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  • 18 agosto, 2022

Detalles del Momento: Política y Religión


Por| Moisés Absalón Pastora

Hay quienes creen que yo estoy en campaña contra la iglesia católica, piensan que, porque me desvinculé de ella y renuncié a ella, pues entonces me lancé contra la institucionalidad religiosa que representa el catolicismo por lo qué debo insistir que soy respetuoso de todas las religiones y que considero que la mejor de ellas es la que más te acerca, desde la intimidad de tu relación personal, con Dios.

Una cosa que sí tengo claro es que las religiones, llámense cómo se llamen, no te salvan. Por el contrario, muchas de ellas te condenan a muerte, como aquellos que desde el sanedrín abrieron el proceso por el cual Jesús de Nazaret fue injustamente insultado, torturado y crucificado, fueron los que motivados por la envidia se lanzaron contra Cristo, fueron hombres ataviados con sotanas que se hacían llamar rabinos los que no aceptaron jamás que el Mesías había llegado y se dispusieron entonces a anularlo porque a ellos no les nacía hablar de paz, porque ellos no concentraban a su alrededor a multitudes sedientas de amor, porque ellos no podían hacer milagros que devolvían la vista, te hacían caminar o simplemente te traían a la vida después de la muerte.

Yo he sido crítico de hombres que decidieron ser profesionales de la fe, que optaron por el hábito sacerdotal pero que al final fueron más cercanos a la carne que al espíritu y por eso he señalado las actitudes vandálicas y terroristas de tres obispos, Silvio Báez, Juan Abelardo Mata y Rolando Álvarez que desde mi punto de vista desbarataron a la iglesia católica de Nicaragua porque sus actitudes contaminaron a otros curas que hoy son grandes contribuyentes del terror en nuestro país.

En lo personal cuando abordo temas que chiman a los religiosos tengo cuidado en hablar de algunos y no de todos porque mentiría si digo que todo el universo está contaminado, como igual mentiría si digo que, algunos profesionales de la fe, sean católicos o evangélicos, son todos demócratas porque así como hay sacerdotes y pastores que odian a lo todo lo que representa el sandinismo, también existen aquellos que están a favor de la opción preferencial por los pobres que representa en este caso el presidente Daniel Ortega. Lamentablemente a estos poco los oímos y no porque sean menos sino porque en las iglesia católica existe, como si se tratase de un cuerpo militar, la obediencia debida.

De estos temas poco se habla pero la verdad es que si usted busca un frente ampliamente anti democrático ubíquelo en la iglesias y particularmente en la católica donde existe un criterio administrativo donde las órdenes se cumplen no se discuten y de ahí que muchos sacerdotes, que están plegados a la opción preferencial por los pobres callan, no dicen mucho o no dicen nada porque de hacerlo “generales” de la jerarquía católica como Leopoldo Brenes o el cabo Rolando Álvarez los hacen caer en desgracia y si los ven sospechosos por algún coqueteo con el sandinismo los desparroquian, por no decir los destierran y los trasladan tierra adentro y ejemplos de sacerdotes que han querido tentar al toro hay cantidades lo que por supuesto en algún momento podré precisar.

Por esa actitud crítica, crítica franca, abierta y sin ambages, a mí me han dicho cualquier cosa en las redes sociales, me amenazan de muerte todos los días y no ando llorando por eso, ni gritando a los cuatro vientos que me hacen caras o que me sacan la lengua buscando lástima o piedad ajena como hacen algunos que les fascina ser percibidos como martirizados.

Yo pude haber decidido no hacer ni decir nada de las muchas cosas que conozco para no arriesgarme y quedarme de brazo cruzado en mi casa. Me han insultado con lo más bajo, me han mencionado a mi madre, me han dicho que soy gordo, obeso, mantecoso, chancho, mercenario, sapo, vendido, camaleón, orteguista, hijo de p y hasta asesino porque hace muchos años atrás y quiero dejarlo bien claro, estando en mi trabajo llegó una turba pretendiendo incendiar Radio Corporación y tras haber sido golpeado y apuntado a mi cabeza con un arma montada que no percuto actué en defensa propia y fui legalmente y legítimamente absuelto.

De mi vida pública lo anteriormente referido es lo único que me achacan y si aquello volviese a suceder, Dios no lo permita, en defensa de mi vida o de los míos lo volvería a hacer, pero eso sí no me pueden llamar ladrón, no me pueden llamar asesino, terrorista, violador de niños, de niñas, apaleador de mujeres, estafador, terrorista o cualquier otra particularidad del hampa organizada que yo sí puedo referir de muchos que me señalan, no por haber reaccionado en defensa propia, sino por no estar en la acera de aquellos individuos donde lo único que abunda es la estupidez de la fuerza bruta.

Esta gente de la que hablo, solo entusiasmados por jerarcas religiosos que desde los púlpitos hacen proclamas políticas y hasta electorales, no son capaces de rebatir con ideas o argumentos, jamás se tomaron el tiempo para convencer porque prefieren imponer. Son de aquellos que en sus hemorragias resentidas afloran la envidia de no tener talentos ni dones y entonces se lanzan contra quien sea con un pensamiento distinto al suyo y lo hacen con luz verde porque para eso les pagan y porque además son azuzados por aquellos que todos los días incurren en la politización religiosa.

Las andanadas de insultos contra toda persona que piense diferente a ellos porque es una consecuencia de las homilías cargadas de odio que se hacen oír, no cambia nada la posición que muchos tenemos respecto a ciertos sotanudos de la Iglesia Católica, ni la denuncia que se hace por el daño, creo yo irreversible, qué la Iglesia Católica ha sufrido por la actitud principalmente de tres de sus obispos entre los que se encuentra Silvio Báez que se lo llevaron, no por ninguna misión especial que de él requirió el Papa Francisco, -que valor el de Peyeyeque- sino porque se convirtió en un parásito cancerígeno para el futuro de este país, porque es la causa del mal causado, porque manchó los púlpitos con la sangre que incentivó a derramar y porque en vez de paz sembró odio por toda parte que pasó.

De este Silvio Báez quiere vender que lo sacaron de aquí para que no corriera la misma suerte del canonizado Obispo Oscar Arnulfo Romero, mandado a asesinar por fascistas salvadoreños liderados por el ya fallecido Roberto D’Aubuisson, pero nada que ver porque Oscar Arnoldo Romero defendía a los pobres y Silvio Báez confesó haber sido parte creadora de los escuadrones terroristas que asesinaron a gente pobre, que quemaron a gente pobre, que torturaron a gente pobre, que desemplearon a gente pobre y que empobrecieron a Nicaragua al interrumpir el crecimiento que traía para el 2018.

 Por eso y por el bien de este país deseo que la estadía de Silvio Báez por la gusanera Miami, porque no es cierto que está en el Vaticano, sea hasta la consumación de sus días y de la misma manera espero que quienes quedan aquí detrás de él se vean en ese espejo y se den cuenta que por mucha noticia falsa que se fabrique entre cielo y tierra no hay nada oculto y que la denuncia copiosa y persistente se hace oír y genera el mismo efecto de una gota de agua sobre una piedra, que una tras otra, al final logra que la roca se parta en dos y termine con el mito de la solidez y la impermeabilidad.

No entiendo yo cómo la iglesia católica prestándose a desnaturalizar su misión evangelizadora por algunos de sus miembros, repito alguno de sus miembros, lo que obviamente le ha generado enormes costos ante su feligresía, siga insistiendo en hacer cosas que están vaciando sus templos y lo que es peor que sus sacerdotes se están haciendo odiar porque lo cierto es que ya son pocos quienes van a las misas.

 Cuando yo hablo de los “profesionales de la fe” o sea Cardenales, Obispos, Sacerdotes, Curas y Monjas hablo de aquellos que viven tan de algo como lo hacen los arquitectos, los ingenieros, los médicos, los abogados, los periodistas etcétera. Ellos tienen salarios, reciben ofrendas, donaciones, tienen vehículos, empresas a su cargo como las iglesias mismas y tienen un propósito de ser, como el arquitecto que diseña, el ingeniero que construye, los médicos que curan, los abogados que defienden o acusan o los periodistas que informamos y por ello tenemos remuneraciones y cada uno de nosotros, como igual pasa con los profesionales de la fe, desde nuestras diferentes ocupaciones también tenemos preferencias políticas e ideológicas.

La gran diferencia entre los profesionales de la fe y nosotros los profesionales de otras cosas es que los primeros son religiosos y nosotros somos laicos y se supone que los laicos que andamos en busca del auxilio espiritual, que a veces abrimos la intimidad de nuestras vidas ante los llamados pastores del rebaño perdido, lo que buscamos es la orientación espiritual que emanada de lo divino nos ubique en el sosiego, en la paz de la conciencia, en el amor y en el ejemplo que el Hijo de Dios, Jesús de Nazaret, representa para la humanidad.

Aquí eso no parece funcionar así porque algunos sacerdotes y también pastores evangélicos en vez de cohesionar sus iglesias las están dispersando porque se les ocurrió meterse a la politización religiosa para bendecir, avalar y lo peor promover el odio y hasta patrocinar distancias a través de dineros manchados de sangre que reciben los “profesionales de la fe” como personas y para sus empresas, las iglesias, que por falta de clientela, escúchese y léase, feligresía, se han quedado sin ofrendas y por eso piden a nombre de Dios estímulos económicos para asumir conductas políticas.

Los laicos somos gentes comunes y corrientes que no estamos sujetos institucionalmente a ninguna influencia religiosa. Es decir, podemos ser parte de la iglesia, pero no somos religiosos. En otras palabras, los laicos separamos las cosas del mundo de las cosas de Dios porque en las cosas del mundo está la política y la farándula y lo de Dios es algo demasiado delicado para que en su nombre se digan y se hagan cosas que no son de su agrado y eso lamentablemente no lo han entendido aquí quienes insisten en hacer política religiosa lo que ha conllevado al desprestigio de muchos que se dicen religiosos. No me equivoco si digo que hay laicos que son mucho más cristianos o están más cercanos de Jesús que algunos que aquí se venden como Sacerdotes o pastores dentro del catolicismo o de los evangélicos.

Desgraciadamente en un mundo tan informado como en el que vivimos, los profesionales de la fe, ya no son tan respetados como antes. Hoy todo se sabe, nos damos cuenta con una gran facilidad de lo “bandiditos” que pueden ser los sacerdotes o los pastores y no digo que todos sean iguales, pero lamentablemente a veces los justos pagan por los pecadores.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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