orgullo de guerreros que sabemos que hemos vencido.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA