La Biblia, el libro revolucionario por excelencia
Por: Carlos Alberto Escorcia Polanco
La Biblia es la historia de la Salvación y la liberación de un pueblo que protagonizó la primera Revolución de Esclavos que triunfó en toda la historia de la humanidad, la Revolución hebrea en Egipto.
La Biblia es la canción de Dios para los hombres y la carta de amor que Dios mismo escribió para toda la humanidad, desde la profundidad de los confines de la historia, hasta la consumación de los siglos.
La Biblia es la palabra de Dios y es la regla infalible de fe y conducta que guía a la humanidad de la tierra a los cielos. Es también el relato de la lucha de todo un pueblo por alcanzar su liberación en Egipto.
La Biblia es el más completo texto histórico de la primera revolución triunfante en la historia de toda la humanidad y como tal el libro más antiimperialista de la historia. Moisés confrontó al imperio egipcio; Isaías confrontó al imperio asirio; Daniel confrontó al imperio babilónico, Jesucristo y los apóstoles Pedro y Pablo confrontaron al imperio romano.
Y es a partir de esa gesta libertaria que se proyecta toda la historia de la Salvación y la vida eterna que ofrece Jesucristo en los Evangelios, pero cuyas raíces reales, objetivas e históricas comenzaron con la historia de un pueblo en lucha por alcanzar su liberación.
La Biblia fue escrita en un periodo de 1,600 años por 39 escritores distintos. Con la excepción de los apóstoles de Jesús, ninguno de los autores se conoció entre sí. Unos fueron reyes, otros agricultores, Moisés era pastor de ovejas y cabras, Juan era pescador, Lucas era médico, Mateo era recaudador de impuestos.
Sin embargo, existe una asombrosa coherencia y coordinación histórica en el conjunto total de los 66 libros que integran las traducciones protestantes de la Biblia, 39 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento. Sus páginas contienen la mejor poesía universal como el libro de los Salmos, historia antigua de la mejor calidad, confirmada por los escritos del historiador romano Flavio Josefo y los hallazgos de la arqueología moderna.
En sus páginas encontraremos las más apasionantes historias de amor y romance del mundo, intrigas palaciegas y aventuras militares. Y las profecías sobre el final de los tiempos, el surgimiento del Anticristo y la segunda venida de Jesucristo a la tierra, son como para pararle los pelos a cualquiera.
En una época en que no existía telescopio, Proverbios dice que la tierra era redonda (Proverbios 8:27) y el patriarca Job dice “cuelga la tierra sobre la nada” (Job 26:7)
La Biblia ha sido traducida a más de 1,400 idiomas y dialectos en todo el mundo, incluyendo el dialecto misquito en Nicaragua. La Biblia jamás pasa de moda a pesar de que por casi 1,700 años su lectura fue prohibida por la Iglesia Católico-Romana. La Biblia es el libro que mas se vende en todo el mundo y es un permanente “best seller” (éxito de librería).
Por generaciones, la lectura de las páginas de la Biblia ha traído paz, consuelo y esperanzas a la humanidad. La lectura de la Biblia es plenamente comprendida por las clases humildes que carecen de conocimientos académicos, pero confunde a los intelectuales.
Al decir de Jorge Santayana, “no existe cura para el nacimiento o la muerte, salvo disfrutar el intervalo”, de igual manera la Biblia cubre ese intervalo de Eternidad a Eternidad, de la historia humana, contenida desde Génesis hasta Apocalipsis.
Antes de la creación de los cielos y la tierra y la creación de Adán y Eva, la primera pareja humana, existía la eternidad. Después de la segunda venida de Cristo y el final de la era humana en Apocalipsis, también existirá la eternidad.
La historia de la Salvación y la liberación del pueblo de Dios, iniciando con el relato del libro de Génesis, “En el principio creo Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1), es ese “intervalo planetario” parecido al intervalo del cual nos hablaba Santayana.
Paradójicamente, el mismo Génesis nos profetiza y adelanta la caída moral de la humanidad en el último versículo de Génesis que concluye con estas lapidarias palabras “…en un ataúd en Egipto” (Génesis 50:26). Se cumplía así la sentencia bíblica “el alma que pecare, ciertamente morirá” (Ezequiel 18:20).
Egipto representaba el pecado y la esclavitud y el ataúd obviamente se refería a la muerte. Es altamente significativo que el libro de Génesis, el libro de la creación termina con esas palabras alusivas a la muerte y el pecado. El Dr. Billy Graham definía a la muerte como “el triunfo final del pecado sobre la carne”.
El Génesis nos habla del momento primero en el cual Dios interviene en el universo al crear los cielos y la tierra (Génesis 1:1), para al final del proceso creacionista ubicar a Adán y Eva (Génesis 1:26). Tristemente, gracias al fenómeno del pecado, el mismo Génesis concluye describiendo la hegemonía del pecado sobre la raza humana “en un ataúd en Egipto”.
El libro de Apocalipsis del apóstol Juan, el discípulo amado, nos muestra en una visión profética, el establecimiento de la plenitud del reino de Dios y su justicia, donde ya no habrá mas llanto, ni clamor, ni dolor, por medio de la nueva Jerusalén (Apocalipsis 21:4).
El libro de Éxodo nos relata lo que en términos de la Teología de la Liberación se conoce como “momento segundo”. Si en Génesis Dios interviene en el universo creando los cielos y la tierra, o sea el momento primero, en Éxodo, Dios interviene en la historia humana, una raza caída y que como producto del pecado ha creado la opresión y la esclavitud en Egipto.
El relato del “Kairós” (el tiempo perfecto de Dios) del Verbo de Dios, con su impactante narrativa en el libro de Éxodo, nos releva al Dios liberador, el LOGOS, es también la intervención sobrenatural de Dios en la historia y los asuntos humanos, revelándose como el Dios de la Liberación de la opresión del modo de producción histórico llamado esclavismo.
El texto sagrado narra el encuentro de Dios con Moisés, heredero bastardo del trono del Faraón de Egipto. En el Éxodo, Dios se le aparece a Moisés, un trabajador del campo que cuidaba ovejas y cabras entre los zarzales en tierra de Madián, y le dice: “Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para liberarlos de mano de los egipcios” (Éxodo 3:7-8).
El autor del Éxodo continúa narrando, “El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. Ven, por tanto, ahora, y te enviare a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel”. (Éxodo 3:9-10).
Fue en ese instante que ocurre el “Kairós” y Dios le revela a Moisés como se llama, YO SOY EL QUE SOY, revelándose como el mismo Verbo, el Verbo del evangelio de Juan, “Y aquel verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como la del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).
Existe entonces a lo largo de todas las Sagradas Escrituras, un hilo conductor en toda la historia de la Salvación y en la acción de Dios en esa gesta heroica de la liberación del pueblo de Dios de la esclavitud faraónica, y ese hilo conductor es la presencia “perturbadora” del Cristo resucitado, quien aun estando en el reino de la muerte, seguía siendo el autor de la vida, por cuanto en el estaba la vida y la vida era la luz de los hombres” (Juan 1:4).
Toda esta maravillosa e impactante saga de la insurrección del pueblo de Dios, a nivel planetario, esta magistralmente captada en el celuloide mediante la profesional y la mejor producción cinematográfica, clásica de todos los tiempos, conocida como “Los 10 mandamientos” del productor de Hollywood, Cecil B. DeMille.
Ahora que Nicaragua se prepara este Domingo 24 de septiembre para celebrar el día nacional de la Biblia, es pertinente reflexionar sobre los tesoros que contiene dicho texto divino, también conocido como las Sagradas Escrituras.
La palabra de Dios es alimento para el alma. Su fácil lectura no solo resulta muy amena, sino que transforma la vida de quienes la leen. Jesús dijo “las palabras que yo les he hablado, son espíritu y son vida” (Juan 6:63)
La mejor manera de tener una visión y una interpretación revolucionaria de la historia humana es leyendo y asimilando los contenidos de la Biblia en donde encontremos que, en palabras del sacerdote guerrillero Gaspar García Laviana, “la liberación de un pueblo oprimido es parte integral de la redención total de Jesucristo.”
[Carlos Alberto Escorcia Polanco es analista político nicaragüense, afincado en la ciudad de Los Ángeles, California. Fue secretario nacional de la denominación evangélica Asambleas de Dios en la década de los 80s.Escorcia fue expulsado de las Asambleas de Dios y encarcelado por Sandinista. Se vio obligado a auto exiliarse en Estados Unidos por el constante acoso policial, instigado en su contra por Saturnino Cerrato Hodgson, por sus simpatías Sandinistas.
Escorcia ha sido contribuyente ocasional de la página editorial del diario La Opinión de Los Ángeles, el diario en español de mayor circulación en todos los Estados Unidos.
También ha sido comentarista invitado de la emisora comunitaria KPFK de Hollywood, California, la emisora en FM de mayor potencia en toda la costa oeste de los Estados Unidos, al oeste del rio Mississippi. Escorcia trabajó por 25 años como intérprete bilingüe para el Tribunal Superior de Los Ángeles.
Actualmente se encuentra jubilado, con planes de retornar a Nicaragua e impartir seminarios de formación política-ideológica a la juventud nicaragüense].