La timidez de Francisco ante el golpe en Bolivia
Por Jorge Capelán
managuaconamor.blogspot.com
El domingo en pleno
golpe de Estado el papa Francisco le pidió a los bolivianos lo que siempre,
siempre, se le pide a los indígenas: “paciencia”. Desde entonces
hasta la fecha el papa no ha dicho “ni pío” sobre Bolivia.
Evo le pidió ayuda para que medie con los
golpistas de La Paz, pero por alguna razón Francisco no ha contestado.
Tal vez se dilate tanto en hacerlo como en el
caso de Lula: Recién ayer Francisco dijo algo sobre que el “lawfare”
(la manipulación de la justicia con fines políticos) es algo muy, muy malo.
Lástima que recién lo dijo ayer, después de que
la mayor víctima del lawfare, Lula, haya salido de la cárcel tras más de un año
de prisión y, lo que es peor, de que Brasil se haya “ganado” un
Bolsonaro ante la imposibilidad de Lula de ser candidato en las elecciones.
Pues parece que Evo también va a tener que
esperar unos cuantos meses por el “compromiso” del papa. La cuestión
es ¿cuántos indígenas perderán la vida antes de que Francisco se decida a mover
un dedo?
Ya han pasado 500 años desde la conquista y los
pueblos originarios no se contentan con que venga un fray Bartolomé de las
Casas reconociendo que ellos también son seres humanos, porque ellos saben de
sobra que lo son y no necesitan de ningún clérigo que se los venga a reconocer.
Lo que esperan los pueblos originarios es que
alguien en la Roma Imperial diga que paren la matanza. Y en eso Francisco, que
era tan prometedor al inicio, ha resultado ser un desastre, especialmente
tomando en cuenta que muchos de los crímenes que se están cometiendo hoy en
Bolivia se hacen en nombre de la Iglesia Católica.
Parece que, como en el caso nuestro en
Nicaragua, para que Francisco haga algo, por más tímido que sea, contra el
golpismo de la Iglesia que dirige, primero tenga uno mismo que derrotar al
golpe con sus propias manos.