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  • 2 julio, 2021

Mentira y desinformación


Por: Moisés Absalón Pastora

Un elemento fundamental que en nuestra sociedad fue masacrado desde el fracasado golpe de estado fue la verdad que es la coincidencia entre una afirmación y los hechos. La verdad es un valor fundamental en cualquier sociedad porque está íntimamente asociada a la sinceridad y la honestidad de las personas y es estrictamente un reflejo de la realidad, algo que es idéntico a los hechos, que no puede ser manipulable porque su brillo es poderoso y hagamos lo que hagamos por tratar de tapar el sol con un dedo no hay manera de ocultar su luz.

Se considera que algo es verdadero cuando es fiel y representativo de lo que se expone. Yo no puedo venir a decir que esto es negro cuando es blanco; no puedo afirmar que soy todo un amor cuando lo que expreso es odio; no puedo decir que soy flaco cuando soy gordo; no puedo aspirar a que me vean con como una persona honorable y decente si me comporto con un vulgar ordinario.

El concepto de la verdad visto desde la mentira ha querido ser desvirtuado con aquello de que la verdad no es absoluta y aunque este pregón es aceptable, otro aspecto cierto es que la verdad tiene tras caras, la suya, la mía y la de los otros, pero la verdad al final siempre, de estos tres ángulos primarios que incluso pudieran ser más, siempre será la verdad.

Pero poniendo el tema específico de la verdad en Nicaragua tengo que decir que esta fue víctima de un atentado mayúsculo por parte de la mentira y la desinformación panfletaria generada desde el disfraz periodístico para finalmente envolverla en la mortaja de la mentira y tirarla como cualquier cosa y en cualquier lugar para tapar el crimen que cometieron contra un país que como el nuestro nunca ha merecido tanto odio.

Cuando uno busca un argumento hasta en el último rincón de la sinrazón que pueda justificar todo lo que hicieron, los muertos que generaron, la economía que destruyeron, el desempleo que dispararon y el daño moral que nos causaron para dividir desde la mentira que dispararon contra la familia nicaragüense, solo se encuentra un diseño perverso y malévolo que tiene su principal base en la desinformación.

Mientras que la mentira es una expresión que resulta contraria a lo que se sabe y a lo que se ve, incluso a lo que se percibe cuando su naturaleza es burda, la desinformación es la ausencia de información verdadera, de información veraz y en consecuencia la mentira y la desinformación es chisme, es cuento, es rumor, es novela y al final un veneno mortal en la mente humana.

Una persona desinformada es un tóxico ambulante con una lengua dislocada que se mueve repitiendo mentiras, desfigurando realidades y sirviendo de agente, intencional o no, a quienes inventan las mentiras para causar daños que por su propia maldad no son capaces de calcular y así son capaces de decir cualquier cosa porque la mentira y la desinformación son hijas de la ignorancia y de la brutalidad porque están dentro de eso que se llama karma y que siempre se vuelve y con una contundencia desproporcionada contra aquella persona o aquel grupo que la profirió poniendo a la maldad por delante.

La mentira y la desinformación pueden producirse sin intención cuando la naturaleza de alguien es atrevida y afirma cosas que no son solo porque lo escuchó en otros, igualmente perdidos sobre cualquier tema, pero cuando esta se genera desde un medio de comunicación, donde se supone que debe haber un periodista responsable y además de mentir a cada cosa le da una dimensión apocalíptica, ahí las cosas cambian porque claramente hay una fin doloso y sedicioso.

En el caso de lo que pasó en Nicaragua después de abril de 2018 y de lo que jamás dejaron de hacer a través del miedo inoculado contra el nicaragüense de bien, dónde no se respetó ni el contexto tan delicado de la pandemia que aquí enfrentamos sabiamente en contraste con lo que no pudieron hacer naciones poderosamente económicas, las chachalacas de la desinformación no fueron capaces ni de condescender con su propia descendencia a la que no dejaron de afectar sicológicamente porque la genial idea de estos plumarios era hacer daño al gobierno sandinista lo que ya habla y con mucha claridad de lo que mucha de estos esperpentos son capaces.

La mentira y la desinformación son intimas de la propaganda panfletaria y tienen por hermano a un sujeto llamado manipulación y juntos son capaces de crear situaciones que han llevado a derramamientos de sangre como al que nos condujeron aquí y que, por supuesto, tienen la tipificación de crimen de lesa humanidad en Nicaragua y en cualquier parte del mundo, peor cundo les pagan para ello.

La mentira y la desinformación, como la conocemos aquí, tiene la intención de desacreditar al gobierno, es claro, pues procede de individuos que suspiran el poder por el poder mismo, que claramente falsifican la realidad y lo grave es que no mienten sobre la propaganda de una marca comercial, sino que aquí lo hacen desde la plataforma que les representa la desinformación, pero alrededor de la vida o muerte de las personas, sobre quienes torturaron, sobre quienes secuestraron o contra los que hicieron cualquier barbaridad.

Aquella forma de mentir y desinformar, vencida por todo un pueblo cuando decidió conjurar el fallido golpe de estado, ahora continua, pero de otra forma y no sé si sea correcto afirmar que aquello fue peor que lo de ahora, pero lo cierto es que estas miserias humanas, chocho no creo que alguien pueda ser más perversas que ellas, pero es increíble cómo aterrorizaron al nicaragüense y lo siguen para que no vaya a los hospitales a atenderse de su salud, porque insisten en dicir que aquí todo está infectado de coronavirus, que no hay medicinas, que no hay camas, que los hospitales están sobrepasados y saben qué, todo esa es una monumental mentira.

Hubo mucha gente que fue atrapada por ese telón de mentiras e indigna realmente que esa mortal y perturbadora infamia haya desanimado a gente quebrantada por cualquier cosa, que no fuera el Coronavirus, para acudir a los hospitales públicos y al final se terminaron muriendo. Tal vez mi lenguaje sea limitado, pero lo único que me parece define algo así es el crimen. En el pico más alto de la pandemia en Nicaragua y en momentos que no teníamos vacunas, ni siquiera se podía pensar en ellas, porque ni siquiera arrancaban los ensayos, un irresponsable, disfrazado de médico pregonó en esos medios cachalacos que en el Hospital Monte España, se muerían tres personas diarias de COVID-19, entonces pacientes que normalmente iban a ese centro prefirieron quedarse en su casa ante el supuesto de llegarse a contagiar.

Recuerdo en aquel contexto aun tal Doctor Jorge Miranda, neumólogo del Hospital Monte España, llegó a asegurar que en ese centro de salud él vio mortandades de gente muriendo por COVID-19 y esto hasta lo llegó a reproducir un chachalaco digital de Artículo 666, de los que recibió a granel de la fundación de Doña Cristiana y que después termino siendo atendido en ese mismo hospital por COVID y del que gracias a Dios salió bien librado.

La tolerancia en ese momento prefirió cruzarse de brazos y no investigar al médico este metido a politiquero que desde una monumental mentira quien sabe a cuanta gente mató porque creyó en sus mentiras.

Los misiles de la mentira disparados desde algunos medios de comunicación donde hay espacios comprados para calumniar y difamar persisten en difundir siempre el terror desde diferentes escalas donde por supuesto nuestro sistema de salud les resulta un objetivo de prioridad como parte del daño integralmente mayor que le quieren hacer a Nicaragua y como una plataforma recurrente encontramos en primera línea a un tal “Observatorio Médico” que ahora hace descaradamente sus “análisis” de la situación pandémica o de cualquier otra cosa desde la casa del CxL porque según advirtió ahí será ahora su nuevo metedero porque según “denunció” ya no tiene las fuentes de financiamiento que antes le permitían tener su elegante local desde donde percutaba sus mentiras.

Es tal el daño que causa la mentira en los medios de comunicación que, en Europa, es corriente la legislación contra el ciber delito y la Fakenews y claro los que viven de la desinformación y reciben importantes presupuestos para lo que hacen no recibieron aquí con agrado que hayamos hecho lo que nos correspondía contra la desinformación y de ahí que lo primero que hayan gritado es; “violación a la libertad de expresión”.

Óigase alto y claro nada tiene que ver la libertad de expresión con la desinformación. Aquí en este país, donde se goza de un gigantesco libertinaje todo el mundo dice cualquier cosa, como este tal Jorge Miranda, neomólogo del Hospital Monte España, no sé si ya lo corrieron de ahí, pero con la ciencia médica no se puede estar politiqueando porque en tal caso no se trata de luchas de poder, sino que se trata de la vida de una persona y de la tranquilidad de otras sobre un ser querido que además de ser padre, hijo o esposo puede ser la cabeza de una familia. Es más, pienso, que el Ministerio de Salud debe llamar a los que juegan con la salud pública a que presenten pruebas sobre lo que afirman está sucediendo y si es cierto corregir, pero si no lo es, entonces a cancelar la licencia médica al gabachudo que mienta con estos temas tan delicados.

Hoy los medios de comunicación, algunos periodistas y las redes sociales han construido un mundo peligroso a su alrededor y desde ahí se cometen delitos y quienes los hacen o los estimulan se creen intocables. Menos mal esos criterios descerebrados ya las tienen claras ante la preocupación compartida de la gran mayoría de los nicaragüenses que dominamos que existe una instancia de castigo contra la noticia falsa.

Ahora ya tenemos una legislación contra la desinformación y ahora que es ley debe aplicarse con todo rigor porque seguir dando rienda suelta a la mentira nos puede seguir matando, nos puede enfermar y puede convertir en víctimas letales a los que por tener una mente dúctil caigan en esas redes tenebrosas de la manipulación politiquera.

La mentira y la desinformación es el mal de los nuevos tiempos porque quienes lo hacen con más recurrencia son politiqueros o “periodistas” que no entiendo, menos que comprenda, cómo puedan ser capaces de llamar a baños de sangre cuando este apostolado siempre ha ido en el sentido contrario de la muerte.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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