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  • 16 octubre, 2019

No hay desarrollo, sin la mujer rural


  Por  Odilena Mejía - Red de Comunicadores

El primer Día Internacional de las Mujeres Rurales se celebró el 15 de octubre de 2008. Fue establecido por la Asamblea General de la ONU, de fecha 18 de diciembre de 2007. En ella reconoce “la función y contribución decisivas de la mujer rural, incluida la mujer indígena, en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural”.

Las mujeres rurales representan más de un tercio de la población mundial y el 43 por ciento de la mano de obra agrícola.

Labran la tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras. Además, garantizan la seguridad alimentaria de sus poblaciones y ayudan a preparar a sus comunidades frente al cambio climático.

Mujeres y niñas rurales, creadoras de resiliencia climática


El tema de este año destaca el importante papel que desempeñan las mujeres y niñas del medio rural en el desarrollo de la resiliencia con que enfrentarse a la crisis climática.

A nivel mundial, una de cada tres mujeres empleadas trabaja en la agricultura. Hacen acopio de combustibles de biomasa, procesan manualmente los alimentos y bombean agua. 

Las mujeres que viven en entornos rurales se ven muy afectadas por las amenazas a las que están sometidos los recursos naturales y la agricultura. 

Una de las formas más efectivas de frenar las amenazas que plantea el cambio climático es abordar la desigualdad de género.

Las mujeres empoderadas tienen mayor capacidad para responder al cambio climático y desempeñan un importante papel en la adopción de tecnologías con bajas emisiones de carbono. Como resultado, se convierten en actores fundamentales en la difusión de conocimiento sobre el cambio climático y la acción necesaria para combatirlo.

Estas son agentes clave para conseguir los cambios económicos, ambientales y sociales necesarios para el desarrollo sostenible pero su acceso limitado al crédito, la asistencia sanitaria y la educación son algunos de los muchos retos a los que se enfrentan. 

Nicaragua, ha desarrollo políticas con enfoque de género, programas socioproductrivos de impacto en los que se le da empoderamiento y capitalización a la mujer.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) a través de la iniciativa “Mesoamérica sin hambre” apoya estos programas emblemáticos del Gobierno, por ejemplo la estrategia de bancos comunitarios de semillas criollas y acriolladas con el cual se aporta a su empoderamiento y a la seguridad semillera nacional.

Con su trabajo, entrega y esfuerzo se garantiza un insumo fundamental para la producción como es la semilla, además con las capacitaciones promovidas por el El Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria (INTA), adaptándose al cambio climático a través de los proceso de fitomejoramiento.

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