Intentan incendiar Venezuela con la disecada izquierda del vecindario
Al hermano Simón Arcia,
Corazón de Venezuela que
tanto palpitó su amor a
Nicaragua en los 80
Por: Edwin Sánchez (*)
I
En este mundo hay caras y máscaras.
Y palabras que son la carne viva de los hechos, contrario a las diatribas ásperas, prehistóricas y secas que son la piel misma del financiado caimán de la infamia.
La palabra con el alma de un pueblo es la verdad. Y esa verdad corre transversal, horizontal en Venezuela. Lo dice el obrero. Lo proclama el campesino. Lo consigna el estudiante sin necesidad de consignas. Lo pronuncia el comerciante. Habita en los vecindarios. En las calles.
Es signo de un destino propio.
Es la verdad sin uniforme ni oenegés, esos sucedáneos nada vegetarianos de los gorilas del Cono Sur de los 70, pero con charreteras y carteras de dólares.
La verdad cívica. Verdad venezolana…
La verdad que enfatiza el presidente Nicolás Maduro.
Una verdad que se expresará el 28 de julio.
Por eso, en la ciénaga de la mentira, están al acecho los caimanes con sus enormes fauces, listos a devorar la verdad de un gran país hoy dedicado a la paz, en medio de un mundo “occidental y cristiano” que prefiere la espada a la palabra, la maldición antes que bendecir, el bombardeo a la antigua y el actual de la prensa vendida.
Y no la oración a Dios.
Venezuela se ha dedicado a cultivar la buena convivencia. La tranquilidad ciudadana. Y mantiene la sana costumbre de no afilar las asperezas ni ocupar como combustión de la política el odio, el supremacismo y el rencor.
Los que en el pasado intentaron incendiar la nación, lo pretenden hacer hoy. Quemar literalmente la Democracia en Venezuela.
Mentir, destruir y hundir, ha sido el leitmotiv de los que confunden:
Oposición con terrorismo.
Derechos humanos con los criminales tranques o guarimbas infernales.
Democracia con sometimiento a intereses foráneos.
Libertad de prensa con patrañas, insidias y manipulaciones.
Observación electoral con intromisión y desprecio a la institución rectora de los comicios, y sobre todo, ninguneo al soberano.
Venezuela merece ser respetada. Y si ese respeto no es del tamaño del gigante Simón Bolívar, en vano serán las conmemoraciones de las fechas gloriosas del siglo XIX, cuando la raza indohispana se independizó.
Lo demás son Espejitos de Juras y Gritos. Puro cuento. Retórica. Proclamas aburridas. Paradas militares insulsas, desfiles colegiales de rutina…
Y nada fresco. Nada vigente. Nada, para tantas luchas y sangre abonada que terminaron con todo y victorias domadas en el Archivo General de Indias, y adornadas localmente con liturgias “patrias”.
Venezuela es país, no enclave colonial. República establecida, firme y erguida. Además, muy definida en el Atlas Mundial del Humanismo, como en el corazón de los venezolanos, y más allá donde también la aman.
Es nación soberana, no la vaga noción que de ella tengan las almas vasallas que llamándose “demócratas” son anacrónicos agentes perpetuadores del oprobio.
II
Nicaragua ya vivió una reedición, corregida y aumentada de las guarimbas de los López-Machado-Ledezma y una constrictora sierpe de etcétera.
Hasta uno de los que acusaba al gobierno sandinista de socavar la libertad de expresión, como gran cosa, llamó en prensa escrita y radial, en 2018, a copiar “La Salida”. Así bautizaron en Caracas un muy aceitado plan, pero no popularmente aceptado, que exhibió la deriva autoritaria, inquisitorial y fascista de la hiperderecha antivenezolana, con quemados vivos e invocaciones a las metrópolis para la extinción de la Patria de Guaicaipuro, Sucre y Miranda.
Lo de Nicaragua, entre el 18 de abril y el 6 de julio de 2018, fue un fatídico calco de los Machado y Cía. Un plagio. Nada de originalidad, porque la muerte, el mal, la malignidad no es creativa.
Asalariados de la barbarie, recurrieron a esa agenda sanguinaria para no dejar en pie una sola ley bíblica y ni siquiera la de los hombres.
Así que cualquier parecido con los actos de terrorismo, homicidios, sabotaje, “marchas “ciudadanas”, “no-eran-delincuentes-eran-estudiantes” que derivaron en intentos de Golpes de Estado, impulsados por los mencionados, no es pura coincidencia: es reincidencia de los heraldos de la abyección en el hemisferio.
Bandera Nacional de Venezuela al revés/ Bandera de Nicaragua patas arriba.
Guarimbas/Tranques.
Apellidos/abolengo. Santulones/gazmoños.
La salida/Ultimátum.
Partidos “democráticos”/ Siglas vacías-Ong.
Dirigentes sin multitudes/Líderes de papel.
Fake news/Ídem.
Francotiradores fascistas para atribuirle sus crímenes a inventados “francotiradores chavistas”/ Francotiradores tranqueros que en la “alquimia” de las redes sociales y medios desinformativos eran convertidos en despiadados “paramilitares sandinistas”.
Matar a algunos de su gente, culpar a las autoridades y detonar las “manifestaciones pacíficas” para derrocar el Gobierno Electo/ Asesinar a manifestantes con el mismo objetivo.
Quema de jóvenes por el color de su piel/ Quema de familia entera en el barrio Carlos Marx, en Managua, por no apoyar las “inofensivas protestas”. Quema en vida de Gabriel de Jesús Vado, bendecida por el párroco local en el tranque de Mebasa, Masaya, por ser policía.
Colocación de alambres finos en las calles, pared frente a pared, a la altura del cuello para degollar ciudadanos motorizados/ Igualito en las ciudades secuestradas por los endemoniados.
2002-2014-2017/ 2018.
Circo de expresidentes corruptos que se rasgan las vestiduras/ Matiné con los mismos payasos.
“Luchamos contra la dictadura”/ Ídem de ídem.
Y por supuesto, el bufón: Almagro/Almagro.
III
Al fracasar, el pinocherío en pleno —hijos “cívicos” de Pinochet— sale en romería a exigir “sanciones”, bloqueos comerciales, financieros y castigo a la economía nacional, léase, pasada de cuenta a los pueblos que no se dejaron timar con sus incendiarias atrocidades hitlerianas.
El periodista Andy Robinson, escribió: “en 2002, (…) los defensores de la democracia desde Washington a Madrid (el New York Times, el Gobierno español de José María Aznar y toda la prensa española) aceptaron la versión de que francotiradores chavistas habían matado a los 17 manifestantes y defendieron el golpe contra Chávez”.
Es el mismo libreto. Siempre “las democracias” atenderán no la verdad, sino la versión de las “indefensas víctimas”.
Todavía creen que las verdades del Sur no tienen la potencia de una mentira del Norte.
En mayo de 2017, Robinson narró desde Venezuela que “el miércoles 10 de mayo en Altamira, a media tarde, Miguel Castillo, periodista de 27 años, murió en el acto tras ser alcanzado en el tórax por un proyectil. Los líderes de la oposición no tardaron (…) en anunciar otra joven víctima de la dictadura asesinada a manos de la policía represora.
“¿Cuál será la verdad? Desafortunadamente la prueba crucial ha desaparecido. Castillo llevaba un casco con una cámara GoPro que, en teoría, habría grabado el asesinato en caso de que la versión gubernamental fuese verdad. Pero, tal y como se ve en un vídeo grabado después del disparo, uno de los manifestantes que aparentemente van a ayudar al joven quita la cámara del cuerpo con tirones bruscos y se aleja de la escena del crimen”.
Todo esto fue reproducido sin más variación que el año, el país y los nombres, con una similar legión de fascistas, saturados de odio y hasta repugnancia a la vida de chavistas sudamericanos y sandinistas centroamericanos.
Empero, en los años 40 del siglo XX, las SS del Führer ya habían “estrenado” ese bestial “método” contra judíos, gitanos y testigos de Jehová.
De igual manera se han querido constituir en un Estado del terror dentro de los Estados Democráticos de Venezuela y Nicaragua.
Las guarimbas o tranques fueron la versión tropical de los campos de concentración y exterminio de Auschwitz.
Como no se les ha permitido, los rescoldos del fascismo en occidente abogan por ellos y atacan a los pueblos que se oponen al yugo hitleriano. Pueblos agredidos por el doble “pecado” de ser Repúblicas y resistirse a ser el “espacio vital” que los Nazi no pudieron terminar en 1945.
Si en Nicaragua los mismos fascistas que quisieron derrocar al gobierno legítimo deseaban ir a las elecciones de 2021, como si lo de 2018 fue un beatífico sínodo de cardenales en Roma, ahora María Corina Machado se declara perseguida y conculcados sus “derechos políticos”.
Precisamente de 2018 quedan grabadas y filmadas sus arengas y clamor por la intervención a un país soberano:
“Requerimos a gobiernos del hemisferio que no hay otra opción que presionar, apretar con toda las fuerza para quebrar la dictadura. Las condiciones están dadas. Venezuela está lista. Es la hora de acción, no retórica, y todos sabemos cómo se quiebra un sistema” (VOA).
“Vamos a prender las calles de Venezuela, todos los rincones, los mercados, las escuelas, las universidades y las plazas”.
La Real Academia de la Lengua reconoce oficialmente 11 acepciones de “prender”, y dos que ellas se ajustan a su exhorto, conforme a la práctica que hace a la maestra una pirómana imprescindible para lanzar a la hoguera a su nación: 6.- Encender el fuego, la luz u otra cosa combustible.
Sinónimo: encender, inflamar.
El antónimo lo ha puesto el pueblo de Venezuela, con permisito de la RAE: Apagar. Sofocar.
El décimo significado: Dicho de una cosa, especialmente del fuego cuando empieza a quemar: Empezar a ejecutar su cualidad o comunicar su virtud a otra, ya sea material o inmaterial.
¿Desde cuándo pegarle fuego a una República es un “derecho político”, y demoler su Constitución un acto heroico para aspirar a la primera magistratura de un país?
¿Qué parte de estas realidades no entiende la izquierda disecada de Gustavo Petro, quien exhibe orgulloso su cabeza como trofeo de caza en algún antro de la ultraderecha?
Con solo que cualquier político de Colombia diga lo más mínimo del señor de Nariño, sin incendiar una llantita de triciclo infantil en las calles, este personaje da voces y gritos de Hollywood sobre supuestos Golpes de Estado.
“Lo que ocurrió con María Corina Machado es una manifestación clara de la vulneración de los derechos políticos (…) se inhabilitó para participar de campañas electorales por autoridades administrativas”, dijo Petro.
Pero al árbol verde de una Revolución, plantado a orillas del caudaloso río de un pueblo soberano, nunca lo harán arder los trapos que fueron dignas banderas, el aserrín de los discursos patéticos, las loas a la claudicación nacional, la abundante paja de la industria del falso testimonio y otros materiales “democráticos” de relleno inflamable que contiene la izquierda embalsamada en el Museo de la Ignominia.
¿De qué apuros saca al pueblo esa tal izquierda que carece de los órganos vitales del decoro, de la libertad y del amor a Nuestra América?
Repleta de estopa, la izquierda disecada se atreve a dar “cátedra” a los que ascienden a un gobierno para celebrar la vida y no la muerte.
Tampoco le importa lucir la gloria bárbara de manchar Colombia como el primer país en la Historia Universal donde sube al poder un Ni-chicha-ni-limonada.
Y a pesar de la vergüenza ajena que causa, todavía cuestiona a la Izquierda Viva de Venezuela, esa misma que suscita un verso de Borges por liderar una Revolución Bolivariana tan hermosa como un León al mediodía.
¡Vade retro, Petro!
Que aquí está su biografía completa, al pie de la letra de Víctor Jara, cantor y, por lo visto, del Sur profeta:
Usted no es nada… se lo pasa manoseando/ caramba zamba su dignidad. Arrímese más pa’ cá/ aquí donde el sol calienta,/ si uste’ ya está acostumbrado/ a andar dando volteretas/ y ningún daño le hará/ estar donde las papas queman…
Anote don Petro y Cía.:
El dialecto del ocaso nunca será el transparente Idioma de la Aurora.
(*) Escritor.