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  • 9 febrero, 2024

El ayuno


Por Moisés Absalón Pastora, Detalles del Momento

Aquel que lleno de odio y resentimiento “tira la piedra y esconde la mano”, pretendiendo creer que nadie lo vio, que el adoquín que lanzó en la frente de su próximo apenas causó un rasguño, cuando se siente descubierto, como el cobarde que es, entonces se victimiza y trata de convencer a los demás que el culpable es aquel al que agredido y no el y para sus efectos se declara mártir y perseguido para agenciarse piedades ajenas que por supuesto no merece.

Así están algunos habitantes de puchilandia, cargando enormes pecados encima, lo que por supuesto es un piropo –usted escuche o lea mejor– crímenes sobradamente probados y que estridentemente insisten en hacer ruido con el cuento de que son políticos y que la razón por la cual hoy están desterrados y desnacionalizados es por defender al pueblo nicaragüense, de una “dictadura” que además les permitió de todo.

Entre todas esas especies que ya no están aquí, que consuman sus días dispersos en cualquier parte y bajo el paragua de nacionalidades que nada tienen que ver con la nuestra, que es distinguida y orgullosa por toda la esencia de su historia, hay falsos cristianos que por los ruegos que hacen para que Nicaragua se descarrile o se vaya al fondo del abismo, hacen sacrificados “ayunos” para que el Señor escuche la maldad de sus deseos.

Fíjense qué contrasentido cuando esos enemigos de Nicaragua, dónde unos son más malos que otros, dónde están aquellos que se aferran a un odio enfermizo que lo destilan todos los días a través de las plataformas internáuticas y aquellos que ya comprendieron que su destierro está consumado por lo cual buscaron qué hacer en un mundo que no les da nada gratis, al final buscan, desde la proyección de un cristianismo que no profesan, cómo atraer piedades ajenas y para sus efectos te hablan siempre en nombre de Dios y te dicen con toda la seriedad imaginable que hacen sacrificios alimenticios como el “ayuno” como una demostración de “amor” por un país que como el nuestro casi destruyen.

Claro, esa especie politiquera, por supuesto reducida y disuelta a su máxima expresión, apuesta a que sus ruegos son escuchados por el altísimo y entonces tragándose su propia mentira estafan a los incautos maquillándose como santas palomas para que cuando los vean flacos, pálidos y chupados, porque no saben lo que es trabajar para poder comer, entonces ellos puedan decir que su mal estado físico es por el ayuno prolongado que hacen por una Nicaragua que es efectivamente es libre, que no necesita ser salvada porque ella ya es salva, bendecida, prosperada y victoriosa.

Aquí sin embargo estamos claros del por qué estas especies desterradas y desnacionalizadas insisten en crear ambientes que propicien el caos, la anarquía y los actos terroristas que ya conocemos y que tenemos conjurados y es contra eso que los nicaragüenses que tenemos la nacionalidad de la tierra que amamos somos la Cruz que mostramos ante ese Drácula, que como el personaje chupa sangre está muerto en vida y no termina de entender que aquí siempre tenemos agua bendita, estacas y balas de plata para repelerlo.

Mi tiré una carcajada escuchar a uno de esos vandálicos decir que se sometería a un ayuno frente a un consulado nicaragüense y más cuando le preguntaron hasta dónde sería capaz de llegar. Me reí porque es otra de muchas locuras que se le ocurre al vago ese que por no tener nada que hacer se la pasa estafando a los demás con el cuento de que es un “líder, un salvador y un libertador” cuando la verdad ni el mismo ha podido romper con las cadenas de odio que terminan siendo un fierro estampado en la frente de cada una de esas miserias humanas que de por sí fueron conjuradas por un pueblo que como el nuestro ni las quiere ni las necesita.

Pero bueno el tema central es el ayuno y es algo que quiero sustentar porque uno lo hace por muchas cosas, como por ejemplo por aspectos médicos cuando uno se va a realizar un examen de sangre; Uno ayuna para liberar el cuerpo de algunas toxinas; Uno ayuna para bajar de peso y seguramente por otras razones que tienen que ver con el estado o confort físico de cada persona que requiere de este mecanismo de defensa para sentirse mejor.

Sin embargo, uno de los ayunos más generalizados es el espiritual o religioso que puede consistir en no comer nada en días determinados, no comer nada desde el amanecer al anochecer por un tiempo determinado o no comer alimentos como carne, lácteos ni huevos por varias semanas seguidas y hay mucha gente que lo hace. Sobre este tema, en lo personal, tengo mi propio concepto porque pienso, desde la perspectiva del ayuno espiritual, que es distinto a lo religioso, que lo que daña no es lo que entra a nuestro cuerpo sino lo que sale de él.

El verdadero ayuno, para que sea efectivo, no es dejar de ingerir alimentos sólidos, sino dejar de escupir maldiciones todos los días contra el país, contra sus ciudadanos o contra cualquier persona. El que así lo hace se descalifica para ser merecedor de cualquier tipo de respeto porque no desperdicia tiempo, espacio o lugar para vomitar odio y resentimiento contra cualquier circunstancia que a los nicaragüenses en lo particular nos represente paz y esas son actitudes delictivas y de ninguna manera exime a quien incurre en ello a ser un sujeto de la ley porque ante esta nadie es más que nadie cuando se afecta al bien común, cuando se afecta al nicaragüense que quiere tranquilidad, seguridad y trabajo.

El ayuno entonces debe ser contra todo resentimiento y amargura porque lo que traslada eso es frustración; debe ser contra la ira porque todo lo que se ve con odio y se quiere a la fuerza intoxica y ese veneno nos aleja de la mansedumbre que demanda el alimento espiritual en cada persona de bien.

El ayuno es contra el pesimismo porque ese mundo donde habita el fatólogo, que cuando se desmaya en vez de volver en sí vuelve en no, niega lo más importante en todo ser humano, el optimismo y la esperanza.

El ayuno es de preocupaciones hipócritas porque hay quienes asumen la apariencia de cargar tragedias que solo existen en la mente del perverso que no ha sido capaz de dar un aporte, que convertido en solución a los problemas represente un alivio, por el contrario, ese hipócrita es gasolina para la hoguera.

El ayuno es por no quejarse mañana, tarde y noche por todo y sin hacer nada; es dejar de tirar amarguras contra el ciudadano, la familia, el compañero de trabajo y hasta contra aquel amigo al que le aguamos esa fiesta a la que gustosamente nos invitó.

El ayuno debe ser para que cesen las tempestades, para invocar la unidad en la conquista definitiva de la paz a través de la reconciliación; debe ser para que nunca más la violencia se desate con todo el caos que ya antes nos ha bañado de sangre.

El ayuno que debemos hacer es para conducir a la tristeza a una puerta donde la despidamos y de la misma manera siempre le demos la bienvenida a la alegría; debe ser para que el egoísmo entienda lo dislocado que es eso de que si yo estoy bien no me importa que los demás estén mal porque eso es odio.

El ayuno que debemos hacer es para que todos tengamos más capacidad de perdón, más espíritu de reconciliación que no se en cada uno de esos son expertos en encender la mecha de los conflictos y después correrse.

Si todo este ayuno lo llegásemos a hacer la nación, todos los ciudadanos nos llenaríamos de paz, de confianza, alegría y vida y no es que no tengamos en nuestros corazones esos nobles elementos, sino que serviría para que el Creador perdone a los que aquí dicen sus creyentes.

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