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  • 28 octubre, 2024

Detalles del momento: “Vencedores del Odio”


Por: Moisés Absalón Pastora.

Patinar, aplicado a la descripción de lo tonto y lo absurdo, es pretender avanzar sobre un mismo espacio sin movimiento alguno. Es forzar a través de la fuerza al desgaste innecesario de energías cuando se anda sobre terrenos lucios, sinuosos, escabrosos y que no te van a conducir a ninguna parte.

Quienes patinan, además recurrentemente, son infelices que están seriamente dañados porque son frustrados, mediocres y envidiosos que lo único que tienen son cómplices, mientras la inmensa mayoría de nicaragüenses que somos de bien tenemos amistades, si somos políticos tenemos partidarios y por encima de todas las cosas estamos ciertos de lo que estamos viviendo, de lo que estamos haciendo y eso nos hace vivir en calma y en paz porque supimos surfear las olas picadas que nos provocaron muchas tormentas que nos causaron heridas profundas que nosotros a través del tiempo hemos logrado curar y eso nos permitió avanzar, dejar de patinar e ir al encuentro de nuestro futuro porque saben qué hemos vencido al odio.

El odio es una aversión sin límites hacia algo o contra alguien. Es la perversidad que se desea contra una persona. El odio es una hostilidad y rencor que genera un sentimiento de profunda enemistad y rechazo. El odio es un anti valor hiperbólicamente negativo lanzado contra el amor y la amistad cuyo principal deseo es destruir o evitar toda costa todo aquello que se detesta porque el maligno nunca alcanza la bendita condición del ser de bien.

El odio acarrea consecuencias destructivas y peligrosas, específicamente agresiones físicas, psicológicas o verbales, que te pueden llevar a la muerte cuando lo asumes con el fin de dañar a la persona a la que mal quieres y contra quien conspiras de mañana, tarde o noche porque tu propósito es que tu víctima sufra, aunque sea injustamente y eso llena de placer al maligno, al que solo vive para la muerte.

Si t ienes odio en tu corazón aprovechas todas las ocasiones para perjudicar a los demás, pero sin percatarte del enorme daño que te haces ti mismo porque en su procura no trabajas, no disfrutas de la vida, no duermes porque tu propósito es dañar.

Hay quienes odian para que les teman. Los que lo hacen pueden no representar nada, ni siquiera así mismos, pero por el solo hecho de mentir, de enfundarse en un ropaje que es repugnante para todo el mundo e ir contra algo o contra alguien para vender una imagen de valientes infundiendo el miedo, que, por supuesto nace de la mentira, se exponen a ser excluidos de cualquier círculo social porque individuos así son extremamente contaminantes y sumamente peligrosos.

El odio es la cólera de los débiles, de los que nunca supieron conciliarse con la razón. Es propio de quienes se quedan sin argumentos y lastiman hasta sus círculos más íntimos porque encuentran en ese innoble sentimiento una “coraza” de protección mal entendida que pretenden transformar en fuerza avasalladora para pasar encima de quien sea para lograr sus perversos propósitos.

El odio no es otra cosa que la ausencia de propuestas, es la incomunicación, es el complejo de inferioridad en aquel que falto de buenos propósitos se frustra porque no llama la atención ni de los suyos.

El odio es la cadena más abominable con la que una persona puede obligar a otras y ese odio es el que ha pretendido imponernos una mentira poderosamente destructiva que hay que buscar cómo cortar de tajo por los que vienen atrás, por los que en el futuro serán los conductores de Nicaragua y si no lo hacemos estaremos dejando una herencia nefasta a quienes representan nuestro relevo.

Nadie que tenga conciencia plena puede ignorar el inmenso daño que nos hizo el odio. Es increíble cómo desde el 2018 familias y amigos fuimos contaminados por la intolerancia. El odio, ese veneno tóxico estaba ahí, encapsulado y el alto interés extranjero y sus sirvientes nacionales apretaron el divieso y todos fuimos bañados y por eso los seres queridos se fueron contra los seres queridos y los que éramos hermanos en la cotidianidad o la gremialidad hoy no conversamos, estamos distantes, unos porque nos sentimos lastimados por el progreso que habíamos construido y nos lo desbarataron y otros porque fueron tan incapaces que se propusieron destruir al país y a pesar del fuego financiado que lanzaron no lo lograron porque son incapaces.

Tenemos que encontrar el camino hacia la paz entre nicaragüenses pero mientras existan personas que van al extranjero a propiciar agresiones contra nuestro país, mientras hayan supuestos empresarios que conspiran para destruir la economía, mientras hayan politiqueros que quieran pasar por encima de la constitución para realizar sus ansias de poder, mientras el fascismo pretenda extinguir al sandinismo solo porque así se les ocurrió, mientras existan obispos como Juan Abelardo Mata, Silvio Báez y Rolando Álvarez que santifiquen la muerte, no será posible andar el camino hacia la paz, al menos como la quisiéramos integralmente, porque hemos andado mucho a la altura de este 2024.

El odio por su propia naturaleza es cínico, pero lo que nos ha impuesto en Nicaragua es una desfachatez nunca antes vista por parte de quienes empezaron todo esto. Hoy los que así lo hicieron no saben qué hacer, pero mientras tanto siguen inventando mentiras, locuras y estimulan que el amo extranjero que les da limosnas escazas se lance rabioso contra el país y es natural que los ofendidos señalemos a los buitres que nos sobrevuelan para terminar de asaltarnos la paz.

Esta gente que no da tregua para que exista una esperanza para la paz total pasaron del fracasado golpe a la provocación permanente y jochan todos los días sin límites, desde la más cruda crueldad. Descaradamente los comentaristas y mercenarios del micrófono incitan a que los “sapos sandinistas” sean buscados casa por casa. Posiblemente su alto grado de brutalidad no les permite realizar lo que están diciendo, pero de cualquier forma es sumamente peligroso, porque frente a una amenaza así en lo primero que uno piensa es en la legítima defensa, aunque claro ninguno de esos cobardes que hablan en representación del pueblo, qué valor, irán a buscar a los “sapos” porque saben que estos comen insectos y que son seres vivos que se cansaron de morir, de ser torturados, de ser secuestrados, de sufrir humillaciones y de ser excomulgados por tres obispos de la iglesia católica que dieron luz verde a sus sacerdotes para que santificaran la fiesta sangrienta que del fracasado golpe hicieron para tumbar a un gobierno que si no les cae bien deberían cambiar a través de elecciones, pero para eso deberían comenzar por quererse ellos primero, lo que es un sueño para quienes viven ahogados en el estiércol.

Hay un vasto sector de la población en Nicaragua que multitudinariamente marcha y hace por la paz y la justicia. No lo hacen solo en Managua andando grandes distancias, lo hacen en todo el país simultáneamente y cuando uno ve ese músculo partidario, esa capacidad de organización y esa mística, que gracias a los que odian, recuperó el sandinismo tras el fracaso del golpe de estado, lo primero que el sentido común debe decir a los que incitan a la violencia es que están equivocados, porque por lo que se ve, al partido rojo y negro no se le vencerá con lo que las gallinas ponen porque quien tiene eso es el FSLN, sino que al frente sandinista se le vencerá con inteligencia algo que es un valor que no tienen y no se ve en aquellos que se odian tanto, que ni entre ellos se soportan.

Los nicaragüenses podemos pensar diferentes, nuestras diferencias pueden ser profundas, podemos tener visiones equidistantes política e ideológicamente hablando, pero debemos respetarnos porque algún día todos tomaremos el viaje sin regreso y lo que pasará es que aquí dejaremos el problema y nos habremos negado el privilegio de ser la solución.

El odio nos juzga a los nicaragüenses de bien por la crudeza de nuestras verdades, porque tenemos razones desde el progreso que la revolución nos genera para decirnos que no patinamos y que avanzamos en el camino correcto, en este el de la mejor Nicaragua de toda nuestra historia, mientras que detrás del odio hay quienes los usan endulzándoles el oído con plata, repito ya muy poca, pero cuando se acabe totalmente se darán cuenta del porqué se les llamó traidores, vende patria, terroristas, porque están dónde están y porqué fueron desnacionalizados.

Muchos por ser parte de la historia, que hace grande a esta nuestra amada patria, pagamos el precio de ser objetivos del criminal odio, pero un precio mucho más alto sería quedarnos en el lugar dónde lo que no sirve habita y nada que se sumerja bajo el estiércol podrá demostrar jamás que los equivocados son sus enemigos porque el enemigo del odio es el amor, el que tenemos por la nación que nuestro Ruben soñó grande y es la que estamos construyendo, sacando adelante y poniéndola ante el mundo de que somos un David frente a la frustración de un Goliat decapitado por su propia espada.

El odio se vende como un producto atractivo, no sé cómo puede ser eso, pero ufanan de tener amigos en la Casa Blanca, en la Unión Europea, en los serviles del imperio, pero con todo y eso qué han logrado, nada, absolutamente nada. Por el contrario yo veo que aquí nadie se raja, nadie se achumica, aquí a los sancionados les cae un rayo enviado por el Tío Sam y sus serviles y más bien se ríe y disfruta porque siente que ello es una medalla de dignidad en el pecho y es así porque los patriotas somos selectivos, nos distanciamos del rencor de los que no tienen más valor que el de ser tristes y pinches marionetas, que no importa lo que digan, al final todo es miércoles desde afuera.

Invito a que todos seamos factores de paz, a que todos seamos pacificadores, a tomar conciencia de que esta Patria es única y no tiene copia, que debemos cuidarla como la madre que es y que nuestra gran victoria es el paso para deponer el odio y recoger todos los olivos de la paz.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA

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