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  • 25 septiembre, 2023

Discurso de Sergéi Lavrov en 78ª Asamblea General ONU


Traducción No Oficial

Discurso Señor Sergéi Lavrov
Ministro Relaciones Exteriores
de la Federación Rusa

Nueva York, 23 de septiembre, 2023

Señor Presidente,

Honorable Sr. Secretario General,

Señoras y Señores

Muchos de los que han intervenido antes que yo ya han reconocido la idea de que nuestro planeta compartido está sufriendo un cambio irreversible. Un nuevo orden mundial. Se están perfilando los contornos del futuro entre una mayoría global a favor de una distribución más equitativa de la riqueza mundial y la diversidad civilizatoria. Y Algunos pocos que utilizan métodos neocoloniales de subyugación para mantener un esquivo dominio.

El sello distintivo del Occidente colectivo ha sido durante mucho tiempo la aversión al principio de igualdad de derechos y la falta total de acuerdo.

Acostumbrados a mirar por encima del hombro al resto del mundo, estadounidenses y europeos hacen promesas y compromisos, incluso por escrito y jurídicamente vinculantes y no los cumplen.

Como ha señalado el Presidente Vladimir Putin, Occidente es un auténtico “imperio de mentiras”. Rusia, como muchos otros países, lo sabe de primera mano. En 1945, cuando Washington, Londres y yo luchábamos juntos contra el enemigo en los frentes de la Segunda Guerra Mundial nuestros aliados de la coalición anti hitleriana ya estaban preparando planes para la Operación Impensable contra la Unión Soviética. Y cuatro años después en 1949, los estadounidenses idearon la operación “Drop Shot”, para lanzar ataques nucleares masivos contra la Unión Soviética.

Estos locos planes se quedaron en papel mojado. Los soviéticos construyeron sus propias armas de represalia. Aunque fue necesaria la Crisis de los Misiles Cubanos de 1962, al borde de la guerra nuclear para que la idea de iniciar una guerra nuclear y la ilusión de ganarla dejara de ser la base de la planificación militar estadounidense.

Al final de la Guerra Fría, la Unión Soviética desempeñó un papel decisivo en la reunificación de Alemania y en acordar los parámetros de una nueva arquitectura de seguridad en Europa. Al hacerlo, el liderazgo soviético y posteriormente ruso recibieron garantías políticas específicas respecto a la no expansión del bloque militar de la OTAN hacia el Este.

Los registros relevantes de las negociaciones se encuentran en nuestros archivos y en los occidentales. Pero estas garantías de los líderes occidentales resultaron ser nada, no tenían ninguna intención de cumplirlas. A los líderes occidentales nunca les preocupó que al acercar la OTAN a las fronteras de Rusia violaban descaradamente los compromisos oficiales de la OSCE contraídos al más alto nivel de no reforzar su propia seguridad a expensas de la seguridad de los demás y de impedir el dominio político-militar de Europa por parte de un grupo de países u organizaciones.

En 2021, nuestras propuestas de celebrar tratados sobre garantías mutuas de seguridad en Europa sin cambiar la seguridad de Europa fueron rechazadas con arrogancia, tratados sobre garantías mutuas de seguridad en Europa sin cambiar el estatus de no alineado de Ucrania. Occidente siguió militarizando sistemáticamente el régimen rusófobo de Kiev, que llegó al poder como resultado de un sangriento golpe de Estado y utilizado para preparar el lanzamiento de una guerra híbrida en Ucrania. Sin precedentes desde el final de la Guerra Fría.

Una serie de recientes ejercicios conjuntos entre Estados Unidos y sus aliados europeos de la OTAN, incluyendo escenarios que implican el uso de armas nucleares en el territorio de la Federación Rusa.

El objetivo declarado de infligir a Rusia “derrota estratégica” ha acabado por cegar los ojos de los políticos irresponsables obsesionados con su propia impunidad y que han perdido el sentido elemental de la autoconservación.

Los países de la OTAN liderados por Washington no sólo están construyendo y modernizando sus capacidades ofensivas, sino que también están intentando trasladar la confrontación armada al espacio y al espacio de la información.

Una nueva manifestación peligrosa del expansionismo de la OTAN son los intentos de extender el área de responsabilidad del bloque a todo el hemisferio oriental bajo el socarrón eslogan de la “indivisibilidad de la seguridad de las regiones euroatlántica y del Pacífico”. Para esta tarea, Washington está creando mini-alianzas político-militares bajo su control, como AUKUS, la “troika” EE.UU.-Japón-República de Corea, el “Cuarteto” de Tokio-Seúl-Canberra-Wellington, sometiéndolos a su control, Wellington, poniendo a sus miembros en cooperación práctica con la OTAN, que está desplegando su infraestructura en el teatro del Pacífico.

El objetivo no disimulado de tales esfuerzos contra Rusia y China, para romper la arquitectura regional inclusiva en torno a la ASEAN crea riesgos de crear un nuevo foco explosivo de tensión geopolítica, además del ya recalentado europeo.

Existe la fuerte impresión de que EEUU y el “colectivo occidental” completamente subordinado a ellos han decidido dar a la “Doctrina Monroe” una proyección global.

Las ideas son tan ilusorias como extremadamente peligrosas, pero esto no detiene a los ideólogos de la nueva edición de la Pax Americana.

La minoría mundial hace todo lo posible por frenar el curso natural de las cosas. En la Declaración de Vilna de la Alianza del Atlántico Norte, “la creciente asociación entre Rusia y China” se califica de “amenaza para la OTAN”.

El presidente Macron, dirigiéndose recientemente a sus embajadores en el extranjero, expresó su sincera preocupación por la expansión de los BRICS, considerándola un indicio de “un entorno internacional más complicado que corre el riesgo de debilitar a Occidente y, en particular, a Europa.

Hay un replanteamiento de la situación en la escena internacional, Europa en particular. El orden mundial, sus principios y las diferentes formas de su organización están siendo revisados, en las que Occidente ha ocupado y ocupa una posición dominante”.

Estas son revelaciones: si alguien se reúne en algún lugar sin nosotros, hace amigos sin nosotros o sin nuestro permiso, se ve como una amenaza a nuestro dominio.

El avance de la OTAN en la región Asia-Pacífico es bueno, mientras que la expansión de los BRICS es peligrosa.

Sin embargo, la lógica del proceso histórico es inexorable. La tendencia principal ha sido el deseo de los Estados mayoritarios del mundo de reforzar su soberanía y defensa de los intereses nacionales, las tradiciones, la cultura y el modo de vida.

Ya no quieren vivir bajo el dictado de otro, quieren ser amigos y comerciar entre ellos, pero también con todo el mundo. En auge las asociaciones como los BRICS y la OCS, que proporcionan a los países del Sur oportunidades para el desarrollo conjunto y la defensa de su honorable lugar en el mundo multipolar que se está formando objetivamente.

Quizá por primera vez desde 1945, cuando se crearon las Naciones Unidas, existe la posibilidad de un verdadero diálogo entre los países del Sur Global y las Naciones Unidas, existe la posibilidad de una auténtica democratización en los asuntos mundiales.

Esto es alentador para todos aquellos que creen en el imperio de la ley internacional y que desean ver a la ONU revivir como pieza central de la comunidad internacional. Donde estén de acuerdo en cómo resolver los problemas sobre la base de un justo equilibrio de intereses.

Para Rusia, es obvio que no hay otro camino. Sin embargo, Estados Unidos y su subordinado “colectivo occidental” siguen engendrando conflictos que dividen artificialmente a la humanidad en bloques hostiles y obstaculizan la consecución de objetivos comunes. Hacen todo lo posible para impedir la formación un orden mundial verdaderamente multipolar y justo. Tratan de forzar al mundo a jugar con sus propias “reglas” estrechas e interesadas.

Quisiera instar a los políticos y diplomáticos occidentales a que vuelvan a leer detenidamente la Carta de la ONU. La piedra angular del orden mundial creado como resultado de la Segunda Guerra Mundial es el principio democrático de la igualdad soberana de los estados, grandes y pequeños, independientemente de su forma de gobierno, estructura política interna o socioeconómica.

Sin embargo, Occidente sigue considerándose superior al resto de la humanidad. Es el espíritu de la afirmación del jefe de la diplomacia de la UE, J. Borrell, de que “Europa es un jardín en flor, y todo a su alrededor es una jungla”. No le molesta que en este jardín haya islamofobia rampante y otras formas de intolerancia hacia los valores tradicionales de todas las religiones del mundo.

Actos de quema del Corán, insultos a la Torá, acoso al clero ortodoxo y la persecución de clérigos ortodoxos y otros ultrajes contra los sentimientos de los creyentes van literalmente en aumento en Europa.

Es una violación flagrante del principio de la igualdad soberana de los Estados es el uso por parte de Occidente de medidas coercitivas unilaterales. En los países que han sido víctimas de sanciones ilegales (y cada vez son más), es bien sabido que las restricciones golpean en primer lugar a los segmentos más vulnerables de la población. Provocan fenómenos de crisis en los mercados alimentario y energético.

Seguimos insistiendo en el cese inmediato y total del inhumano bloqueo comercial, económico y financiero sin precedentes de Estados Unidos contra La Habana que no tiene precedentes en su inhumanidad y la cancelación de la absurda decisión de declarar a Cuba patrocinadora del terrorismo.

Washington debe, sin condiciones previas de ningún tipo, abandonar su política de estrangulamiento económico de Venezuela.

Exigimos el levantamiento de las sanciones unilaterales de Estados Unidos y la Unión Europea contra la República Árabe Siria, que socavan flagrantemente el derecho al desarrollo.

Debe ponerse fin a las medidas coercitivas impuestas eludiendo el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, así como la práctica adoptada por Occidente de manipular la política de sanciones del Consejo para presionar a quienes lo desean.

Una manifestación flagrante del egoísmo de la minoría occidental han sido los obsesivos intentos de “ucranianizar” la agenda de los debates internacionales, dejando de lado una serie de crisis regionales sin resolver, muchas de las cuales se arrastran desde hace años e incluso décadas.

Es imposible lograr una plena normalización de la situación en Oriente Medio sin resolver la cuestión principal: la solución del prolongado conflicto palestino-israelí sobre la base de las resoluciones de la ONU y de la Iniciativa de Paz Árabe.

Los palestinos llevan más de 70 años esperando la solemne promesa de un Estado, pero los estadounidenses, han monopolizado el proceso de mediación, están haciendo todo lo posible para impedirlo. Hacemos un llamamiento a todos los países responsables para que unan sus esfuerzos para crear las condiciones para la reanudación de las negociaciones directas palestino-israelíes.

Es alentador que la Liga Árabe esté tomando un segundo aire e intensificando su papel en los asuntos de la región. Acogemos con satisfacción el regreso de la República Árabe Siria a la familia árabe, así como el proceso de normalización entre Damasco y Ankara, al que intentamos ayudar junto con Irán.

Estos acontecimientos positivos refuerzan los esfuerzos del formato de Astana para hacer avanzar un acuerdo sirio basado en la restauración de la soberanía de la República Árabe Siria.

Esperamos que, con la ayuda de las Naciones Unidas, los libios puedan preparar cualitativamente las elecciones generales en su sufrido país, que lleva sufriendo durante décadas, los libios han sido incapaces de recuperarse de las consecuencias de la agresión de la OTAN, que destruyó el Estado libio y abrió las compuertas a la expansión del terrorismo en el Sáhara-Sahel y a las oleadas de millones de migrantes ilegales hacia Europa y otras partes del mundo.

Los analistas señalan: en cuanto Gadafi abandonó su programa nuclear militar, fue destruido. Al hacerlo, Occidente estableció los riesgos más peligrosos para todo el régimen de no proliferación nuclear.

Es alarmante que Washington y sus aliados asiáticos alimenten la histeria militar en la península coreana, donde se acumula el potencial estratégico estadounidense. Las iniciativas ruso-chinas para considerar prioritarias las tareas humanitarias y políticas están siendo rechazadas.

La trágica evolución de la situación en Sudán no es más que otra consecuencia de los experimentos fallidos de Occidente de exportar el dogma democrático liberal a ese país. Apoyamos las iniciativas constructivas encaminadas a una pronta solución del conflicto intrasudanés, ante todo facilitando el diálogo directo entre las partes enfrentadas.

Observando la actitud nerviosa de Occidente ante los recientes acontecimientos en África, en particular en Níger y Gabón, es imposible no recordar la forma en que Washington y Bruselas reaccionaron al sangriento golpe de Estado en Ucrania en febrero de 2014. Febrero de 2014.

Un día después de que se alcanzara un acuerdo de solución bajo las garantías de la UE, que la oposición se limitó a pisotear. Estados Unidos y sus aliados apoyaron ese golpe de Estado, aclamándolo como una “manifestación de democracia.”

La continua degradación de la situación en la provincia serbia de Kosovo es motivo de preocupación. El suministro de armas de la OTAN a los kosovares y la ayuda que les presta para la creación de un ejército violan flagrantemente la Resolución 1244.

El mundo entero asiste a la repetición en los Balcanes la triste historia de los acuerdos de Minsk sobre Ucrania, que preveían un estatuto especial para las repúblicas del Donbass, que Kiev saboteó abiertamente con el apoyo de Occidente. Así que ahora la Unión Europea no quiere forzar a sus protegidos de Kosovo a cumplir el acuerdo de 2013 entre Belgrado y Pristina sobre la creación de una Comunidad de municipios serbios de Kosovo con derechos especiales a su lengua y sus tradiciones.

En ambos casos, la UE fue el garante de los acuerdos, y parece que su destino es el mismo. Lo que es el “patrocinador”, también lo es el resultado.

Ahora Bruselas impone sus “servicios de mediación” a Azerbaiyán y Armenia, llevando junto con Washington la desestabilización al Cáucaso Sur

En cuanto a las decisiones de la comunidad internacional que quedan sobre el papel, hacemos un llamamiento para que el proceso de descolonización con las resoluciones de la Asamblea General, para poner fin a las prácticas coloniales y neocoloniales.

El destino de las prácticas coloniales y neocoloniales es un claro ejemplo de las “reglas” que Occidente quiere imponer al mundo entero.

El destino de los compromisos que adquirió en 2009 para proporcionar a los países en desarrollo 100.000 millones de dólares anuales para financiar programas de adaptación programas de adaptación al cambio climático. Compárese el destino de estas promesas incumplidas con las sumas que EE.UU., la OTAN y la UE han gastado para apoyar al régimen racista de Kiev -se calcula que hasta 170.000 millones de dólares desde febrero de 2022- y comprenderán la actitud de las “democracias occidentales ilustradas”, con sus notorios “valores”.

En general, urge reformar la arquitectura actual de la gobernanza mundial. Hace tiempo que no cumple los requisitos de la época. Estados Unidos y sus aliados deben renunciar a la disuasión artificial, redistribución de las cuotas de voto en el FMI y el Banco Mundial mediante el reconocimiento del peso económico y financiero real del Sur Global. También debería desbloquearse inmediatamente el trabajo del Órgano de Solución de Diferencias de la OMC.

La ampliación del Consejo de Seguridad también es cada vez más necesaria, únicamente por el hecho de abordar la infrarrepresentación de los países mayoritarios del mundo: Asia, África y América Latina. Es importante que los nuevos miembros del Consejo de Seguridad -permanentes y no permanentes- no estén infrarrepresentados.

Es importante que los nuevos miembros del Consejo de Seguridad -tanto permanentes como no permanentes- tengan credibilidad tanto en sus regiones como en dichas organizaciones de alcance mundial, como el Movimiento de Países No Alineados, el Grupo de los 77 y la Organización de Cooperación Islámica.

Es hora de considerar métodos más equitativos para formar la Secretaría de la ONU. Los criterios vigentes desde hace muchos años no reflejan el peso real de los Estados en los asuntos mundiales y garantizan artificialmente el dominio prohibitivo de los ciudadanos de la OTAN y la UE.

Estos desequilibrios se profundizados por el sistema de contratos permanentes que vinculan a sus titulares a la posición de los países anfitriones de las sedes de las organizaciones internacionales, la gran mayoría de las cuales están situadas en las capitales que aplican las políticas occidentales.

La reforma de la ONU debe apoyarse en un nuevo tipo de asociación, donde no haya dirigentes y dirigidos, ni profesores y alumnos, y todas las cuestiones se resuelvan sobre la base del consenso, reflejando el equilibrio de intereses.

Se trata, sobre todo, del BRICS, que ha aumentado significativamente su autoridad tras la cumbre de Johannesburgo y ha adquirido una influencia verdaderamente mundial.

A nivel regional, se ha producido un renacimiento de organizaciones como la Unión Africana, la CELAC, la Unión Africana, la Liga Árabe y otras. En Eurasia la armonización de los procesos de integración en el seno de la OCS está cobrando impulso, ASEAN, y el proyecto chino la Franja de la Ruta y de la Seda.

La formación de una Gran Asociación Euroasiática, abierta a la participación de todas las asociaciones y países de nuestro continente común sin excepción.

Las tendencias positivas se contradicen con los intentos cada vez más agresivos de Occidente por mantener su dominio en la política, la economía y las finanzas mundiales. Es de interés común evitar la fragmentación del mundo en bloques comerciales y macrorregiones aisladas.

Pero si EE.UU. y sus aliados no están dispuestos a negociar para que los procesos de globalización sean justos y equitativos, el resto del mundo tendrá que sacar conclusiones y pensar en medidas que les ayuden a no depender de los instintos neocoloniales de las antiguas metrópolis.

El principal problema es Occidente, porque los países en desarrollo están dispuestos a negociar, incluso en la plataforma del G20, como demuestra la la reciente cumbre del G20 en India.

La principal conclusión de la cumbre es que “Hay que librar al G20 de la politización y permitirle hacer aquello para lo que fue creado: elaborar medidas generalmente aceptables de gestión económica y financiera mundial. Hay oportunidades para el diálogo y acuerdos. Es importante no desaprovechar el momento.

La Secretaría de las Naciones Unidas, cuya misión estatutaria es buscar el acuerdo de todos los Estados miembros bajo el paraguas de la ONU y no al margen, debe tener plenamente en cuenta todas estas tendencias en su trabajo.

La ONU se fundó como resultado de la Segunda Guerra Mundial, y cualquier intento de revisar ese resultado socava los cimientos de la Organización Mundial.

Como representante de un país que contribuyó decisivamente a la derrota del fascismo y del militarismo japonés, me gustaría llamar la atención sobre el atroz fenómeno de la rehabilitación de los nazis y colaboracionistas en varios países de Europa, en particular en Ucrania y los Estados bálticos. Resulta especialmente alarmante que el año pasado Alemania votó en contra de la resolución de la AGNU sobre la inadmisibilidad de la glorificación del nazismo.

Por primera vez, Alemania, Italia y Japón votaron en contra de la resolución de la AGNU sobre la inadmisibilidad de la glorificación del nazismo.

Este desafortunado hecho pone en duda la sinceridad del arrepentimiento de estos Estados por los crímenes masivos contra la humanidad durante la crímenes masivos contra la humanidad durante la Segunda Guerra Mundial y contradice las condiciones bajo las cuales fueron admitidos como miembros de pleno derecho de la ONU.

Instamos a que se preste especial atención a estas “metamorfosis”, que son contrarias a la posición de la Mayoría Mundial y a los principios de la Carta de la ONU.

Hoy, como muchas veces en el pasado, la humanidad se encuentra de nuevo en una encrucijada.

Depende de nosotros decidir cómo se desarrollará la historia. Es de nuestro interés común evitar una guerra de grandes proporciones y el colapso final de los mecanismos de cooperación internacional que se han creados por generaciones de predecesores.

El Secretario General lanzó una iniciativa para celebrar el año próximo la Cumbre del Futuro. El éxito de este empeño sólo puede garantizarse mediante un justo equilibrio entre los intereses de todos los países miembros, respetando la naturaleza intergubernamental de nuestra Organización.

En septiembre, los miembros del Grupo de Amigos para la Defensa de la Carta de las Naciones Unidas acordaron contribuir activamente a este resultado.

Como dijo A. Guterres en una conferencia de prensa en vísperas de la sesión actual “Si queremos paz y prosperidad basadas en la igualdad y la solidaridad,

los líderes tienen la responsabilidad especial a la hora de diseñar nuestro futuro común en aras del bien común”. Una buena respuesta a quienes dividen el mundo en “democracias” y “autocracias” y dictan sólo sus propias “reglas” neocoloniales.

 

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