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  • 27 febrero, 2023

La realidad- El mejor aliado


 Stephen Sefton

Las actitudes de personas o gobiernos enteros que son incapaces de aceptar a la realidad cubren una gama que va desde la mentira descarada y el engaño deliberado, pasando por las ilusiones y los sueños, llegando a las creencias falsas y las fantasías provocadas por la demencia. En efecto, la política externa del gobierno de Estados Unidos y sus gobiernos aliados de la OTAN está basado en una mezcla de todas estas actitudes y modalidades de comportamiento. Los gobiernos occidentales y sus extensos sistemas de guerra psicológica mienten constantemente. Engañan a propósito con falsas promesas y afirmaciones a los gobiernos y los pueblos, como se ha visto, con las secuelas más trágicas posibles, en relación a Ucrania en el caso de los Acuerdos de Minsk de 2014 y 2015.

A nivel de sus propios países y pueblos, las élites gobernantes norteamericanas y europeas se ilusionan con ser superiores moral y culturalmente a los pueblos del mundo mayoritario. Sueñan con la fantasía de poder dominar todo el mundo sin tener que reconocer los intereses legítimos de los demás pueblos, incluso de grandes países como China, Rusia o la India. A nivel internacional y nacional estas fallas intelectuales y espirituales los conducen a comportarse como dementes, porque toman decisiones y cometen acciones en base a creencias completamente falsas. Por ejemplo, creían que iban a doblegar a la Federación Rusa con la imposición de amplias medidas coercitivas financieras y comerciales similares a lo que han impuesto contra Cuba y Venezuela. No resultó porque la realidad de un gigante país como la Federación Rusa es otra.

Mientras la guerra contra Rusia de la OTAN y la cada vez más agresiva política occidental hacia China son las más peligrosas expresiones de la demencia de las élites occidentales, se demuestra también en otros múltiples frentes y en diferentes contextos. Las interminables negociaciones para alcanzar un acuerdo sobre la industria nuclear de Irán, las constantes provocaciones militares contra la República Democrática Popular de Corea, las sádicas guerras contra Siria y Yemen son todos ejemplos de la incapacidad moral e intelectual del Occidente, resultado de la demente soberbia de sus élites gobernantes. De la misma manera que la realidad se impone en el conflicto en Ucrania, en América Latina y el Caribe también, la demencia imperialista norteamericana y europea fracasa contra la resiliencia y creatividad de los países de la Alianza Bolivariana de nuestras Américas, principalmente Bolivia Cuba, Nicaragua y Venezuela.

En todos estos países son incuestionables los tremendos logros de sus gobiernos a pesar de todos los esfuerzos de la clase gobernante de Estados Unidos de derrotar el impulso revolucionario y profundamente democrático de sus pueblos y gobiernos. En el caso de Bolivia, Estados Unidos y sus fascistas aliados locales lograron llevar a cabo un golpe de Estado que la resistencia popular revirtió dentro de un año. Cuba sigue resistiendo el genocida bloqueo estadounidense igual que Venezuela, donde el equipo del Presidente Nicolás Maduro ha logrado transformar la economía nacional de manera exitosa y extraordinaria.

En el caso de Nicaragua, Estados Unidos esperaba poder destruir los tremendos logros económicos y sociales de la Revolución Popular Sandinista con su fallido intento de golpe de Estado en 2018. Numerosos organismos internacionales reconocen estos logros en beneficio del pueblo nicaragüense desde instituciones como el Banco Mundial y el Banco Centroamericano de Integración Económica hasta UNESCO, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación y la Organización Panamericana de la Salud. Bajo el mandato del Presidente Comandante Daniel Nicaragua ha logrado el sistema de gobierno autónomo para los pueblos indígenas y afrodescendientes más avanzado del hemisferio. El país tiene el mejor y más moderna sistema de salud pública en América Central. Es el primer país de las Américas en cuanto a la equidad de las mujeres en la vida pública.

El país es prácticamente autosuficiente en la producción de alimentos gracias a una radical democratización de su sistema productivo agropecuario, agrícola y pesquero. Tiene el mejor sistema de carreteras de Centroamérica. Su innovador sistema educativo tiene mucho prestigio en América Latina especialmente por sus programas en el campo y el uso de los medios audiovisuales. Las instituciones financieras internacionales califican al país entre los usuarios más eficientes de su cartera de créditos para el desarrollo. La diversificación de Nicaragua hacia las energías renovables es entre las más avanzadas de la región. Y el país es el más seguro de Centroamérica.

Esta es la realidad de Nicaragua por motivo de que el Frente Sandinista de Liberación Nacional ganó las Alcaldías de los 153 municipios del país en las elecciones locales del año pasado y también explica el fracaso del fallido intento de golpe de 2018. Porque la población tenía tres meses para experimentar el terrorismo golpista y comparar las mentiras de la guerra psicológica golpista con la realidad que vivían. Nuestro gobierno y nuestras autoridades tenían la sabiduría de confiar en la capacidad del pueblo de razonar en base a esa realidad para así poder derrotar el intento de golpe de manera categórica. Ahora, el país vive en paz y optimismo para un futuro de más victorias sociales y económicos, espirituales y morales, sin la maliciosa amenaza de otra traición violenta y destructiva financiada por Estados Unidos y la Unión Europea.

La entrega de los golpistas a sus dueños estadounidenses y europeos tiene dos aspectos que quizás no han recibido suficiente atención. Primero, la medida hace prácticamente imposible para Estados Unidos y sus aliados montar un gobierno paralelo como hicieron con el usurpador Juan Guaidó en el caso de Venezuela. No van a poder desviar recursos del Estado y pueblo de Nicaragua para financiar una estrategia golpista o intensificar sus medidas coercitivas. Segundo y quizás más significativo es la profunda naturaleza humanitaria de la medida de nuestras autoridades, la cual ningún otro gobierno habría hecho con personas quienes, financiados por un poder extranjero, adoptaron métodos terroristas para derrocar un gobierno legítimo, elegido por el pueblo.

Así que cuando individuos como el presidente de Colombia Gustavo Petro condenan a nuestro gobierno por abuso de los derechos humanos de los golpistas, debe de reflexionar sobre los decenas de miles de civiles asesinados por el estado colombiano y sus cómplices paramilitares por el sencillo hecho de apoyar una visión democrática para su país. La situación de la seguridad ciudadana en Colombia sigue en crisis y lo mismo aplica en el caso de Gabriel Boric, presidente de Chile. Gustavo Petro y Gabriel Boric se muestran incapaces de ver esa realidad y colaboran de manera vociferante en la guerra psicológica occidental.

Los dirigentes de México y Argentina también han ofrecido nacionalidad a los golpistas, pero de una manera menos beligerante. Queda a ver precisamente a quienes se extiende ese gesto benévolo, si a todas y todos, o si solamente a las personas más conocidas. Como ha comentado el compañero Fabrizio Casari, si Petro y Boric fueran personas sensatas y racionales, sería legítimo pedirles calificar como presos políticos a las personas encarcelados en sus países por delitos del mismo tipo cometido por los golpistas terroristas y sus patrones financieros en Nicaragua, incluyendo asesinato, tortura y fraude.

De la misma manera que los gobiernos de corte socialdemócrata se definen alineándose contra Nicaragua, a nivel mundial se definieron alineándose contra la Federación Rusa en la votación de la semana pasada sobre una resolución occidental en relación a la guerra en Ucrania. Esas posiciones siguen la demente y radicalmente anti-democrática lógica occidental. En Ucrania, Rusia apoya la decisión de millones de ciudadanos de Donbass de defenderse contra la agresión genocida de su antiguo gobierno en Kiev, dominado por simpatizantes de los nazis. En Nicaragua, la población ha demostrado su rechazo de los golpistas terroristas y su masivo apoyo al gobierno del nuestro Presidente Comandante Daniel y Vice Presidenta Compañera Rosario. Sin embargo, los gobiernos de Colombia y Chile, de México y Argentina en efecto se alinean con los poderes imperialistas de Occidente.

Apoyan los falsos argumentos de la OTAN que encubren la fascista ofensiva genocida del gobierno de Ucrania contra las poblaciones rusoparlantes del Donbass. Apoyan los mercenarios golpistas que intentaron destruir a Nicaragua, pero ignoran el gesto humanitario de las autoridades nicaragüenses a favor de la integridad nacional y la Paz. La decisión de los gobiernos de estos países hermanos de seguir el demente guion occidental no solamente socava los esfuerzos internacionales por la Paz y la estabilidad internacional. También llama en cuestión su capacidad de lograr una verdadera democrática resolución de los profundos problemas en sus respectivos países. Al fin de todo, la realidad y la verdad siguen existiendo aun para las personas y gobiernos que no quieren reconocerlo.

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