Discurso del Presidente Luis Arce en la XXI Cumbre del ALBA-TCP
DISCURSO DEL PRESIDENTE LUIS ARCE
XXI Cumbre del ALBA-TCP
27 de mayo de 2022
Muchísimas gracias Díaz Canel, presidente de la República de Cuba, a esta XXI cumbre del ALBA-TCP.
Saludo también a nuestro hermano Nicolás Maduro, presidente de la República Bolivariana de Venezuela.
Saludar también al hermano Ralph Gonzales, primer ministro de San Vicente y las Granadinas.
Saludar también, a través de las redes sociales, al comandante Daniel Ortega, que también participa virtualmente de esta reunión.
A todos ministros, representantes de los gobiernos del ALBA-TCP.
Quiero empezar haciendo mención de que hoy día es un día especial en Bolivia, hoy 27 de mayo, en Bolivia, se celebra el Día de la Madre y quiero aprovechar todos los medios de comunicación para felicitar a todas las madres abnegadas bolivianas, madres bolivianas como muchas de América Latina … Llevar adelante los hogares, especial por su puesto saludo para mi mamá que, seguramente, me debe estar viendo por esta vía.
El trabajo lamentablemente no deja estar quizás con algo que tiene una persona, que es muy valioso, que es la madre de uno.
En nombre del valeroso y heroico pueblo boliviano, y de nuestro Estado Plurinacional de Bolivia, Abya Yala, nuestra Patria Grande, desde Alaska hasta la Patagonia, sin exclusiones de ningún tipo.
Y también deseo enviarles nuestro mensaje de pueblo en revolución a los pueblos latinoamericanos y caribeños que somos parte del ALBA-TCP, una alianza para la vida, la hermandad, la solidaridad, la integración, la cooperación y la paz entre nuestros pueblos.
No quisiera continuar mi intervención en esta Cumbre sin antes manifestar, a nombre del pueblo boliviano y de nuestro gobierno nacional, toda nuestra solidaridad con el hermano pueblo de Cuba ante la tragedia acontecida en el Hotel Saratoga de la ciudad de La Habana. Expresar una vez más a los familiares de las víctimas nuestras sinceras condolencias. Los acompañamos en su dolor.
Envío un gran saludo al hermano pueblo ecuatoriano con motivo de la conmemoración, el 24 de mayo, del bicentenario de la Batalla de Pichincha, en la que fuerzas libertarias, comandadas por el mariscal Antonio José de Sucre, derrotaron a los Ejércitos españoles, abriendo el camino a la liberación de Quito y sus provincias, y a la formación de la República del Ecuador.
El 25 de mayo, en el departamento de Chuquisaca, en nuestro Estado Plurinacional de Bolivia, conmemoramos los 213 años del Primer Grito Libertario en América, y rendimos homenaje a los próceres de esta gran gesta revolucionaria que irradió las ansias de independencia de los pueblos del yugo español.
Estos ideales libertarios, que surgieron desde la más profunda subjetividad de nuestros pueblos en oposición a los dispositivos coloniales instalados y aplicados por la corona española para dominarnos, siguen vivos y vigentes recorriendo e iluminando nuestra Patria Grande contra -lo que el Comandante Fidel Castro denominara- el imperialismo más poderoso que la humanidad haya conocido jamás.
Hermanas y hermanos, la XXI Cumbre del ALBA-TCP nos convoca en un momento de singular importancia para la humanidad y para Nuestra América.
El Estado Plurinacional de Bolivia observa con preocupación el desarrollo del conflicto entre Rusia y Ucrania, al tiempo que rechaza la falta de diálogo, los actos de provocación de Estados Unidos y los movimientos encubiertos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte – OTAN, las sanciones unilaterales y las amenazas con las que terceros actores han pretendido envolver a estos dos países para desencadenar una confrontación de escala global.
Bolivia es un país pacifista, promovemos una cultura de paz y creemos firmemente en la solución pacífica de las controversias, apelando al diálogo, la diplomacia y al entendimiento entre las naciones y los pueblos del mundo. En ese marco, ratificamos nuestro firme compromiso con el Derecho Internacional, el multilateralismo y la Carta de las Naciones Unidas.
Exhortamos a la Organización de Naciones Unidas a redoblar los esfuerzos para sentar a las partes en conflicto, abrir un espacio de diálogo para restablecer la paz mundial, poner al descubierto a los que apuestan por la prolongación de la guerra como un medio para reactivar sus economías en crisis, y denunciar a quienes pretenden profundizar la crisis alimentaria para beneficio de unos pocos.
Necesitamos un nuevo orden mundial, verdaderamente democrático, justo, con equilibrio de poder y sin hegemonismos, con pleno respeto a los principios de la autodeterminación de los pueblos y la no injerencia en asuntos internos, y con una paz mundial basada en el respeto mutuo y el reconocimiento del pluralismo político, económico, social y cultural.
Apelamos también al diálogo y respeto a la pluralidad en el contexto de las naciones americanas. Como es de conocimiento público, en la ciudad de los Ángeles, en los Estados Unidos, se realizará la IX edición de la Cumbre de las Américas y nos preocupa que su convocatoria ignore la diversidad plena que lejos de hacernos débiles debería ser nuestra fortaleza como continente.
Las primeras versiones de las cumbres de las Américas, en la década de los 90, se dieron en pleno apogeo del capitalismo neoliberal en el continente. Dichos encuentros, desde principios del siglo XXI, tuvieron la característica de ser espacios de debate, reflexión e intercambio, siempre con el ánimo de fortalecer la democracia, en su acepción más amplia y no solo liberal, y de dar cabida a todos los gobiernos y pueblos que promueven la integración multidimensional y multidireccional.
La decisión arbitraria de Estados Unidos de excluir a Cuba, Nicaragua y Venezuela del cónclave americano, bajo la excusa de que sus gobiernos “no respetan la Carta Democrática de las Américas”, lo único que ha conseguido es debilitar la institucionalidad del mencionado foro regional, próximo a cumplir 30 años de fundación.
El veto de Washington demuestra que, pese a la retórica en favor de la democracia y los derechos humanos, no existe una voluntad real en las autoridades de dicho país para cambiar su política hostil hacia los gobiernos que dignamente no se subordinan a sus intereses. Cuba ha sido víctima de esa hostilidad a lo largo de seis décadas y, hoy por hoy, la República Bolivariana de Venezuela y Nicaragua sufren también las consecuencias de haber optado, soberanamente, por un camino diferente al trazado por la Casa Blanca.
Podemos en realidad decir que Estados Unidos recurre a cualquier tipo de instrumentos para sancionar a los países que deciden seguir por un camino distinto al de sus mandatos, como ocurrió al retirar unilateralmente a Bolivia del acceso a las preferencias arancelarias, a pesar de que hemos cumplido con nuestros compromisos adquiridos ante la comunidad internacional para luchar contra el narcotráfico.
Desde el Estado Plurinacional de Bolivia, consecuentes con los principios de nuestra Constitución Política del Estado y de la Diplomacia de los Pueblos, rechazamos enérgicamente la exclusión de pueblos hermanos de la IX Cumbre de las Américas y reitero mi decisión de no asistir a dicho encuentro mientras no se invite a todos gobiernos de los países de América, y en condiciones de plena igualdad jerárquica y de participación.
¡Ningún país puede arrogarse el derecho de decidir quiénes forman parte o no de nuestro continente americano! Y tampoco ningún organismo internacional, como la Organización de los Estados Americanos – OEA-, puede servir única y exclusivamente a los intereses hegemónicos de una sola nación.
De igual manera demandamos el cese de toda forma de hostilidad contra los pueblos de Nuestra América. Las políticas de sanciones, embargos y bloqueos solo han traído sufrimiento y desasosiego a nuestros pueblos, en especial a los más humildes, y sus efectos se han acentuado en el contexto de la pandemia. Es tiempo ya que el Gobierno de los Estados Unidos ponga fin al insensato y criminal bloqueo económico, comercial y financiero que pesa sobre Cuba, así como también a las más de 500 sanciones coercitivas unilaterales impuestas a Venezuela y Nicaragua ¡Con bloqueos y sanciones no se podrá construir nunca un futuro sostenible, resiliente y equitativo en el Hemisferio, como se lo plantea la próxima Cumbre de las Américas!
Nunca como ahora tan vigente la resolución aprobada por la CELAC en 2014, en una cumbre presidencial realizada en esta misma ciudad, cuando se declaró a la América Latina y el Caribe como territorio de paz. Y estoy seguro que no habrá oposición al hacer extensivo, en este momento y desde este lugar, ese deseo a todo el mundo.
Estados Unidos y otras potencias aliadas suyas ya no pueden seguir con el doble rasero de activar planes bélicos y de sanciones unilaterales extraterritoriales para encarar la actual crisis militar en el Este de Europa, y no hablar fe los múltiples efectos de las intervenciones militares que, a nombre de la democracia, la libertad y los derechos humanos, se hicieron contra Afganistán (2001), Iraq (2003), Libia (2011), y Siria (2018), y de lo que ocurrió, por solo citar a algunos ejemplos, contra Guatemala (1954), República Dominicana (1965), Granada (1983) y Panamá (1989), o de lo que día a día padece el pueblo de Palestina.
Esta es una reflexión que como comunidad internacional debemos hacernos, todas las guerras deben dolernos, conmovernos de la misma manera, siendo coherentes y actuando bajo la convicción de que no es la misma guerra sino la paz lo que debe regir las relaciones internacionales, una paz basada en la justicia social para todos los pueblos del mundo.
Un futuro sostenible para Nuestra América dependerá, en buena medida, de la capacidad de unirnos para encarar los grandes desafíos que afronta la humanidad, la pobreza, el hambre, las desigualdades económicas y sociales, la acumulación de la riqueza en pocas manos, las grandes brechas entre ricos y pobres ocasionadas por un sistema que prioriza la producción y reproducción del capital, antes que la producción y reproducción de la vida, y que además está generando un colapso medioambiental sin retorno.
Asimismo, entre estos grandes desafíos también se encuentran los relacionados a la pandemia del COVID-19, agravada por la insensibilidad de un sistema internacional subordinado a los intereses de los mal llamados “países desarrollados” y de las grandes transnacionales.
Si bien en nuestro continente los casos del COVID-19 y las muertes han disminuido considerablemente en los últimos meses, aún continúan reportándose más de medio millón de casos a la semana, incluidos casos de la variante Ómicron, particularmente en América del Norte y el Caribe, señal inequívoca de que no podemos bajar la guardia ante la pandemia.
Nuestra mirada y nuestros esfuerzos deben estar dirigidos, prioritariamente, a los 240 millones de personas de la región que aún no han recibido una sola dosis de la vacuna contra el COVID-19. Eso implica que, lejos de relajarnos, debemos duplicar esfuerzos y lograr una distribución más equitativa y oportuna de las vacunas.
En el marco del Plan de Trabajo Post-Pandemia del ALBA-TCP, desde Bolivia continuaremos apostando por la solidaridad, impulsando coordinadamente con el resto de países del bloque, todas las medidas que sean necesarias para apoyar a las naciones que no han podido tener un adecuado acceso a las vacunas.
Hermanas y hermanos del ALBA-TCP, hoy más que nunca Nuestra América, aquella de la que escribió de manera tan maravillosa el más universal de todos los cubanos, José Martí; debe consolidarse como un territorio de paz y libre de armas nucleares, donde el respeto a la soberanía, la dignidad y la autodeterminación de los pueblos, así como la solidaridad, la complementariedad y el diálogo fraterno -en nuestras semejanzas y diferencias-, continúen siendo parte esencial del relacionamiento entre las naciones.
Por lo que condenamos que la unidad de nuestra Patria Grande siga siendo amenazada por políticas de divisionismo, discriminación, exclusión, desestabilización y confrontación, impulsadas por aquellos que nos continúan viendo como su “patio trasero”, como territorio de disputa por nuestros recursos naturales, como colonias donde instalar bases militares y como tablero de ensayos de antiguas y nuevas formas de golpes de Estado, que nuestros pueblos pagan con vidas.
Sin embargo, como bien lo dijo el Libertador Simón Bolívar en su Carta de Jamaica: “La unidad no nos vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos”; y esos esfuerzos debemos seguir dirigiéndolos de manera efectiva al fortalecimiento de espacios como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños – CELAC, el ALBA- TCP, así como al resurgimiento de la Unión de Naciones Suramericanas – UNASUR; espacios que se fundan en una integración para el bienestar de los pueblos, no de una integración para la dominación y el saqueo de los pueblos.
En ese sentido, desde el ALBA, alianza que ha resistido y seguirá resistiendo todos los embates imperialistas, caminamos firmes junto al movimiento obrero e indígena originario campesino, como vanguardia de nuestras revoluciones, y junto a las mujeres y hombres, que, con dignidad a pesar de su origen de clase, están comprometidos con las causas nobles de los pueblos. Ratificamos nuestro compromiso inclaudicable con esa unidad articulada, plural y diversa, con el proyecto emancipador y de justicia social que demandan nuestros pueblos.
Finalmente, resaltar el trabajo conjunto de nuestros países en la Secretaría Ejecutiva del ALBA – TCP, que a la cabeza de nuestro hermano Sacha Llorenti, ha realizado un esfuerzo significativo para el cumplimiento de nuestro Plan de Trabajo 2022, plasmado en acciones concretas que se vienen ejecutando en beneficio de toda la Alianza.
Alentamos a que se siga esta ruta, aunando esfuerzos para consolidar la unidad latinoamericana y caribeña, y avanzar hacia el Vivir Bien de los pueblos.
Muchas gracias.
¡Que viva la dignidad y soberanía de los pueblos!
¡Que viva el ALBA-TCP!
¡Que viva Nuestra América!