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  • 9 enero, 2020

La imposición de la guerra


Por: Moisés Absalón Pastora

En diciembre pasado, cuando partía a Caracas, Venezuela, para participar como parte de una delegación de los medios del poder ciudadano al Primer Congreso Internacional de Comunicación, distinguí, comprando en uno de los quioscos en las mangas de abordaje de nuestro aeropuerto, a un personaje inconfundible e inmediatamente fijamos miradas como si se tratase de un cruce de espadas. Personalmente coincidimos por primera vez, pero ya nos conocíamos y no físicamente sino hasta en lo ideológico y en lo político. Aquel individuo era el flamante embajador del imperio norteamericano en Nicaragua, era Kevin Sullivan, quien me observó con cara de desprecio, indudablemente porque tiene su staff de monitoreo y sabe lo que desde aquí expreso de su país y con el mismo despreció con el que me observó también le vi y no por lo mal que habla de nuestro país, sino por el daño que el suyo ha hecho al nuestro de una manera alevosa, cobarde, desproporcionada, sin razón, sin sentido y en una actitud abiertamente lesiva contra un pueblo que como el nuestro nunca mereció tanto odio.

Aquel instantáneo cruce de miradas, de segundos, pareció mucho más. El pretendió sostener la suya, pero al final tuvo que bajarla porque la de él era de dolor por el peso de la verdad que el imperio tiene que escuchar en toda parte del mundo que ofende y asesina y la mía era la de un nicaragüense que orgulloso de la altives de su origen repugna, desde lo más profundo de su ser, todo lo que la soberbia y la arrogancia de quien se cree el dueño del planeta nos ha hecho a nosotros en particular a través de la historia, conducta criminal en la que insisten con el concurso de vergüenzas que desgraciadamente nacieron aquí.

Traigo esto a colación porque muchos países en el mundo en mayor o menor magnitud, lo que no es relevante si consideramos que al final una agresión por muy pequeña que sea siempre es ofensiva y lesiva, son víctimas de la insaciable sed de sangre y dominio por parte del imperio norteamericano donde siempre tiene a un embajador que representa al inquilino de turno de la Casa Blanca, pero con la particularidad generalizada de ser odiado por los pueblos a los que avasalla en su sed de conquista.

Siempre he comentado abiertamente que por los avatares de mis luchas nunca llegué a bachillerarme. Cuando estuve a punto de hacerlo abandoné el quinto año y me fui tras el olor de la pólvora a mi segunda guerra, después haber participado en la primera contra el dictador Somoza y en consecuencia nunca llegué a la universidad para graduarme en periodismo, pero desde 1982 lo ejerzo empíricamente y eso, aunado a las experiencias políticas que la existencia me impuso vivir, me dio lo que desde esta carrera, profesión u oficio se llama olfato para el análisis, la noticia y el comentario y en ese sentido cuando algunas personas a mí me decían que Donald Trump era un empresario que desarrollaría al mundo, porque lo único que quería era hacer negocio y que no vendría con la misma política invasiva e intervencionistas de sus antecesores, yo les decía que no, que eso estaba muy lejos de ser real, que este era el peor de todos los anteriores, que estábamos frente a un loco, un demente, que nunca tuvo jefes, que jamás se dejó asesorar y que cuando soltara las garras nos íbamos a dar cuenta que la peor amenaza para el mundo, después de la segunda guerra mundial, había llegado a la Casa Blanca.

Ese cruce de miradas que tuve con Kevin Sullivan en nuestro aeropuerto el pasado diciembre sintetizaba mi criterio con respecto a los gobiernos de Estados Unidos y que igualmente lo traslado a quienes miserablemente, siendo muchos gringos caitudos, son los lame botas de quien hoy los usa y mañana los escupirá como bagazos porque el imperio tiene intereses, nunca amistades y se los dice quien estuvo en “la contra”, quien estuvo tan cercano a los centros de decisión de aquella guerra en los 80s que sabe quién es quién y cómo actuaron y cómo vivieron y qué salarios recibían tan solo para manipular al campesino combatiente por el que nunca hicieron nada, pero al que los “Washingtólogos” solo recuerdan en sus demagógicas exposiciones de “cátedras democráticas” para seguir justificando los dólares que reciben a cambio de seguir haciendo otra vez la guerra, está vez no desde una estrategia convencional, sino cobardemente terrorista a base de mentiras, de fraudes, de locuras paridas desde la ignorancia que tienen un solo hilo conductor, destruir un país que había sepultado el odio y la guerra que siempre nos impuso el enemigo de siempre, el imperio norteamericano.

Hoy el mundo está en vilo porque el enemigo del planeta, el policía del mundo, con un loco y demente como Donald Trump, decidió ejecutar un magnicidio en Irán que ya está derivando en la más cercana posibilidad de una tercera guerra mundial que no será con infantería, ni con tanques, ni con cañoncitos, ni con morteros, ni con Garand, ni con M-16 o Akas, está será una guerra desde submarinos, desde portaaviones, con misiles balísticos dirigidos con precisión quirúrgica por satélites que ya se tomaron el espacio y donde morirán millones de personas, independientemente de las distancias y de las ideologías, porque el negociante de la Casa Blanca quiere activar la industria de la guerra y lo más criminal es que hay analistas internacionales que te dicen que el pelo de maíz, que estará seguro en el bunker del Área 51, donde tiene ya instalado un “Situation Room” sofisticado lleno de pantallas y comodidades, hace lo que hace para garantizarse la reelección de un país que está solo frente al odio de un mundo que lo detesta y que podría dejarlo convertido en piedra si China, Rusia, Europa y el resto del mundo, decidimos, desde lo que imponga la dignidad acabar con eso que se llama imperio norteamericano.

Donald Trump, que está bajo un juicio político en su país, tiene un serio problema interno que ha dividido políticamente al establishment porque el imperio, que en el mapa del mundo pretende imponerse como el gran regente, el gran policía, se le está viniendo abajo porque ante tanta prepotencia perdió el respeto del planeta que detesta tanta arrogancia e irrespeto de su parte.

Esa bandera de barra y estrellas que caracterizó a esa gran potencia ahora cualquiera la manosea. Los coreanos de Pyongyang se ríen del inquilino de la Casa Blanca, Europa ve por debajo del hombre al gerente de la oficina Oval, los africanos lo ven con indignación y para américa latina, ofendida y maltratada por este tipo, es como si no existe porque hasta naciones como Nicaragua, nada que ver con ningún tipo de poderío militar, pero sí de dignidad, ha recibido de ellos intervenciones, invasiones, dictaduras, terrorismo y asesinatos que nos han lastimado absolutamente a lo largo de la historia y a pesar de ello el imperio en sus expresiones de poder continua en las mismas sin poner detentes a sus agresiones.

Donald Trump torpedeó el acuerdo global para que su país se insertara en una estrategia para el cambio climático que distorsiona con su propia garra; decidió por sí y ante sí trasladar a Jerusalén su embajada reconociéndola como capital de Israel lo que no fue aceptado por el mundo y como en la ONU el rechazo fue reafirmado entonces amenazó con retirarle la cuota financiera como igual lo ha hecho con la Organización de Estados Americanos por aquello de que estás conmigo o estás contra mí; Donald Trump se excluyó de la comisión interamericana de los derechos humanos de las naciones unidas; Donald Trump amenazó a los jueces de la Haya porque estos pedían colaboración de Estados Unidos para averiguar sobre el genocidio que cometieron en Afganistan y es el mismo que está demencialmente obsesionado con Cuba, Venezuela y Nicaragua sobre las que interviene descaradamente: Es el mismo que financió y artículó el golpe de estado en Bolivia contra Evo Morales; Donald Trump es quien está obsesionado con levantar su propia muralla mientras en Europa todos los días se celebra la caída del Muro de Berlín que se vino al suelo para integrar, para unir, para pacificar.

Donald Trump avivó el racismo en su país a través de una persecución hitleriana contra los musulmanes, los africanos y los latinos al extremo del renacimiento del ku klux klan que ya se lanza abiertamente contra aquellos que no son anglosajones; Donald Trump se ha convertido en un presidente que mantiene una relación fatal contra los medios de comunicación a los que fustiga y amenaza desde su cuenta personal en Twitter y desde donde se pronuncia con frases impropias de la investidura que tiene; Donald Trump reconoció al reelecto presidente de Honduras en un proceso donde la OEA dijo que había que repetir las elecciones, pero el parlamento imperial de Estados Unidos no ha respetado lo que esa misma OEA dijo, al manifestar que las últimas votaciones municipales en Nicaragua no alteraron la voluntad popular.

Ahora bien, tratemos de buscar respuestas a una serie de interrogantes que originadas desde el sentido común se hacen en las redes sociales como un mecanismo para tratar de entender toda la aberrante política exterior del imperio que por sobrada razones se hace odiar y con mucha eficiencia:
¿Cuántas armas de destrucción masiva tenía Sadam Hussein? Ninguna

¿Cuántos muertos dejó la intervención democrática de EEUU en Irak? Más de medio millón

¿Quién se quedó con el petróleo y el negocio de la reconstrucción de Irak? Las corporaciones yanquis

¿Cuántos derechos civiles recuperó el pueblo iraquí? Ninguno

¿Cuántas sanciones y bloqueos sufrieron los dictadores Videla, Pinochet, Somoza, Batista, Ríos Montt, Banzer o Trujillo? Ninguna

¿Cuántos fueron financiados y bendecidos por EEUU? Todos

¿Cuántas bases militares yanquis hay en Venezuela? Ninguna

¿Cuántas bases militares yanquis hay en Colombia? Nueve

¿Cuántos casos de desaparición forzada hay en Colombia? Cerca de 80.000 (entre 1970 y 2018) Y 7,7 millones de desplazados.

¿Cuánta conmoción mundial producen estos hechos? Ninguna (y el presidente Duque se reúne con Trump por la crisis en Venezuela)

¿Quién votó por Juan Guaidó? Trump, Trudeau, Duque, Macri, Bolsonaro, Piñera y la liga de los lamebotas.

¿Quién votó a Nicolás Maduro? 6.245.862 venezolanas y venezolanos.

¿Qué país tiene la mayor reserva de petróleo del mundo? Venezuela: 360.000 millones de barriles.

¿Qué país es el mayor consumidor de petróleo del mundo? Estados Unidos.

¿Cómo pueden ser Venezuela, Cuba o Nicaragua una amenaza para la potencia militar más grande del mundo, que tiene 700 bases militares en todos los continentes y más de 300.000 soldados?

– ¿Qué país es el mayor productor de armas del mundo? Estados Unidos

¿Por qué los países dominantes del mundo acusan a CHINA y RUSIA de querer dominar al mundo, si ninguno de ellos ha invadido ningún país, ni trata de intervenir en los asuntos internos de ninguna nación?

¿Cuántos países ha invadido EEUU? Más de 50

Cuántos de esos países invadidos están mejor, que antes? NINGUNO

¿Cuánta Democracia, Derechos Humanos y Ayuda Humanitaria llegó junto a las tropas yanquis? Ninguna

¿En serio, la solución para Venezuela vendrá de la mano del Pentágono, Donald Trump, Israel y el FMI? NO

¿Estados Unidos es el mayor consumidor de droga del planeta, no se preguntó usted por qué no la extermina con semejante poderío armamentista y tecnológico qué tiene?

No hay peor cuña que la del mismo palo y sobre lo que realmente hace el imperio al planeta Howard Zinn, historiador estadounidense purgado por el sistema de su propio país dijo con respecto a las aventuras invasivas yanquis lo siguiente:

No fuimos a Vietnam a llevar democracia; No fuimos a Panamá para acabar con el narcotráfico; No invadimos Afganistan e Irak para detener el terrorismo;

Nuestros objetivos era los objetivos de todos los demás imperios de la historia del mundo: Mayores beneficios para las empresas, mayor poder para los políticos.

DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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