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  • 9 septiembre, 2021

Día Internacional del Periodista


Por: Moisés Absalón Pastora.

Cada 8 de septiembre los periodistas del mundo traemos a la mente nuestro día. Unos lo hacen diciendo que no hay nada que celebrar porque se quedan en las ramas sin ser capaces de observar que lo trascendental es que somos parte de un apostolado que nos ubica en un sitial privilegiado en la sociedad y otros dando Gracias a Dios por estar vivos y por el inmenso privilegio de comunicar, de informar, de realizar que somos entre las profesiones u oficios miembros de un club especial que tiene en sus dotes hilar finamente la paz o por desgracia encender la mecha de la guerra.

El Día Internacional del Periodista se celebra cada 8 de septiembre en homenaje al periodista checo Julius Fucik, quien fue ejecutado en Berlín en 1943. Su “Reportaje al pie de la horca” fue sacado hoja por hoja de la cárcel y fue publicado en 1945. El escrito adquirió resonancia internacional y ha sido traducido a más de 80 idiomas. Fucik recibió póstumamente el Premio Internacional de la Paz en 1950 y en Managua, Nicaragua es el centro en la rotonda hecha para nuestro gremio.

Por el Día Internacional del Periodista quiero saludar a todos mis colegas, no importa cómo piensen, pero decirles que, en el mundo que vivimos, ciertamente cargado de tecnologías y de inmediatez lo primero que debemos tener en cuenta es donde nacimos y que Nicaragua es nuestra única casa y que estamos llamados a invertir en ella todos los días desde una conducta ética que nadie dude está siempre bajo el escrutinio de la sociedad.

En el periodismo hay muchas palabras con slas nos identifican por ejemplo verdad, objetividad, independencia, profesionalismo y seguramente otras más, pero los que tenemos algunas millas recorridas en éste oficio, sabemos que eso no existe ni aquí ni en ninguna otra parte del mundo, porque toda eso se terminó cuando cada uno de nosotros tomamos la decisión de ponernos una toga para juzgar a los demás a nombre de la libertad de expresión que al final es médula expuesta a nombre del libertinaje.

Yo creo que el principismo en el periodismo no está en la verdad porque tiene varias caras y la que terminamos trasladando es la que le interesa al editor; no está en la objetividad porque su principal tranque es el interés del dueño del medio; tampoco es la independencia porque está no la tiene ni el propio dueño del medio y menos aún en el profesionalismo porque quien recibe nuestro producto es el primero que nos lo cuestiona por muchas razones y una de ellas la chabacanería.

Desde mi punto de vista, a lo mejor pudiera estar equivocado, para mí el periodismo realmente principista es profundamente ético y ser ético es realizar que si lo nuestro es un apostolado no podemos, los que andamos en éste oficio, convertirnos en combustible sobre la hoguera, no mentir, no fomentar el odio, no echar a pelear, no inventar, no tergiversar los términos, llamar a las cosas por el nombre y significado que tienen y no imponernos confundir a la gente que es lo que muchos han hecho en las últimos tiempos sin percatarse que el daño lo han sufrido también los padres, las madres, los hermanos, los tíos y primos que tenemos como entorno inmediato.

Sobre el periodismo se han escrito muchos códigos de ética, pero el verdadero código está en nosotros mismos, en la humildad que nos concedamos porque no es cierto que nuestra profesión u oficio sea más que otras. Para empezar debemos entender que un médico, un ingeniero, un arquitecto o cualquier otra profesión conquistada a través de los años, quemándose las pestañas por el estudio, puede por añadidura llegar a ejercer también el periodismo y sin estudiarlo y lo lograrían fácilmente sin creerse más que nadie, pero entre nosotros hay colegas que se creen la última coca cola del desierto y no solo arrogantemente creen saberlo todo sino que además creen tener impunidad para hacer lo que se les ronque y ahora mismo estamos llenos de gentes así.

Estos de quienes hablo incendian al país y nosotros, amigos colegas, debemos ser apaga fuegos. Son quienes han hecho de la mentira una verdad, nadie se las compra, pero hacen daño y por eso ahora nos tiran las puertas en la cara porque el periodismo desgraciadamente ya no es ni sujeto de credibilidad ni de respeto y es un problema serio porque cualquiera con una libreta o una grabadora dice que es periodista.

Aquí en Nicaragua hay algunos, menos mal pocos, totalmente desprestigiados, que conscientes de no tener la más mínima credibilidad, se creen periodistas porque hay medios que les permiten algún tipo de acceso para que desinformen, pero solo porque son parte del engranaje de una gran industria de mentira que pretendió en algún momento quebrar y asaltar al país a cambio de millonarios presupuestos que se distribuían desde la ahora fenecida Fundación Violeta Barrios Chamorro.

Ahora que ya conocemos el fondo de tanta actitud mercenaria y vende patria, de esos que desde un falso periodismo se prestaron a destruir al país, no tenemos la menor duda que hablamos en realidad de terroristas mediáticos que con la larga y serpentera lengua de la mentira son tan masivamente asesinos como aquel que pone bombas o lanza bombas contra pueblos que como el nuestro no quiere de ninguna manera ver en riesgo la paz, la seguridad y la estabilidad que hemos recuperado luego de aquellos eventos que en el 2018 nos causaron tanto luto y dolor y que fueron promovidos por esos hipócritas que se llaman “periodistas independientes”.

Existimos muchos que, del otro lado del odio y el resentimiento, Gracias a Dios, hablamos de paz, de desarrollo, de derechos, de igualdad, de oportunidades, de libertades efectivas y de trabajo para todos y lo hacemos desde lo que el periodismo impone como constructor de naciones, como educador de pueblos, como procuradores del bien, pero nunca con la idea atroz de servir ni a intereses extranjeros ni a sirvientes nacionales que se cuadran al agresor imperial que se lanza contra el pueblo nicaragüense.

Nicaragua se encuentra en una coyuntura que nos hace saber que aquí la ley se respeta y que nadie está por encima de ella y que contra la ley no existe ni capital, ni abolengo, ni apellido, ni casta social, ni ropaje político, ni san “periodista independiente o venadero” que pueda sobrepasarla, en este caso a nombre de la libertad de expresión. Por el contrario, ya es hora de poner las cosas en su lugar y aquí contamos con la ley contra el ciberdelito de manera que ya es tiempo que aquellos que la pretenden ignorar y desconocer pongan su barba en remojo porque no hay más espacio para el terrorismo mediático.

No es posible que la seguridad de todo un estado, de todo un pueblo, siga siendo víctima de esos mercenarios y terroristas mediáticos que escudados en la libertad de expresión descaradamente quieren traumatizar sicológicamente al nicaragüense con la absurda y equívoca intensión de provocar estados de pánico con mentiras criminales que como bombas lanzan contra nuestro sistema de salud, contra la economía, contra los beneficios sociales y contra toda esa revolución de modelos tan nicaragüenses que hoy son la sólida y robusta plataforma de la democracia hecha con nuestra manos y con nuestros propios ingredientes y que es la que les duele porque esos que financian a esos terroristas mediáticos, la clase politiquera que ya conocemos, jamás fueron capaces de hacer algo parecido al gran milagro que hoy vivimos y que los periodistas patrióticos defendemos con la frente en alto y con el orgullo de saber que nuestro periodismo construye. A Los periodistas patrióticos nos gusta lo que hacemos, pero también nos lamentamos que impostores de este apostolado se atrevan a decir que también lo son porque lo único que realmente importa a esos es la destrucción del país a cambio de la paga que reciben.

¿Hoy el planeta supone celebrar a los periodistas nuestro día internacional, pero realmente nos lo celebra?

Tengo mis dudas porque creo que tenemos una deuda con el mundo porque muy seguramente se nos ha pasado la mano al abordar temas que descontextualizados han sido mechas encendidas que han iniciado guerras o han destruido la economía globalizada que ahora predomina en nuestra tierra.

El marketing se ha convertido en el mundo en un arma asesina contra los valores éticos que deberían predominar en esos medios de comunicación a los que ahora se incorporan las redes sociales, de las que muchos, son tan sujetos activos que se han convertido en el más grande enemigo de las democracias con el agregado de que son la matriz de las noticias falsas y en las que cualquiera puede ser un periodista que crea que está informando, pero en realidad lo que hace es contribuir a la deformación total y absoluta del sistema de convivencia planetario que cada día se calienta más y quien más lo hace es ese imperio norteamericano que está creando las condiciones para otra guerra.

Yo leo mucho en las redes sociales temas que me asistan en mi línea de pensamiento y en ellas siempre encuentro materia prima para desarrollar mis temas, pero también debo decir que en esas mismas redes sociales hay muchas inconsistencias como por ejemplo cuando uno busca insumos para hablar de democracia uno generalmente se topa con recetas para tumbar democracias; cuando uno busca cómo hablar contra los incendios forestales lo que uno encuentra son recomendaciones de cómo pegarles fuego y así otras cosas que muchas veces fueron escritas por periodistas que pueden colocar sus artículos, vía red social, en cualquier parte del mundo.

Por supuesto que uno en su libre albedrío puede desechar lo que considere conveniente. Los adultos generalmente rechazamos llenarnos de basura, pero hay jóvenes que por su natural inmadurez son permeados por periodistas irresponsables que quedan a deber al mundo que habitamos porque que te sirven temas con los que crean peligrosos ambientes de confort que paulatinamente dañan al mundo y a la especie humana que perece por las guerras que se ambientan o las pestes que creamos.

Recordar que este 8 de septiembre es el Día Internacional del Periodismo es también homenajear la caída en el ejercicio de su apostolado de una gran cantidad de colegas que perecieron o fueron asesinados por verdugos y enemigos de la verdad. Ante cada uno de ellos debemos redoblar compromisos para honrar esta profesión u oficio porque ante cualquier riesgo nuestro fuerte siempre deberá ser la construcción de un mundo habitado por la paz y el amor.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.







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