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  • 30 septiembre, 2024

Detalles del momento: “Puentes no paredes”


Por: Moisés Absalón Pastora.

Si yo fuera arquitecto lo que más gozaría es diseñar un puente y si fuera ingeniero, sin duda construirlo porque no hay nada más agradable y placentero en la vida que tender puentes que unan, que acerquen todo lo que pueda estar distante y separado.

Hoy por hoy los puentes son tan parte de nuestro desarrollo infraestructural que ya marcaron una enorme diferencia en la vida de cienes de miles de personas, de cienes de miles de nicaragüenses. Por ejemplo, tenemos el puente Santa Fe, es el más largo de país, con 363 metros de longitud en San Carlos, en el Río San Juan de Nicaragua y fue construido por la Cooperación Japonesa. La estructura está establecida sobre el río San Juan y sirve para comunicar a Nicaragua con Costa Rica. Fue finalizado en agosto del 2014, habiendo sido iniciado a finales del 2011. El puente se edificó en los márgenes que le corresponden a Nicaragua sobre el río San Juan.

Tenemos el Puente Wiwilí que cruza el Río Coco y une a Nueva Segovia y Jinotega. Tiene de 312,5 m de longitud y 125 m de iluminación. En el momento de su inauguración es el puente con mayor luz en Nicaragua, y el segundo en longitud total. Fue diseñado hidráulicamente para un periodo de 50 años, con la capacidad de evacuar un caudal de 8,393 m3 por segundo. Beneficia directamente a más de 735.000 habitantes y fue hecho con fondos del gobierno sandinista.

Tenemos el puente Wawa Boom, de 255 metros de longitud que pasa sobre el río del mismo nombre y que transformó la conexión del transporte terrestre en la región del Caribe Norte logrando la superación de siglos de dificultades y el aislamiento de la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte lo que ha llevado a la integración humana y económica de territorios separados por un caudal acuático que antes se pasaban a través de una balsa que hoy es historia. Fue construido con fondos del gobierno sandinista en 15 meses y entre otras dignifica a territorios como Kukalaya, Sahsa, Truslaya Yulu, Betania y Bilwi.

Tenemos el puente “Paso de Panaloya”, ubicado en Malacatoya, en el departamento de Granada. Cuenta con 210 metros de longitud y tuvo una inversión de 365 millones de córdobas, y permite la conectividad de varios departamentos del Pacífico con la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur y la zona central del país. Tras 31 meses de ejecución con el presupuesto del gobierno sandinista beneficia a más de 200 mil protagonistas de la zona que en el invierno eran afectados al no tener movilización por el aislamiento y la incomunicación que les provocaba la crecida del río.

Pero el tema es que hemos unido a la Nicaragua dispersa de antes con la integrada de hoy y tras solo mencionar algunas referencias de las obras gigantescas que tenemos y que otros nos reconocen, hay que acentuar que la visión social del sandinismo, por mucho que los obtusos descalifiquen, la reconoce el mundo porque aunque estos ejemplos son puentes materiales hay otros sublimes, diría yo más tangibles, como son los puentes de vida que hemos tendido para acabar con el enemigo común, la pobreza.

Fíjense que nuestra propia existencia puede ser observada como puente. Muchas veces el consejo de la sabiduría nos repite la frase de “TENDER PUENTES” metafóricamente nos une con la comunicación y el acercamiento porque el puente comunica, construye redes, abre espacios, une dos orillas, nace con vocación de permanencia. El puente permite el paso, salta una pared, un obstáculo porque su propósito es multiplicar y ensanchar los vínculos para crear pisos que conduzcan al diálogo y hacer más fluido el tránsito entre usted, mi persona, entre todos.

Crear un puente, hacer un puente, no es tan fácil como decirlo y siempre, material o intelectualmente diseñarlo y construirlo, es una obra maestra porque implica erigirlo sobre un vacío apoyándolo en pilares o tensores que por el terreno sobre el que se levanta muchas veces es débil, muy vulnerable, muy frágil sino se hacen los estudios y los cálculos correspondientes y estos aspectos que tienen que ver con medidas, con la física, con las densidades y el cimiento son más complejos cuando las proyecciones se hacen para puentear voluntades humanas.

Así las cosas, el puente hacia la relación humana no estaría destinado a vencer la dificultad del paso de un río, sino algo más grande; eliminar obstáculos, conectar culturas, conciliar posiciones, acercar las distancias entre amigos, familias, seres queridos a través del consciente espiritual de la persona que somos.

Tender un puente es abrirnos al diálogo, al intercambio de opiniones. Implica mediar, integrar las márgenes –muchas veces opuestas- en un cauce ancho y fértil que amalgamen los caudales que expresan nuestra pluralidad ideológica, pero fundamentados en el respeto consciente y absoluto a lo que legítimamente nos merezca respeto porque yo puedo respetar tu derecho a opinar, pero si lo que dices es ofensivo, blasfemo, vulgar, entonces yo no puedo respetar eso de ninguna manera,  pero sí los  puntos comunes  que nos hacen converger en la voluntad de establecer una vía para mejorar la calidad de vida y de relaciones de todo tipo en un país como el nuestro donde no estamos conformes con lo que hemos hecho sino que tenemos ansiedad por hacer más.

Es necesario entonces activar los movimientos y los resortes más profundos de nosotros como seres humanos siendo estos la sensibilidad, la solidaridad, el amor, la compasión y la responsabilidad, entre otros. Sin nada de esto es difícil establecer puentes entre las diferentes formas de ver el mundo.

¿Qué hace difícil “TENDER PUENTES”? La existencia de paredes, la existencia de esos enormes obstáculos que de todas formas irremisiblemente están condenados a ser derribados o apartados porque están en la misma lógica de que el mal jamás vencerá al bien y en ese sentido es correcto comprender que siempre todo tiempo malo va a pasar, que llegaron no para quedarse sino para que aprendiéramos de ellos y una de las primeras cosas que nos quedan grabadas es, que derribar paredes y quitar obstáculos es no pelearnos con quienes están en guerra con ellos mismos porque si nos damos cuenta esos son los que restan y dividen, que no conocen el propósito de “TENDER PUENTES” y no necesitan de nuestra ayuda para matarse, sino que ellos lo hacen de oficio y con una brutalidad tal que hay que dejarlos solitos.

Nosotros no podemos volver atrás. Lo que pasó en el 2018 es agua que se fue entre los dedos, pero si podemos a partir del punto final que le pusimos a tanta criminalidad dar la vuelta de calcetín que nos tiene donde estamos mientras las paredes del odio se caen solas porque nunca lógicamente tuvieron el cimiento sólido de un pueblo como el que sostiene a nuestra revolución.

Lo bueno de esas paredes mal hechas es que son tan peligrosas que nos permite a todos apartarnos de ellas, pero sí puentes de vida que adquieren formas de hospitales, escuelas, universidades, viviendas, infraestructura deportiva, energía, entretenimiento y tantas otras cosas más que nos acercan a los derechos humanos, a la vida, al cristianismo que nos permite a todos, en nuestras diferentes responsabilidades sentirnos satisfechos por el esfuerzo colectivo de una nación vencedora de esas paredes de odio y muerte que hace unos años atrás nos pusieron en modo de defensa.

Lo más grandioso de todo esto es que Nicaragua después de esas paredes injustas que nos levantó el imperio para encerrarnos desde la difamación, la calumnia y la agresión directa es que aprendimos ante la cobardía del enemigo de la humanidad a ser fuertes porque teníamos que levantarnos y aquí estamos con la frente en alto caminando al futuro sin miedo y sin detentes porque esos puentes que levantamos nos hicieron andar sobre nuestra por nuestra propia dignidad como nación.

Esos puentes tendidos sobre los escombros de esas paredes que aún quedan nos hacen a todos tan felices que nos hizo valorar tanto nuestro tiempo que no nos permite hacer mal a nadie porque la maldad es para gente infeliz, mediocre, frustrada y envidiosa y nosotros somos otra cosa y de ahí el relincho de los demonios cuando nos lanzan rayos de todo calibre y a usted y mi nos caen y simplemente nos resbalan y nos hacen reír porque tenemos la piel curtida por esa historia que nos distingue como un pueblo fuera de serie, nacido para glorificarse en la fe que tiene en un Creador que no nos abandona, que está siempre con nosotros porque declaramos que somos cristianos.

Bajo esa realidad también realizamos, plenamente conscientes, que individuos, organismos no gubernamentales que fueron parte de la destrucción causada al país a lo largo de todos los tiempos porque el empobrecimiento al que nos sometieron es histórico, no solo se refiere al 2018 o gobiernos que han actuado bajo el esquema fascista dictado por Washington y que nunca fueron capaces de reconocer nuestro aguante, pero sí lo que ellos consideraron nuestra “tiranía” cuando legítimamente lo que hemos hecho es defendernos contra una desproporcionada agresión que nunca nos venció y que contrariamente nos hizo más fuertes, más unidos y más cohesionados por esos puentes de dignidad y orgullo nacional.

Sin embargo, no voy a decir por eso que somos totalmente felices, eso es un cuento a la altura de “Alicia en el país de las maravillas”, pero sí resalto que juntos, todos los nicaragüenses que queremos a este país y no solo los que estamos aquí porque afuera hay cienes de miles que también lo aman y que no tienen nada que ver con los que lo odian, que hemos sabido afrontar las adversidades para derribar paredes y apartar obstáculos.

Esos terroristas que fueron investigados, capturados, encarcelados, procesados, juzgados y deportados como agentes extranjeros que son y que creyeron alguna vez ser nacionales de Nicaragua, solo porque equivocadamente nacieron aquí, están tremendamente adoloridos y por eso aparentan fortalezas que nos las venden a través a través de locuras y estupideces tan brutales que son incalificables, pero todos cada uno de ellos están rotos por dentro y poco a poco, consumidos por la frustración que genera el fracaso y la derrota, se irán disolviendo, así como Alka Seltzer, hasta que pasen a la ignominia donde acaban los estorbos, las paredes y los obstáculos.

Ni esas paredes ni esos obstáculos pueden ocultar lo que es hoy Nicaragua y por eso debemos confiar en las autoridades que tenemos y saben porque, porque llegaron sin prometer y en el ejercicio de sus responsabilidades hicieron lo que ningún otro gobierno logró en nuestra historia y no es solo la construcción de todo lo que vemos, sino que el sandinismo edificó por primera vez una patria, una nación, una república, la que jamás había existido.

En el 2007 cuando el pueblo decide hacer andar una revolución en paz aquella frase de que Daniel Ortega y Rosario Murillo recibían la mesa servida de una Nicaragua en la plataforma de despegue fue la más grande mentira vendida por el mitómano y tristemente célebre de Enrique Bolaños porque en realidad aquello ya no eran paredes ni obstáculos eran los escombros de una nación saqueada y en estado agónico en el lecho de muerte.

El sandinismo entonces no vio hacia atrás, se tipificó como filosofía llamarse Gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional y atrajo hacia una visión de nación a todos los vigores dispersos y entonces todo empezó no a renacer, sino a nacer de la nada y Nicaragua como el Ave Fénix resurgía tan aceleradamente que en 11 años había dado un salto gigantesco y entonces los resabios del somocismo se comenzaron a preocupar y decidieron confabularse entre ellos, presentarse ante el imperio como los que podían acabar con la revolución en marcha y vean ustedes lo que nos hicieron en el 2018 y al final cómo terminaron las miserias humanas.

Desgraciadamente no tenemos un borrador para desaparecer los criminales efectos que sobre nuestras vidas y nuestra economía generó aquel cobarde y miserable golpe fallido, pero sí tenemos cienes de miles de lápices que diseñan y dibujan desde el presente el futuro de Nicaragua. Ese lápiz escribe que dejemos de cargar fardos como el pasado, las opiniones negativas, el qué dirán, el miedo, el egoísmo y toda vibra negativa. Por el contrario, seamos puentes de presente y futuro, de sumas y multiplicaciones, de éxitos y victorias.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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