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  • 12 mayo, 2023

Lo que aprendimos de Nicaragua sobre agroecología


Por Rick Kohn

(Rick Kohn es profesor de Ciencia Animal en la Universidad de Maryland. Sus intereses incluyen evaluar e implementar métodos para disminuir los efectos ambientales adversos de la agricultura animal, incluidos los efectos sobre los recursos de aire y agua y el cambio climático. Rick trabajó en Nicaragua en 1987-1988 como internacionalista con la Unión de Agricultores y Ganaderos (UNAG).)

En la Facultad de Agricultura de la Universidad de Maryland, se ha desarrollado un seminario titulado “Agricultura Sostenible y Medio Ambiente en Nicaragua” que se imparte cada otoño, así como una breve experiencia de viaje a Nicaragua en el semestre de invierno (primeras semanas de enero). El año pasado, diez estudiantes y dos profesores de la Universidad visitaron Nicaragua en un viaje organizado por Friends of ATC (Amigos de la ATC), la organización de solidaridad internacional de la Asociación de Trabajadores del Campo, dirigida por Erika Takeo, nuestra anfitriona.

¿Por qué elegimos estudiar en Nicaragua? El hambre, la pobreza y el analfabetismo son problemas importantes que asolan gran parte del mundo y el cambio climático es una de las mayores amenazas para los humanos en el planeta. Nicaragua está dando un ejemplo de desarrollo sostenible que aborda todos estos temas.

Nicaragua prácticamente ha eliminado el hambre y alcanzó el 90% de autosuficiencia en la producción de alimentos, al mismo tiempo que aumentó la exportación de alimentos. La alfabetización se ha mejorado significativamente y el país ofrece educación gratuita desde preescolar hasta la universidad y escuelas de profesionalización técnica. Asimismo, la esperanza de vida ha aumentado y la mortalidad infantil se ha reducido drásticamente. La atención médica básica gratuita es accesible para todos. Nicaragua ha mejorado sus prácticas agrícolas, promoviendo una gestión resiliente al clima como la administración del agua y suelo para mitigar los impactos del cambio climático. Curiosamente, Nicaragua ha logrado estas hazañas impresionantes mientras reduce sus emisiones per cápita de gases de efecto invernadero, que ya eran sólo una octava parte de las que registra Estados Unidos. A pesar de enfrentar sanciones ilegales e intervenciones de Estados Unidos, la economía de Nicaragua sigue creciendo de manera constante en todos los principales sectores.

Los logros de Nicaragua en desarrollo sostenible han sido tan notables y como profesor de Ciencia Animal en la Universidad de Maryland durante los últimos 28 años, considero sería deshonesto no mencionarlos mientras enseño cómo mejorar las prácticas agrícolas para reducir los impactos ambientales. Mi trabajo consiste en enseñar sobre nutrición y manejo animal y asesorar a los reguladores gubernamentales y agricultores acerca de métodos para minimizar el daño ambiental a causa de la agricultura animal. Mi investigación incluye la búsqueda de formas de mejorar la alimentación y el manejo de los animales para disminuir las pérdidas de nutrientes desde las granjas hasta estuarios como la Bahía de Chesapeake, así como la identificación de métodos para reducir las emisiones de gases que contribuyen al cambio climático.

Las estadísticas sobre Nicaragua son sorprendentes. A pesar de ser una nación en desarrollo con una producción agrícola a base de mano de obra intensiva, el país ha logrado un progreso impresionante abordando múltiples objetivos, como satisfacer las necesidades humanas de alimento, educación y atención médica, reducir la pobreza y mejorar el medio ambiente. Además, el país ha logrado adaptarse a los impactos adversos del cambio climático causados principalmente por los países desarrollados. Inspirado por estos logros, desarrollé un curso de dos partes sobre agricultura nicaragüense en la Universidad de Maryland para examinar los esfuerzos de Nicaragua en este campo y evaluar si podíamos aprender de su ejemplo.

¿La Agricultura Corporativa Salvará el Planeta con una Segunda Revolución Verde?

Producir más comida para alimentar a los que padecen hambre en la medida en que la población mundial crece, podría conducir a un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, porque la expansión de tierras de cultivo a menudo significa destrucción de bosques y praderas que secuestran

carbono. Además, los impactos del cambio climático, como las sequías o los huracanes, pueden afectar negativamente la agricultura y exacerbar el hambre y la pobreza. Para cumplir con los requisitos nutricionales de una población mundial en expansión, debemos usar los recursos de la tierra de manera más eficiente y con menor impacto ambiental por unidad de alimento producido. Este enfoque permitirá abordar el hambre y la pobreza mientras minimizamos nuestra huella de carbono.

Los países en desarrollo son alentados para que adopten procesos y técnicas agrícolas similares a los nuestros (Estados Unidos). Pero nuestro sistema de agricultura fue “desarrollado” a través del genocidio de las poblaciones indígenas y la esclavitud, así como destrucción de la flora y la fauna natural y hoy está siendo impulsado por el afán de lucro empresarial. Al observar nuestra historia, se puede entender por qué algunos países en desarrollo no quieren reproducir nuestro modelo de “desarrollo” que prioriza la maximización de ganancias corporativas.

Nuestro sistema selecciona las empresas que son más rentables y aquellas que hacen el mejor uso de sus recursos a menudo son más competitivas y sobreviven, lo que da como resultado un aumento general de la eficiencia. Al mismo tiempo, optimizar la rentabilidad a veces redunda en decisiones y medidas que perjudican la productividad de la tierra, o causan un impacto ambiental negativo.

Tenemos vastas extensiones de tierra en muchos Estados dedicados a los mismos monocultivos. Esos cultivos son enviados por todo el país y se procesan. Una parte de los granos se utilizan para biocombustibles y parte para alimentos humanos y animales. Los ciclos de nutrientes se rompen, lo que provoca la pérdida de nutrientes en el medio ambiente en algunas regiones. Al mismo tiempo, los combustibles fósiles y la minería producen fertilizantes químicos para reemplazar los nutrientes extraídos de otras regiones. La aplicación de nuevos fertilizantes nitrogenados acelera la producción de óxido nitroso, un gas de efecto invernadero muy potente. Los pesticidas y la ingeniería genética eliminan los alimentos para la vida silvestre. El carbono del suelo se disminuye para muchos cultivos, poniendo más gases de efecto invernadero en el aire, reduciendo la capacidad de los suelos para retener agua y otros nutrientes. Aun así, Estados Unidos ha mantenido este sistema durante décadas y probablemente es más estable de lo que algunas personas creen. Sin embargo, en otros países con diferente topografía y clima, estas mismas prácticas producen desiertos que están creciendo. Como ejemplos, la deforestación que se observa en el Amazonas y la expansión del desierto de Sahara.

La gente todavía pasa hambre en Estados Unidos. Muchos trabajadores agrícolas ganan salarios miserables por un trabajo agotador. Las enfermedades relacionadas con la dieta son frecuentes y los alimentos sobre-procesados contribuyen a ello. La esperanza de vida en Estados Unidos ha disminuido porque las tasas de suicidio, adicción a las drogas y violencia tienen una tendencia al alza. Mucha gente no tiene seguro médico. La pobreza sigue siendo un problema importante en el país “más rico” del mundo.

¿Deberían los países en desarrollo realmente intentar copiar el modelo económico que estamos usando en Estados Unidos? Los países desarrollados emiten muchos múltiplos superiores per cápita de gases de efecto invernadero que los países en desarrollo. Imagine en cuánto se aumentaría las emisiones de gases de efecto invernadero si todos los países en desarrollo del mundo fuesen recreados a la imagen de los desarrollados. La alternativa de mantener la pobreza y el hambre como norma tampoco es aceptable, por lo que el ejemplo de Nicaragua merece ser estudiado con mucho cuidado.

Independientemente del sistema que se escoja para obtener alimentos, Nicaragua es un país soberano y tiene derecho a marcar su propio camino hacia el desarrollo y no copiar el camino tomado por Estados Unidos. Sin embargo, las grandes corporaciones sobreviven creciendo: encontrando nuevos mercados y una fuerza laboral más grande.

Nicaragua va por su propio camino.

Cuando los nicaragüenses se vieron obligados a seguir nuestros “consejos” en el pasado, ya sea desde mediados de 1800 hasta Somoza, o durante el período neoliberal de 1990 a 2007, la economía a veces se hizo más “eficiente” según los estándares estadounidenses, mientras las disparidades de ingresos aumentaban, la gente pasaba hambre, el analfabetismo se disparó, y la tierra y el agua se contaminaron aún más.

Es común que las personas se sientan abrumadas y deprimidas al pensar en estos temas, lo que hace que deseen alejarse o ignorarlos. Es por ello, que la inspiración y la esperanza que recibimos de Nicaragua es tan importante. En Nicaragua tenemos el ejemplo de cómo estos problemas están siendo abordados y las personas que viven allí prosperan, mientras emiten sólo una octava parte per cápita de los GEI (Gases por Efecto Invernadero) emitidos por Estados Unidos.

La gente suele decir que Nicaragua es el tercer país más pobre del hemisferio (o anteriormente el segundo más pobre) según el PIB per cápita. Sin embargo, el PIB es la totalidad de la actividad económica, no una medida de si se satisfacen las necesidades básicas de las personas. Si se considera que Nicaragua tiene la segunda tasa de pobreza más baja de América Latina y los más pobres tienen acceso a atención médica básica de buena calidad y la alimentación y educación es gratuita desde preescolar hasta la Universidad, se puede afirmar Nicaragua es uno de los países menos pobres del hemisferio.

Hoy, después de 500 años de colonialismo e intervención en Nicaragua por parte de los españoles y luego de Estados Unidos, Nicaragua claramente carece de la infraestructura necesaria para una actividad económica robusta comparable a la de un país desarrollado. Sin embargo, por las decisiones que han tomado en los últimos años, la actividad económica está orientada a satisfacer las necesidades de toda la población, en lugar de servir los intereses de los nicaragüenses más ricos y las corporaciones extranjeras. Esto significa que, en lugar de orientar su economía hacia la adquisición de armas de guerra y el consumismo, han centrado su atención en la salud, la educación, la infraestructura como carreteras, electricidad, agua potable, hospitales y parques. Pudimos ver de primera mano esa realidad.

¿Cómo pudo Nicaragua lograr tanto?

Mientras viajábamos por Nicaragua, pudimos observar una producción agrícola viable en todas partes. Escuchamos a agricultores, expertos agrícolas, ambientalistas y líderes. Probamos deliciosas frutas y verduras y sabrosos platillos. Aprendimos técnicas específicas para manejar suelos y animales, incluidas muchas técnicas transmitidas de generación en generación desde los antepasados. Las poblaciones indígenas americanas enseñaron a los europeos sobre sus métodos agrícolas tradicionales y cómo habían domesticado muchos de los cultivos alimentarios que se consumen ahora (por ejemplo, maíz, papas, frijoles, calabazas, tomates y aguacates), pero los europeos no fueron los mejores estudiantes. Los antepasados indígenas sabían cómo prevenir la erosión sembrando hileras perpendiculares a las laderas y usando zanjas o terrazas de contorno para evitar que la escorrentía del agua erosionara los suelos. Cultivaron legumbres como frijoles con maíz para aprovechar la capacidad de fijación de nitrógeno del cultivo de leguminosas para enriquecer los suelos para el maíz. Incorporaron árboles en todos los paisajes, atrapando carbono, reteniendo suelos y proporcionando sombra.

Pero más allá de las técnicas en la finca, me interesó especialmente aprender cómo los nicaragüenses transfieren el conocimiento de finca en finca a través de organizaciones como la ATC. Nos reunimos con los excelentes docentes que trabajan con la ATC, así como con profesores universitarios. Participamos conjuntamente en talleres sobre agroecología, nutrición y caminatas de pasto. En el sistema agrícola estadounidense impulsado por las corporaciones, la mayor parte de la tecnología se desarrolla y se transfiere de arriba hacia abajo, mientras en Nicaragua las organizaciones que representan a los trabajadores agrícolas y los pequeños propietarios establecen prioridades para la investigación (qué es lo que se puede intentar) y la transferencia de tecnología para abordar mejor sus propios problemas y necesidades.

También aprendimos de las leyes para promover el desarrollo equitativo y eficiente, como la Ley de Agroecología o la Ley Hambre Cero. Estas leyes brindan incentivos y educación para los pequeños agricultores, crean mercados para vender alimentos, proporcionan plantas o pollos para iniciar empresas agrícolas a pequeña escala y otorgan préstamos a bajo interés. Por ejemplo, los programas han introducido productos básicos menos comunes como la pitahaya y el cultivo de tilapia.

Aprendimos, además, sobre su filosofía y enfoque democrático centrado en las personas para tomar decisiones e implementar cambios. Nicaragua tiene una economía mixta que incluye tanto a grandes corporaciones como pequeños agricultores. Los pequeños agricultores y trabajadores agrícolas están organizados en grupos que les permiten aprender sobre las políticas gubernamentales y hacer aportes, a diferencia del sistema estadounidense en el que las políticas son definidas en gran medida por las empresas más grandes de la industria. En Nicaragua se toman decisiones para atender las necesidades multifacéticas de la sociedad—reducir la pobreza y el hambre, obtener soberanía alimentaria, buenas condiciones de trabajo, proteger el medio ambiente—para todos los actores. Este enfoque impide que unas pocas empresas tomen el control total. La idea de que los campesinos tienen ideas válidas es un concepto difícil de comprender para los expertos corporativos, y mucho menos aceptar. Y, sin embargo, los resultados son imposibles de negar.

Nicaragua es un país pequeño en comparación con el tamaño de las corporaciones multinacionales, no obstante, representa una tremenda amenaza. Su enfoque está funcionando de manera demostrable para combatir el hambre y la pobreza y disminuir los gases de efecto invernadero mientras se adapta al cambio climático. Pareciera que nada de eso debería presentar un problema para Estados Unidos. Nicaragua ha logrado estos resultados al mismo tiempo que alcanza la soberanía alimentaria, sin abrazar por completo las corporaciones de agronegocios que esperan monopolizar la producción de alimentos. Significa este pequeño país representa ahora la amenaza de un buen ejemplo para el resto de América Latina y el mundo. Por ello, derrocar al gobierno de Nicaragua es una prioridad y mientras tanto, se utiliza una guerra de propaganda para justificar la agresión y enmascarar el éxito que Nicaragua ha tenido.

El enfoque predominante del desarrollo impuesto en la mayor parte de los países en desarrollo es forzar recortes en el gasto en programas sociales, privatizar los recursos públicos e incentivar las fábricas de explotación laboral para la exportación al extranjero. Según este enfoque, alimentar a los pobres puede sonar agradable, pero con el tiempo provocaría un

colapso económico. Este modelo neoliberal de desarrollo basado en la explotación se continúa utilizando a pesar de que no produce avances significativos. Los resultados positivos contrastantes de Nicaragua son de hecho una amenaza a los argumentos esgrimidos para continuar el “desarrollo” a través de la explotación, en otras palabras, Nicaragua es una amenaza al orden mundial.

Si eres estudiante de la Universidad de Maryland, quiero invitarte a tomar nuestra clase en la UMD. Si no asistes a la UMD, es posible tomar el curso de seminario en línea y participar en el curso de estudios en el extranjero en las dos primeras semanas de enero y obtener créditos de transferencia. Quiero agradecer al ATC por ayudar a organizar el curso del semestre de otoño y por organizar el curso de estudios en el extranjero. El ATC ofrece muchos programas tanto en línea como en persona, así que considere ser parte de una delegación o pasantía de ATC. Animo a todos a viajar a Nicaragua para ver por sí mismos cómo es vivir y prosperar de manera sostenible.


What We learned about agroecology from Nicaragua

By Rick Kohn

(Rick Kohn is a professor of Animal Science at the University of Maryland. His interests include evaluating and implementing methods to decrease adverse environmental effects from animal agriculture including effects on air and water resources and climate change. Rick worked in Nicaragua in 1987-1988 as an internationalist with the Union of Farmers and Ranchers (UNAG).)

At the University of Maryland’s College of Agriculture, we have developed a seminar course titled “Sustainable Agriculture and Environment in Nicaragua” offered every fall as well as a short travel-abroad experience to Nicaragua in the Winter term (first weeks of January). Last year, ten students and two faculty members from the University of Maryland visited Nicaragua on a trip hosted by the Friends of ATC, the international solidarity organization of the Association of Rural Workers (Asociación de Trabajadores del Campo) led by Erika Takeo, our host.

As part of a seminar course at the University of Maryland, students travel to Nicaragua to see firsthand how the country has confronted the challenges of hunger and poverty and achieved food self-sufficiency.Why did we choose to study in Nicaragua?  Hunger, poverty, and illiteracy are major issues plaguing much of the world, and climate change is one of the greatest threats to humans on the planet. Nicaragua is setting an example for sustainable development that addresses all these issues.

Nicaragua has virtually eliminated hunger and attained 90% self-sufficiency in food production while also increasing food exports. Literacy has vastly improved, and the country offers free education from preschool through college and professional school. Additionally, life expectancy has increased, and infant mortality has been drastically reduced. Free basic healthcare is accessible to all. Nicaragua has improved its agricultural practices, promoting climate-resilient management such as water and soil management to mitigate the impacts of climate change. Interestingly, Nicaragua has achieved these impressive feats while decreasing its per capita greenhouse gas emissions, which were already only one-eighth as much as for the United States. Despite facing illegal US sanctions and interventions, Nicaragua’s economy continues to grow steadily across all major sectors.

Nicaragua’s achievements in sustainable development have been so remarkable that as a professor of Animal Science at the University of Maryland for the last 28 years, it would feel dishonest for me not to mention them while teaching about improving agricultural practices to reduce environmental impacts. My work involves teaching animal nutrition and management and advising government regulators and farmers on minimizing environmental harm from animal agriculture. My research has included finding ways to improve animal feeding and management to decrease nutrient losses from farms to estuaries like the Chesapeake Bay, as well as identifying methods to lower gas emissions that contribute to climate change.

The statistics on Nicaragua are striking. Despite being a developing nation with labor-intensive agricultural production, the country has made noteworthy progress in addressing multiple objectives such as meeting human needs for food, education, and healthcare, reducing poverty, and improving the environment. Moreover, Nicaragua has managed to adapt to the adverse impacts of climate change caused mostly by developed countries. Inspired by these achievements, I created a two-part course on Nicaraguan agriculture at the University of Maryland to examine Nicaragua’s efforts in this field, and to assess whether we could learn from their example.

 

Will Corporate Agriculture Save the Planet with a Second Green Revolution?

Producing more food to feed the hungry as world population grows could lead to a rise in greenhouse gas emissions because expanding croplands often means destroying carbon-sequestering grasslands and forests. Additionally, the impacts of climate change, such as droughts or hurricanes, can adversely affect agriculture and exacerbate hunger and poverty. To meet the nutritional requirements of an expanding global population, we must use our land resources more efficiently and with less environmental impact per unit of food produced. This approach will enable us to address hunger and poverty while minimizing our carbon footprint.

Developing countries are encouraged to make their agricultural processes more similar to ours.  But our system of agriculture was “developed” though genocide of native populations and slavery, as well as destruction of natural flora and fauna, and today is still driven by the corporate profit motive.  One can understand from looking at our history why some developing countries may not want to repeat this process of “development” through maximization of corporate profits.

Our system selects for the companies that are most profitable, and fortunately companies that make best use of their resources often are more competitive and survive resulting in an overall increase in efficiency.  At the same time, optimizing profitability sometimes promotes choices that impair the productivity of land or have negative environmental impact.

We have vast tracks of land across multiple states being put into the same monoculture crops. Those crops are shipped around the country and processed. Part of grains are used for biofuel and parts for human and animal foods. The nutrient cycles are broken, causing excess nutrient loss to the environment in some regions. At the same time, fossil fuels and mining make chemical fertilizers to replace nutrients removed from other regions. The application of new nitrogen fertilizers accelerates the production of nitrous oxides, a highly potent greenhouse gas. Pesticides and genetic engineering eliminate foods for wildlife.  Soil carbon decreases for many crops, putting more greenhouse gas in the air and decreasing the capacity of the soil to hold on to water and other nutrients. Still, the US has sustained this system for decades, and I think it is likely more stable than some people believe. In other countries with different topography and climate, however, these same practices are expanding deserts. For example, look at deforestation of the Amazon and the expansion of the Sahara Desert.

People still go hungry in the US. Many agricultural workers make terrible wages for back-breaking labor. Diet-related illnesses are prevalent and overprocessed foods contribute to it. US life expectancy has fallen as rates of suicide, drug addiction, and violence are all trending upwards. Many people go without health insurance.  Poverty continues to be a significant problem in the “richest” country on earth.

Is the economic model we are using really something that developing nations should be trying to copy?  Developed countries emit many multiples more greenhouse gas per capita than developing countries.  Imagine how much greenhouse gas emissions will increase if all the world’s developing countries were recreated in the image of the developed ones. The alternative of keeping poverty and hunger as the status quo is also not acceptable.  Therefore, the example Nicaragua provides needs to be studied very carefully.

Irrespective of what system we choose for ourselves to obtain food, Nicaragua is a sovereign country, and they have the right to set their own course in development, and not copy the path taken by the US if they don’t want to.  However, large corporations survive by growing by finding new markets and a larger work force.

Nicaragua is setting out on its own path.

When Nicaraguans were forced to follow our “advice” in the past, either from the mid-1800s through Somoza or during the neoliberal period from 1990 to 2007, their economies sometimes become more “efficient” by US
standards while income disparities increased, people went hungry, illiteracy skyrocketed, land and water became more polluted.

It is common for people to become overwhelmed and depressed thinking about these issues, which makes you want to turn away and ignore them.  That’s why the inspiration and hope that we get from Nicaragua is so important – because in Nicaragua we have a case where all these issues are addressed, and the people who live there are thriving while emitting an eighth as much GHG per person as in the US.

People often say Nicaragua is the third poorest country in the hemisphere (or previously the second poorest) based on the per capita GDP.  But the GDP is the totality of the economic activity, it is not a measure of whether people’s basic needs are met.  When you consider that Nicaragua has the second lowest poverty rate in Latin America, and even the poor have access to good quality basic healthcare, food, and free education through professional school, you might say Nicaragua is one of the least poor countries in the hemisphere.

Today after 500 years of colonialism and intervention in Nicaragua by the Spanish and then the US, Nicaragua clearly lacks the infrastructure needed for robust economic activity comparable to a developed country.  However, because of the choices they’ve made in recent years, their economic activity is targeted toward meeting the needs of the entire population instead of only serving the interests of the wealthiest Nicaraguans and foreign corporations. And this means that instead of targeting their economy on weapons of war, security and surveillance, and consumerism, they have focused on healthcare, education, infrastructure like roads, electricity, potable water, hospitals, and parks. And we could see first-hand what that is like.

 

How has Nicaragua been able to accomplish so much?

As we traveled around Nicaragua, we could see viable agricultural production everywhere. We listened to farmers, agricultural and environmental experts, and leaders. We tasted luscious fruits and vegetables and savory dishes. We learned specific techniques to manage soils and animals, including many techniques passed down through generations from ancestors. Native American populations taught the European about their traditional agricultural methods and how they had domesticated many of the food crops everyone now consumes (e.g., maize, potatoes, beans, squash, tomatoes, and avocados), but the Europeans weren’t the best of students over the generations.  The Native American ancestors knew to prevent erosion by planting rows perpendicular to the slopes and using contour ditches or terraces to prevent water runoff from eroding soils.  They cropped legumes like beans with corn to use the nitrogen-fixing ability of the legume crop to enrich the soils for the corn. They incorporated trees throughout the landscapes, trapping carbon, retaining soils, providing shade.

But beyond the techniques on the farm, I was especially interested in learning how Nicaraguans today transferred the knowledge from farm to farm though organizations like the ATC. We met with the excellent teachers working with the ATC as well as university faculty, and jointly participated in workshops on agroecology, nutrition, and pasture walks.  In the US corporate-driven agricultural system, most technology is developed and transferred from the top down, whereas in Nicaragua the organizations representing farm workers and small farm owners themselves set priorities for research (what to try) and technology transfer to best address their own needs.

We also learned about laws to promote equitable and efficient development, like the Agroecology Law, or the Zero Hunger Law.  These laws provide incentives and education for small farmers, create markets to sell foods, provide plants or chickens to start small-scale farm enterprises, and provide low interest loans. For example, programs have introduced less-common commodities like dragon fruit and tilapia farming.

Moreover, we learned about their philosophy, and their democratic, people-centered approach to making decisions and implementing change.  Nicaragua has a mixed economy including both large corporations and small farmers. The small farmers and farm workers are organized into groups that enable them to learn about government policies and have input, unlike the US system in which policies are largely written by the largest companies in the industry.  In Nicaragua, decisions are made to address the multifaceted needs of society—reduce poverty and hunger, obtain food sovereignty, good working conditions, protect the environment—for all the stakeholders. This approach infringes on the potential for a few companies to take complete control. The idea that peasant farmers have valid ideas is a hard concept for corporate experts to comprehend, let alone embrace.  And yet the results are impossible to deny.

Nicaragua is a small country compared to the size of multinational corporations, but it still poses a tremendous threat.  Their approach is demonstrably working to fight hunger and poverty and decrease greenhouse gases while adapting to climate change.  None of that would seem like it should present a problem for the United States.  However, they have achieved these results while also becoming food sovereign and without fully embracing agribusiness corporations that hope to monopolize the business of food production.  This means Nicaragua poses the threat of a good example to the rest of Latin America and the world.  Thus, overthrowing the Nicaraguan government is a priority, and in the meantime, a propaganda war is used to justify aggression against Nicaragua and to mask the success they have had.

The predominant approach to development foisted on most of the developing world is to force cuts in spending on social programs, privatize public resources, and incentivize low-income sweatshops for foreign export. Although feeding the poor may sound nice, we are told it would cause economic collapse over time.  Instead, the neoliberal model of development through exploitation is used despite the lack of significant progress.  The contrasting positive results from Nicaragua are indeed a threat to the arguments for continuing “development” through exploitation, or in other words, Nicaragua threatens the world order.

If you are a University of Maryland student, I want to invite you to take our class at UMD. If you do not attend UMD, it is possible to take the seminar course online and participate in the study-abroad course in the first two weeks of January and get transfer credits.  I want to acknowledge the ATC for helping organize the fall semester course, and for hosting the study abroad course.  The ATC offers many programs both online and in person so consider being a part of an ATC delegation or internship.  I encourage everyone to travel to Nicaragua to see for yourself what it’s like to live and thrive in a sustainable way.

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