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  • 19 diciembre, 2019

Los medios debemos ser constructores de paz


Por | Moisés Absalón Pastora

En los estertores del año 2018, leí un titular del partido de papel, La Prensa, S.A, desde su supuesta columna “cultural”, que más o menos decía así; “El teatro debe, en el 2019, llevar a escena la crisis que vive el país”. Aquel encabezado era respuesta a una obra lírica de cierre de año en el tablón mayor del Rubén Darío, tan exitosa que le revolvió el tripero a la chamorrada. 

Los medios de comunicación no podemos sustraernos de ninguna crisis porque nuestra razón es transmitirla para su comprensión y solución a través del debate y eso es muy diferente a fabricarla y estimularla para que se profundice y desencadene en situaciones terribles como las que efectivamente hemos vivido recientemente, aunque la misma vaya de retro y eso es visible a pesar de todo el manto de lodo que le quieran tirar encima a una estabilidad palpable que se reafirmará con mayor énfasis en el próximo 2020, que ya a las puertas, se anuncia como plataforma de un nuevo despegue.

Cuando sugerencias de ese calibre aparecen en la columna “cultural”, de un medio claramente terrorista como es La Prensa, S.A y que ahora no es ni el remedo de sus mejores tiempos, sabiendo que eso que el viento se llevó, es el espanto y la muerte, lo que causa realmente es indignación sobre todo en la gremialidad periodística porque propuestas de esa naturaleza son la antítesis de lo que deberíamos ser en este oficio o profesión.

Llevar al tablón teatral en este venidero 2020 la crisis que vivió el país, tal y como lo sugiere el partido de papel que aún queda en la carretera norte, no es otra cosa que la carreta delante de los bueyes porque es pasar por encima de la ausencia de valores morales, políticos y ciudadanos que la estimularon y que la desataron al servicio del interés extranjero.

Yo creo que hay que lo que hay que llevar a los tablones escénicos del gran teatro es lo que representa la PAZ porque ella es la ausencia de guerra o de hostilidades y en un plano personal, la PAZ es un estado de espíritu sereno donde uno puede estar en armonía con sí mismo y con los demás.

Deberíamos llevar a los teatros la RESPONSABILIDAD que es un valor que está en la conciencia de la persona que estudia la Ética sobre la base de la moral. Una persona se caracteriza por su responsabilidad porque tiene la virtud no solo de tomar una serie de decisiones de manera consciente, sino también de asumir las consecuencias que tengan las citadas decisiones y de responder por ellas ante quien corresponda en cada momento y aquí hay quienes inventaron y crearon la crisis que no quieren asumir ni la responsabilidad que tienen ni las consecuencias de sus actos.

Deberíamos también llevar a los escenarios a la JUSTICIA como conjunto de valores esenciales sobre los cuales debe basarse una sociedad y el Estado, estos valores son el respeto, la equidad, la igualdad y la libertad. La justicia, en sentido formal, es el conjunto de normas codificadas aplicadas por jueces sobre las cuales el Estado imparte justicia cuando éstas son violadas, suprimiendo la acción o inacción que generó la afectación del bien común, pero eso aquí se pretende entender del modo equivocado y hacer de ella la impunidad plena y absoluta para quienes quisieron destruir el país.

Deberíamos también de hacer un guion teatral sobre la FIDELIDAD que es una actitud de alguien que es constante y comprometido con respecto a los sentimientos, ideas u obligaciones que asume. FIDELIDAD significa servir a un solo Dios. Es una característica de quien es leal, en quien se puede confiar y creer, porque es honesto y respetable. Hay que ser fiel con el cliente, con el amigo, con Dios, con el esposo o la esposa. La FIDELIDAD es la capacidad, el poder o la virtud de dar cumplimiento a las promesas. También es la capacidad de no engañar, de no traicionar a los demás. Cuando se rompen estos compromisos se llama infidelidad y eso es lo que son, los que son capaces de ser fieles únicamente con el extranjero que nos agrede y con el dinero que reciben para hacer lo que nos hizo la crisis que solo dolor, muerte y espanto nos dejó.

Hay que llevar, antes que la crisis a los tablones teatrales, a la HONESTIDAD que es la virtud que caracteriza a las personas por el respeto a las buenas costumbres, a los principios morales y a los bienes ajenos. Es la acción constante de evitar apropiarse de lo que nos pertenece.

De igual manera la honestidad es armonizar las palabras con los hechos, es tener identidad y coherencia para estar orgullosos de sí mismo y de lo que somos. La honestidad es una forma de vivir congruente entre lo que se piensa y lo que se hace, conducta que se observa hacia los demás y se exige a cada quien lo que es debido. La honestidad es un valor, vital y medular para poder convivir en sociedad. Ser honestos nos convierte en seres de honor; aspirar a la honestidad es buscar la grandeza, sin embargo, aquí hay gentes, menos mal cada vez más reducidas, que llaman al terror pacifismo, a la violencia paz, al odio amor y se dicen demócratas que nos quieren imponer la dictadura de su propio fracaso para destruir al país en el que nacieron para cumplir las órdenes del amo extranjero que nos quiere desaparecer porque no abrazamos su decadente e inmoral democracia y que por falta de HONESTIDAD se despedaza día a día. 

Aquí en vez de la crisis que tanto gusta a la Chamorrada y sus plumíferos deberíamos ambientar temas como el RESPETO como base para una convivencia sana y pacífica entre en la sociedad.

El respeto se practica cuando se entiende que la libertad de acción de cada quien, termina cuando empieza la del otro. El RESPETO está muy relacionado a la tolerancia, ya que esta no funcionaría si no hubiera RESPETO, este le añade una calidad moral positiva a la tolerancia y, por ende, el RESPETO no esconde ningún tipo de desigualdad, ya sea de poder o de dignidad, sino un trato de igual a igual. Desgraciadamente los primeros en negarlo y en promocionar su desconocimiento son medios de comunicación que crearon la crisis que menos mal se va diluyendo y por la cual Nicaragua entera fue ofendida en su dignidad nacional por el irrespeto que sufrimos sus ciudadanos.

Aquí deberíamos hablar de LIBERTAD, como un derecho sagrado e imprescriptible que todos los seres humanos poseen. La libertad de obrar según nuestra voluntad, respetando la ley y el derecho ajeno a pensar como queramos, no que aquí en el contexto de la sangrienta crisis que nos impuso Estados Unidos, a través de sus sirvientes nacionales y hasta con la bendición de algún sector de la iglesia católica, nos conculcaron la LIBERTAD para imponernos un terror que nunca más volverá.

Aquí deberíamos poner en el guion teatral a la HUMILDAD como virtud moral contraria a la soberbia, que posee el ser humano en reconocer sus habilidades, cualidades y capacidades, y aprovecharlas para obrar en bien de los demás, sin decirlo, sin pretenderlo, sin exhibirlo. La HUMILDAD permite a la persona ser digna de confianza, flexible y adaptable, en la medida en que uno se vuelve humilde adquiere grandeza en el corazón de los demás. La humildad no debe ser confundida con la humillación, que es el acto de experimentar en algún otro o en uno mismo una vergonzante sensación y eso fue lo que la soberbia imperial y de sus lacayos en Nicaragua quisieron hacer con este pueblo contra el chocaron y no pudieron porque de la misma manera que el crimen nunca pudo contra la decencia, de la misma manera tampoco la soberbia frente a la HUMILDAD.

Y finalmente, aunque podríamos poner sobre el tablón teatral, muchísimos temas más por cuya ausencia en el corazón del golpismo desató la crisis del 2018, deberíamos de hablar, los periodistas y los comunicadores, del AMOR que es un sentimiento de afecto universal que se tiene hacia Dios, hacia un país, hacia una persona, un animalito y hasta una cosa cuando nos representa un recuerdo. El AMOR es expresado a través de acciones, mensajes, declaraciones y poemas. El AMOR es uno de los valores más importantes. Es la fuerza que nos impulsa para hacer las cosas bien, por eso es considerado un valor que tiene muy clara la diferencia entre el bien y el mal. El AMOR es un sentimiento moral, pues nos induce a actuar bien en nuestra vida y con las personas que amamos. Además, nos lleva a tener una vida plena de paz, tranquilidad y alegría y en consecuencia de bienestar con nosotros mismos. El AMOR es el antídoto contra el odio, contra ese cáncer resentido que habita en el fracaso, en la incapacidad y en todos esos desadaptados sociales que ahora se esconden por el peso de sus propias culpas.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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