Detalles del Momento “Procusto: Rey del Terror”
Por: Moisés Absalón Pastora.
La historia que a Nicaragua le ha tocado escribir está llena de muchísimos episodios, de todo calibre, donde por supuesto existieron vencedores y perdedores que la escribieron, pues al menos yo no me quedo con aquello de que solo los ganadores lo hacen ya que en los por qué los perdedores también siempre han tenido mucho que decir.
Cuando decimos que Nicaragua es mil veces heroica es porque hemos andado, desde los días de nuestra misma independencia, ya próxima a su bicentenario, por circunstancias muy nuestras pues francamente no creo que otros países hayan experimentado lo que nosotros pues hemos vivido golpes de estado, intervenciones, invasiones, cercenamientos territoriales, guerras vecinales y fratricidas, dictaduras, dinastías, revoluciones, contrarrevoluciones y toda la gama de fenómenos naturales, pues hasta donde sé y en el nombre de Jesús nunca suceda, solo nos hace falta que nos llueva fuego.
Muchos de estos trances enfrentados a través de la historia representaron procesos muy largos de solución y sanación a través de los tiempos para poder superarlos y en no pocas de estas circunstancias alcanzar la salida siempre anduvo a paso de tortuga porque las heridas abiertas de la confrontación fueron difíciles de cerrar y los costos económicos para reconstruirnos tras cada uno de esos eventos fueron millonariamente altísimos.
Al final sin embargo lo que siempre hizo más difícil la sanación de las heridas o la reconstrucción de tantas pérdidas a lo largo de la historia fue la envidia y el egoísmo de aquellos perdedores, desadaptados y malos nicaragüenses que serán minoría sí, pero que indudablemente causan daño. Veámonos hoy como estamos, diera la impresión que no hemos aprendido aun de nuestros errores y aunque la gran mayoría de los nicaragüenses hayamos unido voluntades para ver hacia adelante y olvidarnos de lo que el odio nos quiso hacer en abril de 2018, que nos representó retomar el vuelo del Ave Fénix y llegar al 2020 que nos golpeó con la peste pandemia.
Yo solo me pongo a imaginar dónde estaría Nicaragua hoy de no ser por el miserable oposicionismo que tuvimos, el fallido golpe de estado financiado por el imperio y los efectos de la peste, el ETA y el IOTA, considerando que a pesar de todo estamos en pie. Yo no dudo que sin esas cuatro anclas nuestro país, a pesar de estar siendo reconocido hoy por sus inmensos avances económicos, estaría a la cabeza de los más crecientes en el continente y no es así por la envidia y el egoísmo de algunos individuos que habitaron una sociedad promiscua de anti valores donde se revolcaban jerarcas del clero, empleados del gran capital, falsos estudiantes y politiqueros de todo tiempo que nunca estuvieron bien hasta que todo el pueblo estuvo mal.
A esta gentuza le caracteriza la envidia, un sentimiento malsano por lo bien que puede estar otra persona, es decir, es el desagrado o la molestia que se produce en alguien que quiere ser como aquel al que todo le sale bien, y entonces después de él cualquier diluvio o apocalipsis contra el éxito de los demás porque no admite que al final por su tragedia personal no logro sus metas y que esta es la suma de sus propios errores.
Esa condición de fracaso por el cual habla el envidioso nos conduce al egoísmo que domina a quien manifiesta un excesivo amor por sí mismo y que solamente se ocupa de aquello que es para su propio interés y beneficio, sin atender ni reparar en las necesidades del resto de las personas, de la sociedad, del pueblo, del país.
El egoísta se reconoce fácilmente por su yoismo, cree que el mundo es solo para él y todo debe ser para su propio provecho y poco o nada valen las opiniones de los demás y así sin empacho es capaz de pasar por encima de cualquier verdad con tal de imponer su propia mentira y lidiar con alguien así es difícil porque frena la relación con el prójimo, porque ese individualismo siempre estará tratando de hacer sentir a los demás como si no existieran o como si sus preocupaciones o ideas no importaran.
Dicho lo anterior ahora imagínense a la envidia y al egoísmo juntos como una bomba que todos los días el oposicionismo lanza contra la paz y la estabilidad de Nicaragua para amargarnos la existencia porque les ocurrió que aquí solo ellos pueden estar bien, aunque estén mal.
Estas miserias humanas, financiadas por el imperio para destruir Nicaragua padecen el “Síndrome de Procusto” que es la incapacidad para reconocer como válidas las ideas de otros, es el terror en el individuo a ser superado profesional o personalmente por otros, indudablemente mejores que ellos y eso los lleva a eludir responsabilidades, los lanza a tomar malas decisiones, a boicotear las iniciativas, aportaciones e ideas de aquellos que pueden dejarlos en evidencia como fracasados.
Procusto era, para la mitología griega, el Rey del terror. Procusto tenía una pequeña posada en las colinas de la región del Ática que ofrecía cobijo al viajero solitario, pero cuando éste se acostaba en la cama de hierro para descansar, era amordazado por Procusto, que lo ataba de pies y manos. Si la víctima era demasiado alta, serraba las partes del cuerpo que sobresalían; si era de baja estatura, descoyuntaba sus huesos y estiraba su piel hasta que alcanzaba el tamaño de la cama. Para añadir dramatismo a la historia, las leyendas cuentan que nadie gozaba de una estatura idónea, ya que Procusto escondía dos camas: una alargada y otra diminuta. Las torturas de Procusto llegaron a su fin cuando el héroe Teseo, como parte de su última aventura antes de llegar a Atenas, retó al posadero a tumbarse en la cama y superar su propio reto. No lo logró: perdió la cabeza y los pies.
Siglos después, el mito se ha transformado en una problemática psicológica conocida como el síndrome de Procusto, también llamado síndrome de la amapola alta por aquellos que prefieren un trasfondo más naíf o ingenuo. En ambos casos, no obstante, se describe lo mismo: una incapacidad absoluta para reconocer las opiniones, capacidades o idiosincrasia de los demás, cuando éstas suponen destacar; incapacidad que, como sucedió con el hijo de Poseidón, conduce a la autodestrucción.
El síndrome de Procusto lo padecen aquellos que cortan la cabeza o los pies de quien sobresale. Los oposicionistas que lo padecen te roban tus sueños y tus energías. Esos que lo sufren se afectan emocionalmente cuando otra persona tiene razón y ellos no. Son enfermos que tienen miedo de conocer a personas a las que todo les va bien, que son proactivas y que tienen más conocimientos, capacidades o iniciativas que ellos y cuando las gentes de bien surgen y son visibles se sienten invadidos por una sensación de desconfianza y malestar y eso explica muchas reacciones estúpidas y descerebradas por las que abundantemente se distinguen.
Los que padecen el Síndrome de Procusto son expertos en cuestionar y descalificar la capacidad creativa de otros para que no quede en evidencia su propia ignorancia lo que en nuestra Nicaragua es imposible porque todo lo que hacen tiene una magnitud descomunalmente acémila.
En Nicaragua el Síndrome de Procusto representa en verdadero rostro del oposicionismo. Podrá estar en una parte del clero católico bajo sotanas salpicadas de sangre; en lo que fue el COSEP donde la mayor característica es la empresa de maletín; en la llamada sociedad civil donde algunas y extintas ONGs encontraron una caleta de buen billete para vivir plácidamente en rosa; en falsos estudiantes universitarios que tienen doctorados únicamente en vagancia y en viejos rostros de la politiquería que están más arrugados que una pasa y que cascarudamente nos dicen que representan el relevo, pero todos ellos son enfermos de la fatalidad, son semillas muertas que fueron sembradas en tierra infértil que solo saben producir tragedias y a los que no podemos pedir que cambien porque su naturaleza es la maldad y la agresión para la Nicaragua en que equivocadamente nacieron.
El gran problema para los que sufren el Síndrome de Procusto es que aquella máxima de Joseph Goebbels del miente, miente, miente que de la mentira algo queda, se quedó atrapada en el uyuyuy aquel que grataba ya viene el lobo porque de tanto repetirlo nadie lo creyó y por eso, a pesar de las campañas mediáticas, de las descalificaciones, de las amenazas de reeditar lo del 2018, no han podido ser más que la verdad que el pueblo defiende ni más que las grandes victorias y éxitos que en todos los campos logra el gobierno de unidad y reconciliación nacional que no solo es reconocido por el pueblo que lo acuerpa sino que también por organismos internacionales que tiene influencia en Estados Unidos, el Imperio, que como albarda sobre aparejo es la nación del planeta más afectada por el Síndrome de Procusto.
¿Qué hacer con estos Procustistas?
Hemos, aquellos que decidimos no ver hacia atrás, es decir los que jamás pensamos en detenernos, reconstruido al país de la destrucción que el terrorismo generó en 2018 y otra vez, cada quien desde su propia misión hizo posible recuperar la paz.
Algunos no entendieron que recuperar la estabilidad fue un esfuerzo serio, difícil y contra corriente porque el financiero del terror, Estados Unidos, abrió las bóvedas donde reposa el dólar mal habido para financiar una nueva reedición de lo que pretendieron hacer en el 2018 y para eso los afectados por el síndrome de Procusto movieron sus patas para pedir fondos millonarios para llenar sus bolsas a nombre de una libertad y democracia de la que goza plenamente el nicaragüense y que jamás hemos perdido como tampoco pedimos a nadie, menos a los lacayos nacionales del imperio, que luchen por ella para que nos la devuelvan porque la tenemos y la defendemos.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.