Detalles del Momento: Retornamos
| Moisés Absalón Pastora
Nos reincorporamos, regresamos de unas merecidas vacaciones dando gracias a Dios por estar de vuelta, gozando de la bendición que nos representa la vida y ciertos de que, energizados y vitalizados por el descanso de estos días, nos preparamos para andar un nuevo trecho en este año que pienso será más vital que importante porque vienen situaciones interesantes que demandarán de cada nicaragüense un altísimo espíritu de responsabilidad para con el país.
En lo personal capto que el mundo se calienta y es fácilmente perceptible porque las noticias proyectan desenlaces apocalípticos originados de supuestas mentes brillantes que arrastran en sus locuras a naciones que por pequeñas no somos factores de decisión en conflictos que terminan por afectarnos, aunque por supuesto sí seamos de esas voces que llamamos a la paz y al dominio del instinto animal de quienes nos enredan.
En esta Semana Santa merecidamente disfrutamos nuestras vacaciones de mil formas posibles y cada quien en su derecho de hacerlo desde sus propias complacencias. Yo pasé enteramente en familia porque soy de esos que cree que debemos estrecharla y atraerla a la convivencia fraterna porque atrozmente la intransigencia y la arrogancia, de quienes se creen los dueños del mundo, por supuesto y sin duda, Estados Unidos, nos está dibujando un mañana sin futuro y un futuro sin mañana porque con más frecuencia y más acento las corporaciones mediáticas, que también son causa del mal causado, más frecuente e insistentemente te dicen que estamos cerca de una tercera guerra mundial y es entonces que en medio de mis reflexiones vacacionales pensé que en Nicaragua hay a hacer lo que corresponde para defender lo que sea correcto partiendo de que cada quien debe cuidar lo que tiene y nosotros tenemos que cuidar a esta patria bendita por la gracia de Dios que a sido martirizada a lo largo de los tiempos por muchos factores, pero que hasta ahora asume la decisión no de reaccionar, sino de gobernar.
Partamos de algo divino el planeta y todo lo que encierra ha sido un proceso constante de cambio y trasformación. Desde su origen que fue una maravillosa creación de Dios se oyó el hágase divino y surgió la tierra que pisamos, el aire que respiramos, se hizo la luz, la noche, el ciclo de los tiempos, los mares, los volcanes, los lagos, lagunas, ríos, animales hasta que finalmente nos hizo a su imagen y semejanza para que tuviéramos dominio responsable sobre los que nos dio para que cuidáramos, protegiéramos y tomáramos agradecidamente como una bendición.
El planeta tierra y por supuesto nuestra amada Nicaragua está lleno de una belleza impresionante y a cada país Dios le puso características especiales que son imanes de atracción, tierras privilegiadas, plataformas marítimas con riquezas inagotables, minas, fuentes acuíferas, recursos energéticos, bosques, especies animales, que el hombre destruye y que vez de preservar, cuidar y racionalizar, lo que hacemos, dizque para sobrevivir, es acelerar nuestro acabose levantando la mano contra la naturaleza.
Planteo en el mapa universal lo que también estamos haciendo nosotros con Nicaragua y en todos los sentidos me plantea una reflexión profunda sobre la necesidad de que nos examinemos todos y que los que nacimos y vivimos aquí, ya no por nosotros que vamos de salida, pensemos en los que vienen atrás, aunque aspiremos por supuesto a que en el corto tiempo que nos queda tengamos una mejor calidad de vida.
¿Qué significa esto? que simplemente no temamos al cambio porque la vida misma es todo un proceso de cambio y aunque nada aparentemente cambie, si yo cambio, todo cambia como dice la canción. Nada es estático, nada es para siempre y así el pasado que fue cambiado por el presente así el futuro cambiará lo que existe hoy con la capacidad de preservar y mantener inalterable el principio y el valor de nuestras ideas porque lo que buscamos aquellos que nos disponemos a la voluntad de ser parte del cambio, es una ruta, un mecanismo, un camino, una vía para lograrlo y hacerlo efectivo porque lo contrario es anclarte y encadenarte y ver que el tiempo te pasa, te tritura o te muele sin ser parte ni beneficio ni para uno ni para los demás y eso es de lo mucho que le pasa en Nicaragua a los que por capricho e ignorancia no quieren darse cuenta que el país ya cambió.
Que yo he cambiado, que tengo una visión distinta, que hablo y digo las cosas diferentes, que antes era ácido en mis enfoques y que ahora hasta digo muchísimas bondades de sectores que ayer enfrentaba a muerte, sí tienen razón, pero no en lo fundamental que es la raíz del principio y del valor.
Yo luché desde los 16 años para vivir en libertad y la tuve hasta antes del 18 de abril de aquel fatídico 2018, cinco años atrás, que me la quisieron arrebatar, que nos la quisieron arrebatar y mi libertad no la quiero perder; luché para que no tuviéramos prisioneros políticos y no existen, aquí hay delincuentes comunes y corrientes a los que pintaron de “prisioneros políticos” cuando en realidad son terroristas y agentes extranjeros que ya fueron deportados a su verdadera patria.
Yo luché para ir y estar donde quiero, aunque en ocasiones me sienta secuestrado porque prefiero resguardarme para no dar a ningún terrorista los cinco minutos de fama que persiguen; luché para hablar, expresar y manifestarme abiertamente y lo hago a pesar de los costos y del qué dirán porque hay cosas que manifiesto que son la muestra de una cruz frente a un demonio exorcizado; luché para que nuestro clima fuera la paz, pero la paz de Dios no la de los cementerios; luché para que desde un proceso de reconciliación que debemos reencontrar nos hiciera andar sobre un camino común, la prosperidad de Nicaragua y de los nicaragüenses; luché para que las potencias no nos impongan que hacer en nuestros asuntos domésticos porque es indigno reaccionar de otra forma frente a quien además nos agrede a nombre de una libertad que en realidad es la esclavitud del capitalismo salvaje; luche para tener una economía que nos permita ir de frente a la única guerra que todos debemos enfrentar que es la pobreza porque mientras no superemos eso la patria siempre vivirá empobrecida.
Hoy sigo luchando y lo continuaré haciendo en la medida que Dios me de vida para motivar desde la trinchera de los medios de comunicación en los que tenga incidencia, presencia y acceso para que todos cambiemos independientemente de los costos y de los beneficios que esto represente porque debo decir a los que ahora me malquieren que también hay muchísimas personas más, que las que me odian, que me felicitan y endosan mi lenguaje y planteamiento porque como yo se cansaron de caminar como el cangrejo, se hartaron de la descalificación, no de los unos contra los otros, sino entre los que viven viendo diablos de zacate donde no hay y que alimentados por sus propios miedos y fantasmas están aterrorizados por un cambio que no quieren para sus vidas.
Me parece tonto resistir al cambio porque es una energía vital que la usamos para transformar y quien ignore que este país está cambiando es de otro planeta y el pueblo en su sabiduría lo rechaza porque es nadar contra una corriente que terminará por arrastrarte al fondo de la poza.
Mucho de eso le pasa a los oposicionistas que han sido relegados al infinito lado oscuro de la incapacidad porque dejaron que la necedad se adueñara de ellos para justificar en cualquier pretexto, el beneficio que no encontraron en un pueblo elector que quiere propuestas, progreso y oportunidades que no se oyen en todo ese archipiélago de siglas donde palabras como unión, puentes, sumas o multiplicaciones fueron devoradas por el odio dispersante, por los muros aislantes, por las restas que merman y por las divisiones que te debilitan y extinguen y de eso mucho padecen al margen de su habitual arrogancia de creerse ser la última coca cola del desierto, por supuesto que ahora toman, pero hablando miércoles desde afuera.
Alegrémonos los que nos dispusimos al cambio y los que deseamos hacer de Nicaragua un país mejor y que esa disposición la sostengamos para seguir haciendo presión por las muchas cosas que aún no cambian porque, aunque ciertamente hemos avanzado un montón hay otro montón que nos hacen falta.
Hay una agenda de presente por la cual insistir y si es Daniel Ortega, Rosario Murillo o el FSLN quien nos la satisfaga que bien que así sea porque lo están haciendo muy bien, duélale a quien le duela, pero si ellos no lo lograsen todo seguiremos presionando para que mañana la hagan otros, siempre y cuando se haga por el país, porque a estas alturas que hemos avanzado tanto lo andado todo esto no debería tener retroceso y haberlo hecho hace cinco años atrás por parte del terrorismo fue un crimen imperdonable como también lo es la existencia de voces que hipócritamente dicen amar Nicaragua y en el fondo se alegran por verla descarrilada por el único y miserable interés de endosar la responsabilidad al mismo Daniel Ortega que tuvo la humildad de cambiar, de pedir perdón y de reconocer los errores que otros que ya conocemos no han sido capaces de hacer y que en su momento fueron agentes del desastre, que desde sus feudos tomaron decisiones que empobrecieron y dejaron en la calle a miles de nicaragüenses que lamentablemente fuimos empujados a una guerra fratricida que nunca debió ser.
Por ahora en esa indeclinable voluntad de seguir construyendo el futuro hay un alto interés, al menos del lado gubernamental, por aterrizar integralmente en condiciones que nos conduzcan a la paz auténtica, la que la perversidad nos quiere arrebatar convirtiéndola en el sueño eterno. En ese propósito de establecer la paz de Dios permanentemente la inmensa mayoría de los nicaragüenses somos un solo cuerpo y nadie debería tener duda sobre eso muy a pesar de la reedición de la guerra mediática que por estos tiempos está volcada otra vez sobre Nicaragua.
Desde afuera mucho miércoles se dice, pero a palabras necias oídos sordos porque en la práctica nadie que quiera perder el tiempo, que somos la inmensa mayoría de los nicaragüenses, se detiene a escuchar los cada vez más debilitados ladridos de quienes actúan de voceros amamantados por la Casa Blanca. Aquí nuestra realidad es otra porque gozamos nuestra paz, disfrutamos de nuestra seguridad, recargamos baterías con la convicción de retornas renovados en alma y cuerpo.
Quienes no entiendan eso serán aquellos que nunca quisieron cambiar y que al final se estrellaran con una realidad que ya los muele y los tritura porque el pueblo, el inequívoco juez, sabe quiénes sembraron odio y al final qué están cosechando.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.