Entrevista a Orlando Tardencilla Diplomático y Abogado con el Periodista Alberto Mora
Entrevista al Compañero Orlando Tardencilla
Diplomático y Abogado
con el Periodista Alberto Mora
Revista En Vivo, Canal 4
13 de Marzo del 2023
Periodista Alberto Mora
Esta mañana conversaremos con el Compañero Orlando Tardencilla, él es Diplomático, Abogado, además estuvo en la lucha revolucionaria por la liberación de Nicaragua y luego estuvo luchando allá en El Salvador. Ha recibido también, de manos del Presidente-Comandante Daniel, la Orden Augusto C. Sandino en su Máximo Grado “Batalla de San Jacinto”.
Queremos conversar con él, gracias, Orlando, por permitirnos conversar contigo esta mañana. Orlando, partamos de los aspectos históricos que rodean tu historia, que son parte intrínseca de lo que ha sido a lo largo de estos años, y eso me lleva a recuerdos que son gratos por lo que vos hiciste, me has dicho que no considerás que es un acto heroico, pero sí lo fue, todos lo vimos; pero quería que empezáramos por esos años previos a la Revolución.
Entiendo que te tocó combatir en contra de la Guardia, estando involucrado en esas batallas te vinculaste a gente de El Salvador, de la Guerrilla Salvadoreña. Contanos un poco el contexto en que ocurren las cosas y en qué momento, cronológicamente llegás a El Salvador.
Palabras de Orlando Tardencilla
Buenos días, Alberto. Bueno, normalmente la mayor cantidad de cosas en que se han desarrollado en mi Vida corresponde a la media común de un joven nicaragüense, eso sí, que siempre se ha mantenido pegadito a la Tierra que lo vio nacer, es decir, que siempre me he manteniendo queriéndola, con todo lo que he tenido, con las dificultades, con virtudes y defectos, como siempre.
Ciertamente yo nací aquí en Managua, de una Familia pobre como la inmensa mayoría de todos; de hecho, viví en Acahualinca una buena parte de mi niñez. De paso está decirlo y me llena, recordando a mi mama, de orgullo, y a mi abuela, Doña Zoila, de que también hicimos algunos pines ahí en La Chureca, ahí tuvimos que ir a sacar algunas cosas para poder sobrevivir.
Circunstancialmente allá, después de los años del terremoto, me trasladé, o mi familia se trasladó a vivir, dado que como vivíamos en Acahualinca y ahí el lago se metió en el siguiente invierno, después del terremoto, nos trasladamos, primero al Open 3 y después a Masaya, en el caso particular, mi mamá con todos sus muchachos que éramos 6 varones y una niña, la Martha Cecilia, nos fuimos a vivir a Masaya.
Ahí llegó, por el 73, finales, 74, y ahí empecé a buscar cómo trabajar, a estudiar, yo era estudiante de medio tiempo, en la mañana vendía cuadernos en el Mercado Central antes de que lo destruyera la Guardia; vendiendo cuadernitos, cositas, con mi mama. Al mediodía iba a hacerles el almuerzo a mis 5 hermanos pequeños, porque en ese tiempo la “Chila” se había ido con su compañero y quedamos solo los 6 varones y mi mama.
Entonces entre esas historias, entre trabajar, ayudarle a mi mama y participar en la propia formación, en el año del 77, si mal no recuerdo, en la Escuela Simón Bolívar participé como el mejor alumno del Sexto Grado del Colegio, participé junto a los mejores alumnos del Sexto Grado de todo el Municipio de Masaya. Y gané.
Entonces, en ese tiempo se constituía un formato de competencia entre los mejores alumnos de los Municipios de cada uno de los Departamentos, y también gané, y representé a Masaya en el Concurso del Mejor Alumno de Nicaragua. Y también gané.
Eso era una cosa interesantísima para mí, porque viniendo de las circunstancias donde estábamos, incluso en La Prensa de Septiembre del año 77 hay un Reportaje bastante interesante que habla, no sobre la inteligencia porque no lo era, si no en las condiciones en la cual el estudiante de Masaya, que llegué casi, casi descalzo a las competencias, pues tuvieron que recoger mis compañeros para comprarme la camisita y los zapatitos, para ir a recibir allá a la Plaza de la República, de manos del Ministro de Educación, el señor Mora Rostrán, si mal no recuerdo, el Premio de Mejor Alumno de Nicaragua.
Pues, se hizo un Reportaje y el señor periodista en ese momento, creo que era Roberto González, hizo un planteamiento que a mí mismo me conmovió, y dijo que, en las condiciones de pobreza en que yo había participado era inaudito que un estudiante tuviera mejor rendimiento en estas condiciones que los hijos de las familias, de los hijos que estudiaban en colegios privados.
A partir de ahí entonces y a partir también de la propia condición de pobreza llegó el 77, 78, los primeros, fui testigo dado que estaba trabajando en la Farmacia La Salud de Luis Cubillo L., ya él falleció y la Farmacia creo que ya desapareció, muy conocida en Masaya, y era el “office boy” de la Farmacia. Pero como también en la Farmacia se vendía azufre y clorato que eran dos productos que se utilizaban para ciertos productos, entonces empecé obviamente a hacer mis primeros actitos de solidaridad, y de “hurtos”; “hurtos” les digo yo en estos tiempos ahora que soy Abogado en la Corte.
Efectivamente, algunos Compañeros de los Movimientos Revolucionarios del Frente Sandinista que trabajan ya en la preparatoria del ataque al Cuartel de Masaya en Octubre del 77, ya ellos estaban buscando ese tipo de materiales y me contactaron, y empecé poco a poco a llevar ese tipo de productos, y así me fui involucrando hasta convertirme en un Miliciano de apoyo, bien sea para la Comunicación y en algunos momentos en participar en algunas Actividades de Propaganda Armada le llamábamos en ese tiempo, que eran 3, 4 bombazos en las esquinas, hacías un llamado, o lo que fuere, a la población buscando cómo levantarlos y animarlos para la Lucha Revolucionaria contra Somoza en aquel momento.
Periodista Alberto Mora
¿Eran para las bombas de contacto?
Palabras de Orlando Tardencilla
Eran para las bombas de contacto. El azufre, el clorato, el aluminio negro, esos tipos se vendían en las Farmacias, en este caso de Luis Cubillo y otras farmacias también de manera libre, hasta que evidentemente la Guardia descubrió estas vainas y empezó a confiscar todo eso.
Ya para ese tiempo entonces me incorporé y dada mi corta edad efectivamente no pude incorporarme a las Unidades de Combate de primera línea, pero sí participé en aquellos momentos. Ciertamente estuve en algunas actividades de agitación allá por Febrero del 78. En la Primera Insurrección de Masaya estuve ahí en la entrada, en una de las barricadas que se formaron cerquita de la Estación, respaldando la acción principal que los Combatientes estaban teniendo atacando el Cuartel allá por el lado del Parque Central; y después siempre quedé en actividades de contacto, participación y demás, y de algún grado de Comunicación.
En algunos momentos también me contacté con algunos Compañeros de Ciudad Sandino, del Open 3 en aquel tiempo, y también hice un par de actividades de reclutamiento, de preparación y de apoyo, y volví y terminé mi participación en la batalla final empezando en Junio del 79 y concluyendo con la pasada, que nunca lo voy a olvidar, cuando los Combatientes del Frente Sur pasaron como a 2 cuadras delante de nosotros y mirábamos los camiones con las Banderas Rojinegras que ya venían hacia Managua.
Evidentemente no tuve el privilegio de venir a Managua, dado que nuestras Unidas las reconcentraron en lo que es el Hospital antiguo de Masaya y ahí nos quedamos en los procesos de salvaguarda de las instalaciones.
¿Quién era yo? Era absolutamente nadie destacado, era un simple Combatiente, Miliciano, respaldo, era muy jovencito, tenía 16 años ya, casi 17 años. Y en esos combates finales, recuerdo cuando los Compañeros de Managua llegaron del Repliegue, vi pasar a algunos que tiempos después supe quiénes eran.
Tuve el enorme privilegio de ver al Comandante William Ramírez, no sabía quién era; tuve la enorme posibilidad de ver a un señor delgadito, que me perdone la impresión y la irreverencia que voy a hacer, pero un señor bigotoncito, trompudito, el Comandante Carlos Núñez, eso lo supe muchos años después.
Y vi una cantidad importante de Compañeros y Compañeras también, pero yo como era un cipotito, o sea, solo miraba a Combatientes barbones, de alta envergadura, con una presencia y una autoridad, y yo los quedaba viendo como dioses, porque esos eran los Combatientes que bajaban de la montaña. A esos los pude ver.
Pero también en esos combates finales, ya que me correspondió estar casi cerca de la Estación en un lugar que ahora ya no existe, era en una barricada principal en la calle principal de Masaya, en lo que se llamaba el Puente Rubén Darío frente a la Gonroche, ahí levantamos una barricada enorme y es en esa barricada donde pasaron cantidad enorme de Combatientes.
Ahí vi pasar en algunas ocasiones a un Combatiente chiquito, chiquito, chiquito, que tenía un nombre raro, le decían “Macaco”, era el Compañero Moncada Colindres, “Macaco”, “Ramón”. Sí, eso lo vi, él probablemente ni se acuerde de mí, pero a mí me quedó esa imagen de ese hombre pequeñito, chiquito, blanquito, bien blanquito, pero con un tamañito así, pero andaba un FAL enorme; o sea, era un combatientazo, para mí que era, repito, un Miliciano.
Y ahí, una vez que llegaron los Compañeros de Managua, llegaron unos Compañeros que en las pláticas que teníamos mientras descansábamos de los combates, me comentaron que eran salvadoreños y que ellos también estaban en una etapa preparativa para la Ofensiva Final, etc., etc. Y platicando, como que sabés que en combate vos hablás de cualquier cosa, por aquello de los temblores, si te agarra la muerte por lo menos hablaste de algo.
Y en algún momento surgió la posibilidad y salió el compromiso de decir: En cuanto triunfemos nosotros aquí, si hay posibilidades, yo me voy. Esa frase para mí fue como algo premonitorio porque, efectivamente, como a los 15, 16 días vino nuestro Glorioso 19 de Julio. Repito, me quedé ahí en Masaya, estuve participando un par de meses y después me llegaron a buscar justamente los mismos Compañeros y me dijeron: Bueno, ahí hay condiciones, si querés te podemos indicar cómo llegar allá.
Bueno, detalles más, detalles menos, yo salí como allá por Marzo finales, Abril del 80, para El Salvador. Debo decir, en honor a la verdad, me fui solo, las condiciones operativas así fueron, iba armado, llevaba un equipo; salí, ahora lo puedo decir con toda libertad sencillamente por ya es bastante público, salí por el lado de Macuelizo, por Santa María de Ococona.
Pasé por el río, no recuerdo si es el Goascorán. No, no, Goascorán es en El Salvador; el río que me llevó a un poblado que se llamaba Oropolí, hasta ahí llegue; crucé todo el territorio por esa parte, y al final logré llegar hasta Santa Rosa de Lima en El Salvador y ahí tuve que dejar el equipo que llevaba, dejar algunas cosas, y me fui vía terrestre pero usando el sistema de buses hasta la Universidad de San Salvador. Varios días duró ese viaje, dejé guardado en un punto los equipos y como ya llevaba el punto y las personas adecuadas y la organización, etc., etc.
Entonces llegué, me reporté y efectivamente ahí estaba uno de los tres Compañeros que había conocido en Masaya, y a partir de ahí me incorporé a participar como un Combatiente más, con algún grado de experiencia, y me dieron algunas responsabilidades de apoyar el entrenamiento y capacitación de los nuevos Combatientes de El Salvador, y participé en algunos combates ahí.
Periodista Alberto Mora
¿En qué región de El Salvador estuvo?
Palabras de Orlando Tardencilla
Estuve esencialmente en el Frente Paracentral, en todo lo que es la Zona Norte de El Salvador, todo lo que es Soyapango, la parte de, ya hasta los nombres se me están escapando, Mexicanos; estuve en la Ciudad de San Salvador, pero particularmente me indicaron de que participara en la zona rural de la Ciudad de Santa Tecla buscando la Ciudad de Zaragoza, y particularmente en todo lo que era esa franja que concluía en el Puerto de Acajutla.
Entonces en esa franja que se le denominaba por una cuestión interna del Frente Paracentral, ahí me encargaron la responsabilidad también de continuar la preparación combativa de las Unidades de Combate de las Fuerzas Armadas de la Resistencia Nacional, que eran las FARN.
Quiero comentarte, Alberto, que estamos hablando de todo el año 80 y primeros días del año 81, que fue precisamente el período en el cual estuve participando como Combatiente activo de los Revolucionarios salvadoreños, y en ese lapso todavía no estaba constituido el Glorioso Frente Farabundo Martí, apenas se estaban empezando a dar las primeras conversaciones para la Unidad. El FMLN como Organismo nace 2 o 3 años después.
Pero entonces toda mi participación se dio apoyando a los Compas de las Fuerzas Armadas de la Resistencia Nacional, pero también apoyando a algunos Compañeros de la FPL y a otros Compañeros de la ERP. Sin embargo, lo comentábamos hace poco, también fui testigo un poco de las desavenencias por los temas de unidad y todo eso que es muy característico en este tipo de circunstancia.
Pero por mi condición de Sandinista, de nicaragüense, entonces eso inspiraba en ellos una suerte, si se quiere, de posibilidad, de punto de comunión entre todos ellos. Al final, los escuchaba discutir, los escuchaba pelearse entre ellos, pero conmigo no había mayores temas de contradicción, porque a los tres los apoyaba con la misma intensidad, con la misma responsabilidad y con el mismo cariño.
Periodista Alberto Mora
¿Cómo te atrapan, porque esa es la historia que desemboca, que desencadena una suerte de hazaña frente a los gringos. ¿Cómo te atrapan?
Palabras de Orlando Tardencilla
Yo solo quiero advertirles a los Compañeros amigos y amigas, que lo que les voy a narrar ahora, hasta ahora han sido las circunstancias que un joven común y corriente que se incorporó a la Lucha Revolucionaria, motivado, repito, por el cariño enorme que nuestros padres nos inculcaron. Pero que lo que aconteció a partir de esto, les ruego encarecidamente, que por los hechos se dieron en donde básicamente no hubo testigos que los que vamos a narrar después.
Justamente en el inicio de una ofensiva general en Enero del 81, talvez recuerdan los Compañeros, aquí en Nicaragua salieron aquellas enormes manifestaciones con aquella consigna: ¡Si Nicaragua venció, El Salvador Vencerá! Ya se había decretado la Insurrección Final, y todo mundo en Nicaragua pensó que un 19 de Julio se estaba construyendo en Enero, de El Salvador e incluso muchísimos Combatientes que estábamos en las Unidades de Combate, yo mismo que estaba en unas montañas bien cerca de San Salvador, en la zona Sur, teníamos listos 800 Compañeros para entrar, en coordinación con otras organizaciones tomarnos San Salvador, y liberarlo.
La Guardia lo supo y se acuarteló, sin embargo, por esas cosas de la vida, los Combatientes de todas las organizaciones estábamos listos, pero las circunstancias operativas de unión no permitieron concretar la coordinación, y lamentablemente eso se fue diluyendo, de tal manera que el adversario, el Ejército salvadoreño se dio cuenta de que no iba a haber un ataque a las fortificaciones de ellos y empezó a salir.
En ese momento unas Unidades de combates que estaban ubicadas al sur de la ciudad de Santa Tecla, fueron avistadas por algunos aviones y lamentablemente comenzaron a atacarlas, y era la unidad de Combate que estaba bajo mi responsabilidad.
En ese momento en la Ciudad de San Salvador, coordinando cosas que tenía que cumplir de parte de nuestros Jefes, como escucho por las radios que están atacando a un grupo de guerrilleros en la zona sur de Santa Tecla, el Mando decide que yo me vaya a ponerme al frente a apoyar a los combatientes. Efectivamente, me voy en medio de las dificultades de transporte llego hasta Santa Tecla y con buses del sistema de transporte rural logro llegar cerca.
En ese momento hay un tranque militar, ye están bajando a toda la gente, yo andaba armado, y entonces cuando rodean el bus ellos no saben que yo voy ahí, rodean el bus y lo que hago es tirarme por una ventana y disparando buscando cómo escapar. Básicamente tenía que salir de ahí por el tema de los ciudadanos que podían ser afectados y de paso buscar la libertad y buscar a los compañeros que están siendo asediados.
Se produjo un combate ahí y fui herido, y horas después luego en unas zonas boscosas muy cerca de ese lugar, lamentablemente la herida que recibí en est parte de la cabeza, básicamente me desmayé. Allí fui capturado y me dessperté en un vehículo militar y me llevaron a un lugar que se llama San Juan de Upico, en El Salvador, en la Zona Sur, Allí estuve obviamente unos meses en esas condiciones físicas, heridos, las torturas eran duras, difíciles, bien dolorosas, por qué no decirlo, y en algún momento pensé que mi vida se terminaba.
En otro momento, dos o tres meses después me trasladaron a un Cuartel, El Zapote en San Salvador, el Cuartel de la Guardia; después me llevaron a otras instalaciones que no logré precisar, que no supe. Hasta que me llevaron a un lugar de una Unidad Militar bien, pero bien crueles; era una Unidad llamada la PH, la Policía de Hacienda, gente que miraba temas tributarios, pero que era una Unidad de Combate con gente debidamente preparada. Allí pasé aproximadamente 6 meses de mi vida, recibiendo cualquier cantidad de temas durísimos, Hermano, pero estamos sobre.
Periodista Alberto Mora
Quiero preguntarte, durante todo ese tiempo descubren cuándo sos nicaragüense, porque el tema era, si no corregime, porque el Imperio decía Nicaragua está involucrada en el apoyo a la Guerrilla salvadoreña y ese era como motivo para justificar cualquier agresión incluso por qué la invasión. ¿Cuándo se dan cuenta que sos nicaragüense?
Palabras de Orlando Tardencilla
Ellos más o menos saben que soy nicaragüense, hasta mi seudónimo, como 20 días después, y entiendo por qué, porque en esos tranques que tenían habían capturado a otros compañeros que eran parte de las Unidades de combate; entonces cuando a mí me capturaron después de la escaramuza que había tenido, me llevaron al mismo lugar donde tenían a otros Compañeros pero aunque yo estaba medio mareando parece ser que me identificaron por alguno de los que estaban ya detenidos.
Porque ellos sabían que mi seudónimo era “Camilo”, que era nicaragüense y la responsabilidad que tenía era ser Coordinador de una Unidad bastante fuerte de allí, en la parte Sur de Zaragoza, en Las Chinamas. Esencialmente se habían dado cuenta que había sido parte de 2 Operativos bien importantes que se dieron en el mes de Agosto en el año 80 cuando se atacó el Aeropuerto de Ilopango desde la carretera.
Esa había sido mi Unidad de Combate, había participado, y también haber atacado unas unidades militares de la PH, más o menos en Septiembre, en la entrada de lo que ahora llaman, en ese momento se llamaba Estadio Flor Blanca. Ellos sabían que había participado en esos eventos y en otros y a mí sorprendía la manera que ellos sabían que yo había participado; para saber eso tuvo que haber hablado algún Compañero o Compañera que habían capturado, de que yo había dirigido o participado en esos combates.
Después de 21 o 25 días ellos sabían quién era yo. ¿Y qué me preguntaban en ese momento?: ¿Por dónde había entrado, dónde estaban los campamentos, cómo me llamaba, quién era yo, quiénes eran mi Jefes, qué tipo de armamento tenía mi Unidad de Combate, cuáles eran las “rutas” que utilizaba el Frente Sandinista para avituallar a la Guerrilla de El Salvador, dónde estaban los aeropuertos, dónde estaban las Pistas?
Toda
información de naturalezas operativa, que en primer lugar, uno, realmente no sabía; dos, que aun sabiéndola no
era de mi incumbencia comentarlas; y tres, quizás lo más importante, era que efectivamente como
tenía la herida, ellos, aunque me
golpeaban muy duro, llegaban hasta el nivel de que controlaban que no me
muriera.
Porque realmente
la herida llegó hasta fracturarme algunas partes de los huesos
de la cabeza.
De tal manera que así fueron aminorando los interrogatorios cada vez más, hasta que en algún momento determinado, pasaron 2 o 3 meses que no me tocaron absolutamente para nada, simplemente quedé ahí hasta que en el mes de Febrero del año 82. Yo pasé casi un año y 3 meses preso, con los ojos vendados, con las manos esposadas, y en un hoyito, no estuve en cárcel ni derecho a sol. Yo estaba en un hoyo metido y de vez cuando me ponían electricidad, y bueno, me quitaron varias piezas de mis dientes y no fue con Xilocaina, sino con métodos groseritos.
A finales de Febrero, no soy preciso en las fechas porque efectivamente no sabía con exactitud el día que estaba, porque yo no sabía exactamente cuánto tiempo tenía de estar ahí. Hasta que llegaron, me sacaron y pasó algo extraño y digo extraño, porque simplemente lo que hicieron fue, metódicamente me golpearon y me torturaron poco pero completo.
¿A qué me refiero? Me hicieron el avioncito, me amarraron pero solo 3, 4 minutos, me pusieron la capucha para asfixiarme nuevamente 2 o 3
veces, me pusieron la electricidad en mis manos, en otras parte íntimas, me guindaron de mis deditos de mis pies, me pusieron en unos catres, pero solo como un recordatorio, y no me preguntaron nada.
Me llevaron reventado al cajoncito y allí me dejaron, y yo: ¡Ideay y esto! Al día siguiente llegaron 2 o 3 más, me pusieron la capucha y me comenzaron a hablar, y me comenzaron decir, qué para el último muerto de una guerra que ya perdieron en El Salvador los Guerrilleros, que tenían una posibilidad, que ellos necesitaban que yo dijera, dado que era nicaragüense.
Perdón, un paréntesis. En una de esas Gestas de Febrero sino por allá en Septiembre en octubre del año pasado, ya cuando tenía 8, 9 meses, ya ellos sabían que yo era Orlando José Tardencilla, que mi mama se llamaba Juana Espinoza, ya seguramente ellos habían mandado gente aquí a averiguar quién era y ya sabían de dónde era. Cierro paréntesis.
Ya en esa segunda visita me hacen una oferta, y me dicen que si quiero morir allí pues que lo decida, sino que ellos me tienen una oferta de Libertad, me ofrecen trabajo, que me van a pagar bien; que lo único que necesitan ellos es que yo les ayude a dar testimonio, que yo les diga exactamente y les reconozca en público me dijeron ellos, no me dijeron dónde, qué, cómo, dónde y quiénes me habían enviado, con qué materiales y cómo eran los mecanismos que se avituallaban a los guerrilleros, Lo mismo era que me preguntaba para saber cómo dónde estaban, ahora era para que lo explicara. Yo me dije, esta es la oportunidad para que se acabe.
Periodista Alberto Mora
¿Pero todavía aparece un gringo?
Palabras de Orlando Tardencilla
El
gringo llega hasta el día siguiente, pero dije, déjenme pensarla, pero me parece
bien.
A esa altura,
Alberto, ya me llevan de nuevo, me ponen la capucha,
primera vez que ya no me meten en el hoyito ese, sino que me ponen una celda, logro dormir en una
cama con colchoncito, y me llevan una pizza. ¡Todavía la pienso
el sabor de la pizza!, tenía ratos de no comer pizza en las condiciones en que
estaba.
Efectivamente esa vez no me golpearon ni mucho cuando menos cuando les dije ya va el tema y obviamente estoy pensando cómo aprovechar esa circunstancias ya que ellos necesitan hacer un show político. Yo creo que es en San Salvador, entonces dije, voy a vender cara mi vida, voy aprovechar, voy a denunciar todo lo que he vivido, el interés que estos tienen para montarse sobre mentiras para atacar la Revolución Salvadoreña y la Revolución Nicaragüense, y de paso se acaba mis sufrimientos. Es decir, en la convicción hermano, de morir en combate.
Al día siguiente llegaron no uno, sino dos norteamericanos ya con unos Agentes salvadoreños y me tratan con una amabilidad de lujo, ya es cosa que estaban regañando a los Agentes que me estaban cuidando allí, que por qué no me había bañado, que por qué no me habían dado ropa nueva, que era una barbaridad, y me llevaron comidita. Entonces ya me hicieron el planteamiento, mire la propuesta es que usted vaya a una Reunión Conjunta del Comité de relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos y del Congreso de Estados Unidos, y allá en Estados Unidos usted pueda dar testimonio de lo que usted sabe bien de lo que usted vino a hacer a este país.
Dije, bueno, si es posible decir la verdad la voy a decir; y Hermano, la vida me cambió, esa noche dormí bien, comí bien; en la madrugada me volvieron a montar a un vehículo militar de esas tanquetas, pero llevaban en el piso, iba con mi capuchita, iba vendado. El vehículo viajó y viajó y de pronto me bajaron en un aeropuerto, entiendo que ahora es el de Comalapa, y mes metieron en un avión, y uno de los gringos que había llegado me acompañaba con otros militares de civil.
Levantó vuelo aquello, en mi vida me había montado en un avión, pero yo me dije, bueno, bueno, ya están mis días por terminar. Llegué a un punto de Estados Unidos, ahora sé que era Miami, de ahí me sacaron, llegué a unas Oficinas, me tuvieron allí, me atendieron bien, su agüita, cafecita, algún par de cositas, me tomaron la presión y un montón de vainas, estuve allí como hora y media.
Después me montaron en otro avión y ya llegué, creo, al Aeropuerto Kennedy en Washington; allí me montaron en un carro, siempre me bajaron la cabeza, me pusieron una capucha, pero tratado con diferencia que en El Salvador. Me llevaron 25, 30 minutos después y me llevaron a unos lugares que eran una casas agradables, eran casas no eran cárceles. Estuve en una casa y 20, 21 días estuve repasando todo lo que iba a decir en contra de Nicaragua: ¿Por dónde entraban, por dónde salía, quién me había dado armamento, quiénes coordinaban, me dieron el guion, hasta lo repasaba.
Efectivamente no me da vergüenza dar este Testimonio frente a mis Compañeros y Compañeras; también llegaban otros elementos distractores, chicas, dinero y vainas; de vez en cuando hacían unas pruebas de verificación, a veces me ponían alambritos en la cabeza, en el pecho y me preguntaban cosas, y bueno, yo me concentraba bastante para que no descubrieran lo que yo estaba pensando en el fondo hacer.
Por eso te hacía la advertencia al comienzo de esta entrevista, Alberto. Todo esto solo se hizo público hasta que ellos lo hicieron público, porque me pasé 21 días en preparación, etc., etc. También habían amenazas, me decían que no fuera pendejo, que me iban a matar, que me iban a descuartizar si fallaba. Y yo que no, pues no, yo estoy claro que no quiere ser el último muerto de una guerra que ya se perdió; como esa frase la usaron ellos yo la seguí usando porque me parecía que era convincente, y yo miraba que ellos se quedaban tranquilos.
Un día de tantos, ya era un 12 de Marzo, me alistaron, me bañaron literalmente, me pusieron bonito, un muchachito de 20 años a esa edad. Me pasaron por el Cementerio de Arlington, a mí llevaron a un lugar donde había un montón de tumbas, y me dijeron que eso muy importante, que era un símbolo.
Me llevaron cerca, y de pronto me metieron al Departamento de Estado, me dijeron, qué era el Departamento de Estado, y me llevaron a una oficina gigantesca, y estaba un señor grandote, grandote, Alexander Haig, lo supe después, era el Secretario de Estados Unidos, y estaba un señor orejón chele, Dean Fisher. Se presentaron ahí, hablaron en inglés y yo nada. Me presentaron, me felicitaron, me dieron de comer algunas cositas, y me llevaron a un salón grande donde estaban un montón de Periodistas.
¡Y la cosa empezó! Dean Fisher me presentó, el Señor es Orlando José Tardencilla, es un Guerrillero con responsabilidades de Dirección
en la Guerrilla de El Salvador, él es nicaragüense; dio todas las coordenadas aquí en Nicaragua, este muchacho se crió en Ciudad Sandino, él de Masaya, etc., él fue capturado y dijo exactamente todos los hechos materiales reales. Él viene a dar Testimonio de la intervención en los Asuntos internos de El Salvador, de fuerzas extranjeras. Y Hermano, ahí, vieras solo Dios sabe cómo me sudaban las manos y otra cosa.
Periodista Alberto Mora
Te recuerdo que estabas con una camisa clara.
Palabras de Orlando Tardencilla
Con mis anteojitos que me habían dado ellos, eran bonitos, me los regalaron. Sí, como no, me acuerdo de esa frase, porque te estoy diciendo que cuando iba a hablar, cuando me presenta el señor Dean Fisher, yo veo que está un montón de ciudadanos que no los conozco, después la Directiva del Comité de Relaciones Exteriores del Senado y del Congreso. Era un salón grande con Periodistas y todo el cuento.
Cuando me toca hablar tuve la curiosidad de ver que detrás de los Periodistas habían unos monitores y vi mi cara en esos monitores, y vi que alguien presentando y estaba mi cara aquí; entonces dije yo, estas condiciones no son como para que yo esté siendo probado. Pero, “a lo hecho pecho”, a lo que vengo. Entonces dije, sí señor, yo vengo a denunciar el asunto de la intervención en la guerra de El Salvador, de Gobiernos extranjeros, yo soy víctima de esa intervención, estos señores me golpearon, me torturaron, me secuestraron, de El Salvador.
Y yo tuve que reconocerlo ahí, es cierto, soy guerrillero, fui capturado en combate pero fui ahí por mi íntima convicción, es mi responsabilidad, a mí no me mandó ningún Gobierno. Cuando yo estoy viendo eso, yo estoy viendo la cara del señor Dean Fisher y estoy viendo la cara de todos los señores, en ese caso, Congresistas, y se miraba un alboroto entre ellos, y los Periodistas comenzaron a prender más cosas, y aquello se fue haciendo cada vez más impactante, y como en esta entrevista, como mirás, yo no paraba de hablar.
Periodista Alberto Mora
Yo recuerdo que decías: ¡No señor, no es así!
Palabras de Orlando Tardencilla
Ellos me decían, ¿pero usted fue entrenado en Cuba? No señor, yo fui entrenado porque participé en la guerra revolucionaria en la Liberación de Nicaragua, y estuve combatiendo con los Compañeros de El Salvador bajo mi propia responsabilidad, por mis íntimas convicciones y además, en ese momento ya había sucedido el asesinato de Monseñor Romero, incluso, les dije, porque asesinaron a Monseñor Romero, y a los centroamericanos nos duele eso.
Periodista Alberto Mora
Vos no estabas nervioso, si mal no recuerdo.
Palabras de Orlando Tardencilla
Pero sí lo estaba, Hermano.
Periodista Alberto Mora
Pero actuaste con una naturalidad que la gente quedó pasmada; además era algo inesperado, no se sabía.
Palabras de Orlando Tardencilla
Sí, lo estaba Hermano, no sabía si eso era verdad o mentira, creo que fui sincero en decirte que esa Operación, ese Testimonio que tuve que asumirlo como una necesidad política, personal, incluso, era como la manera que yo iba a terminar el sufrimiento que había estado viviendo durante el año y tantos meses ahí, de torturas, aislamientos y demás.
Pero yo mismo me dije, si esto es verdad me van a matar, pero hice las cosas como debe hacerla cualquier Compañero; si esto es mentira también me van a matar, pero ya no van a usar mi nombre contra la Revolución. Hermano, ambas cosas no fueron así porque era verdad, y eso permitió lo que después pasaría, te lo comento después.
Entonces, cuando le dije: ¡No Señor!, y yo cuestionaba eso; en un momento determinado y eso está grabado, cuando están transmitiendo, un señor fornido que tenía atrás, escucha la orden de Dean Fisher que dice: ¡Stop, no more! ¡Stop, no más! Entonces esta persona me coge de aquí y me dio un golpe delante de los Periodistas, que incluso salió publicado, me golpeó y me atontó.
Yo me sentí atontado, y de pronto me miré de nuevo en el carro, un carro que me llevaron ahí.
Periodista Alberto Mora
¿Cómo era el ambiente en el carro?
Palabras de Orlando Tardencilla
Feo, Hermano, los que me habían llevado estaban aquí, pero el de este lado, el que me tocó llevar ahí me iba pegando duro, pero sólo me pegaba ¡PUM! en el estómago, porque yo me quería levantar, porque no sabía dónde iba, pensaba que allá me iban a matar.
Al final me llevaron a la misma casa donde había pasado todo este tiempo en un lugar que después supe, y de hecho, te parecerá risible, pero en Abril del año pasado pasé por ahí, cuando me iba a presentar Cartas Credenciales por una Misión que nuestro Gobierno me dio en Washington; pasé por ese lugar y se llamaba Langley el Cuartel General de una Organización que todo mundo conoce.
Me llevaron ahí como a las 2, 2:30 de la tarde, desde esa hora hasta como a las 11:00 de la noche, me pegaron la paliza más larga que yo había sufrido en mi Historia, en mi vida entera; en mi vida entera nunca me habían pegado tanto como esa vez, pero eran unos pegados todos raros porque solo me golpeaban del estómago para abajo, no me tocaban la cara.
Entonces, yo pensaba que estos me iban a volver a presentar, y me decían, como es esto, volvé a decir, que tuviste miedo, que el Sandinismo te va a matar a tu familia, pero yo decía, si me vuelven a sacar lo vuelvo a decir. Hasta como a las 11:00 de la noche pararon de golpearme y me volvieron a llevar al Departamento de Estado, ya de noche, y ahí me encontré con cuatro personas que hablaban español, y cinco, seis personas que hablaban inglés y entre ellos estaban discutiendo un montón de cosas.
En el lado de los que hablaban español, estaba un señor alto, blanco, estaba un señor moreno, circunspecto con cara fuerte, estaba un muchacho joven, blanquito, estaba una muchacha que no dejaba de llorar.
Periodista Alberto Mora
De inmediato se mueve el Gobierno Revolucionario a buscar cómo sacarte.
Palabras de Orlando Tardencilla
Hermano, en cuanto eso salió al mundo entero, porque estaba en vivo, de costa a costa, y ese gran escándalo que sucedió; tomemos nota que lo que andaban preparando eran los hechos previos para justificar la agresión que a finales del mes de Marzo del 82, empezó la Contrarrevolución y el Gobierno de Estados Unidos, 10, 12 días después empezaron los Contras a botar los puentes sobre el Río Negro aquí en la frontera con Honduras, etc.
Ellos querían una justificación, y como eso había sido un burum bumbúm, desde ese momento el Comandante Daniel que era el Presidente Coordinador de la Junta de Gobierno; el Compañero Miguel D´Escoto Brockman, otros Ministros orientando a los Funcionarios, coordinaban mis acciones desesperadas, firmes, fuertes para que el Gobierno de Estados Unidos me entregara a mi Embajada.
Efectivamente, a las dos de la mañana, de esa madrugada allá, me entregaron a estos ciudadanos con un compromiso y era llevarme a la Embajada amanecer ahí y al día siguiente pasar por Miami y después a México. La Embajada aparentemente tenía instrucciones que por nada del mundo intentara pasar por Miami porque se temía por mi vida.
La negociación era llevarme al lado de otra zona, o de otro aeropuerto, pero me llevaron a un lugar por el lado de Canadá, Montreal, no recuerdo cuál fue la ruta, pero no pasé por Miami y llegué a México donde me esperaba uno de los hombres que yo más admiro y admiré después. Pero ahora lo digo con toda claridad, ya nos abandonó físicamente, pero siempre está aquí con nosotros Aldo Díaz Lacayo, era nuestro Embajador.
Vos vieras ese varón cuando yo llegué, me protegió como su vida misma, hizo 50 mil esfuerzos en México para que no me pasara nada; recibió instrucciones precisas para que mi vida no fuera afectada de nada, y evidentemente, la Dirección Nacional y el Gobierno Revolucionario de aquellos tiempos, envió un Equipo de Seguridad, y ya entré a Nicaragua el 15 de Marzo.
Esa es la Historia, es el hecho, eso es lo que tal vez algunos Compañeros me han preguntado, Orlando y por qué te dieron esa Medalla, les digo, a mí no me han dado nada, a mí como Orlando Tardencilla no; allí hay una enorme equivocación, el Decreto dice, que lo que reconocen en todos los Compañeros, las Compañeras que ese día fuimos honrados con esa Orden, lo que el Sandinismo, lo que el Pueblo de Nicaragua, lo que Daniel, lo que Rosario, lo que el Frente Sandinista y el Pueblo de Nicaragua reconocen, es el vínculo de un nicaragüense o una nicaragüense con la defensa de su país, con la vergüenza de su país y como un Homenaje a todos los que lo hacen se han escogido a estos cinco Compañeros.
Ese es el honor para mí, pero efectivamente, como muy bien lo dijo Grigsby, en cada una de las medallas él sintió que se la pusieron a él. Yo también sentí que con esa Medalla que les dieron a los demás, me la ponían ellos, y si yo hubiera estado en otro lado, también me hubiera sentido representado.
Allí no se reconoció el valor intrínseco de una persona, de una mujer, de un individuo, se reconoció en Alma Nubia Baltodano una entrega intachable, a Brenda Rocha, una decisión inquebrantable; la disciplina, la entrega y el patriotismo de Lumberto Campbell, y de la Compañera Ana Julia Guido Ochoa, su disciplina, su permanencia, su vínculo; y en el mío, pues la rabia de la juventud cuando tiene compromiso.
Ese reconocimiento, yo sentí que es para los jóvenes de hoy que no agarran vara, que están empoderados, pero con la necesidad del país, no con intereses ajenos. Entonces, en ese sentido, si yo siento tremendo orgullo, es porque soy uno de esos adultos ya, que no cuenta la Historia para que digan: ¡Guao, qué grande! No; cuenta la Historia como el Testimonio de lo realmente grande que fueron nuestros Héroes.
A mí por esas cosas de la vida me tocó vivir para contar esto, y lo cuento con un único sentido, y es decirles a los jóvenes de hoy, reconozco su esfuerzo de hoy, como admiro el sacrificio del antes, y confío en que el joven, que tú adulto, que yo adulto, vamos a saberle cuidar el futuro al chavalito que está levantándose. Por eso es que me siento confiado, por eso me siento orgulloso.
Y el 21, yo bajé orgulloso de esa tarima, yo diría, más orgulloso que cuando me bajé del avión, a mí me traían a mi País en un avión y me bajé orgulloso, y cuando bajé de la tarima, me sentí 3 veces más orgulloso, porque Nicaragua está reconociendo a los mayores, a los jóvenes y a los niños su Derecho a tener País, Y Gracias a Dios, todavía estoy construyendo con lo poco que me queda de fuerza, construyendo mi País.
Periodista Alberto Mora
Yo te agradezco Orlando, gracias por habernos permitido estas palabras; y bueno, felicidades por esa medalla; la verdad es que esa Orden Augusto C. Sandino, tenés razón, está en el pecho de toda Nicaragua, de todo nicaragüense Digno y que se precia de luchar por su Soberanía, por la Autodeterminación. Y bueno, te agradezco mucho.