• Por admin
  • 3 mayo, 2023

Detalles del Momento: Terror imperial al nuevo orden


Moisés Absalón Pastora

Hace unos días por la noche estaba frente al televisor, tras un extenuante día de trabajo, buscando qué ver para relajarme y de canal en canal me topé con la final del Reality Show -así le llaman- de la “Casa de los Famosos” que realiza desde hace tres años la cadena hispana Telemundo.

La “Casa de los Famosos” concentra por espacio de tres meses, en un espacio amplio, pero desconectado totalmente con el mundo externo, a faranduleros que pueden ser cantantes, actores, comediantes, modelos, individuos e individuas de la llamada diversidad sexual, deportistas, bailarines y hasta vulgares y ordinarias bocateras como la tal Laura Bozo o una tal Niurka, que juntas son capaces de ahuyentar con sus alastes fauces a la más furiosa jauría de hienas que uno se pueda imaginar y que valga decirlo serían vegetarianas a la par de esas dos depredadoras de la decencia y la educación.

He determinado siguiendo el hilo del programa que la cadena Telemundo lo que persigue es que de la concentración de participantes, que inicialmente puede ser de hasta veinte, vayan saliendo uno a uno todas las semanas mediante una supuesta votación popular por medios cibernéticos que la misma estación televisiva determina. En lo personal sin embargo me late que no es el público quien decide la permanencia o salida de alguien en el Realty Show sino que los mismos dueños del programa, porque todo está concebido para que todo aquello, con el cuento de las estrategias, de los choques o acercamientos entre los concursantes, lo que en realidad venda en ese encierro sea el chisme, la conspiración, el afloro de la vida íntima de quienes participan y la exposición de las debilidades humanas de quienes están enjaulados como en una especie de serpentero dónde todos, se obligan en función de su propia permanencia a ser hipócritas, a abrazarse para después meterse el puñal, a realizar que ahí la lealtad no vale nada, por el contrario lo que te hace más fuerte es la capacidad que tengas para aplastar al otro sin remordimiento alguno.

Claro nada de eso es gratis y entiendo que cada serpiente, perdón participante, recibe en tanto vaya permaneciendo cada semana en el programa un estipendio y al final quien gana se lleva la bicoca de 200 mil dólares que no están mal después de todo por aguantar piquetes de alacranes, mordidas de vampiros y besitos de corales, cobras, mambas negras, terciopelos, cascabeles y barbas amarillas.

Pero bueno esto de la Casa de lo Famosos solo lo traigo a colación para introducir el verdadero tema y es que estaba viendo la final canibalesca del programa cuando de pronto YouTube interrumpe con sus inoportunos anunció y de pronto sale alguien, con cara de imberbe jugando a periodista que quiere convencer de que lo que dice es verdad y se lanza toda una novela reporteril cuestionando el posicionamiento de china en la economía mundial, denunciando la apertura de américa latina al mercado del tigre asiático, pintando que la más poblada nación del mundo es un peligro militar para la “democracia occidental” y que la cosa es más grave porque ahora China, Rusia, Irán y otros son un solo bloque contra Estados Unidos.

Por supuesto me tiré todo el cuento que estructuralmente bien montado fue diseñado para contrarrestar una posición ideológica que el mundo civilizado abraza en beneficio de la paz y la sobrevivencia de la humanidad. Imagínense hasta dónde llega el terror imperial de la Casa Blanca que está invadiendo espacios que suponen entretenimientos familiares, aunque solo chismes sean, para contrarrestar a los países que desde la otra acera son el nuevo orden y que efectivamente tienen el inmenso poder de golpearle la mesa al viejo chocho de Washington que anda dando palos de ciego por doquier y generando las condiciones para una tercera guerra mundial que Dios primero no inicie nunca.

A propósito de la evidente realidad de Estados Unidos por el lugar que ya perdió ante el nuevo orden, que se traduce en respeto, protagonismo, incidencia y hegemonía recuerdo que la generación de los nacidos en los 60s apenas comenzó a vivir teniendo como antesala, quince años antes, el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945 cuando los rusos realmente fueron los grandes vencedores del Nacismo alemán.

Cualquier otra historia contraria a esta realidad es parte del mito creado por el séptimo arte hollywoodense para agenciarlo a los marvelianos cuentos del imperio norteamericano, el ahora único y verdadero enemigo de la humanidad. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, el 2 de septiembre de 1945, que marca la rendición de Japón tras las dos bombas atómicas que Estados Unidos dejó caer sobre Hiroshima y Nagasaki, donde murieron en tan solo tres días de intervalo 166 mil personas en Hiroshima y 80 mil en Nagasaki, para un total de 246 mil muertes, hasta nuestros días pasaron casi 78 años en un mundo que de todas formas no ha tenido paz y menos ahora.

Entre el fin de la segunda guerra mundial y este nuestro mayo de 2023 los conflictos militares en el planeta son innumerables pero tienen un factor común; todos fueron originados directa o indirectamente, a través de modos de conquista, de arrebato de lo ajeno o de consecuencias originadas en las políticas invasivas o intervencionistas de Estados Unidos a través de la OTAN, de organismos satélites, de agencias de espionaje que en su conjunto fueron una suma armamentista tan amenazante que impuso a la humanidad un dominio unipolar, que fue tanto al cántaro, que al fin se rompió y hoy estamos en una circunstancia que mantiene al planeta en vilo a propósito de lo que pasa en Ucrania.

Solo aquellos que no conocen la guerra, que no saben que esta solo representa el dolor, el espanto y la muerte pueden creer en su ignorancia que lo que pasa en Ucrania es solo una película cinematográfica y peor aún que este es un conflicto entre Moscú y Kiev, cuando en realidad se trata de un ataque del fatídico imperio norteamericano y de la OTAN contra una Rusia que apenas reacciona a la amenaza nuclear que pusieron en sus costillas.

En la medida que Estados Unidos, a través de la OTAN fue acercándose a Rusia para debilitar sus defensas con propósitos ulteriores, utilizando el territorio Ucraniano, que es Ruso, que tiene una cultura rusa, que habla en ruso, que come en ruso y que su identidad histórica es rusa, lo que no está sucediendo desde hoy sino que fue fraguado desde el 2014 cuando se consumó un golpe de estado contra los que no favorecían un Acuerdo de Asociación con la llamada Europa Occidental, por considerar a Ucrania como parte de Rusia, en esa misma medida el actual Presidente de Rusia, Vladimir Putin, líder de la nación más grande del planeta, que en consecuencia no tenía problemas de espacio vital y menos apetitos geófagos, vino advirtiendo y denunciando que los golpistas en Ucrania eran en realidad pandillas de neo nazis mercenarias que impusieron el genocidio contra todo sentimiento ruso y generar para sí el protectorado de la OTAN dónde por supuesto metió sus garras el águila imperial norteamericana para crear un conflicto para acorralar, esas siempre fueron sus pretensiones, al oso ruso que temprano les cantó, conmigo no se metan.

Como hombre de paz, y cristiano que está más allá de las religiones y de lo político e ideológico, deseo con todo mi corazón, y así lo elevo en mis oraciones, que esto por fin termine no solo por lo que en sí representa la guerra, sino porque la percepción me dice que estoy en la sintonía de un mundo que está siendo afectado por parejo, que eso de Ucrania es albarda sobre aparejo si consideramos que esta guerra nos encontró golpeados por la pandemia y que en medio de todo hemos descubierto el infinito nivel de hipocresía de aquellos que jamás condenaron las toneladas de bombas dejadas caer sobre millones y millones y millones de gentes asesinadas por la Casa Blanca y sus sicarios en el planeta, los mismos que antes fueron incapaces de dar un solo centavo para tanto indigente hambriento, enfermo, destechado, marginado e iletrado y que ahora compiten entre sí para ver quien manda más ayuda militar y armas para los genocidas neonazis que no tienen el menor chance frente a las tropas rusas que avanzan sobre esos falsos “patriotas y libertadores” que en realidad son mercenarios a los que pintan como el ejército defensor de ucrania.

Los rusófagos en este conflicto creado por Estados Unidos y la OTAN contra Rusia y como siempre sucede en las guerras, hoy más que nunca, a quien en realidad han asesinado, es a la verdad. Hoy se dicen un montón de locuras y sandeces desde medios de comunicación financiados millonariamente para desinformar sí, pero el verdadero poder de esos medios no está en quienes mienten porque ya los conocemos, sino que está en la censura aplicada a través del cablevisión, de la televisión abierta, de las plataformas digitales en las que no hay espacio para que otros medios, que no responden al interés imperial, no digan nada sobre la otra cara de la moneda de una Rusia que no declina ni cede un solo milímetro, en la razón que le asiste, para defender a los suyos en ucrania a pesar de las absurdas y estúpidas sanciones que el viejo loco de la Casa Blanca, Jose Biden, con la complicidad de sus perros en la OTAN, han decretado desde cualquier frente, sin siquiera querer sospechar, tal es la ceguera, que esto está afectado a Rusia sí, pero que con el medio vuelco que dio Putin, los afectados realmente son los representantes de la mal llamada “democracia occidental” que están claros que todos metieron las patas y que se enredaron porque el oso ruso está más que fortalecido y que está tomando terreno ante muchos gobiernos que se han desmarcado del interés norteamericano en debilitar al Kremlin que ya tiene de rodillas y recibiendo en su palacio de gobierno a varios bravucones que están pidiendo cacao porque ahora son parte de una Europa que está en condiciones de indigencia porque se le ocurrió destinar sus presupuestos para una guerra que ni era de ellos ni jamás tuvieron la mínima posibilidad de ganar.

Estados Unidos y sus perros de pelea en la OTAN desde visiones oscuras siempre sancionaron, intervinieron, invadieron y ocuparon territorios ajenos en tanto estos no pensaran o se subordinaran al mandato del inquilino de turno de la Casa Blanca y sobre este tema a los nicaragüenses nadie nos puede contar cuentos y a propósito de lo que tanto se dice de la Rusia post Unión Soviética, deberíamos hacer un comparativo para establecer a cuantos países invadió Rusia desde que hizo descender del asta del Kremlin la bandera roja de la hoz y el martillo y a cuantos el imperio norteamericano y con qué fines.

El 25 de diciembre de 1991, el mundo fue testigo del fin de 74 años de dominio soviético con el colapso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. La renuncia de Mijaíl Gorbachov marcó el inicio de una traumática transición política y la bandera roja de la superpotencia comunista fue remplazada por la tricolor de la Federación de Rusia y desde entonces la Rusia que hoy nos ocupa jamás emprendió acciones militares contra nadie, hasta ahora, que el imperio norteamericano y la OTAN se metieron contra ella para amenazarla desde Ucrania.

Toda esta gran verdad nos conduce a una sola conclusión y es que independientemente de lo que este conflicto dure en ser superado, lo cierto es que estamos frente a un naciente nuevo orden mundial donde Estados Unidos y sus secuaces perdieron más que todo lo apostado por debilitar a Rusia desde la loca idea de poner al mundo contra ella.

Está a vista la renovación de una nueva forma o un nuevo estilo de hacer política internacional y de observar cómo se debe el derecho internacional y en este escenario tienen más peso Rusia, China, Irán, Arabia Saudita y otros que no son pocos y que realmente en su conjunto son muchísimo más que Estados Unidos, los perros de la OTAN y el dólar como rostro del nazi fascista imperio norteamericano.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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