Factorías de la Posverdad vs. Libertad de Expresión
“En la vida no hay espectadores”
Julius Fucik (1903-1943)
Celda 267.
Por decir la verdad,
el fascismo lo asesinó
el 8 de Septiembre.
Por: Edwin Sánchez
I
Serán propietarios absolutos del crepúsculo, mas no del Alba.
Y de esto hablamos.
De los que amordazan la verdad.
De los que se constituyen en columnas de calumnias de eso que llaman, pomposamente, el “orden basado en reglas”.
Las “reglas” de Procusto, por supuesto, el personaje mitológico que medía al que posaba en su estancia. Si su cabeza o sus pies se salían de la cama, los cortaba. Si era pequeño, les estiraba las piernas para hacerlo a la medida de su lecho fatídico.
Los latifundios mediáticos que degradaron en negocio el derecho a estar informados, ha tiempos mataron con alevosía el periodismo en sus feudos, para premeditar el asesinato de reputación de las soberanías nacionales y de quienes las defienden.
Aniquilaron lo que apenas quedaba de la profesión. El nombre.
Pero son los más apasionados defensores de las “libertades de prensa y expresión”.
Matan y van al entierro de sus víctimas.
Y lloran.
Estos descomunales cocodrilos de la incomunicación que devoran a la humanidad, no se ahorran lágrimas, aunque deban soportar la de unos sobrados plañideros: aquellos cuajipales mantenidos por erarios extranjeros.
Son los que descartan al periodista para hablar en nombre de él, con su SIP a la falacia que es un elefantiásico NOP a la objetividad.
Porque si en sus páginas y plataformas se dan el lujo deleznable de EDITAR UN PAÍS para facilitar la agresión foránea, y lo que vale y se le vende al lector, oyente, televidente o “cibernauta”, es su tendenciosa “línea editorial” —que así denominan a sus intereses creados —, es claro que allí lo que menos priva es el periodismo.
El hecho sin Derecho es que no son simples medios de comunicación.
Hay una expedicionaria “política editorial” bien artillada de filias hacia sus acólitos, y de fobias a los que se atrevieron a pasar del Acta de la Independencia protocolaria de su país, al Acto feliz de la Autodeterminación de sus pueblos.
Pero todavía hay quienes al leer un impreso creen que por su antigüedad, los calendarios están obligados a otorgar credibilidad, calidad y hasta el “privilegio” de James Bond: con licencia para matar.
Confundir la prensa con el vino, hasta la fecha, a nadie le convino más que a los mismos emperadores de las dictaduras desinformativas que han impuesto un totalitario monólogo mundial.
La prensa venal no viene en toneles de roble. Ni menos que sea vino. Lo añejo no lo vuelve un periódico noble. Al final, por rancio origen, lo más que puede producir es vinagre…, con la hiel de sus “inmaculados” patrones.
Y ya sabemos que a Jesús, en El Gólgota, el Imperio de entonces quiso darle de beber vinagre mezclado con hiel.
La Divina Palabra narra: “pero después de haberlo probado, no quiso beberlo” (Mateo 27:36).
El cruel procedimiento implica una alegoría: enseñanza y advertencia, más que actual, para los buenos corazones.
¡Cuidado con esos hígados envenenados!
Es que nada tiene que ver, ni beber, la Verdad con la Mentira, o, más bien, con el Padre de la Mentira, Satanás.
II
La Real Academia Española de la Lengua define la Desinformación:
1.-Dar información intencionadamente manipulada al servicio de ciertos fines.
- Dar información insuficiente u omitirla.
Por ser el leitmotiv de las transnacionales de la tergiversación, estas prácticas infames las convierten en armas de destrucción masiva de las verdades nacionales.
Sus “editoriales”, “entrevistas” a la carta, propagandas, falsías…, son encubiertos de “informaciones” y “periodismo independiente”.
Su origen, más que turbio, es nefasto.
La misma BBC recuerda que las dos principales cadenas de periódicos, en manos de los magnates William Randolph Hearst, con su New York Journal, y Joseph Pulitzer, al frente de The World, se disputaban la supremacía de los rotativos en Estados Unidos.
“Para los años 1890, The World era el principal periódico en EE.UU., con una circulación en los cientos de miles de ejemplares”.
Afanados en que estos imperios de la falsedad ganaran más millones de dólares y la fama de “influyentes”, su teatro escogido para el estreno de lo que puede provocar el periodismo en manos equivocadas, fue la mayor de Las Antillas. Allí detonaron la guerra hispano-estadounidense.
“…los dos editores publicaron noticias de flagrante negligencia periodística que salían de Cuba”.
“Ambos fueron culpables de inventar historias diseñadas para echarle más leña al fuego y alentar a Washington a participar en la guerra”, rememora el digital londinense.
Quien dio nombre al máximo premio del periodismo en la Unión, olvidó su principal recomendación a los periodistas: el de captar “el momento dramático pero basados en hechos, sin inventar nada”.
Hoy, el aparataje de la Industria del Falso Testimonio es avasallante.
Su dominio, ciclópeo.
Fabricantes al fin, manufacturaron la ilusión de la “pluralidad”.
De “decidir”.
De “poder elegir”.
De gozar la “libertad” —pero entre los barrotes del soliloquio que impone el coloquio de los poderosos—.
Sí, “libres”, aunque estos industriales de la alienación formateen a la gente con una sola visión, un solo modo de comprender la vida que no es modo, sino apenas el último grito de la moda; una sola narrativa pues, hasta forzar su versión desde un evento local hasta cómo debe “gobernarse” y “comportarse” un país.
Que la humanidad —en especial Latinoamérica y El Caribe—sea, por los siglos de los siglos sin amén, subalterna.
Que su justificación, en este modelo ciclópico, es acostumbrarse a “ver” tal como ve ese ojo, “mirar” como miran los que se consideran mandatarios del planeta, y gracias a ese enfoque, saber que hay “buenos y malos”.
Los “malos” son los que se atrevieron a ver con sus ojos.
Que mientras prevalecía el eco del embeleco, del loro y del coro, alzaron su voz.
Que tenían derecho a la palabra.
Y el deber de hacerse escuchar que es luchar.
Y acabar con el monólogo.
Que por eso, hace 81 años, el fascismo asesinó a Julius Fucik.
III
El engranaje de la demolición de la veracidad no empieza ni termina con las factorías de la POSVERDAD, especializadas en la “Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales” (RAE).
El dogma autoritario de que solo las nefarias secuelas de los últimos imperios colonizadores, elevadas a paradigmas de la “democracia”, deben regir a los hombres, cuenta con todo un perverso entramado donde no hay cabida para el Amor al Prójimo.
Con el propósito de que sus mefistofélicos infundios funcionen a escala global como la “verdad revelada”, las metrópolis desovan, igual que los Cucos en nidal ajeno —léase otro país— a su propia “sociedad civil”.
Desovan a sus siglas deshabitadas, a sus “opositores”, a su mimada “disidencia” y “líderes democráticos”; a sus mercaderes de “derechos humanos”, a sus truculentas oenegés, a sus “institutos de investigación”, a sus “laboratorios de pensamiento”, a sus “observatorios” de lo que sea…
Y tras su incubación financiera, una insalubre eclosión sin legitimidad de origen. Luego, semejantes a las crías parásitas de aquellas aves, atacarán y arrojarán a los verdaderos dueños del nido.
También empollan, local y regionalmente, a sus organizaciones para “el fortalecimiento del Estado de Derecho”, su patético club de expresidentes sin pudor, debidamente execrados por sus pueblos.
De fondo, la puesta en escena de lo que cínicamente designan el “empoderamiento de la juventud” —sus “cuquitos”—.
Ah, y la infaltable batería de reflectores para los Cucos “ilustres”, ciertamente zopilotes voraces “sin motivaciones políticas”, “neutrales”, “preocupadísimos” por “los destinos de la nación” que han descuartizado.
Para preparar la ocupación del Nido Nacional completo, o “recuperarlo”, su “técnica” favorita: el “conteo a boca de urna” o “tabulación paralela de votos”.
Esta operación está a cargo de sus pájaros de alto vuelo, con el objetivo expreso de ultimar el sistema electoral constitucional.
Y evitar el triunfo de la desobediencia.
En 2011, par de pajarracos, doctores en la ciencia de la guayola, picotearon el Periodismo y la Democracia en Nicaragua.
Uno de plumaje vendepatria y el otro con su last name de resonancia filibustera. Esos que en junio de 1856, al mando del mercenario capitán Andrew J. Turley, invadieron la tierra del General José Dolores Estrada.
Su misión, la de siempre: ser “observadores electorales” para garantizar la sumisión y “oficializar” —con sus rifles Mississippi M1841, Calibre 58 y revólveres Colt— la “elección” de su “candidato” el 29 de junio: el William Walker de la época.
El décimo cuarto Presidente de Estados Unidos, Franklin Pierce —del mismo Partido Demócrata de la candidata presidencial Kamala Harris—, sin esperar actas ni nada, se apresuró a reconocer al esclavista del Sur como su “homólogo”.
155 años después, ídem.
Pasadas las 6 de la tarde del domingo 6 de noviembre de 2011, sin aguardar el cierre de muchas Juntas Receptoras de Votos, y varias horas antes del primer informe preliminar del Consejo Supremo Electoral, ya armaban la alharaca de la duda por TV.
Las aves de mal agüero insinuaban a su candidato como ganador, denostaban el proceso comicial, señalaban sin pruebas las “fallas”, y sobre todo, “no nos permitieron entrar a las JRV”.
A la sazón, estos “árbitros electorales” de facto tenían elaborados de antemano “los resultados”, basados en las “tendencias electorales” de sus “encuestas”, compradas y debidamente preñadas, a lo largo del año.
El resto es el mismo guion:
Cantinela del “fraude”, “exigencias” de “nuevos comicios”, “condenas” de la prefabricada, selectiva y cacareada “comunidad internacional”, urdida, para variar, por el establishment unipolar…
Desconocer a priori al gobernante y castigar al país por tomar en serio la Democracia, al atreverse a elegir, “sin pedir permiso”, a quien las metrópolis no le dieron su “bendición”.
Y al mejor estilo del ¡Jalisco nunca pierde, y cuando pierde, arrebata!, rotular de “dictadura” al gobierno electo, salir con el fofo cuento del país-envuelto-en-una-grave-crisis- sociopolítica, dar la seña para el “estallido social” postizo y ejecutar el toque final: el ansiado Golpe de Estado.
Pues bien, estas son las nuevas formas de anidación de las viejas intervenciones e injerencias, encargadas a sus cuco-vividores, devenidos en “fiscalizadores” garantes de la “democracia” rimbombante y, a la vez —porque por docena son más baratos— en emponzoñadas “fuentes fidedignas” de los emporios de intrigas…
Pero…
“Corregir” evidencias…
Dar crédito a la especulación…
Sacar conclusiones festinadas, pregonadas como “axiomas” porque los “periodistas” “entrevistaron” a cuatro “expertos” en reciclar la misma patraña…
Difundir supercherías para poner en zozobra a la población…
Alterar datos…
Torcer y retorcer la realidad de una nación…
Sembrar confusión…
Desestabilizar un país…
No es Libertad de Prensa ni Libertad de Expresión.
Es Libertinaje de Culto.
Es adorar al Ministro del Fascismo, Joseph Goebbels.
Y volver a matar a Julius Fucik.